10. CINE, TECNOLOGÍA Y ESPECTÁCULO EN EL SIGLO XXI.

10. CINE, TECNOLOGÍA Y ESPECTÁCULO EN EL SIGLO XXI.



La idea de un mundo nuevo provoca una reacción contracultural por los nuevos movimientos antiglobalización. Los nuevos soportes están cambiando el negocio, provocan que los profesionales reclamen a las empresas beneficios que les corresponden comoautores. Realidad y ficción se funden tras los sucesos del 11-S. Para levantar el ánimo, el productor Michael Rodees y el director Chuck Workman realizan un corto titulado El espíritu de América que evidencia el patriotismo del pueblo norteamericano.

Internet es el punto de mira de las multinacionales estadounidenses que comprueban como la exclusividad del estreno desaparece debido al tráfico ilegal de copias en la red.
 
Comienza el nuevo siglo con un nuevo récord, la trilogía de El Señor de los Anillos (2001-2002-2003) de Peter Jackson, ganadora de 11 Oscar. Se entiende que si se controlan los gastos de producción y se desarrollan más ampliamente los de promoción y publicidad algunas películas pueden alcanzar grandes taquillas.
 
Los espectadores de cine prefieren, salvo excepciones, ver cine en casa, a lo que Hollywood responderá estrenando simultáneamente películas en sala y en DVD. Son años de incertidumbre en el que el viejomodelo industrial se enfrenta al nuevo con grandes dudas.
 
10.1 LA PRODUCCIÓN CINEMATOGRÁFICA NORTEAMERICANA.

El nuevo siglo se abre con un acontecimiento de graves consecuencias políticas y económicas que afectarán extraordinariamente a la sociedad mundial.

CINE BÉLICO
 
Los atentados de Nueva York de 2001 hacen que Hollywood (acostumbrado a su espectador a un cine catastrofista) cambie de tema y se centre en los atentados. Los atentados fueron abordados de manera urgente y poética en el trabajo de autoría colectiva y producción francesa 11’09”01 – 11 de septiembre (2002), que ofrece una visión coral del acontecimiento a través de once cortometrajes con realizadores de diferentes países; no será hasta bien entrada la década cuando los acontecimientos se traten desde el punto devista de la ficción.

Paul Greengrass aborda el tema con Vuelo 93 (2006), basándose en hechos en torno al vuelo de la United Airlines. Tiene una intención de documental que pretende analizar no sólo los hechos sino las consecuencias del suceso para el mundo. El documentos más conocido sobre los hechos es Fahrenheit 9/11 (2004) de Michael Moore. Michael Moore se enfrenta a las causas y consecuencias de los atentados de una manera tan polémica como efectista: muestra las posibles relaciones entre las familias Bush y Laden, las razones económicas de la invasión de Afganistán e Irak y como el gobierno de Bush utilizó el trágico ataque a las torres gemelas para su propio beneficio político. Supone un trabajo de investigación de los hechos y de denuncia de los mismos.

Temas recurrentes como el miedo “post 11-S”, la defensa de la guerra como prevención o la apología de la venganza que perfilan discursos como el de Oliver Stone en World Trade Center (2006) con Nicholas Cage como protagonista. Una pieza que centra su narración en las experiencias humanas, y aunque en principio no tiene intenciones políticas; su discurso adquiere una tendencia en exceso conservadora, convencional y patriótica; o el thiller que muestra como las víctimas de la violencia se tornan vengadores sustentando el argumento de La extraña que hay en ti (2007) de Neil Jordan, con Jodie Foster.


Otro de los directores que se ha acercado a esta inquietud sobre la seguridad, la guerra, la prevención o el pánico ha sido Steven Spielberg, quien hace homenajes sutiles a las consecuencias del 11-S en A.I. Inteligencia Artificial (2001). El problema del refugiado político se refleja en La terminal (2004); en La guerra de los mundos (2005) pretende reflejar la guerra desde el punto de vista de una familia americana por sobrevivir; o Munich (2005), pieza por la que planean cuestiones éticas y morales en torno a políticas gubernamentales de carácter represivo. La visión que plantea Spielberg es una perspectiva amplia y contemporánea de los fallos inherentes a un sistema obsesionado por el poder y la venganza.


El conflicto se prolonga extendiéndose a las consecuencias bélicas inmediatas de los atentados: la guerra de Irak. Green Zone (2002) de Paul Greengrass, es un thriller basado en hechos reales, sobre la incompetencia del gobierno de transición impuesto en Irak por Bush y los demás miembros de la fuerza multinacional que se formó con el objetivo de derrocar a Saddam Hussein.


En otra línea pero en idéntico contexto, se sitúa el acercamiento de Sam Mendes a Irak en Jarhead, el infierno espera (2005) y una cauta e imparcial visión política del regreso a casa de cuatro soldados del frente de Irak y los efectos traumáticos que siembra la guerra en Regreso al infierno (2006).


Leones por corderos (2007), de Robert Reford y con las interpretaciones de Meryl Streep y Tom Cruise, es un intento honesto, inteligente y crítico del mundo actual y el estado de desconcierto, una posición en contra de la administración de Bush.


Por último, En el Valle de Elah (2007) de Paul Haggis, realiza una extraordinaria reflexión no ya sobre la guerra, sino de cómo la violencia fagocita al ser humano.


El guión clásico de Clint Eastwood va descubriendo, con la arrolladora fuerza de su discurso y con un ritmo pausado y tranquilo, que la guerra es la protagonista.


Las producciones sobre los conflictos más recientes no parecen despertar el interés de un público masivo. Existen excepciones como En tierra hostil (2009) de Kathryn Bigelow, pero no fue un éxito de temporada, pese a ganar varios premios Oscar.


Lo cierto es que el cine norteamericano revisa momentos históricos que, van a tener su protección en la sociedad nacional e internacional. El buen pastor (2006) de Robert de Niro, con Coppola, toca el tema de la CIA, tema que volverá a surgir en Caza a la espía (2010) de Doug Liman.


También hay que resaltar la vuelta hacia la II Guerra Mundial que realiza Clint Eastwood en Banderas de nuestros padres (2006) y Cartas desde Iwo Jima (2006), ofreciendo dos miradas complementarias sobre la realidad de la guerra; la que hace Michael Bay en Pearl Harbor (2001); la que aporta John Woo en Windtalkers (2002) o la irregular Cuando éramos soldados (2002) de Randall Wallace, con un exceso de patriotismo sobre una de las primeras batallas en Vietnam. Pero además ofrece, con el cambio de siglo, una extraordinaria reflexión sobre una sociedad miedosa de sí misma que protagoniza tensiones raciales, religiones y culturales.


Crash (2004), de Paul Haggis, desmenuza el tejido social y político a impulsos de rabia, con el racismo como tema central. Clint Eastwood, en Gran Torino (2008) habla sobre el choque frontal de culturas obligadas a compartir un mismo espacio. Con Million Dolar Baby (2004) Eastwood muestra una faceta mucho más personal y refleja la sociedad moderna, sus dudas religiosas, su posición política, su moral ambigua, etc.


La amistad está en el fondo del thriller Mystic River (2003). Las relaciones de afecto, en este caso envenenadas por la moral dominante, son el elemento esencial de Brokeback Mountain: En terreno vedado (2005) de Ang Lee. Mucho tiene en común este filme con aquél de Eastwood: un estilo íntimo, una narración sin ornamento, una dirección extraordinaria y una crítica a la oscura a la sociedad americana.


De manera muy distinta trata el amor, la amistad y la solidaridad Match Point (2005) de Woody Allen, donde el azar, impune y caprichoso, determina las reglas del juego; muestra el lado más oscuro del ser humano con sus miedos, frustraciones y dudas. La carrera de directores como Woody Allen no deja de sorprender por la intensidad y notabilidad de la misma. A lo largo de estos primeros años del nuevo siglo, Allen hace disfrutar a sus fieles con Granujas de medio pelo (2000), La maldición del escorpión de jade (2001) y Un final made in Hollywood (2002). Queda claro que otras películas abordan sus temas comunes, redundando en narraciones que pierden fuerza con regularidad. Vicky Cristina Barcelona (2008) te saca de su adormecida creación, reencontrarse con la esencia de su personalidad creativa. Le trae una buena gratificación Conocerás al hombre de tus sueños (2010) Otro tipo de sociedad es la que reconstruye Darren Aronofsky, que viaja por los maltrechos sueños (americanos) cuyas adicciones les conducen por los caminos más sombríos de la estructura social en Réquiem por un sueño (2000) a la que no falta una buena dosis de crítica del sistema, a la influencia de los medios de comunicación y a la incomprensión de los modos de vida de los jóvenes. Con El luchador (2008) hace homenaje al “underground” americano.


Directores consagrados también a la producción como Francis Ford Coppola se atreve a destapar otro de los tabús de la sociedad americana, como el sexo, con Kinsey (2004) de Bill Condon. Coppola producía una de las películas más hedonistas de la década: Lost in Translation (2003) de Sofía Coppola. En el polo opuesto mezclará historia y modernidad en María Antonieta (2006) de Sofía Coppola también.


El cine americano de la década no abandona su necesidad de “contar historias”. Otro de los directores consagrados, Martín Scorsese, devolverá al cine de Hollywood el guión servido al estilo más clásico, comenzando por Gangs of New York (2003), luego, El aviador (2004) que pese a ser una obra bastante notable no consigue transmitir la emoción de la época que retrataba. Infiltrados (2006) es la película que devuelve a Scorsese parte del talento aparentemente aparcado en la década. Se trata de un buen ejercicio de guión en clave de suspense. Vuelve a demostrar sus grandes conocimientos cinematográficos, su capacidad narrativa y sostiene su estilo con Shutter Island (2010).


Sigue abundando el género asociado a las tramas de espías, James Bond sigue siendo un clásico en este género con seis entregas: El mundo nunca es suficiente (2000) de Michael Apted, Muere otro día (2002) de Lee Tamahori, Casino Royale (2006) de Martin Campbell, Quantum of Solace (2008) de Marc Forster, Skyfall (2015) de Sam Mendes y Spectre (2015) de Sam Mendes. Ya han anuciando el próximo estreno de esta saga: Bond 25 (2020) que dirigirá Cary Joji Fukunaga.


La trilogía Bourne ha supuesto una nueva mirada a este género. El director de las dos últimas entregas de Bourne, Paul Greengrass, centra su atención en demostrar cómo los intereses políticos pueden superar la moral y la dignidad del individuo que lucha por mantener su libertad.


La producción de Hollywood está muy controlada por el lobby de personas que afirman que sus producciones son las que realmente llevan al público a las salas. Los Estudios están para acompañar, para distribuir posteriormente los proyectos impulsados por Spielberg, Lucas, Coppola, Scorsese, Cameron y aquéllos que garantizan con su trayectoria un éxito de taquilla. Grandes directores como Lumet, Sydney Pollack y Robert Altman siguen encontrando su lugar, pese a las dificultades que tengan.


Será la generación intermedia la que sostenga la producción hollywoodiense. Es el caso de Soderbergh, quien desarrolla una intensa actividad como productor y firma como director películas notables como Erin Brockovich (2000); y las muy comerciales Ocean’s Eleven (2001), Ocean’s Twelve (2004) y Ocean’s Thirteen (2007), y la biografía irregular delChe Guevara, una coproducción en dos partes: Che: el argentino y Che: guerrilla (2008).


Ridley Scott se convierte en uno de los directores más versátiles del panorama reciente con películas como Gladiator (2000) y American Gangster (2006). Finaliza la década con Robin Hood (2010), una contundente película de aventuras, confirmando la maestría de la que siempre hace gala el director.


Sam Mendes, por su parte se adentra en la Gran Depresión estadounidense con Camino a la perdición (2002), una película al más puro estilo negro, de intensidad dramática. El gran espectáculo llega con Roland Emmerich, quien se adentra en el cine de catástrofe con El día de mañana (2004) y 2012 (2009), de las que sólo llama la atención su pirotecnia audiovisual. Wolfgang Petersen sorprenderá con Troya (2004), un cine de gran espectáculo y con las licencia históricas y literarias necesarias para convertirlo en un éxito de taquilla. Sin embargo, con Poseidón (2006) cae en los tópicos del cine de catástrofe.


Robert Zemeckis, se mueve en una trayectoria muy diversificada como lo demuestran, entre otras, Náufrago (2000) o Polar Express (2004), un viaje fantástico por la imaginación, las leyendas e historias que emocionan.


Ron Howard también cuenta con algunos éxitos más destacables de la década como Una mente maravillosa (2001), un drama con fondo psicológico basado en la vida de John Nash. Otra semblanza biográfica en este caso de un boxeador es Cinderella Man: El hombre que no se dejó tumbar (2004); mejores resultados obtuvo El desafío: Frost contra Nixon (2008). La capacidad creativa de Ron Howard le lleva a firmar la adaptación de dos bestsellers de Dan Brown: El Cógido Da Vinci (2006) y Ángeles y demonios (2009).

Michael Mann se mantiene en su estilo, resulta siempre eficaz y demuestra un gran dominio de la narración en Collateral (2004) y en Enemigos públicos (2009).


Stephen Daldry dirige Las horas (2002), película por la que Nicole Kidman obtiene el Oscar a mejor actriz. Con El lector (2008) narra un romance inmerso en la Alemania nazi, papel que le proporciona el Oscar a Kate Winslet. David Cronenberg deslumbra con dos obras sobre la violencia: Una historia de violencia (2005) y Promesas del Este (2007).


Innovador en sus planteamientos visuales y narrativos, pero con un talante menos transgresor, el británico Christopher Nolan se ha consolidado como uno de los directores más interesantes de la década, iniciándola con Memento (2000). Con El prestigio (2007), Nolan realiza un brillante ejercicio de prestidigitación escénica en lo que a composición espacial, temporal y resolución de montaje se refiere.


Edward Zwick muestra su buen hacer, su artesanía y su efectividad con El último samurái (2003); con Diamantes de sangre (2006) se adentra en el cine de aventura, narrado al más puro estilo clásico, pero deslumbra en la acción y flaquea en el fondo de la historia; y en Resistencia (2008) quiere rescatar alguna historia aislada surgida en plena II Guerra Mundial. Otras aportaciones aisladas surgen de la mano de Paul Thomas Anderson quien dirige Pozos de ambición (2007); o de Lasse Hallström quien hace un cine poco maduro.


Quentin Tarantino mantiene sus constantes creativas con Kill Bill: Volumen I (2003) y Kill Bill: Volumen II (2004) para alcanzar uno de sus momentos más relevantes con Malditos Bastardos (2009), un ingenioso relato sustentado en una revisión del cine de todas las épocas sobre un tema histórico en el que no busca realismo alguno. Más recientemente Tarantino dirigirá Django desencadenado (2012), homenajeando el spaguetti western.


Tim Burton ofrece una gran riqueza expresiva, una gran originalidad y visualización marca un estilo inconfundible. Charlie y la fábrica de chocolate (2005) es una ingeniosa historia, endulzada con ilusión y fantasía, La novia cadáver (2005) es un romance gótico de animación de insuperable factura. Para seguir rompiendo moldes realiza la versión de Sweeney Todd: El barbero diabólico de la calle Fleet (2007), sumergido en el humor negro que le caracteriza, en espacios forzados y lúgubres. El listón se rompe con Alicia en el País de las Maravillas (2010), otro deslumbrante filme que supera el imaginario colectivo.


Otra aportación a destacar, es la de Jerry Bruckheimer, que además de sus éxitos de series producidas para tv, impulsa alguna de las historias de aventuras más recordadas de la década: Piratas del Caribe, la maldición de la Perla Negra (2003) y sus posteriores secuelas Piratas del Caribe y el cofre del hombre muerto (2006), Piratas del Caribe en el fin del mundo (2007), Piratas del Caribe en mareas misteriosas (2011)
y la más reciente Piratas del Caribe: La venganza de Salazar (2017). Con Johnny Deep, como protagonista en todas las entregas, Orlando Bloom, Keira Knightley o Penélope Cruz. En esta dimensión se mueve el film, Master & Commander (2003) de Peter Weir, en la que se combina la dimensión épica y la aventura con los valores que encierran sus personajes, o Idiana Jones y el reino de la calavera de cristal (2008) en la que vuelven a unir fuerzas Georges Lucas, Steven Spielberg y Harrison Ford. Y mezclando géneros, en los que se domina la aventura como leit motiv, se encuentra Sky Captain y el mundo de mañana (2004) y, quizás más fantástica tenemos Van Helsing (2004), aplaudida por el público.

El cine de terror vuelve a ser un género muy taquillero en estos años, mucho más allá de las virtudes creativas que encierran muchas de sus producciones. Es un cine construido sobre el miedo, el susto, el pánico y la agonía de vida. Precuelas como El exorcista: El comienzo (2004) no aportan nada nuevo; secuelas como Destino final 2 (2003) que cambian de ambientación para seguir explotando el factor muerte. Se recuperan viejos clásicos haciendo diferentes versiones como en el caso de Terror en la niebla (2005) o Las colinas tienen ojos (2006). Recuperan a Freddy Krueger en Pesadilla en Elm Street: el origen (2010) y remakes como La matanza de Texas (2003).


También se formalizan encuentros que desbordan cualquier imaginación como Alien vs. Predator (2004) o Cowboy & Aliens (2011); y sagas que causarán furor a lo largo de la década como Saw (2004) o Paranormal Activity (2007).


Quizás, con una carrera más sólida en este terreno, se encuentre Manoj Night Shyamalan, quien despunta con el cine internacional gracias a una manera alternativa de entender el guión: giros inesperados de tramas, uso del suspense narrativo y tratamiento realista de los elementos sobrenaturales. Se puede observar en sus películas como El sexto sentido (1999), El protegido (2000) y Señales (2002). Se cede el turno a otros proyectos como La joven del agua (2006), con un escaso acierto narrativo y El incidente (2008), con un giro inesperado.


La saga que se convertirá en referente del género a finales de la década es la construida a partir de las novelas de Stephenie Meyer, dando origen a la saga Crepúsculo. Eléxito literario traspasa fronteras y se convierte en un fenómeno que repetirá éxito en pantalla. Crepúsculo (2008), Luna Nueva (2009), Eclipse (2010), Amanecer Parte 1 (2011) y Amanecer Parte 2 (2012) El mundo del cómic y el cine también continúan complementándose en producciones como X-Men (2000) o Catwoman (2004) con Halle Berry en el papel de la mujer gato y Sharon Stone en el papel de villana.


En donde se confirma que la creación de Hollywood está en baja forma es en la sucesiva traslación de series famosas de televisión, éxito de pantallas en otro tiempo, a la gran pantalla; como por ejemplo, Los Ángeles de Charlie (2006) o Sexo en Nueva York (2008).


El cine americano insiste en otras fórmulas ajenas al discurso hegemónico. La “generación MTV” proporciona una joven cantera de directores, abanderados por Spike Jonze y David Fincher, que aplican el relato cinematográfico las convenciones del videoclip.


Spike Jonze se arriesga con la adaptación del texto de Susan Orlean El ladrón de orquídeas (2002), un curioso ejercicio dada la dificultad de la adaptación por su frontera entre realidad y ficción.


David Fincher mantiene una línea narrativa y visual caracterizada por una puesta en escena visualmente arrolladora, en 1999 dirige El club de la lucha. Sin embargo, en La habitación del pánico (2002), no posee el talento de sus anteriores trabajos. En Zodiac (2007) redefine el género con una buena base de guión aderezado con un abultado repertorio de efectos especiales y elementos digitales. Su talento se destapa con El curioso caso de Benjamin Button (2008), la pieza resulta un ejercicio de dirección formidable y un paradigma de cómo narrar un hecho tan antinatural.


También en los márgenes de la industria se sitúa Jim Jarmusch quien dirige Flores rotas (2005). En 2010 dirigirá La red social, en la que muestra la vida del creador de Facebook.


También Los hermanos Cohen continúan con su prolífica carrera, en la que su pasión por el cine, la música, los personajes extraños y las situaciones más insospechadas le permiten construir historia de desigual intensidad, con notables giros dramáticos y cómicos, buena ambientación y notable interpretación. Entre sus películas se deben destacar Quemar después de leer (2008), una comedia negra y No es país para viejos (2007), película que no termina de convencer al público.


Gabrielle Muccino tiene una doble incursión en el cine estadounidense con En busca de la felicidad (2006) y Siete almas (2008), y lo hace con corrección y artesanía.


Otros nombres consagrados de la interpretación da su salto a la gran pantalla, un ejemplo es Mel Gibson con La Pasión de Cristo (2004). Otras aportaciones son: Kevin Costner con Open Range (2003), Tommy Lee Jones con Los tres entierros de Melquiades Estrada (2005), Sean Penn con Hacia rutas salvajes (2007), Steve Buscemi con Interview (2007), Ben Stiller con Tropic Thunder: Una guerra muy perra (2008) y el que más sorprende, George Clooney con Buenas noches y buena suerte (2005) y Ella es el partido (2008).
 
10.2 CINE Y TECNOLOGÍA: CREACIÓN Y ESPECTÁCULO DESDE LA ANIMACIÓN

El balón de oxígeno que supuso para Disney su asociación con Pixar en 1996 mejoró sus resultados en la década siguiente. En 2006 Disney adquiere Pixar y cede el control de su estudio de animación a sus directores creativos. Las historias abandonan la magia Disney para ser más irónicas, adultas y críticas, incluso dolorosas para un público infantil. Son casos como el de Monstruos S.A. (2001) de Pete Docter o Buscando a Nemo (2003) de Andrew Stanton. Cars (2006) muestra el egoísmo, la ingratitud, el amor y la generosidad.


Los increíbles (2004), aunque inicialmente fue un proyecto de la Warner, pasa a ser desarrollado por Pixar y dirigido por Brad Bird. También destacan Ratatouille (2007) o Wall-E (2008) de Andrew Stanton, primera inmersión en el género de la ciencia ficción a través de un robot superviviente de una empresa de limpieza de la tierra. 


El último proyecto Pixar-Disney fue Up (2009) de Pete Docter.

EL CINE DE ANIMACIÓN
 

Walt Disney
 

Árboles y flores es el primer cortometraje de animación en la historia del cine de animación, perteneciente a la serie “Silly Symphonies” de Walt Disney. Con estas “Silly Symphonies” aparecerán también dos de las mascotas más conocidas: Mickey Mouse y Donald Duck.

Pero como ya sabemos, Blancanieves y los siete enanitos (1937) se convierte en el primer largometraje de la factoría Disney. La forma de trabajo de la película asentó las bases de las siguientes cintas de animación. Se analizaban los movimientos humanos para dar vida a los personajes de la forma más real posible. En Blancanieves y los siete enanitos se emplean 24 bocetos por segundo. Se emplearon 800 kilómetros de papel y se llegaron a dibujar más de dos millones de dibujos.

En 1940, Disney se basa en un cuento italiano para crear Pinocho y la película (que no tendría éxito hasta finales de siglo) Fantasía

Otras producciones de Disney posteriores son Dumbo (1941), Bambi (1942), La Cenicienta (1950), Alicia en el País de las Maravillas (1951), Peter Pan (1953) y La dama y el vagabundo (1955), el primer filme de la historia en Cinemascope.

En 1959 La Bella Durmiente se convertirá en la primera película de animación en 70mm y la última película de Disney que se hace enteramente a mano. En 1961, 101 Dálmatas es la primera película que emplea el método “xeroxed”, que ahorra trabajo al dibujante. En 1964 Mary Poppins aparece como la primera película de Disney en la que se alterna dibujo animado con imagen real.


La década de los ochenta supondrá la caída en picado de la factoría Disney, y no será hasta la llegada de La Sirenita en 1989 cuando comience la época dorada de Disney, con títulos como La Bella y la Bestia (1991), que será la primera película de animación nominada al Oscar a mejor película o Aladdín (1993), nominada a la mejor película de animación. Más títulos de éxito de la época dorada de los noventa son El Rey León (1994), Hércules (1997), Mulán (1998) o Tarzán (1998)…


Poco a poco Disney irá abandonando la animación tradicional e irá abordando películas en imagen real como Piratas del Caribe o películas con animación por ordenador como Bolt (2008), Enredados (2010) o la última produción, remake del clásico Dumbo (2019), en la que mezla imagén real con animación digial  y dirigida por Tim Barton. Está última produción, parece que va ser la nueva estrategia comercial de la compañía para los proximos años y con sus viejas y clásicas películas de animación,


Pixar


Pixar es una compañía especializada en animación por ordenador y producción de gráficos en 3D. Su primer cortometraje, tan famoso que llegó a ser la imagen de la compañía, será Flexo Jr. (1986). Y Toy Story (1995) será la primera película en la que colaborarán conjuntamente Disney y Pixar. A Toy Story la seguirán Bichos (1998), Toy Story 2 (1998), Monstruos S.A. (2001), Buscando a Nemo (2003) o Los Increíbles (2004).


Dreamworks


Dreamworks será otra de las productoras especializadas en cine de animación, que se funda en 1994, con Spielberg entre los fundadores.


Desde que en 1996 Spielberg impulsa la puesta en marcha de DreamWorks proporciona numerosos rendimientos al género e incluso secuelas, son los casos de la parodia del cuento de hadas Shrek (2001) de Andrew Adamson. También destaca Madagascar de Eric Darnell o Kung Fu Panda.
 

Warner Bros.

La Warner Bros. Cartoons se funda en 1924 con las “Merrie Melodies” (la versión Warner de las “Silly Symphonies” de Disney), que darán a conocer a los famosos Looney Tunes como Bugs Bunny, el Pato Lucas, Piolín, etc.


Y en cuanto a los largometrajes, destacan Space Jam (1996) o ¿Quién mató a Roger Rabbit? (1988) en la que se combina el dibujo animado con la imagen real. En la primera aparece el jugador de baloncesto Michael Jordan y en la segunda, el popular personaje femenino Jessica Rabbit.
 

Metro Goldwyn Mayer

Aparecerá con dibujos como Tom y Jerry, El Oso Yogui, Los Picapiedra, Scooby Doo o Los Pitufos… Dibujos que nacen como series, pero que con el tiempo se convertirán en largometrajes más o menos exitosos.
 

CINE DE ANIMACIÓN ESPAÑOL
 

En España, la animación ha contado con pocos nombres representativos. En 2003 dos superproducciones protagonizan este interés por la animación. Los reyes magos, dirigida por Antonio Navarro, y El Cid, la leyenda de José Pozo. España comienza tímidamente a descubrirse en el género. Detrás de ese despegue se esconden la sociedad Dygra Films, responsable del éxito de El bosque animado (2000) de Manolo Gómez y Ángel de la Cruz. En la línea Pixar o DreamWorks, y con diseño y tecnologías propias, su opera prima apunta muy alto con Planet 51 (2009) dirigida por Jorge Blanco y Javier Abad. Más recientemente el cine de animación español ha dado Las aventuras de Tadeo Jones (2012) y Tadeo Jones 2: El secreto del rey Midas (2017).

CINE DE ANIMACIÓN JAPONESA


Será también a partir del año 200 cuando la tradición de la animación japonesa (anime) encuentre mayor resonancia en los mercados internacionales. El anime se dirigió desde sus inicios a un público adulto con lenguaje maduro, escenas de sexo y violencia. Desde Akira (1989) de Katsuhiro Otomo, Hayao Miyazaki se convierte en la referencia internacional de esta producción con películas como El viaje de Chihiro (2001).


Si bien la técnica de la rotoscopia se usa ahora de manera generalizada en los procesos digitales de producción animada, lo cierto es que ya Walt Disney la usó en Blancanieves y los siete enanitos. La técnica desarrollada consiste en redibujar la escena, fotograma a fotograma, filmada previamente con actores reales.


Si bien la técnica de la rotoscopia se usa ahora de manera generalizada en los procesos digitales de producción animada. A principios de la presente década, Richard Linklater retoma la rotoscopia para la realización de la excéntrica Walking Life (2001), mezcla animación con personas reales.


El cómic es también la base de la estilizada Sin City (2005) de Robert Rodríguez y Frank Miller. La sensación es la de un cómic “vivo”, en movimiento, con personajes reales, en un universo de contrastado permitiendo extraído directamente de un “pulp”. También la técnica y estética diferentes, pero igualmente estilizada y preciosista son el resultado de 300 (2007). En definitiva, un espectáculo virtual, visualmente deslumbrante gracias al tratamiento de la luz, las técnicas de cambio de velocidad e ingravidez, respecto a la planificación de las viñetas originales, pero que cae en su propio exceso plástico y el vacío épico.


En el Reino Unido, la productora Aardman Animation empleó para su primer largometraje, Chicken Run: evasión en la granja (2000), la técnica “claymation” después de perfeccionarla en diferentes trabajos. Se utilizó una variante de la “stop motion” denominada “pixalación”. Chicken Run: evasión en la granja resultó un brillante ejercicio que pese a su aspecto infantil, su humor ácido alienta valores tan maduros como la superación o el trabajo en equipo. Aardman Animation gana su segundo Oscar con Wallace y Gromit, coproducción con DreamWorks.


El paradigma de esta evolución parece con Animatrix (2003), extensión del universo “geek” de Matrix, fusión de creatividad y talento en fomra de nuevo cortometrajes firmados por autores procedentes del anime, siendo un puente para las secuelas The Matrix Reloaded (2003) y The Matrix Revolution (2003) que supusieron una desalentadora repetición de este primer brillante ejercicio.


La revolución tecnológica de los efectos especiales en el cine encuentra su máximo exponente en la saga Star Wars de George Lucas. La introducción de la tecnología informática en las tres últimas entregas ha supuesto una nueva revisión de efectos especiales.


La evolución tecnológica ha potenciado también el desarrollo de un nuevo cine colosalista que ha sustituido el cartón piedra y el batallón de extras por espectaculares escenarios naturales, gran cantidad de efectos especiales y personajes que se mueven a impulsos binarios. La trilogía de El señor de los anillos responde a esta nueva concepción.


Con un diseño de vestuario espectacular para cada raza, tanto en su vestimenta como armamento, arquitectura, decorados a escala de diferentes paisajes y regiones de la Tierra Media. También, personajes generados enteramente por ordenador, para otorgarles inteligencia artificial o para conseguir que los personajes no se parecieran entre sí con una animación que mezcla la captura de movimiento con la rotoscopia, consiguiendo un aspecto visual extraordinariamente similar al descrito por la novela.


En la misma línea colosalista, pero con la diferencia de retratar un mundo mágico paralelo al real se sitúa la adaptación de la historia del joven aprendiz de mago llamado Harry Potter y los siete años que pasa en el Colegio Hogwarts de la mano de la productora Warner Bros. El diseño de vestuario, así como los elementos artísticos como decorados exteriores son de belleza asombrosa. El impacto social y cultural del universo Potter ha tenido extraordinarios rendimientos económicos no sólo a través de las películas sino del merchandising. La saga de libros consta de siete volúmenes recogidos en ocho películas, desde el 2001 hasta el 2011.


La tecnología también ha sido responsable de la recreación del universo mágico y fantástico de Las crónicas de Narnia, con sus dos adaptaciones: El león, la bruja y el armario (2005) y El príncipe Caspian (2008); cierto es que la tecnología ha permitido recrear esteuniverso gracias a la combinación de actuación real con imágenes generadas por ordenador.


El broche final a este desarrollo tecnológico parece encontrarse en la aportación 3D, cine tridimensional o estereoscópico. La industria se ha mantenido muy asentada en los modelos de producción y creación clásicos.


La película que marca un punto de inflexión en el desarrollo tecnológico del cine es Avatar (2009), de James Cameron. Para su desarrollo utiliza una combinación de acción real con 3D fotográfica basada en técnicas de captura de movimiento y un sistema virtual de cámara en tiempo real, patente que posee el propio Cameron. Una premisa tecnológica que para recrear el realismo de su ambientación es necesario que el espectador disponga de gafas adaptadas, que entre otras cosas también impediría la piratería.
 
10.3 EL CINE EUROPEO

Por su parte, el cine europeo parece alejarse más que nunca de las convenciones narrativas del cine hegemónico americano, aunque en algunos países no se eviten vinculaciones precisas entre los dos modelos.


La producción propia está claramente definida por intervenciones y colaboraciones a nivel internacional; de ahí que algunas coproducciones se pongan en marcha a partir de la financiación proporcionada por un puñado de países; como por ejemplo, El perfume, historia de un asesino (2006) o Diarios de motocicleta (2004).


El reclamo está en la adaptación de un best-seller, en el reparto estelar, en un director conocido. La existencia de muchas producciones parte de este principio de colaboración, al que cada vez renuncian menos países.
 

CINE FRANCÉS
 

El cine francés se asienta sobre la trayectoria y el reconocimiento de algunos directores veteranos que, aunque no aportan obras de gran calado, sí que mantiene el interés del grupo de cinéfilos que siempre descubren algo nuevo en sus últimos trabajos.

Alain Resnais intenta alejarse de su pretenciosidad en Asuntos privados en lugares públicos (2006). Claude Chabrol, quiere aportar variedad de historias, aunque, en el fondo, se sustente sobre el lado oscuro y tenebroso y de intriga que domina su carrera y que, en cada caso, la trama irá descubriendo. Con La pequeña. Lola (2004), indaga en la emoción y la tragedia de la adopción.


El canadiense Denys Arcand busca continuidad en Las invasiones bárbaras (2002) a la historia narrada en El declive del imperio americano (1986).Una coproducción con Francia que recibirá numerosos premios internacionales además del Oscar a la mejor película extranjera. Michel Gondry irrumpe en la escena cinematográfica después de haber amasado extraordinaria reputación en la realización de videos musicales. Charlie Kaufman quien firma el guión de la película Olvídate de mí (2004) de Gondry. Gondry se “divorcia” de Kaufman en La ciencia del sueño (2006). Patrice Leconte muestra su eficacia narrativa en El hombre del tren (2002), un guión solvente, con momentos inspirados y lograda visualización y consigue con Confidencias muy íntimas (2004) cautivar al espectador. Robert Guédiguian consolida su carrera sobre historias individuales y colectivas, sobre paisajes urbanos y humanos, sobre emociones y sentimientos, sobre la realidad de la vida, con sus problemas, frotaciones y agonías.


Jean-Pierre Jeunet sorprende al panorama internacional con Amelie (2001), una historia imaginativa, fantástica, de abundante poesía y un toque surrealista, con espacios llenos de humanidad y encanto, además de tener una excelente actuación de Audrey Tautou.


François Dupeyron destaca por El pabellón de los oficiales (2001) y con El señor Ibrahim y las flores del Corán (2003).


Jacques Audiard demuestra su buen hacer con Lee mis labios (2001), confirma su sólida narrativa en De latir mi corazón se ha parado (2005) y alcanza su madurez en Un profeta (2009).

Otros éxitos internacionales notables del período son Los chicos del coro (2004); La clase (2008); Bienvenidos al norte (2008) y Welcome (2009). Además se cuenta con otras populares películas como las películas de Astérix y Obélix.


El cine francés tiene en Luc Besson a uno de sus productores y creadores más notables. Como director, asume el proyecto Arthur y los Minimoys (2006); como productor, Besson sabe combinar la eficacia de una historia entretenida, de acción, con repartos que sabe que tienen público como Transporter (2002) o Desde París con amor (2006).

CINE ESPAÑOL

En España, desde los primeros meses del nuevo siglo, se insiste, a nivel gubernamental, en reformar las normas anteriores en todo lo referente a la proyección y difusión cinematográfica y audiovisual. A partir de 2004, se intenta seguir mintiendo todas las ayudas posibles, mejorar las prestaciones económicas y exigir la participación activa de loscanales de televisión.

Los sucesos del 11 de marzo de 2004 en Madrid se supone que deberían servir para unir a todos los ciudadanos de un país, no para provocar conflictos internos que sumen a España en una arbitraria paradoja.

El cine español estrena el nuevo siglo con El bola (2000) de Achero Mañas y La comunidad (2000) de Álex de la Iglesia. Y, mientras una larga lista de jóvenes esperan su oportunidad para poder dar su salto a la gran pantalla, sucede el éxito en taquilla de Torrente 2: Misión en Marbella (2001), Torrente 3: el Protector (2005), Torrente 4: Lethal Crisis (2011) y Torrente 5: Operación Eurovegas (2014), todas ellas de Santiago Segura.

Tampoco se queda atrás Alejandro Amenábar, que tras su éxito con Los otros (2001) se consolida como uno de los pilares del cine español con Mar adentro (2004); más tarde estrenaría Ágora (2009).

Por otro lado, con una continuidad firme y relevancia internacional necesaria para el cine español se mantiene Pedro Almodóvar. Destacando con grandes títulos como Hable con ella (2002), un filme emocional y desigual; Mala educación (2004), irregular y excesivamente enmarañada; Volver (2006), película con la que muchos espectadores se reencontraron con el director. Con Los abrazos rotos (2009) no logra convencer.

Más allá de estos nombres, los éxitos del cine español se centran en dos o cuatro películas al año. Destacan Los lunes al sol (2002) y Te doy mis ojos (2003).

Pero en la línea formal más elaborada están La caja 507 (2002), un thiller intenso de Enrique Urbizu. De David Trueba tenemos Soldados de Salamina (2003), de Isabel Coixet tenemos Mi vida sin mí (2002) y La vida secreta de las palabras (2005) y Azul oscuro casi negro (2005) de Daniel Sánchez Arévalo.

Muy sorprendente y cuidada son dos obras del mexicano Guillermo del Toro; El espinazo del diablo (2001) y El laberinto del fauno (2006).

Destacan superproducciones como Alatriste (2006) y Los Borgia (2006), ambos de relatos históricos. La financiación de los canales de televisión privada ayudarán a estas películas a salir adelante con otras producciones como Celda 211 (2009) de Daniel Monzón.

Se convertirán en películas relevantes: Los crímenes de Oxford (2008), de Álex de la Iglesia; Camino (2008) de Javier Fesser, y Sólo quiero caminar (2008) de Agustín Díaz Yanes.

Pero son numerosas películas que despierta un notable interés para grupos reducidos de espectadores al tiempo que otras pasan directamente desapercibidas, destacamos Lucía y el sexo (2001) y Léon y Olvido (2005).

Directores veteranos como Jaime Chavarri, Rafael Gordón, José Luis Borau, Gonzalo Suárez, José Luis Garci o Mario Camus se mantiene en la corrección sin más.

El cine de terror y fantástico aporta notables historias que aseguran un cierto renacer el género en el cine español. Jaume Balagueró consigue ofrecer con Darkness (2002) un producto con repercusión internacional. Sorprende La caja Kovak (2006) de Daniel Monzón.

Pero las películas más destacadas de este género con gran repercusión son El orfanato (2007) de Juan Antonio Bayona y Rec (2007) de Jaume Balagueró y Paco Plaza.

En el campo de la animación se aprecia un notable incremento de producciones, confirmando el interés que por el género existe entre los creadores españoles, muchos de los cuales se han ido a Hollywood dado los problemas españoles en la industria. Destacando: El Cid, la leyenda y Donkey Xote.

La situación de crisis que se percibe en la industria cinematográfica ha llevado a muchos directores y productores a dirigir sus esfuerzos hacia el documental. Los planes desarrollados por programas como Ibermedia han permitido a España situarse como puente y partícipe entre las producciones iberoamericanos y europeas.

10.4 EL CINE EN LA SOCIEDAD: UN ESPEJO A LO LARGO DEL TIEMPO

Aunque no lo parezca, el cine es algo que influye en la sociedad más de lo que la gente cree.

El cine va a influir en la forma de pensar de las personas, en su forma de percibir la realidad, en sus pautas de consumo, en la ropa que llevan o en la música que escuchan.

Esta forma de alterar la percepción de la realidad se puede ver Vacaciones en Roma de William Wyler. En esta película, Roma se convierte en la tercera protagonista, tras Audrey Hepburn y Gregory Peck, lo que hizo que la capital italiana dejara de verse como algo histórico para pasar a verse como “la ciudad del amor”. O la película en la que Clark Gable duerme sin ropa interior, que hizo que las ventas de ropa interior (camisetas de hombre) se redujera enormemente.

El cine y la moda

La moda es el lenguaje con el que todo el mundo se expresa, queriendo o no. Y aunque la moda no aparece directamente en la gran pantalla sí puede influir en el estilismo de los espectadores, incluso se llegan a comercializar los vestidos que las actrices lucen en alguna de sus película. Richard Guere y los trajes de Armani o Marilyn Monroe y sus famosas gotas de Chanel nº 5.

Pero si se debe resaltar a un icono de la moda y el estilo en el mundo del cine, esa es Audrey Hepburn. El estilo que mostró la actriz, caracterizado por la sencillez y la elegancia, ha influido enormemente en la moda posterior. El elegante vestido negro usado por Audrey Hepburn y diseñado por Givenchy en la comedia Desayuno con diamantes (1961) de Blake Edwards, es uno de los más bellos de la historia del séptimo arte. De hecho, la prenda fue subastada en 2006 por una superior a los 800.000 dólares, convirtiéndose en el vestido más caro del cine. Además de uno de los más imitados en las alfombras rojas.

Con la llegada del fenómeno Grease, el pelo en tupé, los pantalones vaqueros y las chupas de cuero llegaron a los armarios de muchos chicos en todo el mundo. Similares al estilismo de John Travolta en Grease era el de Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo o el de James Dean en Rebelde sin causa. Lo que marcó la forma de vestir masculina a lo largo de toda la historia de la moda.

Saliendonos del mundo de la ropa, el cine ha marcado en muchas épocas la música que se escuchaba. Esto se aprecia claramente en Fiebre del sábado noche, cuyas canciones de los Bee Gees se podían escuchar en todas las discotecas.

Y es que el cine ha condicionado la forma de hablar, de vestir y de actuar de muchas generaciones de jóvenes en todo el mundo.