UD 14- LA GUERRA CIVIL (1936-1939)

LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1931-1936) 


INTRODUCCIÓN. 

El 18 de julio de 1936 se extiende por la Península un golpe de Estado militar contra el gobierno légitimo del Frente Popular. La activa participación del pueblo y la lealtad de casi la mitad del Ejército hacia la República hacen que esta sublevación sólo triunfe en la mitad del país y desemboque, por tanto, en una guerra civil de tres años de duración. Surgen así dos zonas: una republicana y otra nacional con sus respectivos ejércitos, gobiernos e instituciones. 

El rápido apoyo de la Italia de Mussolini y de la Alemania de Hitler al bando sublevado y la no intervención de Francia y Gran Bretaña a favor de la República que sólo contó con el efectivo apoyo ruso, hace que el enfrentamiento armado se prolongue durante casi tres años.

Era el enfrentamiento entre dos concepciones distintas de España. El bando golpista representaba los valores más tradicionales y conservadores que habían sido debilitados durante la República y luchaban contra todas las reformas que consideraban habían ido demasiado lejos. El bando legal pretendía la modernización del país y la profundización en las reformas, aunque había sectores que querían ir mucho más allá de los límites de un régimen parlamentario.

La mayor unidad, la eficacia militar y los importantes apoyos militares dieron el triunfo a la España nacional representada por el general Franco y consolidó un régimen político autoritario y conservador que se mantendría en España durante más de treinta años bajo una ferrea dictadura. Además de ser importante para España, la guerra tuvo una gran resonancia internacional y se convirtió en el primer episodio de la II Guerra Mundial que se veía como inminente.

1. LOS INICIOS DE LA GUERRA Y LA INTERNACIONALIZACIÓN DEL CONFLICTO.
Evolución cronológica del periodo en las dos zonas, hechos militares y contexto internacional.

1.1 LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y SU FRACASO: LA DIVISIÓN DE ESPAÑA EN DOS ZONAS. 

1.1.1. LA CHISPA DEL CONFLICTO. 

Al clima de radicalización, violencia callejera y bipolarización de la vida política española, desde las elecciones de febrero de 1936, se unen dos asesinatos: el día 12 de julio es asesinado el teniente de la Guardia de Asalto, socialista, José del Castillo por la extrema derecha, probablemente la Falange; en respuesta, el 13 de julio fue asesinado Calvo Sotelo, uno de los líderes monárquicos. Este segundo asesinato fue un regalo político para los militares que desde las elecciones de febrero estaban tramando una conspiración para acabar con la República. El acontecimiento adelantó los planes y el 17 de julio de 1936 se sublevó la guarnición de Melilla, extendiéndose la rebelión al resto del Marruecos español y a la Península al día siguiente.

Cadáver atribuido a José Calvo Sotelo, Ministro de Hacienda (Santos Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid)

El golpe militar fue un fracaso, ya que no consiguió triunfar en las principales ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao…) y que buena parte del Ejército y las fuerzas del orden (Guardia Civil y Guardia de Asalto) permanecieron fieles a la República. En Madrid, el general Joaquín Fanjul Goñi, jefe de los sublevados, se encontró cercado en el Cuartel de la Montaña por milicianos de organizaciones sindicales y partidos de izquierda a los que el gobierno, impotente para controlar la situación, había entregado armas. En Barcelona, el general Manuel Goded Llopis y sus seguidores fueron dominados por la activa participación de los milicianos en la lucha y por la fidelidad a la República de la Guardia Civil y de la Guardia de Asalto. En Valencia y otras ciudades importantes ocurrió lo mismo, pues la sublevación, mal planificada, no contaba con la inesperada reacción de los milicianos.

Pero la sublevación triunfó en amplias zonas de la España rural: Galicia, Castilla y León, Navarra y en algunas ciudades importantes como Sevilla, Córdoba, Granada y Zaragoza. Toda la franja cantábrica (Asturias, Cantabria y parte del País Vasco) quedó aislada por los rebeldes, al permanecer leal a la República. 

1.1.2. DOS INTERPRETACIONES DIFERENTES SOBRE LA GUERRA CIVIL. 

Surgieron en aquel julio de 1936 dos Españas que defendían principios contrapuestos e irreconciliables.

Para unos el “Glorioso Alzamiento Nacional” se había hecho necesario para salvar a España de la anarquía, para restablecer el orden y acabar, mediante una “Cruzada de Liberación”, con los enemigos del país: anarquistas, comunistas, socialistas, separatistas y masones. Calificados todos ellos de “rojos”.


Para la otra España, la que permaneció fiel al gobierno legal de la República, había que luchar para defender los logros de una República democrática y para terminar con el fascismo que se estaba extendiendo por toda Europa.


Para muchísimos españoles el unirse a uno u otro bando se debió no a una ideología clara sino a una cuestión geográfica: que en la zona en que ellos vivían hubiese triunfado o no la rebelión. 

1.2. BALANCE DE LOS DOS BANDOS ENFRENTADOS. 

1.2.1. LAS FUERZAS MILITARES DE LOS DOS BANDOS. 

Del lado de la República quedó la mayor parte de las zonas mineras e industriales, con mayor población que alimentar. En la España rebelde o autodenominada "nacional" la población y la industria eran menores, pero los recursos agrícolas mayores.

Los recursos financieros quedaron en manos de la República: el oro depositado en el Banco de España en Madrid servirá para financiar la compra de armamento, especialmente de la URSS.

En cuanto a las tropas no hay cifras exactas. De los 18 generales con mando de división sólo cuatro se sublevaron (Cabanellas, Goded, Queipo de Llano y Franco).

Francisco Franco con oficiales y jefes de las guarniciones de Canarias, en un almuerzo celebrado en el Monte de la Esperanza, tras unas maniobras. (Adalberto Benítez)

Aproximadamente quedaron con la República el 66% de la aviación, un 65% de los efectivos de la marina, el 47% del ejército de tierra, el 51% de la Guardia Civil y el 70% de la Guardia de Asalto. Para la República fue un grave problema la falta de grados intermedios, en efecto, el 80% de los oficiales se mantuvieron con la España sublevada.

Fieles a la República quedarían unos 116.501 hombres y del lado rebelde 140.604, de los que 47.127 pertenecían al disciplinado y profesional ejército de Marruecos Legión y Regulares), mandados por Franco. En el lado republicano, ante la ausencia de oficiales hubo que improvisar y nombrar nuevos oficiales; surgirán también jefes de milicias que, sin demasiada experiencia militar, serán nombrados generales (Enrique Líster, Juan Modesto) y mandarán miles de hombres (Buenaventura Durruti, Cipriano Mera).

La República, por tanto, tuvo que improvisar un nuevo Ejército para incluir en él a las milicias populares, es decir, a voluntarios procedentes de sindicatos y partidos políticos que eran encuadrados en batallones militares en los primeros momentos de la guerra.

Una miliciana, en la primera línea de la sierra de Guadarrama, en Madrid, el 25 de julio de 1936, poco después de iniciada la Guerra Civil. (Albero y Segovia)

La efectividad de un ejército así era muy dudosa si lo comparamos con la gran disciplina del ejército rebelde, que también contó con sus milicias integradas por falangistas y por carlistas (los requetés), ambos militarizados por Franco. 

1.2.2. POBLACIÓN CIVIL Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LOS DOS BANDOS. 

En cuanto a la población civil de cada zona puede decirse, sin generalizar, que las clases altas (aristocracia terrateniente, banqueros, alta burguesía) y el campesinado medio apoyaron el levantamiento; las clases trabajadoras del campo y la ciudad fueron el soporte y la defensa de la República. Una buena mayoría silenciosa y apolítica de la población tuvo que ocultar su ideología, si en su pueblo o ciudad había triunfado el bando rival. La lealtad geográfica se impuso por todas partes. 

España al inicio de la Guerra, julio de 1936


1.3. LA INTERNACIONALIZACIÓN Y PROLONGACIÓN DEL CONFLICTO.

1.3.1. EL FALLIDO COMITÉ DE NO INTERVENCIÓN. 

Todas las opiniones coinciden en que sin la masiva ayuda extranjera, la guerra de España no hubiese durado más de medio año por la escasez de material militar y de repuestos en los dos bandos. Francia y Gran Bretaña, Estados democráticos, crearon un Comité de No Intervención (agosto de 1936) del que formaban parte 30 países que se comprometían, en teoría, a no ayudar a ninguno de los dos bandos. Las marinas británica, francesa, alemana e italiana controlarían una zona marítima cada una para que no entrase material de guerra en España. Francia y Portugal cerrarían sus fronteras terrestres. Todo fue mera teoría y papel mojado. 

Ayuda extranjera o internacional a los bandos contendientes

1.3.2. LA AYUDA EXTRANJERA A LA ESPAÑA REPUBLICANA. 

La República recibió inmediata ayuda de material militar de la URSS y en menor cantidad de Francia y México. Por este apoyo soviético, la España republicana quedaba vinculada al comunismo según la opinión pública internacional, y se le empezó a tachar de "República roja y marxista".

La ayuda soviética tuvo que ser pagada con el oro del Banco de España, el llamado “oro de Moscú” (510 toneladas con un valor de 530 millones de dólares).

La ayuda humana le llegó a través de las Brigadas Internacionales: unos 60.000 voluntarios de 30 países, sin demasiada experiencia militar, pero disciplinados que vinieron bajo el lema: “España será la tumba del fascismo”. Canalizados por los partidos comunistas europeos, estos jóvenes eran de ideología comunista (80%), socialista o liberal; obreros, periodistas, intelectuales, funcionarios, parados o aventureros. Vinieron a España para luchar contra la propagación del totalitarismo en el continente europeo y para salvar la democracia republicana en España. Veían la guerra española como una grave cuestión de la política internacional.

Su base de entrenamiento fue Albacete. Fueron distribuidos en seis Brigadas que estaban formadas por batallones que solían agrupar a los soldados de cada país (Telemann a los alemanes, Lincoln a los norteamericanos, Garibaldi a los italianos…). Su intervención ayudó a detener al ejército franquista en las puertas de Madrid en el otoño de 1936. Fueron retirados de España a finales de 1938 y unos 18.000 de ellos quedaron enterrados aquí. 

1.3.3. LA AYUDA EXTRANJERA A LA ESPAÑA REBELDE. 

El bando sublevado recibió ayuda de Italia y Alemania de forma masiva y pagadera en materias primas, especialmente en minerales, que eran muy necesarios para la industria de guerra alemana. Alemania envió fuerzas de aviación organizadas en la llamada Legión Cóndor, también asesores militares y tanquistas. Italia a sus 40.000 soldados del Corpo di Truppe Volontarie (CTV). Portugal, con un régimen de dictadura, apoyó a los rebeldes proporcionando unos millares de combatientes (los Viriatos); igual hizo Irlanda con la llamada Legión de San Patricio. 

2. EL DESARROLLO BÉLICO.

2.1 DE LOS INICIOS A LA PRIMAVERA DE 1937 (18 DE JULIO DE 1936 A MARZO DE 1937).

2.1.1. LA GUERRA DE COLUMNAS (18 DE JULIO DE 1936-7 DE NOVIEMBRE DE 1936). 

Podría hablarse primero de una fase de guerra de columnas—al estilo colonial— grupos de tropas formados con pequeñas unidades de diversas armas, de escaso volumen y mucha movilidad. Esta es la base de la guerra hasta noviembre de 1936. 

La República declara disuelto el Ejército y a primeros de agosto intenta crear otro sobre batallones de voluntarios. Es la época de las milicias, reclutadas entre las organizaciones políticas y sindicales. Se dan los primeros pasos para la creación de un Ejército Popular Regular sobre la base de las Brigadas Mixtas: unidades militares compuestas por milicianos y tropas del ejército regular.

En los primeros meses, la guerra es claramente desfavorable para la República. Navarra y Sevilla son los dos grandes centros difusores de columnas rebeldes, centros que forman, respectivamente, el ámbito de mando de Mola y Franco.

El objetivo esencial para los dos generales citados era Madrid. Para alcanzarlo se formaron tres columnas que partieron de Valladolid, Burgos y Pamplona, pero fueron contenidas por milicias obreras, que se habían creado en la capital, a lo largo de la sierra madrileña (Somosierra, Navacerrada y Guadarrama), donde se combate entre el 24 de julio y el 15 de agosto.

Paralelamente, en la zona sur, el éxito de un ejército tan entrenado como el de África, con la Legión y las unidades de marroquíes, es mucho más fulminante y también aquí se contará con efectivos de milicias falangistas. Con centro en Sevilla, los sublevados, dirigidos por Queipo de Llano, amplían y consolidan su dominio de la Andalucía del Guadalquivir y establecen conexión con los sublevados de Granada.

Pero lo absolutamente decisivo para la marcha de la guerra es el paso del Ejército de África a la Península por el estrecho de Gibraltar, gracias a la primera ayuda exterior a uno de los combatientes, en este caso la de Alemania e Italia. Es el “puente aéreo”, que se inicia el 5 de agosto; dos días después Franco estaba en Sevilla.

Sus tropas fueron avanzando con el objetivo final de conquistar Madrid. Siguiendo el plan, columnas mandadas por Yagüe avanzan hacia el norte por Extremadura. El 11 de agosto ocupan Mérida; el 14, Badajoz. Se conseguía a su vez enlazar las dos zonas sublevadas. Penetran después en la provincia de Toledo. El 3 de septiembre ocupan Talavera, nudo estratégico de gran valor, pero entonces Franco decide desviar el avance y acudir en socorro de los sitiados en el Alcázar de Toledo, donde el coronel Moscardó aguanta el asedio republicano. Liberado el Alcázar, el 28 de septiembre, otro éxito para Franco, se daban las condiciones y se imponía la designación de un mando único en las fuerzas rebeldes.

El elegido fue Franco: El 1 de octubre, en efecto, Franco se convierte en “Jefe del Gobierno del Estado español” y “Generalísimo” de los ejércitos.

Paralelamente, en otros frentes, desde Navarra se efectúa el ataque a Guipúzcoa, donde cae Irún el 5 de septiembre y San Sebastián el 13. 

2.1.2. LA BATALLA DE MADRID (7 DE NOVIEMBRE DE 1936/MARZO DE 1937). 

La batalla de Madrid fue un conjunto de acciones durante cinco meses de combate, ciclo al que pertenecen las batallas del Jarama y Guadalajara. La lucha en torno a Madrid comporta el primer gran revés para los planes de guerra de los sublevados y condiciona decisivamente la prolongación del conflicto. La ayuda extranjera jugaba ya su papel –Legión Cóndor alemana, batallones y aviación italiana, asesores, aviones y tanques rusos, Brigadas Internacionales- y la República mostraría una capacidad de resistencia insospechada poco antes. El ataque frontal de las fuerzas de Franco se produciría entre el noroeste y sureste de la capital. La batalla por Madrid comenzó el 7 de noviembre.

Los atacantes llegaron a cruzar el Manzanares y ocupar parte de la Ciudad Universitaria, pero ahí fueron detenidos. Se emprendió entonces por Franco la alternativa de las maniobras envolventes para el aislamiento de la capital. Por el Jarama para cortar la carretera de Valencia, a partir del 6 de febrero.

Fracasado este objetivo, se monta la operación desde la zona de Guadalajara, desde donde parte la ofensiva el 8 de marzo con un fulminante avance del cuerpo expedicionario italiano. Detenido éste, los republicanos lanzan una contraofensiva que hace fracasar la operación, aunque el frente no es repuesto en su posición original.

El descalabro italiano era una victoria moral. En otros frentes, sin embargo, el éxito no fue parejo. El 8 de febrero se había perdido Málaga. 

2.2. LA ETAPA CENTRAL Y DECISIVA DE LA GUERRA (ABRIL-MAYO DE 1937 A NOVIEMBRE DE 1938). 

Tras la batalla de Guadalajara, el objetivo estratégico de Franco cambia por completo: se renuncia a la conquista de Madrid. El objetivo ahora es conquistar el Norte. Se partía de un relativo equilibrio de fuerzas. Pero durante veinte meses de guerra el equilibrio se fue deshaciendo progresivamente en favor de los insurgentes. 

2.2.1. LA CAÍDA DE LA FRANJA CANTÁBRICA (ABRIL-OCTUBRE DE 1937). 

El primer gran revés republicano es la conquista por Franco de toda la cornisa cantábrica, Vizcaya, Santander y Asturias, lo que se consuma entre abril y octubre de 1937. Al mando del general Mola, que fallecería en junio en un accidente de aviación, al final de marzo empieza el ataque a Vizcaya con un ejército en el que juegan gran papel los requetés carlistas, artillería y aviación alemana y las tropas italianas.

El 26 de abril sucede el célebre hecho de la destrucción de Guernica por la aviación de la Legión Cóndor. El 19 de junio es tomada Bilbao. Después, los batallones nacionalistas vascos capitulan su rendición a los italianos en Santoña. Santander es ocupada en agosto y Asturias, tras duros combates, en octubre.

Para contribuir a la disminución de la presión franquista en el Norte, la República emprende ofensivas en otros frentes. Este sentido tiene la operación sobre Brunete, en julio de 1937, y en Aragón, en agosto, donde los republicanos desencadenaron un fuerte ataque a la altura de Belchite, donde se formaliza una gran batalla sin que introduzca variaciones esenciales. Perdido el Norte para la República, la guerra se reanuda en diciembre de 1937. 

2.2.2. LA GUERRA EN LA PRIMERA MITAD DE 1938: DE TERUEL AL MEDITERRÁNEO. 

Durante un año crucial, 1938, uno y otro bando se esfuerzan en conseguir la iniciativa. El Estado Mayor del Ejército republicano tiene ahora a su frente a un gran estratega, el general Vicente Rojo.

La nueva etapa comienza con la lucha en torno a Teruel, a iniciativa republicana. La batalla de Teruel comienza el 15 de diciembre con iniciales éxitos republicanos, que toman la ciudad el 7 de enero de 1938. Franco, un mes después, ordenaba la contraofensiva y el 22 de febrero reconquista Teruel.

Tras la toma de Teruel, el plan de Franco consistió en penetrar por el valle del Ebro con el objetivo de alcanzar las costas del Mediterráneo y dividir en dos el territorio republicano. Así, el 14 de abril se llegaba al Mediterráneo por Vinaroz.

El territorio republicano quedaba de nuevo partido, dejando a Cataluña aislada. Entonces, Franco orienta su ofensiva en la región levantina hacia el Sur, con la intención de llegar hasta Valencia. El 14 de junio se ocupa Castellón. Se sigue hacia Valencia, pero la República responde con una gran ofensiva. Es la batalla del Ebro, desarrollada entre julio y noviembre de 1938. 

2.2.3. LA BATALLA DEL EBRO (25 DE JULIO DE 1938-15 DE NOVIEMBRE DE 1938). 

La última batalla de la guerra comienza el 25 de julio con el paso del río Ebro por Mequinenza. El avance republicano sigue hasta el día 30, pero entonces se detiene con resultados mediocres. Las batallas más duras se producen en septiembre. La lenta recuperación del territorio continúa en octubre y la definitiva contraofensiva comienza el día 28 de octubre, en mismo en que las Brigadas Internacionales se despedían de España en Barcelona. El día 15 de noviembre, las últimas fuerzas republicanas repasan el Ebro.

Concluía la batalla más encarnizada de la guerra (30.000 bajas franquistas y el doble republicanas), un ejemplo de batalla de desgaste que terminó con buena parte de las reservas republicanas. 

2.3. LA ÚLTIMA ETAPA DE LA GUERRA (15 DE NOVIEMBRE DE 1938-28 DE MARZO DE 1939). 

Se entraba, pues, en el último ciclo de la guerra, breve y de escasa acti bélica, que culminaría con la descomposición política interna de la República, hasta concluir con el golpe de Estado del coronel Casado en Madrid, a primeros de marzo, rebelándose contra el gobierno de Negrín

El 23 de diciembre de 1938 inició Franco su ofensiva final en Cataluña. Ocupada ya Lérida (antes de la batalla del Ebro), Tarragona cae el 15 de enero y Barcelona, sin luchar, el día 26. Después, el 4 de febrero caía Gerona. Al día siguiente, Azaña y Negrín cruzaban la frontera, sin embargo, Negrín decidió regresar para ponerse al frente de la zona republicana (Centro-Este-Sureste). Pero febrero fue un mes dramático, por la sorda lucha entre los partidarios de continuar la guerra a todo trance, como defendía Negrín, con apoyo de los comunistas, con la esperanza de contar con un conflicto generalizado en Europa que se preveía inminente, y los que querían pactar con Franco una paz humanitaria al menos. Pero éste promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas, a comienzos de febrero de 1939, que no daba pie a la esperanza precisamente.

En la región Centro, por tanto, ya no se combatió. El coronel Casado, jefe del Ejército del Centro, el 5 de marzo, creaba un Consejo de Defensa (frente al gobierno de Negrín, quien, junto con su gobierno, abandonaba España el día 6), compuesto de socialistas, anarquistas y algún republicano.

El enfrentamiento con los comunistas era una de las causas. Pero estos hombres cometían la ingenuidad de pensar que Franco podía pactar con ellos. No sucedió así, y las tropas de Franco entraron en Madrid el 28 de marzo. Terminando oficialmente la guerra el 1 de abril de 1939. 

3. EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LAS DOS ZONAS Y CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO.

3.1. LA EVOLUCIÓN POLÍTICA.

3.1.1. EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LA ESPAÑA REPUBLICANA. 

La sublevación había provocado la inmediata dimisión del gobierno, dirigido por Santiago Casares Quiroga, y el encargo del presidente Manuel Azaña a Diego Martínez Barrio para formar nuevo gobierno. El fracaso de éste en sus gestiones paraparalizar el movimiento insurgente y sus recelos de entregar armas al pueblo lo llevaron también a dimitir el mismo 19 de julio. De este modo, buscando un nuevo consenso político, Azaña confió a José Giral la formación de un nuevo gobierno, integrado por republicanos, y comenzó la entrega de armas a las milicias de las organizaciones obreras. 

EL GOBIERNO DE LARGO CABALLERO. 

El día 5 de septiembre de 1936, el presidente Azaña encargó formar gobierno a Francisco Largo Caballero, líder de la izquierda del PSOE, quien formó un primer gabinete de amplísima coalición que integraba a nacionalistas vascos y catalanes, a los partidos republicanos, al PSOE y al Partido Comunista. Días después, el 4 de noviembre, Largo Caballero remodeló el gobierno y tuvo lugar un hecho excepcional en la historia del movimiento anarquista: la participación en ese gobierno de cuatro ministros de esa ideología. Coincidía todo ello con la ofensiva de los sublevados sobre Madrid. En esos días, a principios de noviembre, el gobierno abandonó Madrid, gravemente amenazada por las columnas del sur, trasladándose a Valencia.

El gobierno de Largo Caballero acometió las principales reformas políticas y militares en los meses siguientes. El Partido Comunista de España, que apoyaba con firmeza al gobierno, vio aumentar su protagonismo por diversas causas: la disciplina interna, el control de los suministros rusos y la división entre las demás fuerzas republicanas. El gobierno continuó con la reforma agraria y la expropiación de fincas, nacionalizó industrias básicas, como la CAMPSA y las compañías ferroviarias, y se estableció el control estatal sobre los bancos y las instituciones financieras. 

GUERRA O REVOLUCIÓN. 

El PCE había logrado unir en Cataluña a todos los partidos socialistas y comunistas en un nuevo partido, el Partido Socialista Unificado de Cataluña. Asimismo, la política del PCE, que era compartida por el PSOE y la UGT, consistía en mostrar una imagen moderada, no revolucionaria, buscando el apoyo de los sectores de la burguesía media, pequeños empresarios y campesinos bajo el lema "primero ganar la guerra"; mientras, otras fuerzas, los anarquistas y los miembros del POUM, entendían que había que tomar medidas revolucionarias y colectivizadoras para poder contar con el apoyo popular que llevase a la victoria.

Los enfrentamientos llegaron a su culminación en mayo de 1937, con combates en Barcelona entre partidarios de ambos grupos. En esa lucha fue detenido y asesinado el líder más prestigioso del POUM, Andreu Nin. Como consecuencia de los sucesos deBarcelona cayó el gobierno de Largo Caballero formándose uno nuevo dirigido por el socialista Juan Negrín (mayo de 1937). 

EL GOBIERNO DE NEGRÍN. 

A partir de la crisis de mayo de 1937, como se ha visto, el gobierno republicano pasó a estar dirigido por el doctor Juan Negrín, del PSOE, partidario de la máxima unidad de las fuerzas republicanas y apoyado en los comunistas, que trasladó la sede del gobierno de Valencia a Barcelona (31 de octubre de 1937), buscando el control de las industrias bélicas catalanas.

En un intento de lograr un acuerdo con los nacionales y pactar una paz negociada, el gobierno aprobó un documento, que se hizo público el 1 de mayo de 1938, conocido por “Los trece puntos de Negrín”. Eran una oferta de paz para parar la guerra, pero fueron rechazados de manera categórica por Franco. 

3.1.2. EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LA ESPAÑA SUBLEVADA. LA MILITARIZACIÓN DE LA SOCIEDAD. 

Signo muy distinto tuvo la evolución política en el bando rebelde. La muerte del general Sanjurjo en accidente de aviación, el día 20 de julio de 1936, cuando se dirigía a Burgos para encabezar la rebelión, puso en primer plano la figura de Franco, a quien solamente podían hacer sombra figuras como Mola, quien también fallecería en junio de 1937.

La Junta de Defensa Nacional, creada por los rebeldes en Burgos, en julio de 1936, funcionó como embrión de un nuevo gobierno opuesto al régimen republicano. Al morir el general Sanjurjo, los militares sublevados comprendieron que necesitaban establecer un mando único; a finales de septiembre, desaparecía la Junta de Defensa Nacional y Franco era elegido “Jefe del Gobierno del Estado español” y “Generalísimo”, es decir, jefe supremo de todos los ejércitos sublevados. Franco reunía la jefatura política y militar del nuevo Estado, la España “nacional”. Su proclamación tuvo lugar en Burgos el 1 de octubre.

La inexistencia de una dirección clara en la Falange -preso en Alicante su líder, José Antonio Primo de Rivera-, que sería juzgado y fusilado en noviembre, le permitió a Franco ponerse a la cabeza de la Falange, objetivo conseguido a través del Decreto de Unificación. 

LA UNIFICACIÓN POLÍTICA Y EL NUEVO ESTADO TOTALITARIO. 

El paso siguiente, en efecto, fue el Decreto de Unificación, obra de Serrano Súñer, de abril de 1937, por el que Franco se constituyó en jefe nacional del partido único que, con el nombre de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, fusión de falangistas y carlistas, bajo la jefatura de Franco, surgía para agrupar políticamente a toda la España rebelde a la República. En pocos meses, Franco reunía en su persona todo el poder: el ejército, el gobierno del Estado y el partido único.

En enero de 1938 se constituyó el primer gobierno del nuevo Estado. A partir de ese momento, el poder en todos sus aspectos radicaría en el Dictador que concentraba la jefatura del Estado y la presidencia del gobierno.

El primer gobierno de Franco constituía un agregado de las fuerzas conservadoras, compuestas por tradicionalistas, falangistas y, sobre todo, militares. Como remate del proceso de legitimación de la guerra, el episcopado español se dirigía en julio de 1937 a los católicos del mundo con una carta colectiva, escrita por el cardenal Gomá, en la que explicaba la naturaleza religiosa de la guerra. 

3.2. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA. 

Los que vencieron excluyeron y persiguieron a quienes no se habían sumado de manera entusiasta a su bando. El dolor de la mayoría y el rencor de muchos era el denominador común de la España de los años posteriores a la contienda.

En los últimos meses de la guerra, millares de combatientes republicanos y de familias enteras que habían defendido públicamente al gobierno legal tuvieron que abandonar España. Es el exilio republicano, los emigrados políticos. La frontera catalana con Francia era un río de personas que tuvieron que sufrir las penalidades del exilio, muchos jamás regresaron.

Casi medio millón de muertos, de los que una buena parte corresponde a los asesinatos en las retaguardias o en las cárceles de uno u otro signo. Son los efectos de la represión sangrienta, donde se desarrolló el “terror rojo” y el “terror blanco”. Sobre los prisioneros de guerra, al acabar el conflicto, más de 250.000 personas ingresaron en prisiones o en campos de trabajo forzado. 

Quedó destruido todo el esfuerzo de regeneración cultural y educativa de la Edad de Plata de la cultura española (1898-1936). El gobierno de Franco también introdujo la depuración entre sectores de la Administración o del funcionariado: burocracia, ejército, policía, profesores y maestros y entre los jueces.

Las consecuencias en el terreno económico fueron desastrosas para el país: la pérdida de reservas, la disminución de la población activa, la destrucción de infraestructuras viarias y fabriles, así como de viviendas -todo lo cual provocó una disminución de la producción- y la caída del nivel de renta.

Las consecuencias políticas fueron el final de la experiencia modernizadora y democratizadora que España había decidido iniciar en 1931 y el inicio de un larguísimo período de represión, de falta de libertades políticas y la supresión de derechos fundamentales de las personas.