UD 7- LA EDAD MODERNA: LOS DESCUBRIMIENTOS GEOGRÁFICOS.

LA EDAD MODERNA: LOS DESCUBRIMIENTOS GEOGRÁFICOS. 


INTRODUCCIÓN. 

En esta unidad se estudia el descubrimiento, conquista y colonización de la América española en la Edad Moderna. Apenas se tratan algunos puntos interesantes, como la cultura y el arte hispanoamericano, por la limitación del enunciado del propio tema.

El descubrimiento y colonización de la América hispana fue un proceso histórico fundamental en la Historia de España y la misma América. Fue el proceso colonizador más rápido y vasto de la Historia de la Humanidad, que en apenas unos decenios abarcó la mayor parte de un continente. El conjunto de los problemas políticos, humanos, económicos, sociales, culturales... que supuso este proceso, es uno de los campos de estudio más interesantes de la ciencia histórica. 

1. EL DESCUBRIMIENTO.

1.1. FACTORES DEL DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA.

SOCIOECONÓMICOS.
  • El hambre de riqueza, sobre todo de oro, madera y esclavos. 
  •  La necesidad de abrir nuevas vías para el tráfico de las especias. 
  • La situación social de miseria de algunos grupos sociales: hidalgos segundones, campesinos, soldados veteranos. 
  • Los indios, por su parte, no pudieron resistir la novedad espiritual de la llegada de los “dioses blancos”, y además estaban debilitados, diezmados y desmoralizados por las nuevas enfermedades que estos llevaban, además de que sus estructuras políticas eran relativamente débiles.



POLÍTICOS E IDEOLÓGICOS.
  • La necesidad de proseguir la Reconquista más allá de la Península Ibérica. 
  • La competencia entre España y Portugal. 
  • Un afán aventurero, de hombres formados en el espíritu caballeresco que creían poder alcanzar la gloria y la riqueza con el valor y la fuerza.



MILITARES.
  • La superioridad militar de los españoles: dominio marítimo, armas de fuego (arcabuces, escopetas, cañones), caballos, armaduras, mejores armas de acero, mejor estrategia y táctica militares. La mayoría de los conquistadores habían luchado con éxito en la conquista de Granada y las guerras de Berbería e Italia. Había una confianza absoluta en la superioridad militar y además se sabía que una derrota significaba la muerte.



RELIGIOSOS.
  • El espíritu religioso de cruzada, que movía a los conquistadores y a los misioneros. La Iglesia dio a los monarcas españoles y lusos el monopolio de las tierras recién descubiertas a cambio de que las evangelizaran.



CIENTÍFICOS Y TÉCNICOS.
  • Había una voluntad de descubrir lo desconocido, de llegar a los límites de la Tierra.
  • Además hubo grandes innovaciones en la cartografía (portulanos) y en mejores utensilios científicos (astrolabio, brújula) para la navegación marina.
  • La construcción de las nuevas naves y en especial las carabelas para la navegación atlántica, con velas latinas y el timón central fijado al codaste, en sustitución de las galeras movidas a remo más apropiadas para el Mediterráneo.


1.2. ANTECEDENTES. 

Los descubrimientos y conquistas en el Atlántico.

Los descubrimientos comenzaron a principios del siglo XV, con la llegada y posterior colonización de las islas Canarias por los españoles.

Los portugueses, a su vez, descubrieron y colonizaron las islas Azores, Madeira y Cabo Verde, prosiguieron su exploración de las costas Áfricanas hasta controlar el comercio de esclavos, oro y marfil del Golfo de Guinea y después continuaron la circunnavegación de África, con tres hitos, la expedición de Bartolomé Díaz al Cabo de Buena Esperanza en 1488; el gran objetivo de llegar a la India, con la expedición de Vasco de Gama en 1497-1499, lo que facilitó la posterior participación portuguesa en el provechoso comercio de especias y sedas de Oriente; y, finalmente, el descubrimiento por Cabral en 1500 de parte del Brasil, un evento de extraordinario futuro. 

2.2. COLÓN Y EL DESCUBRIMIENTO. 

Colón.

Cristóbal Colón (1451-1506) era un navegante genovés, que hizo realidad su sueño de navegar a Oriente a través del Atlántico. Fue un proceso muy laborioso, pues tuvo que vencer la resistencia de los científicos dogmáticos de la época, que no admitían que la Tierra fuera redonda. Tras infructuosos intentos de convencer a las autoridades de Portugal, pasó en 1485 a España. Los Reyes Católicos se negaron en principio a ayudarle porque estaban comprometidos con la conquista de Granada, pero los franciscanos le apoyaron frente a los científicos y en 1492, los Reyes, estimulados por la competencia con Portugal, se decidieron finalmente a ayudarle, con la participación de financieros genoveses. 

Los viajes de Colón.

Tres naves, las carabelas Pinta y Niña, y la nao Santa María, con noventa marinos, partieron hacia la gran aventura: fueron al sur, pasando por Canarias y aprovecharon los vientos de esa latitud para un viaje que fue relativamente fácil.

El 12 de octubre de 1492 descubrieron la isla de San Salvador (hoy Guanahaní, en las Bahamas), después llegaron a la isla de La Española y recogieron indios y productos tropicales. Al volver a España la noticia del descubrimiento conmovió a Europa y de repente el mundo se hizo más grande.

Los otros tres viajes de Colón se produjeron en 1493-96, 1498 y 1502-1504 y en ellos descubrió las grandes islas del Caribe, más la costa venezolana y de Centroamérica. Parece que nunca sospechó que había descubierto otro continente, sino que creyó haber llegado a la India y por eso llamó a las nuevas tierras las Indias y a sus habitantes los denominó indios. 

2. LA CONQUISTA.

2.1. CONQUISTA DEL CARIBE. 

La primera colonización.

Al principio sólo se pretendió comerciar con las Indias, pero pronto se vio que no había pueblos lo bastante ricos como para vivir del comercio y se pasó a la explotación minera y, más tarde, a los asentamientos agrícolas y ganaderos.

La colonización de La Española aportó un poco de oro, extraído mediante la explotación del trabajo minero forzado de los indios. La consecuente guerra con los indios desembocó en la vertiginosa reducción de su número debido a la guerra, la enfermedad, el agotamiento físico y el deterioro psicológico, y eso desencadenó la consiguiente crisis económica para los colonizadores. 

Las expediciones del Caribe.

Al agotarse la riqueza minera de la primera colonia, comienzan las expediciones en busca de comercio y esclavos por el resto del Caribe, a cambio de “rescates” (1/5 de los beneficios comerciales); pero pronto se convertieron en empresas de conquista.

Alonso de Ojeda encabeza en 1499-1510 expediciones a Tierra Firme, en la zona costera de Colombia y Venezuela.

Ovando comienza en 1502 la conquista interior de La Española y en los años siguientes (1508-1511) se conquistan las otras Grandes Antillas: Cuba, Jamaica y Puerto Rico. En cambio, en las Pequeñas Antillas los caribes caníbales resistieron en algunas islas incluso hasta 1625-1630.

Núñez de Balboa descubre el océano Pacífico (1513) y crea una colonia en la actual Panamá.

Empero, el oro y la población indígena de las costa del Caribe se agotaban cuando en 1517 llegaron noticias de la existencia de dos grandes imperios indios: los aztecas y los incas. 

La primera vuelta al mundo.

Al mismo tiempo, el descubrimiento del océano Pacífico en 1513 forzó a buscar una vía directa hasta Asia pasando por América. Carlos I concedió el mando de la expedición al portugués Fernando de Magallanes, que comenzó el peligroso viaje de la vuelta al mundo (1519-1521) y a su muerte la terminó Elcano. Se emprendió por la ruta del sur de América, atravesando el Pacífico y llegando a las Filipinas, para volver por el Indico y bordeando África, hasta España llevando datos y grandes riquezas en especias.

La constatación de que la Tierra es redonda fue un avance geográfico y cultural extraordinario: el mundo era un lugar limitado, cuyos límites el hombre podía abarcar en una sola vida. Se podía soñar con dominar el mundo, con la ciencia, el saber, la exploración o la conquistan y había continentes y océanos abiertos a los conquistadores. 

2.2. CONQUISTA DE MÉXICO Y PERÚ.

La gran fase de la expansión colonial se realizó en los años 1520-1550, con la conquista de los imperios azteca e inca, cuya enorme extensión, suficiente población, variedad de riquezas y organización social posibilitaron el futuro desarrollo de las colonias de “poblamiento”, superando definitivamente la etapa de las colonias “comerciales”. 

México.

El imperio azteca se extendía por el centro de México. Su capital era Tenochtitlán (la actual capital) y contaba con más de 10 millones de habitantes (algunos historiadores incluso opinan que incluso 25 millones, pero parece exagerado). Era un imperio en forma de confederación de tribus, sometidas a la hegemonía militar de los aztecas, a los que debían pagar tributos en especies y víctimas para los masivos sacrificios humanos (estos, según el antropólogo Harris, eran un complemento de la dieta alimenticia). Varias tribus, como los tabasqueños y tlaxcaltecas, se les oponían, y esta situación favoreció la conquista española.

Tras dos exploraciones realizadas en 1517 y 1518, el gobernador de Cuba, Velázquez, envió en 1519 una nueva expedición de exploración al continente. Escogió como lugarteniente a su pariente Hernán Cortés, el verdadero jefe de la conquista, que, comenzó con sólo 600 hombres. Una vez en el continente, Cortés se liberó de la obediencia al gobernador y decidió conquistar directamente el territorio para sí y sus hombres.

La conquista fue favorecida por la división de los indios y por una astuta diplomacia que dio a Cortés la alianza con Tabasco y Tlaxcala (potencias enemigas de los aztecas), y porque el emperador azteca Moctezuma consideró que podían ser los enviados del mítico dios Quetzalcoatl (un dios blanco, con barba, que se había dirigido al Este por mar...).

La conquista comenzó con la fundación de la ciudad portuaria de Veracruz. La marcha hacia el interior llevó a la ocupación militar de Cholula, mientras Cortés vencía algunas resistencias iniciales, como la de la Tlaxcala, y pactaba con esta ciudad y otros enemigos de los aztecas. La llegada a la capital, de acuerdo inicialmente con el propio Moctezuma, pareció consolidar la presencia de los españoles, que se apoderaron de inmediato del emperador y un enorme tesoro.

Mientras tanto, Velázquez envió una nueva expedición, al mando de Narváez, para someter a Cortés, pero este le venció casi sin lucha e incorporó a sus hombres. Al mismo tiempo, en Tenochtitlán estallaba una rebelión azteca, dirigida por Cuahtemoc. La vuelta de Cortés a la ciudad no apaciguó los ánimos, como demostró la muerte violenta de Moctezuma, y cuando Cortés ordenó la retirada, esta se convirtió en un sangriento desastre: la llamada “Noche Triste”.

En la inmediata batalla de Otumba (1520) Cortés consiguió salvar su ejército, gracias al arrojo de sus jinetes y en los meses siguientes lo reorganizó y reforzó con más españoles y muchos indios aliados, para conquistar definitivamente Tenochtitlán en 1521, a lo que siguió la sumisión de los restantes pueblos vasallos de los aztecas.

A continuación desde México se procedió a la conquista del istmo centroamericano, el largo territorio comprendido entre Panamá (ya dominado con anterioridad por Balboa) y Guatemala, habitado por los mayas y los pilpil, mediante expediciones encabezadas por los capitanes Olid (1523) y Alvarado (1524-1525). Entonces el poder de Cortés era tan grande que la Corona temió que quisiese fundar un reino propio y decidió sustituirle y nombrar la primera Audiencia (1527).

Hacia el norte del Golfo de México la expansión continuó en busca de oro y plata con sucesivas expediciones de Ulloa, Beltrán, Cabeza de Vaca, Coronado y Soto en los años 1520-1540, pero todas con resultados negativos, lo que explica que España no conquistara apenas el territorio de los actuales EE UU, salvo algunas colonias en Florida. En el siglo XVII se avanzó hasta Nuevo México (fundación de Santa Fe) y en el siglo XVIII hacia California, creando numerosas misiones (San Diego, San Francisco, Sacramento…). En el sur, en Guatemala, la última resistencia maya, en la ciudad oculta de Tayasal (actual Flores), no fue sometida hasta 1697. 

Perú.

Los protagonistas españoles de la conquista fueron Pizarro y Almagro, que pactaron con un financiero (Luque)) un contrato de exploración y conquista. Pizarro comenzó sus tres viajes hacia el sur desde Panamá a partir de 1524 y recogió noticias del oro y la plata del “Birú” (en realidad una aldea de la costa), hasta que consiguió llegar a Tumbes en 1526 y se informó de primera mano de la existencia del imperio inca, con sus auténticas riquezas.

El imperio inca, que se extendía por la zona andina desde Ecuador hasta el centro de Chile, era el mayor Estado del continente. Su organización política y social era muy compleja y seguramente hubiera resistido con éxito mucho tiempo la conquista si no hubiera estado debilitado y dividido en la época de la llegada de los españoles.

El último gran emperador inca, Huayna Capac, murió en 1530 del tifus llegado por la costa antes que los propios españoles y la posterior guerra civil entre sus hijos Atahualpa y Huascar debilitó el reino justo en el peor momento. Atahualpa acababa de vencer y apresar a Huascar, lo que fue aprovechado por los españoles para lograr el apoyo de los partidarios del segundo contra el primero.

Pizarro, de regreso a España, firmó unas Capitulaciones en 1529 con Carlos I y emprendió su expedición final en 1531, con sólo 180 hombres. Se adentraron en el imperio y en un golpe de audacia consiguieron capturar al Inca Atahualpa en Cajamarca (noviembre 1532), imitando así a Cortés. El rescate pagado en vano por el Inca y la toma de la capital, Cuzco, les dieron inmensas riquezas en metales preciosos. Siguió la ejecución de Atahualpa (1533) y la fundación de Lima (1535), mientras que la gran sublevación inca, dirigida por un nuevo Inca, Manco Capac, en los Andes, fue reprimida con muchas dificultades, pues hasta 1572 no se acabó con los rebeldes mediante la ejecución del último Inca, Tupac Amaru.

Pero hacia 1540 el dominio español estaba ya consolidado. Entonces comenzaron las disputas internas entre los españoles, con dos guerras civiles entre los partidarios de Pizarro y Almagro (ambos morirán violentamente) hasta que en 1543 el enviado real acabó con los insurrectos.

2.3. ÚLTIMAS CONQUISTAS.

Perú sirvió de base para las siguientes conquistas y y exploraciones, la más famosa de las cuales fue la que llevó a Orellana a recorrer el Amazonas (1541) en busca del mítico Eldorado, un país de oro. 

Ecuador y Colombia.

Un lugarteniente de Pizarro, Belalcázar, conquistó Ecuador (1533), que era parte del imperio Inca, tras la toma de Quito (1534) y la fundación de Guayaquil (1535).

Colombia, dominada en su mayor parte por los chibchas, fue conquistada, destacando la fundación de Cartagena (1533) y la toma por Quesada de Bogotá (1537), quedando pacificada en 1538. 

Venezuela.

La conquista la había comenzado Ojeda antes de 1510 y prosiguió con expediciones comerciales y la fundación de Nueva Córdoba (1523). La feroz resistencia del jefe caribe Guaicaipuro (1560-1569) fue vencida en Caracas (1569), pero la conquista no se completó hasta el siglo XVII. 

Chile.

Almagro había ocupado (1535) el norte del país, ya dominado por los incas, pero su pobreza y la resistencia de los araucanos le habían obligado a abandonarlo. Más tarde, Pedro de Valdivia conquistará el norte y el centro de Chile desde 1540, en dura lucha contra los araucanos del sur. Se fundaron Santiago (1541), La Serena (1544), Concepción (1550) y Valdivia (1552, varias veces destruida). En 1554, en la batalla de Tucapel, los mapuches araucanos del jefe Lautaro aniquilaron a una hueste de Valdivia, que fue ejecutado. Pero en abril de 1557, cerca de Santiago, los indios, ya de antes mermados por las enfermedades y el hambre, fueron aniquilados por el ejército español de Francisco de Villagra. La resistencia se redujo al sur del río Biobío, demasiado inhóspito para interesar a los españoles, y prosiguió hasta el siglo XIX, cuando Chile ya era independiente. 

Río de la Plata.

La exploración del Río de la Plata, región de las actuales Argentina, Paraguay y Uruguay, comenzó con Díaz de Solís en 1516. La conquista fue tardía y se reanudó con la fundación de las ciudades de Buenos Aires (1533) y Asunción (1537), y con expediciones desde el Perú, como al de Irala en 1547, y desde Buenos Aires. 

Consolidación de la conquista.

Hacia 1550 la mayor parte de la América colonial española había sido conquistada y en el reinado de Felipe II se decidió consolidar la conquista, mediante una mejor organización del territorio y su poblamiento metódico. Hacia 1580 había ya 460.000 españoles, asentados en relativa paz, en ciudades según el modelo español o en sus posesiones, fueran haciendas o encomiendas si eran propietarios ricos, y peonías si eran pobres.

La expansión se frenó durante el siglo XVII, en gran parte por la insuficiencia de efectivos demográficos. 

La expansión del siglo XVIII.

En el siglo XVIII los territorios se expandieron de un modo natural: desde México se avanzó hacia Texas, Nuevo México y California; desde los Andes se ocuparon las zonas selváticas adyacentes, y desde Buenos Aires se ocupó la zona del actual Uruguay. 

3. COLONIZACIÓN.

3.1. DERECHO. 

Los acuerdos de España y Portugal.

Una bula del papa Alejandro VI (1493) establecía una línea divisoria entre los dominios de Castilla y Portugal. El Tratado de Tordesillas (1494), entre ambos países, reformó la divisoria, llevándola más al Oeste, lo que dejaría el Brasil en manos de Portugal. 

El monopolio de Castilla.

El fundamento legal de la conquista fue el derecho de conquista que dio el monopolio a la Corona de Castilla, lo que establece la prohibición de emigrar a América de los súbditos de otros reinos, aunque no se cumplió totalmente, porque se podían alegar excepciones y obtener permisos individuales. 

Las leyes protectoras de los indios.

Para regular los abusos de los encomenderos se promulgaron las Leyes de Burgos (1512): se estipularon las obligaciones de pagar salario, proporcionar vivienda y hamaca para dormir, educación española y cristiana y de evitar malos tratos. Pero hubo un generalizado incumplimiento en las Antillas, en donde el despoblamiento fue imparable.

Ante la evidencia de que el sistema no funcionaba, la reforma de 1532 abolió la encomienda de “servicios” (con obligación de trabajo de los indígenas) y la sustituyó por la encomienda de “tributos” (los indígenas pagaban tributos), que el rey, único con derecho a cobrarlos, cedía a los conquistadores. Este nuevo sistema funcionó en el continente, pero los encomenderos quisieron hacerlo hereditario, y perduró en bastantes regiones hasta el siglo XVII, aunque el rey había impuesto en las Nuevas Leyes de Indias (1542) que la encomienda sólo durara una generación.

Finalmente, los indígenas se fueron convirtiendo en mano de obra asalariada, sometidos al dominio de los hacendados. 

La forma legal de la conquista.

La conquista se realizó mediante un sistema “empresarial”. La expedición de conquista se contrataba con el rey, mediante una “capitulación” del capitán y sus soldados. El objetivo fundamental era la búsqueda del botín (oro, plata), que se repartía según lo estipulado: 1/5 para el rey, 1/7 para el capitán, el resto para la tropa según sus aportaciones personales. Pero el botín no satisfacía toda la ambición social del conquistador, que aspiraba a convertirse en noble en América y reclamaba al rey tierras, indios, cargos y privilegios, mientras que el rey no quería conceder cargos públicos hereditarios y sólo concedió tierras e indios, en las encomiendas.

Se impuso paulatinamente a los indios la civilización española (lengua, religión, leyes, costumbres...). Incluso los humanistas más progresistas creían que la misión de los conquistadores era extender su civilización. El humanista Ginés de Sepúlveda escribía: ‹‹A estos bárbaros, violadores de la naturaleza, blasfemos, idólatras, sostengo que no sólo se los puede invitar, sino también compeler para que, recibiendo el imperio de los cristianos, oigan a los apóstoles que les anuncian el evangelio.›› 

3.2. ADMINISTRACIÓN.

El rey, a través de la administración real a su servicio, controló estrechamente en el siglo XVI la administración colonial, sin permitir que surgieran poderes autónomos como la nobleza que tanto reducía su poder en España, lo que explica en buena medida su oposición a la extensión de las encomiendas. Además, se trataba de crear una administración sólida, que dominara la riqueza y la llevara a España.

En sus inicios, la América española fue organizada según un sistema dual: el poder político, militar y judicial recayó en el gobernador, en tanto que la hacienda se encargó a tres funcionarios reales. La conquista de los imperios indígenas forzó a variar la organización administrativa mediante virreinatos y provincias.



La estructura administrativa desde el siglo XVI.

La administración española comienza su implantación en el reinado de los Reyes Católicos, pero no tomaron su forma permanente hasta Carlos I y Felipe II.

La Casa de Contratación (1503), que tuvo el monopolio del comercio americano primero en Sevilla, y luego en Cádiz (1711), hasta la libertad de comercio en 1779. Vigilaba las relaciones marítimas y comerciales entre las Indias y la metrópoli y aseguraba la organización y protección de la flota (que transportaba la riqueza) y, en los primeros años, era también una corte de Justicia. Las Flotas de Indias (desde 1543), que contaban con fuerte protección naval, concentraban el tráfico atlántico de los galeones, tanto para protegerlo de los piratas como para el control fiscal. La Corona recibía 1/5 de los metales preciosos aunque a veces se apropiaba del total a cambio de deuda.

Consejo de Indias: órgano consultivo y legislativo para el gobierno (1524). Controlaba los nombramientos, la administración y proponía las leyes.

Los virreyes eran el vértice de la pirámide del poder, como representantes personales del propio monarca. La autoridad del virrey abarcaba: poder militar (capitanes generales), judicial (presidentes de las Audiencias), legislativo (promulgan instrucciones y leyes), civil, económico y fiscal. Los primeros que se establecieron fueron los de Nueva España (México) en 1535 y Nueva Castilla o Perú (Lima) en 1544. Posteriormente (en el siglo XVIII) los de Nueva Granada (Bogotá) en 1717 (suprimido poco después y restablecido en 1740), y Río de la Plata (Buenos Aires) en 1776.

Los gobernadores. Nombrados por la Corona, tenían poder militar, administrativo y judicial. Había h. 1700 gobernadores en 37 provincias.

Los adelantados. Eran cargos de los primeros conquistadores, para controlar pequeños territorios.

Las Capitanías Generales. Eran también cargos de los primeros conquistadores, pero para territorios más extensos. Después tuvieron el poder militar y administrativo en varios lugares dependientes de los Virreinatos, de los que asumieron sus competencias: Guatemala (1544), Chile (1565), Venezuela (1777) y Cuba (1777).

Las Audiencias. Eran organismo que tenían poder judicial (tribunal de justicia) y administrativo (control de los funcionarios). Hubo un total de 14: Santo Domingo (1511), México (1527), Guadalajara, Guatemala, Panamá (1535), Caracas, Bogotá, Quito, Lima (1542), Cuzco, Charcas, Santiago y Buenos Aires.

Los Ayuntamientos (posteriormente llamados cabildos). Se organizaron según el modelo español, con un consejo con alcalde mayor y regidores. El poder local estaba bajo el control superior de las instituciones anteriormente citadas.

Las Intendencias. Encargadas de la administración económica, se impusieron por Carlos III. Su centralismo explica la oposición de los criollos, que desembocó, junto a otros motivos institucionales, como la concentración de los poderes civil y judicial en las mismas manos, y el monopolio de cargos por los peninsulares, en varias revueltas criollas en el siglo XVIII y finalmente en el independentismo.

Las Universidades. Fueron los grandes centros culturales de hispanización y se crearon según el modelo salmantino. La primera fue la de Santo Tomás de Aquino en Santo Domingo (1538), seguida por Lima (1551) y México (1553). 

La crisis administrativa del siglo XVII.

En el siglo XVII, coincidiendo con el aumento del número de criollos y su ascenso creciente al poder social y económico en detrimento de los peninsulares, la Corona perdió gran parte del control del gobierno local y regional, debido a la crisis peninsular y la imposibilidad de pagar directamente los sueldos, por lo que la administración dependió de las clases pudientes, sobre todo hacendados y comerciantes, en un pacto tácito de recibir impuestos a cambio de cederles el control sobre la masa indígena y el comercio.

En este contexto político muchos criollos consolidaron su dominio de las mejores tierras cultivables y crearon grandes latifundios. 

Las reformas administrativas del siglo XVIII.

Los gobiernos ilustrados españoles, sobre todo desde mediados del siglo XVIII, concibieron una política de recuperación del control político y económico de América.

Creación de una administración territorial y local eficiente, en manos de funcionarios españoles, de origen peninsular, pagados directamente por la Corona, y así no dependiesen de los criollos. Por ejemplo, en 1750 se suprimió definitivamente la venta de oficios públicos en las Indias, lo que redujo la venalidad. El acceso de los criollos a la administración se abrió un poco, pero no lo suficiente como para calmar sus ánimos.

Aumento de la presión fiscal, con impuestos administrados por el Gobierno, en buena parte gastados en España y sus guerras.

Creación de un ejército eficaz, integrado en gran parte por criollos y mulatos.

Reorganización del comercio, restableciendo el monopolio español y reprimiendo el contrabando.

Crecimiento territorial hacia los confines del Imperio, en zonas montañosas y selváticas antes incontroladas. En el siglo XVIII la extensión del Imperio español alcanzó su máximo. Por ejemplo, se ocupó la colonia portuguesa de Sacramento, en el actual Uruguay. 

INSTITUCIONES SOCIO-ECONÓMICAS.

La colonización desarrolló una serie de instituciones sociales y económicas para controlar a la población indígena y lograr que trabajara para los conquistadores. Las más importantes fueron la encomienda y la mita.

La encomienda: reparto de los indios en grandes explotaciones agrarias propiedad de los españoles, con trabajo obligatorio. Se cometieron graves abusos, por lo que la monarquía procuró anularlos. Desaparecieron en su mayoría en el siglo XVII.

La mita: trabajo obligatorio de los indios a favor de los españoles, sobre todo en el sector minero, pero también en el agrícola, ganadero, transporte y comercial. Se tomó por modelo la mita incaica y fue el sistema de explotación de las minas de plata de Potosí.

El obraje: trabajo artesanal o industrial obligatorio de los indios a favor de los españoles, en talleres sobre todo textiles, pero también metalúrgicos y de otras industrias.

La naboría: trabajo doméstico obligatorio de los indios a favor de los españoles.

La peonía: una distribución de tierras en propiedad a los españoles, pero sin indios que la trabajasen. El tamaño era apropiado para alimentar a una familia. 

3.3. SOCIEDAD. 

La demografía.

La conquista conllevó una inmediata catástrofe demográfica. La población bajó considerablemente en el siglo XVI debido al impacto negativo de las nuevas epidemias, las guerras de conquista, la opresión económica, el choque cultural y la desestructuración social. El momento peor fue h. 1600 y durante el siglo XVII se estancó, aunque a finales del siglo comenzó a subir, para crecer con fuerza creciente en el siglo XVIII, hasta alcanzar los 15 millones en 1800: 7 en el virreinato de Nueva España, 3 en Nueva Granada, más de 2 en Nueva Castilla (Perú) y 2,35 en Río de la Plata. 

La urbanización.

La urbanización fue un elemento fundamental en la nueva sociedad: las clases dominantes se concentraron en las ciudades, algunas antiguas (México sobre la antigua capital azteca de Tenochtitlán, Cuzco) y la mayoría de nuevo cuño, con un urbanismo de planta regular. El poblamiento español y mestizo se concentró en los centros urbanos, mientras que los indios y otros grupos lo hacían en la periferia, en barrios miserables. 

La división racial-social.

Los rasgos fundamentales de la sociedad colonial fueron la división racial y la pirámide social, directamente relacionadas entre sí. En realidad no se pertenecía a una raza sino que se vivía al modo de una raza: había indios (los descendientes de las clases dominantes indígenas) que se consideraban “blancos” porque vivían como tales y pertenecían a la élite gobernante, y en casi todos los casos se integraron biológicamente mediante un activo mestizaje.

Blancos peninsulares: en número reducido (solo 300.000 en 1800), pero con el monopolio de los cargos más importantes. Muchos regresaban a España después de amasar una riqueza y se les llamaba los “indianos”.

Criollos: de creciente número (3 millones en 1800) y gran poder social, económico y político pues ocupaban los cargos intermedios, pero estaban apartados de los cargos públicos más importantes. Desarrollaron una conciencia autonomista, hasta nutrir el movimiento independentista a finales del siglo XVIII. La cúspide la ocupaban los hacendados, propietarios de grandes explotaciones agrarias, seguidos de los comerciantes instalados en los puertos, y de los dedicados a oficios liberales, artesanos, misioneros...

Mestizos: era una etnia expansiva numéricamente (4 millones en 1800), gracias a la unión sexual, la mayoría en concubinato y pocas veces en matrimonio legal, de los blancos con las indias, y a viceversa excepcionalmente. Desarrollaban los trabajos más duros en agricultura y ganadería, aunque muchos conservaban pequeñas propiedades. Vivieron un fuerte proceso de aculturación, formando la mayoría de la sociedad.

Indios: Eran el grupo más numeroso (10 millones en 1800). Estaban marginados a la periferia de las colonias y a la explotación más dura en la agricultura y las minas. Ocupaban el último escalón social. La mayoría sufría el control de la encomienda y muchos se agruparon desde 1550 en los partidos o “poblados de indios”, dominados por un cacique, llamado corregidor de indios; eran protegidos por la Corona para evitar los abusos y disfrutaban de un lote de tierras para su explotación comunitaria, con la obligación de entregar un tributo y trabajos gratuitos. De este modo se preservaron importantes núcleos de razas indígenas que han durado hasta el presente. La gran mayoría se convirtieron al cristianismo muy pronto, pero a menudo conservaron creencias, costumbres y ritos paganos.

Esclavos negros (0,8 millones en 1800), importados de África desde principios del siglo XVI hasta el siglo XIX, para el trabajo agrícola en las plantaciones del Caribe y la costa, y el servicio doméstico. Muchos fueron liberados en el continente.

Mulatos, provenientes de uniones de blancos y negros, eran libres en su mayoría.

Zambos, provenientes de uniones de negros e indios, también eran libres en su mayoría. 

3.4. ECONOMÍA.

La política económica de la metrópoli fue muy dañina para América Latina porque la puso al servicio de la economía europea y lastró su progreso. Se fomentó una especialización de cada región americana en unos pocos productos para la exportación a Europa, y esta monoproducción causó un subdesarrollo que ha pervivido en gran parte hasta la actualidad. Fue, pues, una explotación predatoria de los recursos naturales americanos (metales preciosos, productos tropicales), en beneficio de la deficitaria economía castellana, que tampoco se benefició mucho por ello, pues la gran beneficiaria fue el resto de Europa occidental.

La minería y el comercio fueron las principales actividades coloniales en el siglo XVI, pero después se desarrollaron la agricultura y la ganadería para autoabastecer las colonias. 

La agricultura y la ganadería.

La explotación agraria indígena siguió siendo de propiedad comunal, y en estos casos los españoles se limitaron a apropiarse de los excedentes mediante tributos, en lugar de la antigua aristocracia indígena. Pero en muchos territorios las mejores tierras fueron apropiadas por los españoles, que las cultivaron con trabajadores indios y negros, para cultivos comerciales para la exportación, como un precedente de la plantación.

La agricultura americana siguió estando centrada alrededor del cultivo del maíz y en los Andes de la patata, al igual que en las civilizaciones precolombinas o como hoy mismo, y se aprovecharon cultivos tradicionales como el cacao. La dependencia de estos productos permaneció invariable en la agricultura de subsistencia de la que vivieron la población indígena y los nuevos grupos étnicos provenientes de la Conquista. Los nuevos cultivos (trigo, vid, olivo) fueron muy minoritarios y dedicados exclusivamente a la minoría española, y fue muy lenta la introducción o difusión de nuevos cultivos comerciales como la caña de azúcar, algodón, café, tabaco, especias, arroz..., y de nuevas técnicas de arado o regadío. El éxito de la agricultura comercial debió esperar al siglo XVIII.

En cuanto a la ganadería el éxito de adaptación fue más rápido y el ganado vacuno, ovino, porcino y equino se difundió por todo el continente y fue un factor esencial de la economía indiana, proporcionando fuerza de trabajo, carne, leche, lana, cueros y pieles. 

La minería.

Al principio el botín en oro y plata de la conquista bastó para enriquecer a los conquistadores y la Corona, pero luego las explotaciones en las arenas de los ríos del Caribe y, después sobre todo, en las minas del continente, fueron las mayores riquezas mineras.

Desde 1540 las minas de plata de Potosí en Perú, y de Zacatecas y Guanajuato en México abastecían los caminos de la plata hasta Panamá y Veracruz, desde donde se embarcaban las Flotas de galeones. Las minas eran monopolio de la Corona, que concedía su explotación a cambio de 1/5 del metal extraído.

El descenso de la producción en el siglo XVII se mantuvo hasta un nuevo ciclo de alza en el siglo XVIII, con el descubrimiento de grandes yacimientos de plata en México. 

El comercio del siglo XVI.

El comercio colonial evolucionó en cuatro etapas:

1) 1492-1503: monopolio de Colón y la Corona.
2) 1503-1510: monopolio de la Corona.
3) Desde 1510: autorización de libre comercio a todos los súbditos de la Corona. En 1529 había 9 puertos autorizados, aunque al regreso debían pasar por la Aduana de Sevilla.
4) Desde h. 1573: monopolio del puerto de Sevilla y sus comerciantes.

Las causas de la centralización en Sevilla fueron: geográficas (la costa andaluza era ventajosa para navegar a América Central), políticas (un mejor control por la Corona del quinto de los metales preciosos), socio-económicas (los comerciantes sevillanos, organizados en la Universidad de Cargadores de Indias, eran un formidable grupo de presión), de seguridad (los ataques piráticos motivaron que se organizaran los convoyes o Flotas de Indias, fuertemente armados). 

¿La crisis americana del siglo XVII? 

Hay al respecto una controversia de los autores, con Chaunu que sostiene que hubo un descenso continuado, y Morineau, que planrea una recuperación al final del siglo.

Los elementos de la crisis son evidentes y repercuten en la administración del territorio, pero parece que el hundimiento no fue tan fuerte ni generalizado y que unos sectores la sufrieron y otros incluso se beneficiaron:
  • La disminución de la población indígena era evidente a finales del siglo XVI, pero se mantuvo estable durante el XVII.
  • Pero, en cambio, la población blanca y mestiza crecía constantemente.
  • Los esclavos negros llegaron en mayor cantidad en este siglo, comenzando las primeras explotaciones agrarias capitalistas.
  • El descenso del tráfico atlántico era patente a mediados del siglo XVII, con la reducción de los envíos de oro y plata de las Flotas hacia España, pero era debido en gran parte a la decadencia española, a que la autosuficiencia productiva de las colonias aumentaba y a que crecía el contrabando con las otras potencias coloniales (Gran Bretaña, Holanda, Francia). A finales de siglo, desde 1680, se estaba recuperando con fuerza. 

El crecimiento del siglo XVIII.

El mayor desarrollo demográfico y económico llegó en el siglo XVIII, junto con el aumento de la población; los cultivos tropicales en el Caribe (trabajadas por negros esclavos); la mejora de la agricultura, ganadería, minería (plata de México) e industria (para el consumo interno) en todo el territorio; y la libertad de comercio con América. Fue un crecimiento más equilibrado, extendido por muchos sectores, aunque el industrial no acabó de despegar. 

La libertad de comercio.

En el siglo XVIII el monopolio comercial pasó a Cádiz y paralelamente se fomentaron las compañías comerciales privilegiadas: Guipuzcoana de Caracas (1728), de la Habana (1740), de Barcelona (1755), que se concentraron en el Caribe.

En 1765-1778, progresivamente, se eliminó el monopolio gaditano y los principales puertos peninsulares pudieron comerciar libremente con los de América, con lo que el tráfico se multiplicó (hasta la crisis bélica de 1796), pero en 1790 Cádiz todavía concentraba el 50% de las exportaciones españolas y el 85% de las extranjeras a América.

La política económica orientada a que cada región comerciase directamente con España había favorecido que a través de esta los productos europeos inundasen el continente y hundió a muchas industrias americanas nacidas en los siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII. Las protestas de los criollos consiguieron que en 1774 se permitiera el comercio entre México y Centroamérica, y entre Nueva Granada y Perú, en 1776 entre Chile, Buenos Aires y Perú, y, por fin, en 1795, demasiado poco antes de la Independencia, todos los comerciantes americanos alcanzaron el derecho de libre comercio entre sí y con las colonias extranjeras en América, con lo que se creó un inmenso mercado único, pero no hubo tiempo de crear los lazos económicos interamericanos que hubieran facilitado un futuro unido de la América española.

Los criollos, en general, prosperaron, consolidando su dominio de las tierras cultivables y las empresas industriales y comerciales; creció su oposición a los peninsulares, que monopolizaban los cargos públicos y el comercio con España.

La aparición de los movimientos independentistas, como la rebelión inca de 1780, fue el resultado de las tensiones entre una América más desarrollada y una España que no podía satisfacer las pretensiones de esta. 

3.5. LA IGLESIA, LA CULTURA Y EL ARTE.

La Iglesia completó la conquista militar. Si esta conquista fue rápida y violenta, la evangelización de los indios fue igualmente rápida (la velocidad sorprendió al Papado) pero sin crueldad: poblaciones enteras se “convirtieron” en sumarios bautismos colectivos y en menos de una generación se integraron efectivamente en la Iglesia, aunque subsistiesen costumbres paganas. Los colegios de los misioneros (en 1536 se fundó el Colegio de la Santa Cruz en México) cristianizaron a la nobleza local indígena, de la cual provenían los sacerdotes de los cultos paganos, con lo que los sacerdotes paganos pasaron directamente de venerar a los dioses a venerar al Dios cristiano y así mantuvieron su mismo poder social de antes.

El impacto de la Iglesia católica en el mundo indígena amerindio fue ambivalente: por un lado protegió a los indios contra los peores abusos de la opresión de los conquistadores, pero por el otro contribuyó decisivamente a su aculturación y desestructuración social, lo que dañó tanto la cultura, con la quema de ídolos y libros paganos, y la pérdida de costumbres ancestrales, como perjudicó a la población con el aumento de la mortalidad.

La Iglesia fue el gran mecenas del arte barroco americano, que destacó en la arquitectura de conventos e iglesias, y se extendió a los edificios civiles, como audiencias y palacios (aún hoy muchas de las sedes de los Gobiernos independientes están en los monumentales palacios de los virreyes y capitanes generales). Igualmente de sus filas salieron los mejores intelectuales, como la monja mexicana Inés de la Cruz.

La cristianización de los indios fue bastante fácil, por el prestigio de los conquistadores, que se habían mostrado tan superiores militarmente a los indios. La lengua española y la religión católica fueron adoptadas muy pronto por las clases indígenas dirigentes, y más tarde por las masas. Los más activos difusores fueron los frailes misioneros (franciscanos, dominicos, agustinos), en competencia con jesuitas y el clero secular.

La estructura religiosa fue doble:

Las Diócesis: división en arzobispados, obispados y parroquias según el modelo español, en el que la Corona nombraba los altos cargos, para las tierras sólidamente cristianizadas. Proliferaron los conventos en las ciudades.

Las Misiones. Fundaciones religiosas entre los indios, para su conversión y civilización, en tierras de “conversión”. Las misiones o reducciones jesuíticas en Paraguay civilizaron a los pueblos indígenas según un modelo utópico (trabajo y bienes comunitarios, comunidades autosuficientes) y llegaron a formar un verdadero Estado teocrático con 200.000 habitantes, hasta su casi desaparición a mediados del siglo XVIII, en la guerra guaraní (1754-1756), debido a la expulsión de los jesuitas y la presión de los esclavistas ‘bandeirantes’ portugueses. Les sucedieron los franciscanos, con un éxito mucho menor.

La protección de los indios: De las Casas y otros sacerdotes lucharon contra los abusos de los españoles sobre los indios.

Las lenguas recuperadas: los sacerdotes estudiaron y conservaron muchos de los idiomas indígenas para favorecer su conversión, aunque también destruyeron muchas de sus fuentes escritas. 

4. CONSECUENCIAS DE LA CONQUISTA Y COLONIZACIÓN DE AMÉRICA. 

Las repercusiones en España, Europa y América del descubrimiento y colonización de América, fueron ambiguas, una mescolanza de aspectos positivos y negativos.



ESPAÑA. 
  • Prosperidad de Sevilla (capital económica del mundo durante unos decenios). 
  • Pérdida demográfica de los emigrantes americanos en un momento de debilidad demográfica en España. 
  • Llegada masiva de metales preciosos que al principio estimularon la economía y permitieron pagar las guerras europeas, pero provocaron pronto una “Revolución de los Precios” que arruinó las actividades productivas. 
  • En España hasta 1570 produjo una expansión económica por el aumento de la demanda americana de tejidos de lana en Castilla, armas en Toledo, barcos en el Cantábrico, trigo, vino y aceite en Andalucía, trigo en la Meseta. 
  • Sigue una grave crisis y ya en el siglo XVII una decadencia económica (hasta 1680), debido a que el país gastaba casi todo el dinero en las guerras europeas y se endeudaba, que el sistema productivo (industrial y agrícola) era poco competitivo en precio y calidad respecto a los europeos, y que el comercio colonial estaba sobre todo en manos extranjeras (genoveses, alemanes...). 
  • En el siglo XVIII una gran mejora de la situación (sobre todo en la industria textil de Cataluña) gracias a la apertura de más puertos al comercio colonial.



EUROPA. 
  • Se crearon los primeros grandes imperios coloniales europeos de España y Portugal y los restantes países se vieron compelidos a hacer lo mismo para competir (América del norte, costas de África y Asia...). 
  • Se impulsó la economía capitalista con el comercio colonial de especias y metales preciosos, la demanda colonial de manufacturas europeas, el desarrollo de la banca y las compañías comerciales, las nuevas formas de seguro y pago en letras. Se introdujeron nuevas plantas: patata, mandioca, maíz, judías, pimientos rojos, tabaco, cacao. Sobre todo fue la “Revolución de los precios”: fue inmenso el impacto en la economía europea de la masiva llegada de oro y plata. Se produjo sobre una economía que ya estaba recuperándose de la crisis de la Baja Edad Media, sobre todo en Italia y Países Bajos, y esta recuperación se aceleró con la mayor disponibilidad de moneda y la progresiva apertura de los mercados de América, África e India. El comercio y el crédito financiero se incrementaron, en un circuito planetario: Europa exportaba productos a América a cambio de oro y plata, y enviaba una parte a Asia a cambio de especias. A cambio, hubo un incremento de la demanda de bienes que no pudo satisfacer el sistema productivo y un sobrante de moneda, con lo empezó una subida espectacular de precios, que avanzó desde España a toda Europa. 
  • Cambió la sociedad: el consiguiente desarrollo de la burguesía; la merma del poder relativo de la nobleza, con rentas decrecientes por la inflación y por la aparición de nuevas fuentes de riqueza, distintas a la tierra, con largas consecuencias para la Historia europea; el campesinado sufrió los efectos de la revolución de los precios, perdiendo poder adquisitivo. 
  • Aparecieron nuevas ideas sobre la ciencia y el espacio extraeuropeo en la Geografía y la Cartografía, el desarrollo de la navegación, los nuevos instrumentos técnicos, la confianza del hombre europeo en que la razón podía dominar el mundo, la nueva visión del mundo y del hombre. Fueron hitos que marcaron definitivamente a la Humanidad. 
  • En lo negativo hay que destacar las enfermedades: sífilis, fiebre amarilla.



AMÉRICA. 

  • La inclusión en la civilización europea, más desarrollada, con un aporte de etnias (blanca, negra), idiomas, religiones, cultura, ciencia...
  • Las nuevas plantas: trigo y otros cereales, vid, olivo, naranjos y frutales, algodón, cáñamo, lino, café, caña de azúcar; los nuevos animales: ganado vacuno, ovino, porcino, caballar; los nuevos productos y técnicas agrícolas e industriales, como la rueda para el transporte.
  • La peor consecuencia negativa fue la desestructuración de las sociedades indígenas.Las enfermedades diezmaron la población indígena, desprotegida por su novedad: viruela, sarampión, gripe, tifus, peste…