EL ORIGEN DEL ISLAM
1.
Mahoma y el islam
1.1.
El islam
Islam
quiere decir sumisión a Dios. El Islam es una religión monoteísta que surgió en
el pueblo árabe. Su creador fue Mahoma y a sus seguidores se les llamó
musulmanes.
Surgió
en la península Arábiga, situada en el Próximo Oriente. Es una zona desértica
que estaba habitada por los árabes. Eran nómadas, vivían fundamentalmente del
pastoreo, y estaban organizados en tribus. Sólo en las zonas más ricas eran
sedentarios y se ocupaban de la agricultura y del comercio, ya que esta zona
era un paso obligado para las caravanas que comerciaban con Oriente.
Antes
de que surgiera el islam, las tribus de la península arábiga, eran politeístas
y solían peregrinar a la Meca, ya que en esta ciudad se encontraba la Kaaba,
una reliquia que consideraban sagrada.
1.2.
Mahoma
Mahoma (Abu l-Qasim Muhammad ibn ‘Abd Allāh
al-Hashimi al-Qurashi) fue
el fundador del islamismo, es considerado por sus fieles un profeta y un líder político
. Nació en La Meca en el año 570, en una familia pobre de la tribu de Quraysh,
acontecimiento que los musulmanes celebran con la fiesta del Mawlud. Cuando
quedó huérfano a los seis años de edad fue educado por su abuelo
Abd al-Muttalib durante unos pocos años y después se fue a vivir con su tío Abú
Talib, al que acompañó en sus viajes de comercio.
Trabajo
de mercader a las órdenes de una viuda rica llamada Jadicha con la que a los 25
años se casó. Jadicha le dio una hija, Fátima, además de una posición social
más desahogada como un comerciante respetado en la ciudad.
Conoció
muy superficialmente las dos grandes religiones monoteístas de su época a
través de las pequeñas comunidades cristiana y judía que habitaban en La Meca y
quizá también por sus viajes de negocios. No rechazaba estas religiones, pero
dijo que había sido enviado por Alá para perfeccionarlas.
De
acuerdo con el Corán y las narraciones, Mahoma era analfabeto (ummi), hecho que la tradición musulmana
considera una prueba que autentifica al Corán (Al-Qur’ān, القران), libro
sagrado de los musulmanes, como portador de la verdad revelada. Esta visión
perturbó a Mahoma, pero su esposa Jadiya le aseguró que se trataba de una
visión real y se convirtió en su primera discípula, siendo sus primeros
seguidores su entorno más cercano que creyeron en sus visiones.
Con cuarenta años Mahoma
comenzó a retirarse al desierto y a permanecer días enteros en una cueva del
monte Hira, en donde se dice que recibió la revelación de su dios -Alá-, que le
hablaba a través del arcángel Gabriel y le comunicaba el secreto de la
verdadera fe.
Animado por su mujer Jadicha,
comenzó a predicar en su ciudad natal, presentándose como continuador de los
grandes profetas monoteístas anteriores: Abraham, Moisés y Jesús. Por entonces
Mahoma se limitaba a predicar la vuelta a la religión de Abraham. Mahoma
consiguió sus primeros adeptos entre la gente más pobre, al tiempo que se
enemistaba con los ricos. Cuando sus seguidores se hicieron numerosos, las
autoridades empezaron a verle como una amenaza contra el orden establecido. Se
le acusó de impostor y comenzaron las persecuciones. Una parte de sus
seguidores huyeron a Abisinia, en donde recibieron la protección del negus
cristiano. Pero las amenazas a la seguridad de Mahoma llegaron hasta tal punto
que, después de la muerte de su mujer Jadicha y de su tío Abú Talib en el 619,
decidió huir a Medina el 16 de julio del año 622. Se considera el momento de
esa huida (la Hégira) como fecha fundacional de la era islámica.
En Medina, Mahoma tomó contacto con la comunidad
judía, que le rechazó por su errónea interpretación de las Escrituras Sagradas
de estos. Comprendió entonces que su predicación no conducía a la religión de
Abraham, sino que constituía "una nueva fe" o religión. Es entonces cuando se
produce el cambio de la orientación de la oración a La Meca (antes se hacía
Jerusalén). Combinando la persuasión con la fuerza, Mahoma se fue rodeando de
seguidores, que empezaron a practicar las razias (asaltos) contra caravanas y
poblaciones del entorno como medio de vida. Estas escaramuzas, elevadas a la
categoría de batallas por la historia oficial, fueron descubriendo a los
musulmanes la «guerra santa», el uso de la fuerza para someter y convertir a
los infieles que se utilizaría más adelante
En Medina, Mahoma se convirtió en un jefe no sólo
religioso, sino también político y militar. Los enfrentamientos entre Medina y
La Meca culminaron con la conquista de esta última ciudad por los mahometanos
en el 632. El santuario de la Kaaba, piedra negra venerada en La Meca, fue
inmediatamente consagrado a Alá. Poco antes de morir, Mahoma realizó una
peregrinación de Medina a La Meca, que ha servido de modelo para este rito que
todo musulmán debe realizar una vez en su vida.
En los dos últimos años de la vida de Mahoma el
Islam se extendió al resto de Arabia. Al morir Mahoma sin heredero varón,
estallaron las disputas por la sucesión, que recayó en el yerno del profeta,
Abú Bakr, convertido así en el primer califa o sucesor.
2.
La expansión del islam.
A
la muerte de Mahoma el Islam estaba expandido por toda Arabia. Pero a la muerte
de su fundador, se extendió con extraordinaria rapidez por buena parte del
Oriente cristiano y el norte de África, desde Suez al Atlántico.
Entre
los años 634 y 642 atacaron el Imperio bizantino, arrebatándole Palestina,
Siria, Mesopotamia y Egipto, y, también Sicilia y el sur de Italia.
Constantinopla soportó grandes asedios hasta que la presión musulmana cedió en
el siglo IX debido a la decadencia del califato.
En
el año 661, la dinastía omeya, clan de la tribu a la que pertenecía Mahoma,
alcanzó el poder. Conquistó todo el norte de África y la península Ibérica hacia
occidente, mientras que por el este ocuparon las tierras de los actuales países
de Irán, Afganistán y zona del valle el Indo (Pakistán).
En el año 711 los musulmanes cruzaron el estrecho
de Gibraltar y, tras una fulgurante campaña, conquistaron buena parte de la
Hispania visigoda. En Francia, Carlos Martel los detuvo en la batalla de
Poitiers (732), el punto de más profunda penetración de los musulmanes en el
occidente de Europa. En Hispania estuvieron durante ocho siglos.
En el año 750 una nueva dinastía, la abasí, se hizo
con el control del califato. En este momento, se inicia un periodo de gran
desarrollo económico y cultural gracias al control y dominio de las rutas
comerciales entre Oriente y Occidente (ruta de la seda). Se establece la
capital en Bagdad. El islam continuo con su expansión, adentrándose en las
tierras del interior de África, las mesetas y planicies asiáticas e incluso
llegando a China, donde en la ciudad de Xian (punto de partida de la ruta de la
seda) se estableció una importante comunidad musulmana.
La decadencia del imperio abasí se producirá con
las invasiones de turcos y mongoles procedentes de Asia Central, en el siglo
XIII.
La
rápida expansión del islam debe entenderse gracias a la yihad (guerra santa),
la tolerancia hacia otras religiones y la debilidad de los imperios bizantinos
y persa.
En un primer momento el dominio musulmán practicaba
cierta permisividad hacia cristianos y judíos. Pero pronto exigieron un
impuesto especial religioso que debían pagar aquellos que no se convertían al
islam. Además, se fomentaba la apostasía de cristianos hacia el islam y se les
prohibía, en cambio, todo proselitismo, así como construir o reparar sus
templos: muchos de ellos fueron transformados en mezquitas.
3.
Conocer el islam.
La
doctrina islámica es una religión monoteísta, recogida en el Corán, al que
consideran su libro sagrado y desde sus comienzos, adoptó algunos elementos de
las religiones judía y cristiana.
Los
principales preceptos o pilares de los musulmanes son cinco:
- Profesión de fe que expresan con la frase "no hay dioses, sólo El Dios (Alá) y Mahoma es su profeta .
- La oración o salat, que realizan cinco veces al día (del alba, del mediodía, de la media tarde, del crepúsculo y de la noche) orientados hacia La Meca. Antes de orar, deben lavarse distintas partes del cuerpo (cara, cabeza, manos y pies) para purificarse. Durante el rezo, deben permanecer descalzos. La oración consiste en repetir en árabe algunos versículos del Corán.
- Ayunar durante el mes del Ramadán. Es obligatorio para todo musulmán mayor de diez años y deben abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales todos los días, desde la salida del sol hasta su puesta y durante el mes lunar correspondiente al Ramadán. Están exentos del ayuno los enfermos, las embarazadas, las mujeres durante la menstruación y los viajeros.
Musulmanes preparándose para comer después del ayuno diurno en el mes de Ramadán. |
- Zakat o dar limosna a los más pobres de la comunidad es obligatorio para todo musulmán cada año. Se debe entregar una cuarenta parte de los ahorros, siempre que estos sean mayores de una determinada cantidad. Mediante la entrega de la limosna se impide la acumulación de la riqueza, la disminución de la desigualdad económica y dotar a la comunidad de servicios públicos, como escuelas y hospitales.
- Peregrinar a La Meca, considerada como ciudad santa, una vez en la vida y siempre que se cuente con los medios económicos y salud para hacerlo.
En el islam no hay sacerdotes como en
otras religiones. El imán es la persona que dirige la oración colectiva y puede
ser cualquiera que conozca bien el ritual de la oración. Los estudiosos e intérpretes
de los textos sagrados se les llaman ulemas.
El Corán, al igual que la Torá y el
Talmud de los judíos, recoge no sólo los preceptos religiosos, sino que también
regula la vida económica, social y política de la comunidad musulmana. La
sharia o ley islámica es un código de conducta moral que se basa en la tradición,
el consenso y las normas religiosas. La sharia regula la vida de todos los
musulmanes, desde los ritos al nacer y muerte hasta el testamento, las
herencias o la vestimenta de las mujeres. En algunos estados islámicos, los
jueces (cadíes) imparten justicia tomando como referencia esta ley.
4. Economía, sociedad y cultura islámica.
En el pensamiento musulmán occidental, la figura más
destacada y de gran trascendencia para la llegada del aristotelismo al
occidente cristiano fue el cordobés Averroes
(1126-1198). Su entusiasmo por Aristóteles le hizo comentar la obra del
filósofo griego varias veces. Su profundo racionalismo le llevó a no aceptar la
inmortalidad del alma y a tener problemas con las autoridades religiosas
musulmanas.
4. Economía, sociedad y cultura islámica.
El
mundo islámico medieval fue muy homogéneo, pues todas las regiones que lo
componían acabaron por compartir la
misma lengua, cultura y sistema económico. En lo social, sin embargo, se
caracterizó por su complejidad, ya que integraba a grupos étnicos muy diversos.
4.1.
Economía.
La economía del mundo musulmán se asentó
fundamentalmente sobre tres actividades que se condicionaron entre sí: la agropecuaria, la artesanía industrial y el comercio.
Las producciones agrícolas fueron de un volumen tal que permitieron alimentar a
la población no productora (artesanos y comerciantes) y dedicar parte de los
excedentes al comercio.
Mientras tanto, el desarrollo del artesanado
industrial permitió una mayor actividad comercial y la implantación de una
economía de mercado que también incidía sobre la agricultura. Y, por lo que
respecta a la ganadería, basta señalar que la cría de camellos fue determinante
para el comercio, tanto como medio de transporte, como propio objeto de
comercio (mercados de camellos).
Agricultura y ganadería:
Al comienzo de
la historia del Islam, la población árabe, extendida por los desiertos de
Arabia, practicaba una agricultura de oasis muy limitada y una gran parte de la
población subsistía a base de una dieta de leche de camello y dátiles.
Productos como el pan o el queso eran entonces auténticos artículos de lujo.
Pero, una vez
que el mundo musulmán comenzó su expansión y fueron ocupadas tierras con más
posibilidades agrícolas, las cosas fueron cambiando. De todos modos, el área de
ocupación musulmana estaba formada, en su mayor parte, por tierras en las que
el agua era escasa y por ello fue preciso recurrir al regadío. La agricultura de regadío no fue un
invento de los árabes, pero sí fue una técnica que ellos difundieron
notablemente.
De ese modo se
puede distinguir entre una agricultura de regadío altamente productiva, que se
desarrolló allí donde ya había existido (Egipto y Mesopotamia) o en donde las
condiciones naturales lo permitían (Al-Ándalus) y una agricultura de secano,
con frecuencia vinculada a la ganadería.
El uso del
regadío difundió no sólo técnicas (canales subterráneos, pozos, norias, etc.)
sino también cultivos como la caña de azúcar, el arroz, los cítricos, el
algodón o la morera (como alimento de los gusanos de seda).
Ahora bien, la
producción agrícola más importante siguió siendo la cerealística que, junto a
los frutales y a las hortalizas, propios de cada país, constituyeron la base
alimenticia.
Artesanado industrial:
El desarrollo de las ciudades, con sus mercados
permanentes (zocos), y del activo comercio a larga distancia, hizo que
apareciera un variado artesanado, de corte industrial en muchos de los casos.
Probablemente ninguna civilización anterior a la islámica generó tal variedad
de oficios y de productos artesanales.
Con frecuencia
se produjo una cierta especialización, lo que hizo que determinadas ciudades o
regiones hicieran famosos algunos de sus productos, como las espadas o la
orfebrería (damasquinado) de Damasco, las alfombras y tapices de Bagdad, los
trabajos de cuero repujado (cordobanes) de Córdoba, el papel de Samarcanda o de
Játiva, los jabones de Siria, etc. Esos productos de prestigio estuvieron
sujetos a un comercio internacional más intenso, pero cualquier zoco musulmán
tenía la presencia de artesanos textiles (tejedores, tintoreros, sastres), del
cuero (curtidores, repujadores), de la madera (carpinteros, torneros), del
metal (cuchilleros, orfebres), drogueros, alfareros, libreros, cordeleros, etc.
Herrero, artesano árabe. Emiratos Árabes. |
Este notable
desarrollo del artesanado es probable que se diera, al menos en parte, por la
falta de tierras de cultivo. El mundo musulmán ocupó siempre tierras
semidesérticas de difícil cultivo, por ello su vocación comercial fue temprana
y es fácil entender que el artesanado industrial estaba directamente vinculado
al comercio.
Por lo que a
las técnicas artesanales se refiere, debe señalarse que los árabes, en su
expansión, conocieron técnicas que pronto adaptaron a sus intereses y maneras
de hacer; buenos ejemplos de ello fueron el papel y la seda. De todos modos y,
haciendo excepción del artesanado textil, no puede considerarse que los
musulmanes introdujeran grandes novedades en las técnicas artesanales.
Antiguo manual árabe para fabricar papel. |
Comercio:
Siglos antes de
que surgiera el Islam, la principal ocupación de los habitantes de Arabia era
el comercio, fundamentado entonces en el transporte caravanero realizado a
lomos de camellos. El proceso expansivo del mundo musulmán abrió las
posibilidades del comercio de manera notable, ya que éste se hizo precisamente
siguiendo la dirección de las principales rutas comerciales.
Así, ya en
tiempos de los Califas Perfectos, el Islam se había situado en Siria y Armenia
teniendo en sus manos el control de las rutas que ponían en contacto Europa y
Asia. Los Omeyas extendieron ese control al llegar por el este a las riberas
del Indo y por el oeste hasta España. La ocupación de tales territorios, pronto
supuso también el dominio de unos mares importantísimos para el trasiego de
mercancías: el Mediterráneo, el mar Rojo y el mar Arábigo (golfo Pérsico
incluido). De este modo, durante casi cuatro siglos, los musulmanes ejercieron
un predominio indiscutible sobre lo que bien podría calificarse como el
comercio mundial de la época.
Los árabes tenían buena experiencia en el transporte
terrestre y llevaron sus caravanas de camellos por el centro de Asia, hasta
China, atravesando los desiertos del Turkestán y del Gobi y por el sur hasta la
India.
De estos lugares llevaban hasta Occidente todo tipo de
productos exóticos y de lujo (sedas, especias, papel, etc.). Internándose en el
continente africano obtenían otros productos, como oro (del Sudán), maderas o
marfiles.
Ventas de especias en un zoco de Damasco. Siria. |
Con frecuencia
utilizaron Constantinopla como puerta de entrada al mercado europeo y, aunque
intentaron repetidamente conquistar la ciudad, nunca lo lograron.
Cuando
dominaron las técnicas de navegación prolongaron las rutas terrestres por vía
marítima, sobre todo en el Mediterráneo, para introducir sus productos
directamente sin pasar por Constantinopla.
Hábiles
mercaderes, los musulmanes contaron desde la época Omeya con un sistema
monetario propio, capaz de imponerse en los mercados internacionales. Sus
monedas tuvieron distintos valores, pero destacó sobre todo el dinar de oro.
Junto a esa
poderosa moneda, desarrollaron otros sistemas comerciales, como la letra de
cambio, capaz de actuar como auténticos cheques y cuya principal ventaja
residía en el menor riesgo que corría el comerciante al no tener que
transportar consigo dinero en efectivo. Éstas y otras técnicas de tipo bancario
tuvieron, no obstante, una repercusión limitada, ya que su uso no llegó a
generalizarse.
4.2.
Sociedad
Desde el punto de vista social, la civilización musulmana
se caracterizó estar muy jerarquizada.
Las diferencias se establecían por dos razones
fundamentales: las religiosas
(musulmanes y no musulmanes) y la situación
económica (existían enormes diferencias de riqueza de manera que, junto a
fastuosos modos de vida se daban profundas miserias para los menos favorecidos
por la suerte.
La civilización
islámica fue eminentemente urbana en todos sus territorios salvo en Egipto,
donde el Nilo seguía forzando a la población a un asentamiento de continuo
arrabal a lo largo de sus orillas.
Los árabes
construyeron, pues, docenas de ciudades a lo largo de sus rutas comerciales y
en ellas vivía lo que podría considerarse una aristocracia urbana que, dedicada
primordialmente al comercio, tenía un enorme peso en la vida política de
las ciudades. Por debajo de esta aristocracia comercial y del dinero, existió
una clase media constituida por
artesanos, pequeños comerciantes o modestos propietarios de tierras, que
vivían en la ciudad. No obstante, esta clase media estaba ya muy lejos de los
grandes hombres de negocios. Por último, en el marco urbano, estaban los esclavos, que actuaban como servidumbre
doméstica de los demás grupos.
Por lo que
respecta al mundo rural, puede afirmarse que las condiciones de vida fueron,
por lo general, peores que las del mundo urbano, tanto si se trataba de grandes
latifundios como de pequeñas propiedades. El trabajador de los latifundios, que
con frecuencia pertenecían a los ricos mercaderes de las ciudades, estuvo
sometido a una condición semiservil de corte feudal. En el caso de los
campesinos propietarios de pequeñas explotaciones, los impuestos fueron causa
frecuente que no les permitía salir de una condición miserable.
Por encima de
todas estas consideraciones de carácter general, debe tenerse presente que el
mundo musulmán, en su rápido proceso expansivo, dominó territorios muy diversos
en los que se encontró muy diferentes estructuras sociales o regímenes de
propiedad que condicionaban éstas. Por lo general, los musulmanes invasores,
cuyo número fue siempre notablemente inferior al de las poblaciones indígenas,
respetaron el estado de cosas que encontraron a su paso.
Así, con
respecto a la propiedad agrícola, realizaron pocas modificaciones, limitándose
a establecer un sistema de impuestos más gravoso para las poblaciones indígenas
que no se acogían a la fe islámica. Inicialmente la conquista supuso también un
aumento de la mano de obra esclava, pero la posibilidad de alcanzar la libertad
tras la aceptación del islamismo, generalmente dio lugar a conversiones
masivas. Con el paso del tiempo, la mano de obra esclava fue fundamentalmente
importada de países lejanos a los del dominio musulmán. Fueron particularmente
famosos los esclavos negros del Sudán.
Mercado de esclavos. Miniatura árabe del siglo XIII |
Entre
los musulmanes también se distinguía entre árabes y no árabes. Los primeros,
procedentes del núcleo originario del Islam, ocupaban todos los cargos
importantes de la administración y del ejército; los segundos, estaban
apartados del poder y eran meros servidores de los primeros.
4.3.
Cultura.
Los musulmanes,
durante el primer siglo de la expansión, no pudieron ocuparse de asuntos
relacionados con la cultura, aunque en ese tiempo ya se extendió la lengua
árabe como idioma oficial y como elemento unificador que tendría gran
importancia para el posterior desarrollo de la propia cultura musulmana.
Tras el proceso expansivo y una vez que se entró en
contacto con las poblaciones indígenas, los primeros musulmanes pronto
comenzaron a sentirse interesados por los conocimientos de los pueblos recién
convertidos al Islam de los que tomarían muchas cosas.
Dado que las conquistas musulmanas ocuparon tierras en
las que se encontraban importantes focos culturales herederos del saber
antiguo, sobre todo griego, persa e hindú, pronto surgieron en las ciudades
centros de estudio y bibliotecas en las que se acumulaban textos de las más
variadas lenguas y entre los que destacaban, en siriaco, los de filosofía
griega.
Carentes de un pensamiento filosófico propio, los
musulmanes se sintieron interesados en buscar fundamentos para su propio mundo
cultural. Así se tradujeron al árabe y se copiaron cientos de obras que pronto
fueron comentadas y que con el tiempo darían lugar a un pensamiento original.
En todo este proceso fue importantísimo el hecho de
que desde China se importara la técnica de la fabricación de papel (ya en el
año 751 se instaló una fábrica de papel en Samarcanda), pues eso permitió que
el número de libros aumentara (el papiro y el pergamino resultaban mucho más
caros que el papel) y que la cultura tuviera una más rápida difusión.
Bibliotecas como las de Bagdad, El Cairo, Córdoba o Toledo llegaron a ser famosas.
Por todas estas circunstancias y porque el Imperio
musulmán, con el árabe como lengua común, pronto ofreció un enorme marco en el
que los hombres de ciencia y del pensamiento pudieron moverse y entrar en
contacto unos con otros en un proceso de enriquecimiento cultural, la cultura
musulmana alcanzó su máximo esplendor entre los siglos IX y XI.
Desde el punto de vista de la filosofía, los
musulmanes, aunque conocieron en profundidad el pensamiento platónico, fueron
seguidores de Aristóteles. Ello se explica fácilmente si se tiene en cuenta que
el mundo de las ideas de Platón encajaba mal con el carácter racionalista y
experimentador del pensamiento musulmán. Por otro lado, el mundo real del
aristotelismo era imprescindible para la concepción terrenal del paraíso del
Corán.
El más importante filósofo árabe oriental fue Avicena (980-1037) partidario del
aristotelismo, que debió conocer a través de Al-Farabi, otro filósofo anterior
que pretendió armonizar Aristóteles con Platón. Avicena dedicó sus esfuerzos a eliminar
del aristotelismo los elementos neoplatónicos y su obra marcó una profunda
influencia posterior. Fue también médico y, como tal, escribió un Canon de la
Medicina que se enseñó en las universidades europeas durante varios siglos.
Ibn Sina o Avicena |
Averroes |
El legado
cultural de la antigüedad griega se había ido desplazando hacia Oriente desde
los últimos siglos del Imperio romano. Tras las invasiones germánicas y los
conflictos internos del Imperio bizantino, esa riqueza cultural pudo haber
quedado definitivamente separada del occidente europeo, de no haber sido
rescatada y transmitida por el mundo musulmán.
Una vez traducidas al árabe cientos de obras
filosóficas y científicas de autores como Aristóteles, Hipócrates, Galeno,
Euclides o Ptolomeo, pronto llegaron a aquellos lugares en los que la
civilización musulmana estaba más en contacto con el occidente cristiano, es
decir, Al-Ándalus y Sicilia. El proceso de reconquista y la fuerte población
mozárabe (cristiana) que vivía en territorios musulmanes, hizo que el contacto
entre las dos culturas fuera particularmente intenso en España.
De ese modo, ya en el siglo XI, se produjeron los
primeros intercambios culturales entre Córdoba y los reinos cristianos, pero
fue, sobre todo, a comienzos del siglo XII cuando surgió en Toledo una
importantísima Escuela de Traductores que se encargó de trasvasar del árabe al
latín gran parte del saber antiguo. Allí se reunieron hombres de ciencia para
estudiar y traducir y aún en el siglo XIII, en época de Alfonso X "El
Sabio", la fama de este centro perduraba.
También otras ciudades españolas crearon centros de
traducción (Barcelona, Pamplona, etc.) pero sin alcanzar la importancia de
Toledo.
Sicilia y el sur de Italia también fueron puente entre
el saber transmitido por los musulmanes y los estudiosos europeos.
De toda la labor traductora, tanto española como
italiana, debe destacarse la importancia de los escritos aristotélicos, pues
habrían de condicionar toda la filosofía occidental de la Edad Media.