UD 9- EL SIGLO XVII. ABSOLUTISMO Y BARROCO.

EL SIGLO XVII. ABSOLUTISMO Y BARROCO

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Felipe IV, a caballo,  pintado por Diego de Velázquez en 1634. Museo del Prado de Madrid

1.    La Edad Moderna. el absolutismo.


Luis XIV de Francia, "el Rey Sol".

El sistema político predominante en la Edad Moderna será el absolutismo. Los monarcas europeos acabaran por imponer su autoridad en solitario frente a la nobleza e Iglesia, con los que llevan compitiendo por el mismo desde la Edad Media, pondrán fin al sistema feudal y sentarán las bases para un nuevo orden político-económico: el auge de las ciudades, el afianzamiento de los burgueses y el triunfo del capitalismo.

El rey, en el absolutismo, es la encarnación de todos los poderes del Estado: dicta las leyes (poder legislativo), ordena su ejecución (poder ejecutivo) y juzga según las leyes que el mismo ha elaborado (poder judicial). Todas las personas que viven en su reino se convierten en sus súbditos y están sometidos a su autoridad real, mandato que procedía directamente de Dios (se consideraba que la monarquía tenía un origen divino). El monarca no se sometía a ningún control y no compartía su poder con nadie.

1.1.    Causas de la aparición del absolutismo.

La monarquía autoritaria como modelo político de transición entre la monarquía feudal y la monarquía absolutista, fue el cambio político esencial con el que se finaliza la Edad Media y comienza la Edad Moderna, y que hay que incluir entre los cambios introducidos en este tiempo. Los reyes, cuyo poder había estado limitado por la nobleza durante la Edad Media, habían luchado por reunir en sus manos el máximo poder posible y para finales del siglo XV o comienzos del XVI algunas monarquías consiguieron reunir mucho poder, son las que se denominan autoritarias.

Isabel I de Castilla, "la Católica".

La monarquía autoritaria podría definirse como aquella en la que el rey detenta el poder político, aunque tiene que mantener los privilegios de algunos grupos, no de la nobleza pero sí de la burguesía, enriquecida por el comercio y base del poder económico de los reyes. El fortalecimiento del poder lo consiguieron a través de cambios en la política interior como la creación de ejércitos permanentes, de mercenarios a sueldo, y la utilización de la artillería, una organización administrativa burocrática y una hacienda para controlar ingresos y gastos del reino; las medidas de política exterior se centraron en el establecimiento de relaciones diplomáticas beneficiosas para los países aliados, que les permitían hacerse fuertes y enfrentarse de manera conjunta a los enemigos.

Buenos ejemplos de monarquías autoritarias son las de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos en Castilla y Aragón, Luis XI en Francia y Enrique VIII en Inglaterra.

Enrique VIII, rey de Inglaterra.

La monarquía autoritaria evolucionará hacia la monarquía absoluta. Este nuevo sistema político creará una nueva forma de gobierno, en la que el monarca (como su propio nombre indica) ostentará todos los poderes de manera absoluta. Aquí no habrá división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), y aunque la administración de la justicia pueda tener una autonomía relativa en relación al rey, el monarca absoluto puede cambiar las decisiones. Este tipo de monarquía tiene 4 características básicas:

* La autoridad del monarca provenía directamente de Dios.
* El poder del rey era absoluto y constituía la encarnación misma del Estado.
* Para gobernar, el monarca estaba auxiliado por ministros, consejeros, y secretarios.
* El poder real estaba restringido por la ley divina, el derecho natural y las limitaciones que imponían los Parlamentos o Cortes. 

Fernando II de Aragón "el Católico".

Las principales causas por las que surgió el absolutismo fueron diversas: 

Políticas: Decadencia del  feudalismo como consecuencia de un mayor auge de las ciudades y con ello, la emergencia de los burgueses que comienzan a pagar a los monarcas para gobernarse al margen de la nobleza y clero feudales. Con ese dinero, los reyes, ahora podrán permitirse pagar un ejército leal al margen de los señores del sistema feudal y a los que acaban por imponerse. 

Económicas: Una mayor estabilidad interna permitió un incremento de la riqueza, fundamentalmente del intercambio comercial, los burgueses pagaran por esa estabilidad y garantizar la seguridad de sus negocios. 

Sociales: Los abusos cometidos en la Edad Media por parte de nobles y clérigos  hacia campesinos y burgueses hará que estos últimos apoyen a la monarquía absoluta como una manera de proteger sus intereses.

En el absolutismo está el germen del Estado moderno. 

1.2.    Instrumentos del absolutismo.

El absolutismo, para fortalecer su poder y los reyes convertirse en monarcas todopoderosos se sirvieron de diversos elementos:

Organizaron un ejército permanente, dependiente y financiado por el monarca y que además estaba al frente del mismo.

Batalla de Crecy (1346), considera como la última batalla de la edad de la caballería y primera de la Edad Moderna. Guerra de los Cien Años.

Crearon una Hacienda Real, para cobrar los impuestos imprescindibles para el sostenimiento del nuevo sistema de gobierno.

Establecimiento de una burocracia con funcionarios que trabajan al servicio de la monarquía, que es la encarnación del Estado.

Constitución de un cuerpo diplomático para relacionarse con otras cortes o Estados. Las alianzas y las relaciones entre monarcas serán de vital importancia en este periodo para el desarrollo de cada país.

La corte del rey dejará de ser itinerante. Los monarcas dejarán de ir de castillo en castillo y se establecerán en alguna de las ciudades más importantes de su reino. Se construirán fastuosos palacios como símbolo de su poder.

Y finalmente, unificarán su territorio en una única nación. El rey manda en todas las tierras y gentes de su reino, independientemente que sus dueños sean los nobles y la Iglesia.

Todas estas medidas son el origen del Estado moderno. 



6.    La formación de los estados autoritarios.

En el siglo XV los reyes forzaron su poder y se asentaron las monarquías autoritarias, esto supuso el primer paso hacia el absolutismo.


6.1.    La Francia de Luis XI.

Luis XI de Francia, el Prudente.

En 1453, finalizada la Guerra de los Cien Años (en realidad duró 116 años, de 1337 a 1453) entre Inglaterra y Francia, Luis XI (apodado el Prudente) impulsó la monarquía autoritaria, centralista y absoluta en Francia, fortaleciendo así la autoridad real frente a la nobleza y el clero. Para lograrlo, impulsó la alianza entre la pequeña nobleza y la burguesía y no dudó en utilizar la traición, la corrupción, la guerra o las intrigas para conseguir sus objetivos. Expandió el dominio territorial francés e impulsó las actividades industriales y comerciales para un mayor crecimiento económico de su país.

6.2.    Enrique VIII de Inglaterra.

Enrique VIII de Inglaterra.

En el siglo XV, Inglaterra se verá envuelta en una sangrienta guerra civil: la Guerra de las Dos Rosas. Las familias nobles de la casa de York y la de los Lancaster, se enfrentaran por ocupar el trono real. Este conflicto debilitará gravemente a la nobleza inglesa, circunstancia que aprovecharan los monarcas para fortalecer la autoridad real, especialmente Enrique VIII. Con el auxilio de un consejo privado, impulsó su autoridad en todo el territorio. Enrique VIII incrementará los ingresos de la Hacienda Real, reforzará la seguridad de su país y tras un enfrentamiento con el papa Clemente VII, romperá con el catolicismo y creará la Iglesia anglicana.


7.    El auge del absolutismo: la lucha por el dominio de Europa.

El absolutismo llegará su máximo esplendor entre los siglos XVI y XVIII. Los reyes, una vez logrado imponer su poder y voluntad en el interior de sus reinos, pasaran a enfrentarse con el resto de países por extender sus dominios.

7.1.    La Francia de los Borbones.

En el siglo XVIII, Francia relevará a España como nación dominante en Europa. Luis XIV será el impulsor de la monarquía absoluta, con el que Francia alcanzará su máximo esplendor y modelo a imitar por el resto de las monarquías europeas. El monarca concentrará todo los poderes en su persona, como quedaba patente en su lema: El Estado soy yo (L'État, c'est moi). Sus decisiones son órdenes que no admiten discusión alguna.

Luis XIV, el Rey Sol. Obra de Hyacinthe Rigaud.

Luis XIV apoyará su gobierno en una extensa y eficaz administración burocrática que trabajaba a su servicio, así como un ejército permanente y fiel. Establecerá un cuerpo diplomático encargado de defender los intereses de la corona francesa en el resto de las cortes europeas.

La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) convertirá a Francia en una gran potencia europea. En este conflicto se enfrentaron España y Austria (católicas), contra Inglaterra, Provincias Unidas (Países Bajos), Suecia y Dinamarca (protestantes). Francia, aunque era católica, se unirá al bando protestante con el fin de debilitar a la potente España de ese momento. Las paces de Westfalia y de los Pirineos pondrán fin a la guerra y supondrá la derrota de España, su final como potencia hegemónica en Europa y la consolidación del poder francés. 


7.2.    Gran Bretaña y la monarquía parlamentaria. 

A diferencia del modelo absolutista francés, dominante en prácticamente toda Europa, en Inglaterra se implantará la monarquía parlamentaria.

Retrato de Carlos I de Inglaterra, obra de Anthony Van Dyck

El rey Carlos I de Inglaterra, intentó imponer una monarquía absoluta y limitar los poderes del Parlamento. A este periodo se le conoce como los Once años de la Tiranía. La sublevación de los parlamentarios, dirigidos por Oliver Cromwell, pondrá fin a su reinado tras su juicio y decapitación por traición. La monarquía será suprimida y se proclamara la república en 1649.

Retrato de Oliver Cromwell, obra de Robert Walker.

En el año 1660, se producirá la restauración de la monarquía en la persona de Carlos II. Su sucesor, Jacobo II, será nuevamente expulsado del trono por una nueva revolución, llamada la Revolución Gloriosa (1688). El parlamente ofrecerá el trono a un nuevo rey, Guillermo III, a cambio de la aceptación de la Carta de derechos o Declaración de Derechos (Bill of Rights).

En este documento, Inglaterra quedará definitivamente gobernada por una monarquía parlamentaria. El poder de los monarcas estará sujetos al control del Parlamento, que ahora tendrá amplios poderes y cuyos miembros serán designados mediante una elección.

 EL BARROCO

Éxtasis de Santa Teresa. Gian Lorenzo Bernini
El término ‘barroco’ suele designar el estilo artístico que floreció en Europa entre finales del siglo XVI y mediados del siglo XVIII.


El barroco se desarrolla en el contexto histórico siguiente: después de proceso de reformas religiosas, acaecido en el siglo XVI, la iglesia católica había perdido mucho espacio e influencia. Todavía, los católicos siguieron dominando el escenario político, económico y religioso en Europa. El arte barroco surge en este contexto y expresa todo el contraste de este período: espiritualidad y teocentrismo de la edad media con el racionalismo y el antropocentrismo del renacimiento.

Los artistas barrocos fueron patrocinados por los monarcas, burgueses y clérigos. Los trabajos de pintura y escultura de este periodo son artificiosos, particulares y expresivos (exaltando las emociones de la vida y del ser humano).

La palabra barroco tiene un significado que representa bien las características de este estilo. Significa ‘perla irregular’ o ‘deformado’ y perla representa peyorativamente la idea de irregularidad.

El Triunfo de la Divinidad, obra de Pietro da Cortona
 La aparición de los ideales barrocos parece estar estrechamente vinculado a la Contrarreforma que sometió el arte a los intereses de la Iglesia Católica.
A pesar de ser un estilo internacional, su mayor auge se produjo en países como como Italia, España y Austria, no ejerciendo influencia entre los países protestantes como Inglaterra.
Por otra parte, el barroco presenta características regionales en los diferentes países en que se desarrolló. La personalidad fuerte de algunos artistas del periodo también es un gran diferencia dentro de ese estilo artístico que dejaba campo abierto a la subjetividad.
Sus principales características son la teatralidad de las obras, el dinamismo, el tiempo, el conflicto dualista y el fuerte apelo emocional. La pintura, la escultura y la arquitectura se integran en un mismo espacio.
En busca de la emoción, para provocar al espectador, el artista utiliza escenarios donde la naturaleza contiene mayor significado que en otros periodos anteriores.

Retablo churrigueresco del Convento de San Esteban de Salamanca.
El artista para lograr estos efectos principalmente hace uso de colores, texturas, iluminación y sombras, curvas y diagonales, así como el dominio de uso del espacio. Los temas sacados de la vida mística y la cotidianeidad son frecuentes. El claroscuro (uso de luces y sombras) y los contrastes son elementos recurrentes en la producción pictórica.
La cuestión de la armonía es también importante para el barroco. Sin embargo, se ve diferente a cualquier obra del Renacimiento. En el Renacimiento, la armonía del conjunto fue asegurado por todos los detalles de la obra en perfecto equilibrio, cada detalle por separado como un todo armónico.
En general, el barroco es un rebelde clásico. El Barroco nació en Italia, aprovechando algunos elementos renacentistas y transformarlos con una nueva concepción que rivaliza la razón con la fe, la materia con el espíritu y lo terrenal con lo celestial.
El barroco está inspirado también, en cierto sentido, en la arquitectura clásica. Sin embargo la ausencia de normas y la tendencia a lo grotesco lo distinguen radicalmente.
A pesar de utilizar de formas naturalistas, no puede decirse que es una mera continuación del Renacimiento. El artista tenía fuerte influencia religiosa.

Las Meninas, obra de Diego Velázquez
España fue uno de los países que desarrollaron este estilo con propagación en toda Europa. También es importante el hecho de que el mecenazgo sería concentrado en la aristocracia.
El hombre barroco es un ser dividido, atormentado, lleno de energía y muy místico. Los artistas de la época de países católicos expresan sus creencias espirituales en sus obras. Un buen ejemplo es la figura del Bernini. Sin embargo, Rubens es considerado uno de los máximos exponentes del movimiento. El italiano Caravaggio es también muy importante en el movimiento, con influencia en varios lugares de Europa. 

Las Tres Gracias, obra Peter Paul Rubens. Museo Nacional del Prado, Madrid
Características generales. 
1) El arte de la Contrarreforma expresa la destrucción de la armonía social aristocrática-burguesa a través de las guerras religiosas. Los jesuitas, que surgen en este periodo, combaten a los protestantes e implantan su implacable doctrina teocéntrica (Dios como centro de todo).
2) El conflicto entre el cuerpo y el alma. Divide los placeres renacentistas y terrenales con el fervor religioso. El hombre barroco oscila entre la celebración del cuerpo y el mundo mundano y el pecado, el pecado y la gracia divina.
3) Pesimismo por el devenir. La vida es corta, la vida es un sueño, vivir es ir muriendo lentamente. Aguda conciencia de la fugacidad de la existencia y el paso del tiempo.
4) Lenguaje ornamental. Complejo, entendido como un juego verbal, lleno de antítesis, inversiones, metáforas, alegorías, paradojas, con un sentido falto de claridad. Es un estilo complicado que refleja los conflictos internos del hombre barroco. 

9.1.    Arquitectura. 

Fachada de la catedral de Santiago de Compostela
En la arquitectura barroca, los conceptos de volumen y simetría vigentes en el renacimiento son reemplazados por el dinamismo y la teatralidad. El producto de este nuevo modo de diseñar los espacios es una edificación de proporciones ciclópeas en la que, más que la exactitud de la geometría, prima la superposición de planos y volúmenes, un recurso tendente a lograr diferentes efectos ópticos y contrastes cromáticos y lumínicos, tanto en las fachadas como en el diseño de los interiores. Hay que añadir, además, el interés por el movimiento, el papel destacado de la decoración, etc.

Las proporciones antropomórficas de las columnas renacentistas se vieron duplicadas, orden gigante, para poder recorrer ininterrumpidamente las nuevas fachadas de doble planta, siguiendo los primeros arquitectos barrocos, como Maderno, el modelo de la fachada de la Iglesia del Gesú de Roma, de Giacomo della Porta.
A partir de 1630, comienzan a proliferar las plantas elípticas y ovaladas de menores dimensiones, lo que pronto se convertiría en uno de los rasgos arquitectónicos típicos del barroco. Son las iglesias de Bernini y Borromini, en las que las formas redondeadas reemplazaron a las anguladas, y los muros parecen curvarse de adentro hacia afuera y viceversa, en sucesión cóncava y convexa, dotando al conjunto de un fuerte dinamismo.
Con respecto a la arquitectura palaciega, el palacio barroco se halla organizado en tres plantas y en lugar de concentrarse en un sólo bloque cúbico, como el renacentista, parece extenderse ilimitadamente, en varias alas, sobre el paisaje, en una repetición interminable de columnas y ventanas. El más emblemático es el Palacio de Versalles, del arquitecto francés Mansart. 
Arquitectura barroca en Italia 
El centro de la arquitectura barroca italiana será la ciudad de Roma, donde se producen grandes trasformaciones urbanas mediante trasformaciones ornamentales, que consisten en el embellecimiento de la ciudad mediante grandes fachadas, fuentes, arquitecturas efímeras, etc. 

Carlo Maderno:

Fachada de la Basílica de San Pedro (Ciudad del Vaticano), diseñada por Carlo Maderno.
Maderno es uno de los más importantes arquitectos del periodo de transición, durante las primeras décadas del barroco romano, destacando entre sus obras las siguientes:

  • La Iglesia de Santa Susana: Su fachada tipológicamente responde al tipo que puso de moda la Compañía de Jesús con la de la Iglesia del Gesú de Roma, realizada por Giacomo della Porta.
  • San Pedro del Vaticano: Prolonga la planta de la cruz griega por la parte de los pies, llegando así a un compromiso entre el tipo de cruz latina y el de cruz griega y levanta una gran fachada, baja para así admirar la cúpula de Miguel Ángel, desarrollándose longitudinalmente y no en altura, pese a la gran monumentalidad de sus columnas y pilastras corintias de orden gigante; como remate un frontón central y ático coronado por estatuas.
Gian Lorenzo Bernini: 

Baldaquino de la Basílica de San Pedro. Ciudad del Vaticano

En el Barroco pleno, entre 1630 y 1680, encontramos a los arquitectos más conocidos.

Bernini se inspira en Miguel Ángel y en la Roma antigua, pero con criterios de teatralidad, escenográficos y urbanos. Su arquitectura será sencilla, pero de gran monumentalidad y criterio escenográfico, multiplicando el dinamismo y la decoración.

Sus principales obras arquitectónicas son:

  • Baldaquino de San Pedro del Vaticano: Manifiesto en bronce de la estética barroca sobre la tumba del apóstol, de 29 metros de altura, recargado con abundantes elementos decorativos, tratamiento distinto y rupturista de los órdenes clásicos, cuatro columnas salomónicas con capitel de orden compuesto sostienen un entablamento ondulado, coronado por un dosel, decorado con figuras de ángeles y niños, sobre el que se  alzan cuatro volutas que convergen en el globo terráqueo que sostiene una cruz.
  • Columnata de la Plaza de San Pedro del Vaticano: De planta con dos tramos, uno trapezoidal y otro ovalado, contribuyendo con su perspectiva a empujar hacia el fondo la fachada del templo; todo el conjunto está rodeado por cuatro filas de columnas de orden colosal. La plaza que se forma es concebida como una gran atrio destinado a la celebración de ceremonias masivas, dotándola de una gran teatralidad y la escenografía.
  • Iglesia de San Andrés en el Quirinal: De planta elíptica, al igual que la cúpula, con el eje mayor paralelo a la puerta, en la fachada un pórtico con un entablamento curvo, convexo, y volutas que sostienen el escudo de la familia papal.
  • Fuente de los Cuatro Ríos: se encuentra en la Piazza Navona de Roma y se compone de una base formada de una gran piscina elíptica, coronada en su centro de una gran mole de mármol, sobre la cual se eleva un obelisco; las estatuas que componen la fuente son alegorías de los cuatro ríos principales de La Tierra (Nilo, Ganges, Danubio, Río de la Plata); además árboles y plantas emergen del agua entre rocas.

Francesco Borromini: 

Fachada de San Carlo alle Quattro Fontane, Roma.

Lleva hasta sus últimos extremos el dinamismo en la arquitectura barroca. Fue precursor de las plantas en elipse, fachadas teatrales, en las que a los elementos cóncavos, corresponden otros convexos, por ejemplo en la correspondencia entre fachada y cúpula, etc.

Sus principales obras arquitectónicas son:

  • Iglesia de San Carlo alle Quatro Fontane en Roma: De planta elíptica y capillas radiales, utiliza el muro curvo con elementos cóncavo-convexos, cubriendo el conjunto con una cúpula oval. La fachada, muy dinámica, está dividida en dos cuerpos con columnas y profundas hornacinas con estatuas, rematada en la parte superior con una balaustrada y un gran medallón oval, provocando fuertes efectos lumínicos.
  • Iglesia de San Ivo della Sapienza en Roma: Constantes entrantes y salientes, abriendo a un espacio central poligonal alternativamente tramos cóncavos y convexos. Destaca la cúpula, también con unos tramos cóncavos y otros convexos y de enorme sentido ascensional.
  • Oratorio de los Filipenses en Roma: Fachada curva cóncava, excepto en el centro que sobresale en el primer piso y se rehunde en un profundo nicho en el segundo, rematando la parte superior con un frontón mixtilíneo.           

Pietro da Cortona:

Fachada de Santa María de la Paz, Roma

Discípulo de Bernini, aunque tiene un lenguaje más sereno. Construye:

  • Iglesia de los santos Lucas y Martina de Roma: De planta cruz griega y alzado muy esbelto, la fachada se curva hacia fuera, relacionándose bien con el perfil de la cúpula, también convexo.
  • Fachada de Santa María de la Paz en Roma: Destaca su pórtico bajo columnado semicircular, avanzando hacia el centro de la plaza, por lo que logra un gran efecto de claroscuro.  

Baldassare Longhena:

Santa María de la Salud, Venecia

Trabaja en Venecia, donde construye:

  • Santa María de la Salud de Venecia: Obra maestra de diseño escenográfico, de planta central con deambulatorio y una amplia cúpula anclada mediante enormes volutas barrocas a su base octogonal.
  • Palacio Pésaro de Venecia: Sobre el canal, con un basamento con fuerte almohadillado y abundante decoración en los dos pisos superiores.

Guarino Guarini:

Cúpula de la Capilla del Santo Sudario, Turín

Es otro de los grandes arquitectos del período. Trabaja, sobre todo, en Turín, donde realiza obras como:

  • Palacio Carignano de Turín: El cuerpo principal y las alas laterales forman una composición ondulante típicamente barroca y de suprema elegancia. Todo el edificio es de ladrillo cocido, con la decoración tallada a base de estrellas y otros motivos de acusada personalidad e inventiva.
  • Capilla del Santo Sudario de Turín: Sobre una base circular y cubierta por una cúpula cónica de base octogonal, compuesta por nervaduras segmentadas que se traman imitando las labores de cestería.

Fillippo Juvara: 

Palacio de la Granja de San Ildefonso. Segovia (Castilla-León)

En el siglo XVIII el Barroco evoluciona en dos direcciones, por un lado se evoluciona hacia la exuberancia decorativa del Rococó, y por otro existe un retorno a la simplicidad del siglo XVI, que prepara el Neoclásico. Juvara, cansado de los mayores excesos del Barroco, es el mejor representante de este último Barroco tardío y sereno, siendo un auténtico precursor del neoclasicismo. Entre sus obras destacan:

  • Basílica Superga de Turín: De planta central, un octógono irregular cubierto con un gran cúpula sobre tambor, precedida de un pórtico tetrástilo clásico con frontón.
  • Fachada del palacio Madama de Turín: Estructura la fachada a partir de un alto zócalo almohadillado, sobre el un orden colosal e columnas y pilastras corintias rematándola con una balaustrada con estatuas.
  • Palacio de la Granja de San Ildefonso: en 1735 el arquitecto recibió una invitación del rey borbón de España, Felipe V, para quien realizo la fachada y proyectó el nuevo Palacio Real de Madrid, ejecutado después de la muerte de Juvara por Giovanni Battista Sacchetti.

Arquitectura barroca en Francia. 

Palacio de Versalles. Francia

En Francia las artes se pusieron al servicio del sistema político mediante la organización de las Academias, que controlaban el desarrollo literario y artístico. El proteccionismo estatal sustituyó al mecenazgo renacentista, lo que fomentó un arte clasicista en el que domina la monumentalidad y la grandeza, sobre todo en la construcción de palacios, que se situó a la cabeza de la producción arquitectónica del Barroco en Francia.

  • Palacio de Versalles: El arquitecto Le Vau, al que reemplazó Mansart, el decorador Le Brun y el diseñador de jardines Le Nôtre convirtieron Versalles en el prototipo de los futuros palacios europeos del siglo XVIII, que tendrá su máxima eclosión en Italia y España con Juvara; al exterior es majestuoso y de relativa pureza clásica, pero en oposición a esto la suntuosidad de espejos y decorados dominan en el interior.
  • Iglesia de los Inválidos de París, de Mansart: A la monumentalidad del conjunto de Los Inválidos agregó Mansart esta capilla, que representa el triunfo del clasicismo francés frente al barroco romano; la monumentalidad de los dos cuerpos horizontales es contrarrestada por la sensación de verticalidad de la elegante cúpula sostenida por doble tambor.

Arquitectura barroca en España. 

En España el Barroco coincide con el período cultural que se ha denominado el Siglo de Oro. Es un período de máximo desarrollo de las letras y las artes, que contrasta con la profunda y compleja crisis política, social y económica que se vive en España.

En la arquitectura barroca española se observa una mezcla de ornamentación y sobriedad, alternándose en un mismo edificio tramos muy barrocos, de abundante y complicada decoración, con otros paramentos completamente lisos, en los que sobresale la claridad de los esquemas constructivos. Además, la arquitectura barroca española se caracteriza por no modificar substancialmente las plantas ni los muros, al contrario de lo visto en Italia, y por la utilización de materiales pobres, salvo en algunas fachadas donde sí se utiliza la piedra.

Distinguimos tres períodos-estilos en la arquitectura barroca española: el primero abarcaría hasta el segundo tercio del S. XVII, se vivirá todavía la influencia herreriana, con plantas renacentistas de gran sobriedad decorativa; el segundo periodo abarcaría el siglo XVII y se prolonga también al XVIII en algunos casos, caracterizándose por el abandono de la austeridad herreriana y el enriquecimiento de la decoración; el último periodo, que se desarrolla también a lo largo del siglo XVIII, se caracteriza por reunir un grupo de construcciones en el que se mezclan las influencias italianas y francesas, sin ninguna conexión con el estilo del periodo anterior. 

El inicio de la arquitectura barroca en España: Juan Gómez de Mora.

Vista de la Casa de la Panadería en la Plaza Mayor de Madrid.

En este arquitecto aún observamos la herencia e influencia de la arquitectura herreriana, sobre todo en sus primeras obras, donde destaca principalmente la sobriedad y el clasicismo:

  • Iglesia del Convento de la Encarnación de Madrid: obra sencilla y serena, de fachada de composición clara, enmarcada por dos pilastras de orden colosal, con frontón, bolas escurialenses, etc.
  • Palacio de Santa Cruz de Madrid: solamente en piedra la parte central de la fachada y las ventanas; el panel central es de gran monumentalidad y está decorado con elementos clásicos usados ya con un movimiento y un ritmo más barrocos.
  • La Plaza Mayor de Madrid: con su estructura cerrada, rodeada de pórticos para los tenderos y de balcones para las fiestas, siguiendo el estilo herreriano de formas austeras, sobrias y geométricas.
  • Obra suya es también el proyecto de la Cárcel de Corte o Casa de la Villa de Madrid, de parecidas características y modificado con posterioridad.   

La plenitud del barroco castellano

A.-) Los Churriguera: 

Plaza Mayor. Salamanca (Castilla-León)

José, Joaquín y Alberto de Churriguera fueron una familia de arquitectos barrocos cuyo apellido se en convertido en sinónimo de la multiplicidad de ornatos y descoyuntamiento de los elementos arquitectónicos tradicionales (el término “churrigueresco”).

Sin embargo estas características plenamente barrocas aparecen solamente en sus retablos, ya que son más conservadores en sus obras propiamente arquitectónicas, donde la decoración se concentra exclusivamente en algunas zonas del edificio.

  • Retablo de San Esteban de Salamanca: José Benito de Churriguera emplea en una estructura arquitectónica aún reconocible con elementos barrocos, como columnas salomónicas de orden gigante, los perfiles curvados, la ruptura de los elementos clásicos, etc.
  • Plaza Mayor de Salamanca: Ejemplo de la arquitectura de Alberto de Churriguera, que sigue la traza de la Plaza Mayor de Madrid, de Gómez de Mora, aunque con una mayor presencia de elementos decorativos.


B.-) Pedro de Ribera: 

Fachada del Antiguo Hospicio de Madrid

El más importante arquitecto español de todo el barroco por su gran imaginación.

Centra casi todos los elementos decorativos en sus estrechas fachadas, que contrastan con la austeridad del resto del muro, utilizando los elementos ornamentales del vocabulario churrigueresco:

  • Antiguo Hospicio de Madrid: mezcla en la fachada ladrillo y piedra, material usado para la decoración que enmarca la puerta, lugar donde rompe incluso la cornisa; la ornamentación es original y alejada de los esquemas clásicos: estípites, entablamentos curvados, cortinajes pétreos, flores, guirnaldas, lazos, vanos ovales, etc.

C.-) Narciso Tomé: 

Transparente de la Catedral de Toledo.

Su obra cumbre, síntesis del ideal de la arquitectura barroca del final del barroco, donde pretende una integración total de las tres artes plásticas, fue:

  • Transparente de la Catedral de Toledo: situado en la girola, se caracteriza por su teatralidad y escenografía puramente barrocas, por el acentuado dinamismo de la composición y por la bicromía de los materiales en los que está realizado, bronce y mármol.  

Arquitectura barroca en Andalucía

A.-) Alonso Cano: 

Fachada de la Catedral de Granada

Inicia el segundo periodo de la arquitectura barroca española que mencionamos en la introducción,  realiza:

  • Fachada de la Catedral de Granada: Con tres arcos que medio punto, que cubren el paramento  rehundido,  formado por dos cuerpos, el inferior con puerta de arco de medio punto y óculo, y el superior con óculos, utilizando pilastras de orden gigante y medallones como elementos decorativos.

B.-) Leonardo de Figueroa: 

Fachada del Colegio de San tTelmo, Sevilla

Arquitecto cuya obra es una síntesis de lo árabe, el plateresco y el barroco; trabajó principalmente en Sevilla:

  • Colegio de San Telmo de Sevilla: espléndida fachada barroca en la que destaca la portada, de desarrollo vertical y realizada en piedra, contrastando con las alas horizontales y construidas en ladrillo.
  • Iglesia de San Luis de los Franceses de Sevilla: su obra maestra construida a partir de 1691, presenta la novedad de ser de planta central de cruz griega con ábsides semicirculares en los ejes, la fachada es de dos cuerpos y esta profusamente decorada, como un retablo, alternando la piedra y el ladrillo como materiales de construcción.          

C.-) Francisco Hurtado: 

Sagrario de la Cartuja de Granada

En sus obras funde arquitectura, escultura y pintura, mediante una decoración desbordante realizada con mármoles de distintos colores, constantes entrantes y salientes, abundancia de esculturas y motivos decorativos de todo tipo, empleo de ventanas y tabernáculos en sus composiciones, etc.
  • Sagrario de la Cartuja de Granada: Con una exuberante decoración a base de líneas curvas y quebradas.

Arquitectura barroca en Galicia: Fernando Casas Novoa. 

Entre sus obras sobresale la Fachada del Obradoiro de la Catedral de Santiago de Compostela: gigantesco arco de triunfo entre dos torres, del que destacan la abundancia de elementos curvados, la sensación de ascenso y el empleo de grandes ventanales como en el estilo gótico. 

Arquitectura palaciega en España. 

Palacio Real de Madrid

Durante el barroco se construyeron en España las grandes residencias de los borbones, encargos que cayeron en manos de arquitectos extranjeros. Estos edificios, Palacio de Aranjuez, Palacio de San Ildefonso en La Granja y Palacio Real de Madrid, son de estructura más clara y clásica, no apareciendo en ellos el recargamiento ornamental que hemos visto en otro tipo de obras.

  • El Palacio Real de Madrid: Juan Bautista Sachetti  modificó el proyecto de Juvara para el Palacio Real de Madrid, comenzado en 1734, reduciendo sus dimensiones y aumentando su altura, un cuerpo sirve de basamento, en forma de alto zócalo almohadillado  y  en el cuerpo principal con dos pisos de ventanas  se alternan columnas y pilastras de orden gigante, coronándose el edificio con una balaustrada. De planta cuadrada, con salientes en los ángulos, gran patio central y un saliente en la fachada posterior correspondiente a la capilla.

9.2.    Escultura barroca.
La estatuaria barroca cumplió un papel muy importante en la decoración arquitectónica tanto interna como externa.
A diferencia de las equilibradas y axiales esculturas del renacimiento, parecen posarse vivas sobre la base de piedra, prestas a salir de ella en cualquier momento.
Los rostros sufren, se esfuerzan, apretando los labios o abriéndolos para gemir, los músculos se encuentran en tensión y las venas parecen latir bajo la piel, incluso cabellos y barbas, despeinados, plasman un estado de ánimo.

Cristo yacente de Gregorio Fernández (1634). Iglesia de San Miguel y San Julián, Valladolid. (Castilla-León)

El movimiento se convierte en una auténtica obsesión de los escultores barrocos, captando siempre en plena acción, hacia afuera, mediante composiciones abiertas en las que ropajes y miembros se proyectan violentamente hacia el exterior, en las que desaparece la simetría, en las que predominan las líneas sesgadas y los escorzos, en las que se multiplican los pliegues, los contrastes lumínicos, los puntos de vista, etc.
Por doquier aparecen ángeles y arcángeles, santos y vírgenes, dioses paganos y héroes míticos, agitándose en las aguas de las fuentes o asomándose de sus nichos en las fachadas, cuando no sostienen una viga o están en los altares.
Los materiales que mejor expresaban estos sentimientos eran el mármol blanco y el bronce. 

Detalle del rostro de David, obra de Bernini (1623-1624)
El deseo de fuerza, de monumentalidad y también de expresión que presenta la arquitectura barroca, y el impulso naturalista de la pintura, también se dan en la escultura. Las características serían:
  • Búsqueda del movimiento. Ello supone emplear esquemas compositivos libres, no geométricos, con la representación de personajes y escenas no quietos, en donde los ropajes juegan un papel muy importante (como ya sucediera en el Manierismo). Los ropajes que envuelven a los personajes se agitan no sólo cuando éstos están en movimiento, sino incluso cuando están parados (como en la Beata Albertoni). Son ropas anchas, hinchadas, desordenadas, que permiten juegos violentos de luz y sombra, enfatizan los gestos dramáticos de los personajes. 
  • La elección de temas suele así responder a un instante en el que las figuras se encuentran en una posición inestable. Con esta predilección se explica el éxito que tuvo la representación del cuerpo humano mientras realiza un movimiento en espiral consecuencia de una veloz rotación, como en Apolo Dafne de Bernini, en la que las curvas descritas por los cuerpos se acercan armoniosamente sugiriendo el instante en que la ninfa, para huir del dios, se transforma en laurel. 
  • Predilección por los temas y representaciones que posibiliten contrastes entre luz y sombra. 
  • Búsqueda de realismo y expresividad, disposición teatral de las figuras. 
  • La escultura se incopora muchas veces (como durante la Edad Media) a la arquitectura, como remate de construcciones, fuentes, decoración de interiores. 
  • La escultura se proyecta dinámicamente hacia afuera y no suele concebirse para estar aislada. Por ello serán frecuentes las composiciones en aspa, los ropajes flotantes, la gesticulación expresiva, utilizando todos aquellos recursos plásticos que aumenten el dinamismo y la expresión exaltada. 
  • La escultura se concibe para ser vista desde uno o a lo sumo dos lados de perspectiva, y sólo en casos excepcionales se convierte en auténtica escultura exenta. En general está orientada dentro de un contexto arquitectónico (imagen de un altar, imagen de una tumba, figura en nicho, en jardines, en plazas, rematando edificios...) y su efecto nunca queda restringido al espacio que ocupa sino que se extiende a su entorno y es en éste donde adquiere toda la significación. 
  • En muchas ocasiones se buscará la policromía, en Italia empleando mármoles de distintos colores, en España y Alemania con madera pintada según la tradición medieval.
Apolo y Dafne, obra de Bernini (1622–25).

Gian Lorenzo Bernini es el escultor más importante del barroco. Su técnica es de un virtuosismo extraordinario, al lograr que el mármol imite la calidad de la carne, de las telas o de los vegetales, como sucede en su obra de juventud Apolo y Dafne. A la vez, logra sorprender el movimiento en el momento de plena acción y la violencia expresiva (como en el David), caracteres enteramente barrocos pese a la inspiración en los modelos clásicos. 
Tumba del Papa Urbano VIII, obra de Bernini (1627-1647)
En su etapa central, mientras atiende también a sus encargos arquitectónicos, se rodea de un excelente taller que le ayuda, como a Rubens, a atender la multitud de encargos que recibe de toda Europa. Proyecta y dirige la mayor parte de cuantos conjuntos se realizan en Roma. En el mausoleo del papa Urbano VIII crea un tipo de sepulcro papal que luego será muy imitado, con la figura del pontífice sentado en actitud de arenga y, en el basamento, figuras alegóricas de las Virtudes y un esqueleto que arranca los títulos del difunto. 

Detalle de la Tumba del Papa Urbano VIII, obra de Bernini (1627-1647)

Como decorador urbano, realiza un conjunto deslumbrante de fuentes en Roma, desde las más sencillas, como la de la Barca en la Plaza de España, iniciada por su padre, hasta la monumental de los Cuatro Ríos en Plaza Narvona, complicada alegoría para exaltar al Papado, la Iglesia y la familia del pontífice Inocencio X, cuyo palacio se alza en dicha plaza. 

Fuente de la Barcaccia, obra de Bernini 1627-1628, Plaza de España, Roma (Italia)
Como escultor religioso empapado de un sentido teatral y escenográfico, pero también sinceramente expresivo, su obra maestra es la Capilla Cornaro en la Iglesia de Santa María de la Victoria, con la representación del Extasis de Santa Teresa. Un efecto luminoso hace que las imágenes parezcan suspendidas en el aire, y la expresión de la santa, en pleno arrebato místico, constituye una de las más grandes realizaciones de todo el arte barroco. En la Beata Albertona, moribunda, vuelve a insistir en el tema del alma deshecha en el éxtasis. 

Éxtasis de la beata Ludovica Albertoni, obra de Bernini  (1671-1674).
Como retratista también ha dejado una infinidad de ejemplos, en los cuales traduce con extraordinaria vivacidad el carácter de los personajes, dando mucha importancia a los ropajes, que labra con virtuosismo admirable: retrato de Luis XIV.

Busto de Luis XIV de Francia, obra de Bernini (1665)
Respecto a la imaginería española, destaca su talante realista. Mientras en Italia y Francia se desarrolla la gran escultura barroca de inspiración berniniana, en mármol y bronce, en España se cultiva la escultura en madera policromada de carácter exclusivamente religioso y puesta al servicio de la sensibilidad piadosa contrarreformista, que procura aproximar la realidad al hecho representado, para mover la sensibilidad del creyente, que asiste así en cierto modo al hecho (al "paso" procesional) de la Pasión de Cristo o siente a los Santos como personas muy vivas y reales, próximas a su realidad. El realismo y la intensa preocupación por el detalle, puestos al servicio del fervor religioso contrarreformista, son sus características fundamentales; las figuras generalmente se pintan (policromía) e incluso a veces llegan a emplearse ojos de cristal, vestimentas auténticas y pelo natural
La piedad popular de las Cofradías (en Valladolid antes que en otras partes) da lugar a las procesiones de Semana Santa. El pesimismo de una sociedad en declive va haciendo que se renuncie a la técnica del estofado renacentista, en aras de un mayor realismo con los colores enteros en las vestiduras. 

La Piedad o La Quinta Angustia, obra de Gregorio Fernández (1616)
La figura central de la primera mitad del siglo es Gregorio Fernández, establecido en Valladolid. Se trata de un autor realista, con un canon muy dramático: escenas llenas de vivacidad y expresión, no faltando las yagas (a veces realizadas con cuero de animales para ser más realistas) o moratones, y los regueros de sangre. Mostró un gran interés por el patetismo expresivo (como su maestro, Francisco de Rincón) y por la elegancia de sus figuras
Retablos, pasos procesionales e imágenes de devoción, de madera, forman una abundante producción, basada en la representación de la exaltación religiosa imperante en la época, que él interpretó de forma sencilla y realista, buscando acercar la obra a la sensibilidad del pueblo.

Retablo mayor de la catedral de Plasencia, obra de Gregorio Fernández (1614)
Entre sus retablos destacan el del Monasterio de las Huelgas Reales (Valladolid, 1613), el de la iglesia de San Miguel de Vitoria (1624–1631) y el de la catedral de Plasencia (1632). El Museo Nacional de Escultura de Valladolid guarda algunas de sus obras maestras, como su Cristo yacente (1614) y La Piedad (1616).

Escultura del Cristo de la Clemencia o de los Cálices (1603-1604), sacristía de la Catedral de Sevilla.
 En Andalucía destaca Juan Martínez Montañés, que frente al estilo casi expresionista castellano representa una noble serenidad y severo clasicismo que lo entronca con la tradición renacentista, también por su perfecto conocimiento del desnudo masculino (Cristo Crucificado). Su gusto por el dolor contenido, también presente en su discípulo Alonso Cano, y por lo menudo, llevan a la escultura hacia formas próximas al rococó. Como escultor se formó en el taller de Martínez Montañés, realizando numerosas esculturas de tema religioso en madera policromada. De él adoptó la contención expresiva y el clasicismo formal, añadiendo su gusto personal por lo delicado y menudo. Hizo varias Inmaculadas, figuras del niño Jesús y santos, entre otras. Como arquitecto diseñó la fachada de la catedral de Granada (1667), en la que destaca el sorprendente efecto de profundidad, logrado al rehundir sus tres grandes arcadas, y su gran riqueza decorativa.

Inmaculada, obra de Alonso Cano. Catedral de Granada.


9.3.    Pintura barroca. 
Las obras pictóricas barrocas, liberadas de la geometría de los cuadros del renacimiento, se caracterizaron por la composición radial, en la que personajes y objetos parecían salir disparados desde el punto central hacia las diagonales, que se cruzan indefinidamente en planos diferentes, creando la sensación de que los personajes se escaparán del cuadro.
Las formas son voluptuosas y exageradas y las figuras cobran expresividad y, envueltas en mórbidas telas, se abrazan las unas a las otras en actitudes patéticas y dramáticas, a veces, incluso imposibles.
Se busca representar la realidad mediante un acentuado naturalismo, recurriendo para ello incluso a lo feo o viejo.

El color se convierte en el principal protagonista de la pintura, dejando definitivamente al dibujo en un segundo plano. Los contornos se esfuman en rápidas pinceladas.

Hegemonía de la luz en las composiciones, creándose el espacio mediante el extremo contraste del claroscuro, el tenebrismo.

El dominio de la tercera dimensión, del volumen y la profundidad, es absoluto.
Durante el Barroco la técnica protagonista es la pintura al óleo sobre lienzo.
Pero también fue de una importancia capital el desarrollo de la pintura decorativa al fresco, con la que se cubría gran monumentalidad y grandiosidad la arquitectura, principalmente las bóvedas.
Los temas favoritos deben buscarse en la Biblia o en la mitología grecorromana; también es el momento de esplendor del retrato; además se desarrollan otros temas nuevos, como el paisaje, ahora como género completamente independiente, las marinas, los bodegones y naturalezas muertas.

Venus del espejo (1815), obra de Peter Paul Rubens
Es la época del hedonismo de Rubens, con sus cuadros alegóricos de mujeres regordetas luchando entre robustos guerreros desnudos y expresivas fieras, de los excelsos retratos de Velázquez, del realismo y el naturalismo absoluto de Caravaggio y de Murillo, del dramatismo de Rembrandt, etc.
El Barroco, en suma, dio grandes maestros, que si bien trabajaron según distintas fórmulas y a la búsqueda de diferentes efectos, coincidieron en un punto: liberarse de la simetría y las composiciones geométricas precedentes, en favor de la expresividad y el movimiento. 
La oposición formal más decidida al manierismo con su desdén por la naturaleza y su enorme carga intelectual la representa el naturalismo o realismo que Caravaggio lleva a su punto más alto. Este artista, independiente, violento (llega al asesinato, teniendo que huir de Roma), no tiene más modelo que la realidad, tomando para modelo a tipos de la calle sin ninguna idealización (lo que le vale no pocos escándalos: elige a una mujer de la calle para pintar a una Virgen). 
Sus ángeles o Cupidos son golfillos de la calle. Este procedimiento, que reacciona violentamente contra la exquisitez y la sensualidad refinada y misteriosa del manierismo, resulta de una gran eficacia piadosa y la Contrarreforma, que pretende impactar en las conciencias más que nunca, lo asume pronto: los santos son hombres como todos, los episodios del Evangelio son así más fáciles de comprender y de identificarse, los pies sucios de San Pedro (pese al escándalo inicial) son más cercanos al pueblo que las complejas idealizaciones anteriores. Pero es evidente que la excesiva vulgaridad de los tipos, puede introducir una sensación de falta de respeto, y algunas de sus obras tendrán por eso problemas.
Junto a esta insistencia en lo real descarnado, Caravaggio también utiliza el "tenebrismo", consistente en presentar a los personajes y los objetos sobre un fondo oscuro, destacándolos con una iluminación dirigida y violenta, como de un foco de teatro, para evidenciar los gestos y objetos, que, así, son traídos a un primer plano.
El "tenebrismo" ignora los paisajes, pero valora enormemente la naturaleza muerta. El propio Caravaggio pintó bodegones y composiciones con tipos populares en escenas vulgares (tabernas, jugadores, músicos) Sin embargo, sus obras maestras son grandes cuadros religiosos en los que la voluntaria vulgarización de los modelos no quita grandeza y emoción a lo representado: Vocación y Martirio de San Mateo, Conversión de San Pablo, Martirio de San Pedro, Entierro de Cristo, David con la cabeza de Goliat (ésta autorretrato macabro de Caravaggio)... 
La crucifixión de San Pedro (1601), Santa Maria del Popolo, Roma.
La novedad del tenebrismo interesó a artistas jóvenes, tanto italianos como nórdicos, flamencos holandeses y franceses, algunos de los cuales se especializan en la representación de escenas callejeras con tipos populares representados con la luz e intensas sombras propias del tenebrismo: Manfredi, Gentileschi, Carracciolo o el español Ribera son imitadores de Caravaggio. 
A la vez que los caravaggistas reaccionan tan violentamente contra el manierismo, en Bolonia, ciudad universitaria y culta, con una gran burguesía, se produce un fenómeno paralelo de rechazo de las formas caprichosas idealizadas en exceso, al que se denomina “clasicismo boloñés”. Pero buscando no la realidad inmediata, con sus imperfecciones, sino una realidad más intelectualizada, que pinta las cosas no como son, sino como deberían ser, buscando la belleza ideal y la expresión de los caracteres y estados de ánimo, de manera parecida a como había actuado el arte griego o del Renacimiento, que pasan a ser modelos ideales. 
El clasicismo boloñés es, desde luego, realista, pero menos que el naturalismo caravaggista. Este clasicismo se interesa por la naturaleza y crea un tipo de paisaje de enorme belleza y equilibrio, ordenado en planos, con utilización de motivos de ruinas clásicas y que expresa la serenidad de la obra de Dios. Aníbal Carracci (quien se inspira en Rafael, en Miguel Ángel, y que a su vez influye en Rubens), es creador de un paisaje clásico, con figuras pequeñas donde lo importante es la majestuosidad serena de la naturaleza (Huida a Egipto).

 Guido Reni es un pintor de una elegancia un tanto fría, de un dibujo preciosista y un color refinado.
En la segunda mitad del XVII el pleno barroco se especializa en la decoración de bóvedas y muros, con un sentido triunfal y grandioso. Pietro de Cortona, también arquitecto, es el primer gran maestro en este género, que recoge motivos del clasicismo peor que se basa en el poderoso estilo veneciano de Veronés. 
Las bóvedas de los palacios Barberini y Pamphili en Roma y el Pitti en Florencia, son obras maestras de excepcional movimiento y colorido, con grandes escenas unitarias vistas de abajo a arriba ("sotto in su"). 

Fresco de la Apoteosis de San Ignacio o La gloria de san Ignacio,obra de Andrea del Pozzo
El padre Andrea del Pozzo, jesuita, realiza la decoración de la iglesia de San Ignacio con un bóveda que, en un alarde de perspectiva, finge arquitecturas que prolongan las reales, incluso simulando una gran cúpula que en realidad no existe. Este género de pintura, que exige grandes conocimientos matemáticos, recibe el nombre de "cuadratura". Lucca de Giordano, quien deja obras importantes en El Escorial y Toledo, es continuador de este estilo. 
En Francia destacan pintores clasicistas como Poussin y Claudio Lorena, generalmente formados en Italia y deudores de Rafael. Poussin tiene un peculiar estilo basado en la antigüedad, con significaciones eruditas, compuestas sus escenas como bajorrelieves clásicos pero pintadas con un gran colorismo. 
Junto a escenas mitológicas e históricas, cargadas de significación moral y destinadas a una clientela culta, cultivó la pintura religiosa con una severa grandiosidad, un tanto fría.
Lorena fue esencialmente paisajista, consiguiendo unas interpretaciones maravillosamente poéticas de la luz a distintas horas del día, con personajes diminutos (su influencia en el impresionismo es grande. 
También destaca durante el reinado de Luis XIV la creación de la Academia Real de Bellas Artes para acabar con la anterior ordenación gremial. Charles Le Brun, pintor real, ejerció una auténtica dictadura artística, creando complejas alegorías en honor del rey y creando cartones para los tapices de la fábrica de los Gobelinos. 
En Bélgica, tras la escisión entre catolicismo (abrazado por Flandes) y protestantismo (Holanda), se multiplican los asuntos religiosos, en grandes lienzos de altar, insistiéndose mucho en la vida de los santos y en las representaciones de los Sacramentos que los protestantes rechazan. 
El retrato tiene un carácter aparatoso y solemne, dando idea de la elevada posición del retratado. La figura culminante en Pedro Pablo Rubens (1577–1640), educado en el círculo de los artistas admiradores de Italia, a donde irá a estudiar especialmente la grandeza corporal de las figuras de Miguel Ángel y la luz de los venecianos.

El rapto de las hijas de Leucipo (1616), obra de Peter Paul Rubens
Rubens dibujaba sus composiciones y preparaba bocetos coloreados que eran luego copiados, en el tamaño definitivo, por sus discípulos y retocados por él. A la vez, una serie de colaboradores especializados en arquitecturas o paisajes, animales o flores realizaba las partes correspondientes. Lo admirable es el sentido de unidad total de todas estas obras que traducen solamente la personalidad y el genio de su inventor, dotado de una fabulosa imaginación creadora. 

Carlos V con un perro, obra de Tiziano (Museo del Prado)
Rubens se caracteriza por su dinamismo, vitalidad y exuberancia. Su colorido es cálido, aprendido en los venecianos, especialmente en Tiziano. Sus composiciones se ordenan habitualmente sobre un esquema diagonal que les presta una sensación de movimiento prolongado más allá del marco. Los cuerpos varoniles son musculosos, y los femeninos gruesos y carnosos, agrupados en composiciones arracimadas, enroscándose las formas. Obras suyas son Adoración de los Reyes, Erección de la Cruz, Descendimiento, Juicio Final, religiosas; Las Tres Gracias, Juicio de París, mitológicas; María de Medicis, El Duque de Lerma, retratos. 
Sus dos discípulos más importantes son Van Dyck, de espíritu refinado y selecto, elegante, especializado en retratos de tipo cortesano. Jordaens, simpatizante del protestantismo, prefiere temas populares y vitales, con cierto toque grosero algunas veces (El sátiro y el campesino). 

El sátiro y el campesino, obra de Jacob Jordaens (1620-21)
En Holanda la clientela está compuesta por burgueses, comerciantes y artesanos, y por tanto las obras reflejan un espíritu hogareño, laborioso, austero algunas veces, propio de los inicios del capitalismo. 
Se trata de una pintura de género doméstico, en la primera mitad del siglo con una gran sencillez y contención, y una mayor aparatosidad y barroquismo en la segunda. Hals es el más intenso retratista de su tiempo, intérprete de la vivacidad y alegría del holandés, con una técnica extraordinariamente libre y audaz. Fue el precursor del retrato de grupo o de corporación, que va más allá de la simple reunión de personas, y llega a plasmar en el conjunto el espíritu común que mueve a esa corporación: Banquete de oficiales de San Jorge, Las regentes del asilo de ancianos. 
Rembrandt Harmenszoon van Rijn es la personalidad más compleja del arte holandés. Su estilo parte del tenebrismo, pero aunque gusta de los contrastes entre luz y sombra, no es tan exagerado su claroscuro como el de Caravaggio, sino que se complace en unas penumbras misteriosas y doradas que prestan un enorme atractivo a sus obras. 

La ronda de noche, también conocida como La milicia del capitán Frans Banning Cocq, 1642. Óleo sobre lienzo; en la colección permanente del Rijksmuseum de Ámsterdam.
Cultiva todos los géneros, desde el bíblico, con insistencia en los asuntos del Antiguo Testamento, hasta algunos paisajes o el bodegón (el Buey desollado). Obsesionado por su propio rostro, ha dejado infinidad de autorretratos. También hizo retratos de grupo (La Ronda de Noche, Lección de Anatomía, Los Síndicos de los pañeros de Ámsterdam), así como otras obras más difíciles de clasificar: Muchacha bañándose. 
Su discípulo Vermeer es el gran maestro del género típicamente holandés del cuadro del interior, expresión de la vida burguesa de extraordinaria sencillez en la composición: La carta.

La joven de la perla (h. 1655), lienzo de Johannes Vermeer

Pintura barroca española:
En la pintura barroca española es fundamental la influencia de la pintura italiana, principalmente del tenebrismo de Caravaggio, que estuvo presente en gran parte de los pintores españoles, como Ribera y Velázquez.
Una de las características principales de la pintura española barroca es su gran naturalismo, su realismo, el deseo de mostrar lo más fielmente posible la realidad.
También destaca la sencillez y equilibrio en las composiciones y las formas, no hay movimiento violento ni impetuoso como ocurre en las obras italianas, prefiriéndose organizar el tema en el cuadro a partir de líneas diagonales y escorzos.
Por otra parte, el dibujo cede terrero a la utilización más natural del color.
También existe una mayor preocupación del artista por la profundidad, culminando con el pleno dominio de la perspectiva aérea.
En cuanto a la luz, se concibe como un elemento que organiza los ambientes donde se desenvuelven las figuras, contribuyendo además a crear atmósferas que transmiten la realidad de los temas.
En cuanto a la temática, predominan los temas religiosos: santos, martirios, Inmaculadas; entre los temas profanos sobresalen los mitológicos, por clara influencia de Rubens, los bodegones, las escenas de género, los retratos, los desnudos y los paisajes.
A finales del s. XVII la capacidad pictórica nacional da muestras de agotamiento y empieza la intromisión de cuadros y artistas extranjeros, que culminará con el cambio de dinastía. En el s. XVIII se observa un cambio en el desarrollo de las características pictóricas:
  • Adquieren mayor importancia los temas profanos y el tratamiento menos dramático de los temas religiosos, circunstancia que contrasta con el realismo cruento de la primera etapa. 
  • Aparece también el empleo de una iluminación más dispersa y suavizada, ya muy próxima al rococó francés.

Francisco Ribalta 
Se forma como pintor en Madrid y sus primeras obras se caracterizan por el dramatismo en el tratamiento de los temas y, por influencia de Tiziano, la preocupación por la luz y el color. Posteriormente se trasladó a Valencia donde realizó toda su obra de  madurez, observándose en él en esa etapa una tendencia más acusada hacia el naturalismo e influencias del tenebrismo de Caravaggio, con el que probablemente entró en contacto durante sus estudios en Italia.

Visión de San Francisco del ángel músico, óleo sobre lienzo, Madrid, Museo del Prado.
  • San Francisco confortado por un ángel músico: El uso de la luz y la sombra para crear un clima de misterio, construir el espacio y resaltar los elementos de carácter dramático, la delicadeza de los gestos y de la acción, la valentía compositiva o la maestría en la reproducción de las texturas son características de Ribalta presentes en esta obra. 
  • Cristo abrazando a San Bernardo: Centra su atención en las dos figuras protagonistas, pues los dos ángeles que representa en el fondo apenas se distinguen en la oscuridad. La luz, influencia de Caravaggio, penetra por el lado izquierdo del cuadro e ilumina el rostro del santo, mientras que el de Cristo permanece en las sombras.

 José de Ribera 
Se formó con Ribalta pero viajó tempranamente a Italia, donde realizó toda su obra y donde se impregnó de la influencia de Caravaggio, siendo allí conocido por “Lo Spagnoletto”, el pequeño español. Sus primeras obras tienen marcado carácter tenebrista, con figuras que se recortan violentamente sobre un fondo oscuro; en una segunda etapa su pincelada se hace menos densa, la luz más dorada y se van aclarando los fondos. 

Sileno ebrio, 1626. Obra de José de Ribera. Museo de Capodimonte, Nápoles
La Escuela Andaluza:

Francisco Pacheco 
Tratadista que creó escuela en la ciudad de Sevilla, la mayor y más rica de su época.
Destaca sobre todo por ser el maestro y suegro de Velázquez.
Juan  Sánchez Cotán 
Se observa en sus obras una tendencia hacia el tenebrismo como consecuencia de la influencia de Caravaggio, creando un estilo plenamente barroco y naturalista, sobre todo en sus bodegones, que marcarán la línea de los bodegones que se pinten en épocas posteriores.  Los bodegones españoles son muy diferentes de los italianos o los flamencos, caracterizándose por ser composiciones de pocos elementos, muy sencillas, son extremadamente austeros. 

Bodegón de caza, hortalizas y frutas, firmado «Ju. Sanchez cotan f./1602», Museo del Prado, Madrid.

  • Bodegón de caza, hortalizas y frutas: Bodegón colocado en el interior de una alacena; la composición destaca por su sobriedad, intimismo e intensidad, características que se enfatizan gracias a la luz lateral que produce grandes sombras, creando una ilusión perfecta y plenamente realista propia de las naturalezas muertas pintadas por Cotán que se convertirán en el prototipo del bodegón español.

Francisco de Zurbarán 
Aprendió en Sevilla, pero volvió a su lugar natal, Fuente de Cantos (Badajoz), donde realizó numerosos encargos, sobre todo series monacales, que habían de constituir su especialidad. Por recomendación Velázquez viaja a Madrid en 1634 con el fin de tomar parte en la ornamentación del famoso Salón de Reinos, para el que pinta El Socorro de Cádiz. Su producción desciende hacia 1640, y se observa también un cambio en la estética de su pintura, que evoluciona hacia formas más blandas, delicadas y coloristas, con  temas más amables por influencia de Velázquez y de Murillo. 

San Hugo en el refectorio de los Cartujos,  (Museo de Bellas Artes Sevilla.1630-1635.)
  • Aparición del Apóstol San Pedro a San Pedro Nolasco: Obra de la primera etapa de su carrera, en ellas el pintor muestra su facilidad para realizar composiciones sencillas en las que puede centrarse en el estudio de la expresión de los personajes, en la reproducción de las texturas de las telas y en el juego de la infinita gama de los blancos y los grises. 
  • San Hugo en el refectorio de los Cartujos: Crea un ambiente cerrado en el cuadro, al que falta la profundidad; las figuras se disponen en fila a lo largo del lienzo, lo importante es el equilibrio en la composición; toda la atención se aplica a los rostros y manos, que adquieren un inmenso poder expresivo, también es fundamental la representación de las calidades de las telas y de los objetos. 
  • Defensa de Cádiz contra los ingleses: Obra profana que representa el desembarco de marinos ingleses en la inmediaciones de la ciudad. Ese suceso, que tuvo lugar en 1625, fue una de las acciones bélicas elegidas para decorar el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro en Madrid, junto con otras encomendadas a pintores españoles como Velázquez, Maíno, Vicente Carducho o Pereda. 
  • Bodegón: El tema de los bodegones es también clave en su obra, utiliza una composición sobria y sencilla, distribuyendo los objetos representados en fila sobre una mesa; sigue la línea iniciada por Sánchez Cotán en la representación de naturalezas muertas.

Alonso Cano 
Pintor de origen granadino que se trasladó a Sevilla, donde trabajó a las órdenes de Francisco Pacheco, coincidiendo en su taller con Velázquez.

El milagro del pozo, obra de Alonso Cano
Su pincelada es clara y en su paleta predominan los colores plateados; fue hábil dibujante, muy estudioso en la composición de sus cuadros, generalmente sencillas, con una o dos figuras que se destacan sobre un fondo neutro o un paisaje vaporoso; en los tipos femeninos tiende a la belleza ideal concebida por medio de formas ovaladas. 

  • El Milagro del Pozo: Es un cuadro que presenta una composición más elaborada; presenta una técnica suave y desenvuelta que imita a Velázquez en la pincelada quebrada; realiza un detallado estudio de la luz, concentrada en la figura del niño, mientras que el resto de las figuras permanecen a oscuras; en cuanto a la gama de colores que utiliza se aprecia que dominan los tonos oscuros. 
  • San Andrés: Ribera trabajaba en ambientes humildes, llegando a utilizar como modelos a mendigos, inclinándose principalmente por cuerpos arruinados por la vejez o el hambre, representando con extremo naturalismo la piel, la delgadez y otros rasgos de las figuras, cuyo misticismo es reforzado además por los intensos claroscuros empleados en las composiciones. 
  • El sueño de Jacob: Muestra a Jacob en un alto en el camino, durmiendo sobre una piedra; es una composición sencilla en ángulo recto, formada por el tronco del árbol y la figura de Jacob; destaca el escaso interés que confiere al paisaje, que se reduce al árbol y la piedra, aunque esta obra sí significa el abandono de su etapa anterior tenebrista; además se aprecia su culto al color, de raigambre veneciana, y la fuerza escultórica del personaje. 
  • El martirio de San Felipe: Compendio de su estilo visto anteriormente, también de su etapa ya no tenebrista. 
  • El patizambo: Cuadro naturalista en el que un niño cojo sonríe ajeno a la tragedia de su pie destrozado, siguiendo aquí la línea de la pintura barroca de representar todo aquello que se da en la naturaleza, aunque sea desagradable, raro o feo.

DIEGO RODRÍGUEZ DE SILVA Y VELÁZQUEZ 

Velázquez se autorretrató, pintando, en 1656 en su cuadro más emblemático: Las Meninas.
Velázquez poseyó un elevado concepto de la pintura y aspiró a la perfección absoluta, lo que queda de manifiesto en el gran número de veces que retocó sus cuadros, siempre buscando el dominio completo de la técnica. Aunque a lo largo de su vida el estilo de Velázquez no dejó de evolucionar, como características generales de su pintura podemos citar las siguientes: 

  • Realismo, poco amigo de la fantasía y los idealismos busca siempre representar la realidad misma. 
  • Sentido del equilibrio, lo que hace que siempre se guíe por el buen gusto y la elegancia a la hora de elegir escenas o gestos; sus composiciones son el fruto de una lenta y profunda meditación, todo lo piensa con minuciosidad y detallismo. 
  • En relación con el uso del color su paleta se irá aclarando a lo largo de su vida, al igual que también evolucionará la manera de aplicar el color, desde la aplicación de la pasta de forma lisa y uniforme, hasta la técnica nerviosa y suelta de sus etapas finales, en las que sus pinceladas se independizan de forma casi impresionista. 
  • Velázquez destaca por su maestría en la captación del espacio, por crear un ambiente real gracias al absoluto dominio de la perspectiva aérea, deformando los cuerpos vistos de lejos por el efecto del aire interpuesto entre las figuras y entre éstas y el espectador. 
  • Además en sus composiciones la luz no sólo sirve para iluminar y dar volumen a los objetos, sino que también es básica para lograr la sensación perspectiva. 
  • Trató en sus obras todos los temas, desde los mitológicos y los religiosos, hasta paisajes, desnudos o retratos.

1ª etapa: Sevilla (1618-1623) 
Velázquez nació en Sevilla en 1599. Se formó en el taller de su suegro Francisco Pacheco, donde aprendió composición, iconografía y la técnica del dibujo y del color. Su estilo aún no está definido, es todavía de aprendizaje.
Como características de este periodo podemos destacar: el tenebrismo; las composiciones sencillas, generalmente dos o tres figuras rodeadas de diversos utensilios, los denominados bodegones con figuras; el modelado duro de las figuras, de secos contornos perfectamente dibujados; la factura lisa y uniforme; el dominio de los tonos terrosos; etc.

Vieja friendo huevos (1618).National Gallery of Scotland, Edimburgo, Reino Unido

  • La vieja friendo huevos: Caracterizado por el uso de la técnica del claroscuro tenebrista y un realismo casi fotográfico, aquí los auténticos protagonistas son los utensilios, por lo que podríamos clasificarlo como un bodegón con figuras, cuyas calidades y texturas son representadas con absoluto realismo; el modelado de las figuras es duro, casi escultórico. 
  • El aguador de Sevilla: Otro tema costumbrista con las mismas características; podría tratarse de una representación alegórica de las tres edades del hombre, el aguador, un anciano, ofrece una copa con agua a un chico joven, copa que representa el conocimiento; destaca el rostro entre tinieblas del segundo plano, cuyos contornos aparecen completamente difuminados, premonición de lo que será su estilo posteriormente. 
  • La Adoración de los Magos: Episodio evangélico tratado como escena cotidiana, sobre un fondo crepuscular los personajes de la historia sagrada parecen ser retratos de la familia del pintor; destacan el interés por el claroscuro, la calidad táctil y la descripción detallada de objetos y texturas. 
  • Cristo en casa de Marta: El tema sagrado aparece al fondo, el protagonista es un bodegón con figuras, una escena doméstica; estilísticamente destacan una vez más el gran naturalismo y el tenebrismo de la composición. 
  • Madre Jerónima de la Fuente: Retrato de cuerpo entero y fondo neutro, en el que se aprecia la preferencia del autor por los rostros duros; está claramente dentro de los cánones del naturalismo de Caravaggio, el retrato impresiona por la presencia física y espiritual del personaje.

2ª etapa: la Corte (1623-1629) 
Pacheco le introdujo en los ambientes cultos de la España del siglo XVII y le abrió las puertas de la Corte. Se trasladó a Madrid en 1623, donde fue nombrado pintor de cámara gracias a la influencia del Conde Duque de Olivares y a la admiración que por él sentía el propio rey Felipe IV. Allí entró en contacto con las colecciones reales y pudo admirar la obra de los más destacados pintores, principalmente percibe la influencia de los venecianos y sobre todo de Tiziano. En la Corte también tuvo la oportunidad de conocer a Rubens, del que aprendió las posibilidades de la luz y el color.
Como principales características de este momento citamos: la evolución de su paleta hacia tonos más claros y luminosos, el alejamiento del tenebrismo inicial, la pincelada más suelta y los volúmenes menos duros.

El Triunfo de Baco o Los Borrachos (Museo del Prado, 1628-29)

  • Felipe IV: Retrato oficial de Felipe IV, con los elementos clásicos del retrato cortesano; el dominio espacial, colocando la figura en una estancia indefinida, está perfectamente logrado y anticipa sus mejores retratos. 
  • Los borrachos o El Triunfo de Baco: Cuadro de temática mitológica, novedad en el panorama artístico español del momento, realizado por influencia de Rubens; pero casi la única concesión al mundo clásico es el desnudo del dios, estilísticamente la obra conserva el gusto naturalista de su etapa sevillana, junto con la influencia colorista que Velázquez asimila de la obra de Rubens y la pintura veneciana del siglo XVI.

3ª etapa: primer viaje a Italia (1629-1631) 
Rubens le anima para que viaje a Italia, donde visitará varias ciudades y completará su formación.
La madurez de su estilo aparece ya en las obras realizadas allí: composiciones más dinámicas, mayor naturalidad en los gestos, abandono definitivo del tenebrismo, cambios en su paleta, conquista de la profundidad espacial, etc. 

La Fragua de Vulcano (Museo del Prado, 1630)

  • La túnica de José: En esta obra, de temática religiosa del Antiguo Testamento, Velázquez ha abandonado el claroscuro y una luz general invade la habitación donde tiene lugar el suceso, los colores (azul, naranja, amarillo) están muy influenciados por artistas venecianos, bien de los cuadros que se disponía en la colección real o de los que ha podido contemplar en su viaje a la península itálica, donde hace escalas en Venecia y en Roma. 
  • La fragua de Vulcano: En esta composición, de temática mitológica, representa el momento en que Apolo comunica a Vulcano la infidelidad de su esposa Venus con Marte, captando un instante, el momento de más tensión y dramatismo, la reacción de sorpresa; trata el tema con su habitual discreción y elegancia, evitando lo más escabroso del mito; desde el punto de vista técnico apreciamos los primeros pasos en la consecución de la perspectiva aérea, gracias a la distribución de las figuras escalonadamente, la existencia de varios planos lumínicos y las formas imprecisas del fondo. 
  • Paisajes de la Villa Medici: En estas composiciones, denominadas también “La Tarde” y “El Mediodía”, Velázquez convierte al paisaje en el verdadero protagonista e introduce varias novedades, como la pincelada absolutamente libre, impresionista, buscando representar la impresión de realidad y no las formas precisas de ésta, y el hecho de haber sido pintados al aire libre, como también harán los pintores impresionistas.

4ª etapa: segunda estancia en Madrid (1631-1649) 
Con su vuelta a Madrid en 1631 su pintura inicia una nueva etapa, en la que sus óleos ya son los de un pintor plenamente formado. Ejemplos de obras de este período de madurez son: 

Cristo crucificado (Museo del Prado 1632)

  • Cristo crucificado: Evoca formas clasicistas al tratar el desnudo de Cristo, que aparece recortado fuertemente sobre un fondo oscuro del que se ha eliminado toda referencia espacial, lo que acentúa la sensación de soledad, silencio y reposo, frente a la idea de tormento de la Pasión; destaca en su composición la serenidad, la belleza y la perfección formal, no recurriendo ni a exageraciones ni patetismos. 
  • La coronación de la Virgen: Cuadro de devoción privada de Isabel de Borbón, pintado para el oratorio del cuarto de la Reina en el Alcázar madrileño, en el que destaca el equilibrio y la serenidad de la composición, llamada a la meditación sosegada e íntima. 
  • La Rendición de Breda o Las Lanzas: Composición destinada al Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro de Madrid; Velázquez renuncia una vez más a plasmar el momento más trágico, representando el momento en que el derrotado Nassau entrega las llaves de la ciudad al vencedor, Ambrosio Spínola, general genovés al mando de los tercios españoles en Flandes; también destacan su paleta, ahora más clara, y el paisaje del fondo, en el que dominan los tonos plateados, verdes y azules, siendo uno de los más logrados de su pintura y ejemplo de consecución perfecta de la perspectiva aérea por su habilidad para introducir la atmósfera y la luz en el paisaje. 
  • Retratos ecuestres de Felipe III, Margarita de Austria, Felipe IV, Isabel de Borbón y del Príncipe Baltasar Carlos: Velázquez fue también un gran autor de este tipo de retratos; en el último, por ejemplo, destacan el luminoso fondo paisajístico, la posición del caballo en escorzo y en corveta, la pincelada amplia, etc.; en el de Felipe IV, como prueba del cuidado que el artista puso en su elaboración observamos correcciones, “pentimenti”, en la cabeza, busto y pierna del Rey y en las patas traseras y cola del caballo; estos lienzos estaban destinados a ser colgados en uno de los lados menores del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. 
  • Retrato ecuestre del Conde-Duque de Olivares: Composición a partir de líneas diagonales formadas por el caballo, la espada y el bastón; destacan la minuciosidad de las calidades de las telas, los detalles de la armadura, su característico fondo de paisaje de tonos plateados, azules y verdes, aplicados en largas pinceladas, rápidas y compactas, formando grandes manchas de color, y la actitud autoritaria y firme del valido de Felipe IV. 
  • Retratos de caza de Felipe IV, el cardenal-infante don Fernando de Austria y el príncipe Baltasar Carlos: Aparecen todos representados de forma semejante, vestidos de pardo, recortados ante un paisaje azulado de la sierra madrileña y acompañados por un perro; fueron pintados para la Torre de la Parada, pabellón de caza situado en los montes de El Pardo que se reforma y reacondiciona entre 1635 y 1638. 
  • Esopo y Menipo: En estos cuadros, realizados también para la Torre de la Parada, Velázquez logra transmitir una imagen veraz y realista de las figuras representadas, un fabulista y un filósofo griegos, similar a muchos de sus retratos de este momento; además tiene muchos puntos de contacto con los retratos de bufones, especialmente por la elección de un personaje físicamente vulgar pero representado con enorme dignidad. 
  • Marte: El tema mitológico le sirve para realizar un magnífico desnudo, de gran realismo; presenta un aire melancólico y un aspecto cansado y abatido, muy diferente a la imagen victoriosa y triunfante tradicional, por lo que se ha interpretado como una posible alegoría de la decadencia política y militar de España. 
  • El niño de Vallecas: Las pinturas de bufones son un capítulo singular de su producción, representados con fidelidad, con respeto y sabiendo captar lo más cálido, humano y digno de su deformidad, aunque en sus rostros también refleja un fondo de amargura; por las características del tema, alejado del retrato cortesano, se permite una técnica más avanzada, de pinceladas largas y sueltas. 
  • Pablillos de Valladolid: Lo más excepcional aquí es la irrealidad espacial, la figura no se sitúa en ningún lugar en concreto, el espacio se consigue solamente mediante las luces y las sombras.


La rendición de Breda o Las Lanzas (Museo del Prado 1634)
5ª etapa: segundo viaje a Italia (1649-1651) 
En 1649 Velázquez volvió a Italia, en este caso por encargo del monarca con el fin de adquirir obras de arte para las colecciones reales. Ejemplos de este período son: 

Venus del espejo (National Gallery de Londres,1647-1651)

  • Retrato de Juan de Pareja: Era el ayudante de Velázquez, a quien ayudaba a la hora de mezclar los colores y preparar los lienzos; el retrato fue pintado poco antes de realizar el del Papa Inocencio X y hay quien dice que sería como una prueba o una práctica antes de pintar al Papa, ya que podemos ver, y esto resulta curioso, un hombre muy altivo, mirando de lado, con cierta soberbia para ser un esclavo; como pintor se le considera discípulo de su maestro, junto a Juan Bautista Martínez del Mazo. 
  • Retrato de Inocencio X: Gracias a su estatus de enviado real tuvo la oportunidad de retratar al papa, captando fielmente su fisonomía, psicología y carácter, hasta el punto que se dice que cunado el papa vio la obra terminada exclamó “¡troppo vero!” (demasiado veraz); destacan además su magistral técnica cromática, mediante la yuxtaposición de distintos rojos, blancos y dorados, y la libertad técnica en la ejecución, mediante pinceladas amplias y fluidas. 
  • La Venus del espejo: Uno de los más hermosos desnudos femeninos de la pintura universal, tratado compositivamente con originalidad y con su habitual refinamiento y elegancia, tratándose además de uno de los escasos ejemplos de este tema en la pintura española; en este caso son evidentes las influencias de Tiziano y Rubens.

6ª etapa: los últimos años de su vida (1651-1660) 
En 1651 Velázquez regresó a España, donde realizará una larga serie de retratos de los personajes de la Corte, destacando el de Felipe IV anciano, el de la Infanta Margarita adolescente o el de Doña Mariana de Austria, en los que su paleta se hace completamente líquida, la forma se esfuma y se logran calidades insuperables.

La familia de Felipe IV o Las Meninas (Museo del Prado, 1656)
De esta etapa también son sus dos obras maestras, cumbres de su obra y de la pintura universal por su complejidad compositiva y su absoluto dominio técnico-estilístico:

  • La familia de Felipe IV o Las Meninas: Representa a la familia real en el momento en que les está realizando un retrato, apareciendo también su propia imagen, aunque en realidad se trata de un retrato de grupo de la Infanta Margarita y sus damas de honor; es un cuadro de composición y perspectiva muy elaboradas, apareciendo en el primer plano la figura de la Infanta Margarita y sus sirvientes, luego el autorretrato del pintor y otras figuras, más atrás las imágenes de los reyes en el espejo y la puerta abierta del fondo, que acentúan la profundidad, difuminándose según aumenta la profundidad los contornos de las figuras por efecto de la perspectiva aérea; también son fundamentales el sabio manejo de la luz, que ilumina la escena desde las ventanas laterales y desde la puerta del fondo, el tremendo naturalismo, la factura libre y atrevida, etc. 
  • La fábula de Aracne o Las Hilanderas: Es un cuadro de temática mitológica en el que se representa la competición celebrada entre la diosa Minerva y la tejedora Aracne; traslada la escena al interior de un taller de tejedoras y representa en un mismo cuadro una escena costumbrista en primer plano y una escena mitológica al fondo, tratando de reconciliar el mundo del mito y el de la realidad; Velázquez logra en este óleo una consecución total de la perspectiva aérea mediante la atmósfera de neblina tan peculiar en su obra, siendo la luz la gran protagonista del cuadro, todo se supedita a ella, tanto la línea como el color, produciendo un efecto de extrema realidad.

La fábula de Aracne o Las Hilanderas (Museo del Prado 1957)
La Escuela Madrileña 
A la Escuela Madrileña pertenecen los pintores que trabajan en la Corte y realizan otros encargos distintos de los de Velázquez. Los principales pintores, además de los discípulos directos de Velázquez, Juan de Pareja y Juan Bautista Martínez del Mazo, de esta escuela fueron:
 Juan Carreño de Miranda 
De origen asturiano, es un pintor que trabaja fundamentalmente en la Corte, donde cumple con Carlos II un papel similar al realizado por Velázquez a órdenes de Felipe IV, siendo por tanto sobre todo pintor de retratos.

La monstrua vestida, obra de Carreño Miranda (Museo del Prado, 1680)
También se caracteriza por realizar importantes estudios de perspectiva en sus pinturas de grandes bóvedas. 

  • Retrato de Carlos II: Representa al monarca con un aspecto raquítico y enfermizo, de rostro pálido y largos cabellos que le caen a ambos lados de los hombros, enmarcado en un ambiente palaciego; destaca su colorido, similar al de Velázquez, influencia que se observa también en el tratamiento sobrio y serio de la dignidad real. 
  • La Reina Doña Mariana de Austria: Aquí también influencia de Velázquez en la pincelada suelta. 
  • La Monstrua: En relación con los bufones velazqueños.

Claudio Coello 
Fue el último pintor de cámara de los Austrias, de Carlos II, teniendo por eso contacto con Carreño. Junto con su labor de retratista, influenciado asimismo por Velázquez, destacan sus trabajos al fresco y las composiciones en lienzos de grandes proporciones. Dominó también perfectamente la técnica de la perspectiva aérea. 

La adoración de la Sagrada Forma de Gorkum por Carlos II, obra de Claudio Coello

  • Retrato de Carlos II: Además del realismo del retrato destaca la representación de la decadencia física e intelectual de esta monarca, último de los Austrias. 
  • Adoración de la Sagrada Forma: Espléndida galería de retratos de los personajes de la Corte; presenta una composición diagonal y de gran teatralidad, propia del Barroco; el estudio de la perspectiva aérea es muy similar a los de Velázquez, donde el espectador parece integrarse en la composición, lográndose la espacialidad por medio de la sabia utilización de la iluminación.

Pintores de finales del  XVII en Sevilla
Bartolomé Esteban Murillo 
Pertenece a la generación final de artistas barrocos del s. XVII.
En sus obras embellece la realidad y se produce el triunfo del sentimentalismo, incluso en los temas de miseria y pobreza, anticipándose con ello al Rococó. La temática de sus composiciones es esencialmente religiosa, de carácter familiar y tierno; también trató también temas costumbristas. En cuanto a las características técnicas de su obra se observa una importante preocupación por el colorido, su pintura evoluciona hacia una pincelada más abreviada, que ofrece formas cada vez  más difuminadas y vaporosas  y le interesa menos la composición que a Zurbarán y  Velázquez. 

Inmaculada Concepción de El Escorial, hacia 1660-1665, óleo sobre lienzo, Madrid, Museo del Prado.
  • La Sagrada Familia del pajarito: Tema religioso tratado como si fuera un episodio hogareño; de gran ternura, intimidad y misticismo su estilo tuvo un amplio éxito popular, repitiendo los mismos temas sin descanso. 
  • La Inmaculada Concepción de los Venerables o de ''Soult'': En esta obra, hoy en el Museo del Prado tras un azaroso periplo, realiza una representación juvenil de la Virgen, prototipo formal y espiritual de donde partirán todas las variantes posteriores de este tema iconográfico, muy repetido a lo largo de toda su producción pictórica; en cuanto al estilo decir que ablanda los contornos, difumina la figura y multiplica el número de ángeles que rodean a la Inmaculada, además son importantes el color y la luz, centrados en los ropajes movidos por el viento. 
  • Niños comiendo melón y uvas: Los temas de género son un capítulo destacable dentro de la obra de este pintor, donde representa la realidad de una manera ideal y optimista, rehusando reflejar la miseria y la pobreza de estos personajes y centrándose en el lado amable de la realidad. 
  • Niños jugando a los dados: De similares características; composición llena de gracia y picardía, donde la figura central  se representa en la sombra y contrasta con la luminosidad de los otros personajes, reflejando animación en los rostros y ademanes; en cuanto al colorido decir que domina una amplia gama de tonos ocres y marrones; también destaca el bodegón que aparece en uno de los ángulos del cuadro.

Juan de Valdés Leal 
Le interesan más la expresividad y el estudio de la luz que la belleza, destacando asimismo por la exaltada pasión, el movimiento de sus composiciones, una rápida técnica de ejecución y un gran colorido, que hacen que su obra sea plenamente barroca. Su temática es fundamentalmente religiosa, aunque orientada hacia lo desagradable y lo macabro.
In icto oculi (1670-1672)
  • Pinturas del Hospital de la Caridad de Sevilla: Obras con un claro simbolismo moralizante, de tema macabro alusivo a la banalidad de la vida terrena y a la igualdad humana en la vida de ultratumba; son dos cuadros de gran crueldad, In ictu oculi (en un abrir y cerrar de ojos) y Finis gloriae mundi (el final de las glorias terrenales), donde dominan la oscuridad y el desorden, produciendo en el espectador un gran desasosiego. Estas pinturas reflejan el pesimismo reinante a finales del barroco español, contrastando con la dulce visión de la vida que ofrece su contemporáneo, el pintor Murillo.