UD 2- LAS REVOLUCIONES POLÍTICAS.

LAS REVOLUCIONES POLÍTICAS

INTRODUCCIÓN 

Una revolución no es más que el intento de sustituir el sistema de poder y el gobierno del Estado por otro poder y por otro gobierno. Como normalmente el poder constituido se resiste a ser sustituido, la revolución suele ir acompañada de violencia.

La revolución siempre invoca principios morales supremos, como la libertad, la igualdad, la justicia, el bienestar... Pero también están tras ella las ambiciones de personas o de grupos. Ambos factores suelen entremezclarse.

Es difícil que un golpe de Estado triunfe sin un inmediato apoyo de masas. Por ello, los golpistas siempre recurren a la propaganda, lo que les conduce a la necesidad de controlar inmediatamente los medios de educación, de información y de comunicación de masas, o, en el peor de los casos, al terror para acallarlas. La revolución es espontánea cuando la situación es tan tensa que, ante un simple pretexto, las masas, sin preparación previa alguna, se lanzan a la acción revolucionaria y provocan un motín. 

A.- LA REVOLUCIÓN AMERICANA: LAS 13 COLONIAS INGLESAS DE AMÉRICA EN DEL NORTE 

La transformación económica, social y política que se produjeron en Inglaterra durante el siglo XVI, favorecieron su expansión colonial en el siglo XVII. Además había grupo de hombres dispuestos a migrar para colonizar nuevos territorios y comenzar una nueva vida. La reforma religiosa realizada por Enrique VIII había producido fuertes encuentros entre la corona y algunos sectores de la sociedad que se oponía a la religión anglicana y que preferían abandonar Inglaterra para practicar libremente su fe. Fue una solución para muchos perseguidos por cuestiones religiosas en los primeros años del siglo XVII. Por otro lado hombres de negocio organizaron compañías colonizadoras para la explotación de diversos minerales y metales preciosos que creían que había. Por ejemplo las compañías de Londres y la de Plymounth con objeto de extraer oro en estas tierras.

Entre el inicio del siglo XVI y de la segunda mitad del siglo XVIII se desarrolló en la costa atlántica de América del Norte una sociedad colonial de origen británico que sería la base de lo que hoy conocemos como Estados Unidos. Estas trece colonias eran independientes entre sí y presentaban grandes diferencias.

Siendo la primera la de Virginia, en honor a Isabel I, la "reina virgen".Esta eran pobres, no contaban con yacimientos de metales preciosos, ni con una población indígena densa y estable para mano de obra. Su población crecía lentamente y faltaban capitales para fomentar el crecimiento.

En cuanto a las instituciones políticas, el sistema era similar en todos los territorios. Cada colonia tenían designados por la Corona inglesa un Gobernador y un Consejo de Notables. El resto de la población estaba representada en Asambleas, cuyos diputados eran elegidos por sufragio censitario bastante amplio. La distancia, la dificultad de las comunicaciones, etc., favorecieron una cierta libertad y autonomía con relación a la metrópoli en el ejercicio del poder administrativo y político.

Después de la guerra de Inglaterra contra Francia, Guerra de los Siete Años, la corona quiso que las colonias le ayudasen a pagar la enorme deuda militar de alrededor de 150 millones de libras esterlinas. Con este objetivo el parlamento inglés estableció la Stamp Act (1765) por el que cualquier documento de tipo comercial debía pagar un derecho de timbre. Los libros y periódicos estaban asimismo sujetos a este derecho de timbre. Ante las protestas, el gobierno inglés retiró la Stamp Act, pero decretó nuevos impuestos sobre determinadas mercancías (papel, vidrio, plomo, etc.).

Los habitantes de 96 ciudades protestaron, ya que el Parlamento, por no estar incorporados en él, no los representaba frente a la Corona, y por lo tanto no podía decidir por ellos y formaron la liga de no importación, ideada por Franklin.

Con estas medidas los colonos temieron que todas las libertades que habían disfrutado hasta el momento empezaban a venirse abajo de repente. También podía significar un revés importante para el comercio que los colonos desarrollaban. Viendo el cariz que estaban tomando los acontecimientos el parlamento británico decidió derogar la ley.

Cuando en 1773 se aprobó la "Boston Act", que beneficiaba a la Compañía Británica de las Indias Orientales, concediéndole el monopolio del té, los americanos arrojaron al mar todas las cajas de té que llevaban tres barcos anclados en Boston. Éste fue el llamado "motín del té en Boston", y señala el primer acto de abierta rebeldía contra el Gobierno inglés.

Además, Se frustraron los deseos de muchos americanos, que querían establecerse en los territorios recientemente adquiridos al oeste de los Apalaches. La "Quebec Act" (1774) garantizaba a los pobladores del Canadá francés el libre ejercicio de su lengua, religión e instituciones (los americanos deseaban la fusión completa de aquellas tierras). Parecía que Inglaterra reservaba estas tierras para los colonos canadienses o para nuevos inmigrantes británicos.

Los colonos no cejaron en su empeño y en 1774 en Filadelfia organizaron un Congreso para evaluar el estado de la situación. Decidieron desobedecer las nuevas leyes británicas e intentar boicotear en lo posible el comercio, por lo que empezaron a buscar armas para defenderse de las posibles represalias. La respuesta, por supuesto, no se hizo esperar y el comienzo del conflicto se dio cuando en la localidad de Lexington fuerzas británicas se enfrentaron a unos setenta colonos. Alguno de los dos bandos hizo fuego por lo que la guerra ya estaba servida. Inglaterra se obstinó que los colonos debían obedecer y estalló la guerra. Los colonos confiaron el mando a George Washington, y para pedir a Francia que interviniera mandaron a Franklin como embajador.

Unos años después de este hecho se organizó el segundo Congreso Continental, también en Filadelfia, con la intención de que hubiese un ejército y una marina controlados por una persona representativa de los colonos, nada más y nada menos que George Washington. Los siguientes pasos fueron el papel moneda y un principio de relaciones con otras potencias extranjeras, hasta que Thomas Jefferson redactó la llamada Declaración de independencia, en Virginia, que se aprobó en la fecha más importante hoy para los estadounidenses, el 4 de julio del año 1776.

El ejército de Washington carecía de todo, estaba desorganizado, sin armas, sin pólvora, sin ropas y sin provisiones. Solamente pudo adquirir una cosa con rapidez y voluntad: la disciplina. Pero carecía de los conocimientos tácticos de los bien organizados regimientos ingleses. Éstos, en cambio, no luchaban por su tierra y su moral era bastante baja. En 1777 los americanos vencieron a los ingleses en la batalla de Saratoga. Entretanto había llegado un ejército francés, y España había mandado provisiones y armas procedentes de México y las Antillas. En el año 1781 unos 8.000 soldados británicos fueron rodeados en Yorktown (Virginia) por la alianza franco norteamericana bajo las órdenes de Washington. Los británicos pidieron la paz y en el tratado de París de 1783 se reconoció por fin la independencia de los Estados Unidos. Estaban cansados de lucha y de una guerra que no era popular, pues ambos pueblos eran demasiado afines y no existía odio real que justificara la matanza.

Líderes tan importantes como George Washington, Benjamin Franklin y James Madison pretendieron modificar algunos de los artículos de la Confederación, sin embargo fueron unos delegados los que tuvieron la idea de redactar una nueva legislación que dio como resultado la gran Constitución de los Estados Unidos de América que finalmente fue aceptada en 1787 tras muchas reuniones. Con esta declaración se separaron los tres poderes, el ejecutivo, legislativo y judicial, totalmente independientes entre sí, lo estados podían tomar decisiones propias, además se añadieron posteriormente un total de diez enmiendas con la intención de no fortalecer en demasía el poder central. Se quería sobre todo dejar clara la libertad individual del hombre en cualquiera de los casos, y también otras como la libertad de prensa, de religión, de expresión etc. Otras de las enmiendas ya desarrollaban temas que en otros países europeos tardarían en llegar como el derecho de la mujer a votar, así como abolir completamente la esclavitud. Este texto constitucional ha quedado inamovible para la historia y se ha situado como el gran símbolo norteamericano, envidia del resto de las naciones.

Terminada la guerra Washington fue elegido dos veces presidente de la república federal. Los Estados Unidos fueron el primer país independiente de América. Su ejemplo repercutió en el resto de las colonias española y portuguesa, pero también en Europa, ya que estimuló los sucesos que debían desembocar en la Revolución Francesa que estalló a fines del siglo XVIII. 

B.- REVOLUCIÓN FRANCESA

1. Las circunstancias en que surge.

La revolución surge como explosión de una crisis doble: crisis de la sociedad y crisis de las instituciones. 

1.1. Crisis de la sociedad.

La sociedad francesa sigue siendo aristocrática. La nobleza y el clero disfrutaban de todos los privilegios. Poseían la riqueza y el poder. El Tercer Estado, en el que se integraban burguesía y campesinos, abarcaba a la inmensa mayoría de la nación. 

a) La nobleza.

La nobleza era dueña de la quinta parte de las tierras del reino. Percibía de los campesinos una serie de tasas. Unos 4000 nobles vivían en Versalles, en torno al rey. Llevaban una vida lujosa gracias a los altos sueldos oficiales, las recompensas reales y las rentas de los impuestos.

Pero una parte de la nobleza estaba arruinada sus gastos eran mayores que sus ingresos, pues para mantener su rango habían de rodearse de numerosa servidumbre y organizaban fiestas y partidas de caza, que exigían cada vez más dinero. A causa de esto, algunos nobles se casaban con mujeres ricas del Tercer Estado. En la Corte los nobles no podían sostener su alto nivel de vida, a causa de la subida de precios que se produce durante todo el siglo XVIII, sus necesidades son cada vez mayores, y eso les lleva a subir las presiones económicas a los campesinos, éstos les odian porque se consideran extorsionados por sus altos tributos; en todas partes iban perdiendo sus funciones de administración de justicia y de cargos políticos, en favor de los abogados que salen de las Universidades. 

b) El clero.

El clero lo componían unas 120.000 personas, no constituyendo una clase homogénea. El alto clero procedía casi exclusivamente de la nobleza, residía en la Corte y no se ocupaba de sus funciones. El bajo clero originario del Tercer Estado recibía ingresos bajos. El diezmo, décima parte de las cosechas, que la Iglesia revendía, las rentas de las tierras y los alquileres de los inmuebles de las ciudades, beneficiaban casi exclusivamente al alto clero. Los pensadores de la época critican los privilegios de la Iglesia; el alto clero se siente cada vez más fuertemente vinculado a la aristocracia y más alejado del pueblo. 

c) El Tercer Estado.

Lo constituyen las clases populares de las ciudades y campos. 
  1. La burguesía constituye el sector preponderante, dirige la Revolución en su propio beneficio. Dentro de ella se distinguen grupos muy diversos. Por una parte, la burguesía que vive del comercio y los negocios, especialmente floreciente en los puertos, y, por otro, las profesiones liberales que acceden a los cargos no reservados a los nobles, y que tienen un papel social cada vez más importante. En una escala más baja, los artesanos, que ejercen oficios manuales y dependen de su trabajo, tienen dificultades ante la competencia de la naciente industria. 
  2. Los asalariados: son los obreros de las manufacturas, y los oficiales y aprendices de los pequeños talleres, que no podían dejar a su patrono sino tras una serie de difíciles requisitos (despido por escrito). Las subidas de precios agravaron la situación de estas clases populares urbanas; los precios se elevan más deprisa que los salarios. La subida del pan; en el que invertían la mitad de lo que ganaban podía provocar revueltas populares. Precisamente los años 1788-1789 son los de máxima carestía del pan. El año 1788 fue el de peor cosecha de todo el siglo. Ya en el invierno, extraordinariamente duro, aparece la escasez, y ligados a ella el paro y la mendicidad; los desocupados hambrientos constituyen el elemento más activo de las masas revolucionarias. 
  3. Los campesinos: forman el estamento más numeroso; 20 de los 25 millones de franceses viven del trabajo en el campo, podemos afirmar que sin el apoyo de los campesinos la Revolución Francesa no hubiera tenido éxito.

Algunos poseían pequeñas propiedades, otros eran simplemente braceros sin propiedad. El sistema agrario se había desarrollado de tal modo, que en Francia no había servidumbre, desde luego, tal y como era conocida en la Europa oriental. La relación de señor y campesino no era la relación de amo y criado. El campesino no estaba obligado a prestar trabajo alguno al señor, a excepción de unos pocos servicios simbólicos, en algunos casos. El señorío, sin embargo, continuaba manteniendo ciertos rasgos supervivientes de la época feudal. Tenían el privilegio de la caza, solían tener un monopolio sobre la panadería o sobre la prensa del lagar del pueblo, por cuyo uso cobraban unos derechos. Tenían ciertos poderes judiciales y de policía local, que le permitían cobrar derechos y multas.

Había otro rasgo especial del sistema de propiedad del Antiguo Régimen. Todo propietario de un señorío poseía lo que se llamó un derecho de "propiedad eminente", respecto a todas las tierras situadas en el pueblo del señorío. Esto significaba que aunque los campesinos fuesen propietarios de las tierras debían al señor ciertas rentas, pagaderas anualmente, así como unos honorarios de transmisión, que debían abonarse cada vez que la tierra cambiase de propietario, por venta o por muerte.

Por estas razones los campesinos se unirán a la revolución, para abolir los privilegios de los señores y para suprimir el diezmo y otras cargas económicas, pero una parte de ellos teme el reparto de tierras.

En resumen, todos los grupos sociales tienen motivo de queja. Los nobles se encuentran con dificultades económicas, el alto clero con ataques de los escritores y la resistencia popular a pagarles el diezmo, el bajo clero con ingresos escasos, los burgueses desean una mayor participación en el poder, las clases populares de las ciudades sufren el agobio de la subida del pan, los campesinos desean la extinción de los privilegios feudales. Es una sociedad en conmoción. 

1.2. Crisis de las instituciones.

En teoría el monarca francés, Luis XVI, era un rey absoluto, que gobernaba sin ninguna limitación pero la Ilustración niega que el rey pueda tener este poder y afirma que el verdadero soberano es el pueblo, y el rey sólo un administrador.

Nobles y clero no pagaban impuestos. El Estado francés tenía un déficit crónico, es decir, sus gastos eran superiores a sus ingresos, y ésta situación se agravó con la intervención en la guerra de independencia de los Estados Unidos y con los gastos crecientes de la Corte, que llegaron a ascender a la cuarta parte del déficit y sobre todo los intereses que devenga el propio volumen de la deuda pública.

La situación es no sólo caótica, sino paradójica; porque sucede en un país de gran vitalidad económica. Y esto es posible en parte por el sistema fiscal, que exime a los estados privilegiados.

Era imprescindible crear nuevos impuestos, pero para ello había que convocar los Estados generales, a lo que el rey se resistía, temeroso de las presiones de la nobleza y del clero.

Por otra parte, el rey había vendido muchos de los cargos de justicia y no podía destituir a un magistrado sin devolverle su dinero. De esta manera los magistrados que administraban justicia se hicieron independientes del rey.

Existía, por tanto, una contradicción entre la teórica monarquía todopoderosa y su impotencia real. La realeza estaba sola. Nobleza y clero se desentendían de sus apuros económicos. El sistema de impuestos era inservible para las necesidades de Francia, la justicia venal, la administración un caos. Las instituciones habían envejecido. 

2. Fases de la Revolución. 

Pueden distinguirse, en general, seis etapas en un proceso revolucionario. 

2.1.Difusión de las ideas revolucionarias.

Para la existencia de una revolución es necesario la aparición de personas que sustenten doctrinas contrarias a los fundamentos del régimen existente. 

2.2. Rebelión de los privilegiados.

La rebelión de la aristocracia precede a la revolución y contribuye a conmover los cimientos de la monarquía. Puede parecer extraño que sean los sectores privilegiados los que inicien el enfrentamiento revolucionario, pero tenemos que recordar los problemas y motivos de descontento que estos tenían. Los nobles se oponen a todo intento de reforma fiscal que les obligue a pagar impuestos; hacen fracasar los proyectos sucesivos de los ministros Calonne y Brienne. La deuda del Estado en 1789 llegaba a 5.000 millones del libras mientras que en Francia sólo circulaba dinero por valor de 2.000 millones. Calonne consideró urgente eliminar los privilegios económicos de la nobleza, para ello obtiene del monarca la convocatoria de una Asamblea de Notables,  representantes de la nobleza y del clero, para proponerles la necesaria reforma fiscal, modificando los impuestos existentes y creando una subvención territorial. Esta Asamblea se opuso a toda reforma que les perjudicase u solicitó la convocatoria de los Estados Generales en los que participaba la burguesía. La posición cerrada de los privilegiados inició, de forma involuntaria, el camino de la Revolución. 

2.3. La Revolución en manos de los moderados.

Los Estados Generales los forman representantes de la nobleza, el clero y el tercer estado, antes de su convocatoria se invita al pueblo a que elabore unos cuadernos de quejas. Por ellos se puede ver que la burguesía pretendía una transformación del Estado francés que los privilegiados estaban muy lejos de desear. En ello se ve como la nobleza y el clero se aferran a sus privilegios, la burguesía critica a la monarquía absoluta, obreros y braceros del campo apoyan las críticas de la burguesía, los campesinos propietarios protestan por los impuestos. Los Estados Generales se convocaban en tres brazos separados cada uno de ellos tenía un voto y estaba formado por 300 representantes, todo el Tercer Estado se volvió contra esta medida con odio y desconfianza, declarando que la nobleza era una casta inútil, que podía ser abolida sin inconveniente alguno, que el Tercer Estado era el único elemento necesario de la sociedad, que era uno mismo con la nación y que la nación era absoluta e incondicionalmente soberana, este enfrentamiento hizo imposible una reforma pacífica y arrojó a muchos burgueses, a una actitud radical y destructiva. El rey les concedió igualar en número a los otros dos Estados, y el Tercer Estado solicitó reunirse como una sola Cámara y votar como individuos. Unos días después, unos pocos sacerdotes, abandonando la cámara de la nobleza cruzaron y fueron a sentarse con el Tercer Estado y se declaró la Asamblea Nacional. La Asamblea Nacional tiene funciones Constituyentes y legislativas. Ante la negativa del rey de aceptar esta situación los miembros de la Asamblea firmaron el Juramento del Juego de la Pelota en 1789 afirmando que no se disolverían hasta que hubiesen redactado una Constitución. Los parisienses estaban alarmados también por la concentración de tropas en torno a Versalles. Y empezaron a armarse para su propia defensa. Todas las clases del Tercer Estado lo hicieron. Las multitudes comenzaron a buscar armas en los arsenales y en los edificios públicos. La multitud se transformó en un populacho que asaltó la Bastilla. Mataron al gobernador y al alcalde de París, sus cabezas fueron cortadas con cuchillos, clavadas en unas picas y paseadas por la ciudad. Mientras ocurría todo esto, las unidades del ejército regular de los alrededores de París no se movieron, pues su lealtad era dudosa y, en todo caso, las autoridades no estaban acostumbradas a disparar contra el pueblo.

La toma de la Bastilla vino a salvar la Asamblea, el rey aceptó la nueva situación de París, despidió a las tropas que había convocado y ordenó a los nobles y clérigos recalcitrantes que se incorporasen a la Asamblea Nacional. Se creó una guardia burguesa o nacional para mantener el orden, bajo el mando del marqués de Lafayette, como insignia se combinaron los colores rojo y azul de la ciudad de París con el blanco de la casa de Borbón, así surgió el emblema tricolor francés.

Hubo un gran miedo por todos los distritos rurales, los campesinos se armaron para proteger sus hogares y sus cosechas, pero lo que hicieron fue asaltar las casas de los señores, quemándolas y destruyendo los registros de los derechos y los tributos señoriales.

Hasta 1791 la revolución está primero en manos de los constitucionales, partido inclinado a una monarquía controlada por una Constitución o ley fundamental; sus figuras destacadas son Mirabeau y Lafayette. Después controlan el proceso los girondinos, republicanos moderados partidarios del respeto a la ley; su jefe es Brissot. La Constitución girondina (1791) niega derechos políticos a los ciudadanos que no poseen un determinado nivel de riqueza o de cultura.

La obra de la Asamblea constituyente:

El Antiguo Régimen había caído bajo la doble presión de la burguesía y de las clases populares; ahora había que construir un orden nuevo, y esto se hizo con la Constitución de 1791 y la Declaración de los Derechos del hombre y del ciudadano. 
  • La Declaración de Derechos afirma como principios naturales imprescriptibles el de la libertad individual y el de la propiedad. El de igualdad también se reconoce, pero en un lugar secundario, porque no figura entre los imprescriptibles, se garantizaba la libertad de pensamiento y la de religión; nadie podía ser detenido ni castigado, excepto mediante un procedimiento legal; todas las personas eran declaradas elegibles para cualquier función pública, siempre que estuvieran capacitadas para ella. La ley debía ser igual para todos. La ley era la expresión de la voluntad general, y había de ser elaborada por todos los ciudadanos o por sus representantes. Se afirma también que la Soberanía reside en la nación. 
  • La Constitución de 1791: Los constituyentes parten de lo afirmado en la Declaración de Derechos, y establecen los principios fundamentales del nuevo régimen. En el aspecto político se proclama la soberanía nacional y la división de poderes, siendo desde ahora la forma de Estado una monarquía constitucional. El poder ejecutivo lo detenta el rey, que se convierte en el principal funcionario de la nación, se le otorga derecho de veto, de forma que las leyes sólo podrán ser válidas si otras dos Asambleas consecutivas insisten en su promulgación (lo que podía exigir un mínimo de dos años. El legislativo está en la Asamblea Nacional, de una sola cámara, elegida por dos años, no por sufragio universal sino censitario (sólo pueden votar los ciudadanos activos mayores de 25 años que paguen una contribución igual al valor de tres jornadas de trabajo). No era, pues, un régimen democrático, ya que diferenciaba entre ciudadanos activos y pasivos. El legislativo tiene prioridad sobre los otros poderes, con iniciativa en las leyes, decisión en las finanzas y control en la política exterior; el rey era controlado por la Asamblea; carecía de poder legislativo y no podía disolverla.

Se racionaliza también el poder judicial. Los jueces son nombrados por el Estado, desapareciendo las justicias señoriales.

Se reorganiza el ejército, con la legalización de las milicias nacionales, revolucionarias, creadas desde 1789 (cuando tuvo lugar la formación de la Guardia Nacional), en parte en detrimento del propio ejército regular, que se ve minado por la insubordinación de la tropa y el talante político conservador de la vieja oficialidad.

En lo religioso, a propuesta del obispo Talleyrand, y para evitar la bancarrota del Estado, se nacionalizan los bienes de la Iglesia. En contrapartida la nación toma a su cargo el mantenimiento del clero, del culto y de la enseñanza pública. Ante la premura de obtener dinero se emitieron asignados.

Además se suprimen las órdenes religiosas, se introduce el criterio de racionalizar la Administración en el campo eclesiástico, con la reorganización de las circunscripciones episcopales ajustando sus límites a los de las demarcaciones civiles; introduce también la soberanía nacional en la jerarquía, imponiendo la electividad de los obispos, vicarios, y párrocos. Se aprueba la Constitución Civil del Clero, que convierte a los clérigos en funcionarios del Estado, obligándolos a jurar la Constitución y prohibición a los obispos de demandar del Pontífice la confirmación de sus nombramientos, que serían de origen civil en adelante. Ello divide a la Iglesia francesa en dos, una constitucional, de clero juramentado (que juró la Constitución) pero cismático, pues el Papa prohibió ese juramento, y otra de los no juramentados o refractarios.

En el aspecto económico establece la libertad económica, con la supresión de corporaciones y monopolios, la libertad de trabajo, comercio y actividades financieras y bancarias, mientras se mantenía el proteccionismo sobre algunos productos (textiles y cereales) y el exclusivismo colonial.

Los debates de la Asamblea Nacional acerca de determinados aspectos de la situación internacional de Francia exteriorizan dos criterios principales: la imposición de las fronteras naturales y el respeto a la soberanía nacional; criterios ambos derivados de principios diversos, pero igualmente ilustrados: la racionalización y la libertad.

Sin que tampoco sea siempre respetada lo que hoy denominamos autodeterminación de los pueblos, será no obstante la norma más aplicada en principio: así en la anexión de Alsacia, Lorena, Franco Condado, Aviñón, Condado Venasino, Saboya, Niza y parte de Bélgica y Renania.

Los problemas que se planteaban a la Asamblea eran múltiples: por un lado la protesta popular, ya que el pueblo quedaba excluido de los derechos políticos tras la promulgación de la ley Chapelier el 14 de junio de 1791, que prohibía las coaliciones obreras; por otro, el problema de la agotada Hacienda que forzó el recurso a la desamortización de los bienes del clero y a crear un papel moneda -el asignado- entre otras medidas; la reacción de los católicos que no aceptaban la nueva política religiosa, la oposición de la nobleza que en gran número optó por la huida; y la postura del rey, aparentemente doblegado a la revolución pero que el 20-21 de junio de 1791 huyó, fue detenido en Varennes y hecho prisionero fue conducido nuevamente a París. El 17 de julio, una concentración popular en París pedía el destronamiento de Luis XVI; el ayuntamiento, controlado por La Fayette, estableció la ley marcial y las tropas dispararon sobre los peticionarios (matanza del Campo de Marte).

Hasta el momento, los Gobiernos europeos, aunque alarmados, se mostraban reacios a intervenir en las cuestiones francesas, pero la nueva situación y los mensajes lastimeros del rey y la reina, unidos a la acción exterior en el de los emigrados, llevó a un cambio de actitud. El 27 de Agosto de 1792 se produjo la Declaración de Pillnitz por parte de Leopoldo II de Austria y Federico Guillermo II de Prusia, que denunciaban la situación interior de Francia ante los soberanos europeos inventándoles a obrar urgentemente, declaración que entusiasmó a los emigrados y que en el interior de Francia provocó una enorme inquietud.

2.4. La Asamblea Legislativa

El 30 de septiembre de 1791 se disuelve la Asamblea Constituyente con el acuerdo de que ninguno de sus miembros podría serlo de la siguiente. Después de las elecciones la nueva Asamblea Legislativa está compuesta por una derecha, los monárquicos constitucionales; un centro independiente que oscila a uno y otro lado, y una izquierda, los girondinos. Por lo tanto, la nueva Asamblea Legislativa, elegida tras la proclamación de la constitución, conservaba aún una mayoría moderada o burguesa y deseaba completar el cambio iniciado por su predecesora, pero el conjunto de problemas acumulados dificultaron la consolidación de sus reformas. La crisis económica la obligó a vender los bienes de los emigrados y al requisamiento del grano en los distritos; la oposición clerical la obligó a la deportación de los refractarios; y la actitud europea, a declarar una guerra ante lo que no eran unánimes las posturas: los girondinos, La Fayette y el propio rey, interesado en recuperar prestigio, eran partidarios de ella, y Robespierre contrario. El 20 de abril de 1792 la Asamblea declaró la guerra a Austria, guerra que, a la larga, transformaría el mapa de Europa.

La legislativa se va a enfrentar a dos problemas: 
  • Movimiento revolucionario: Existe malestar popular a causa del aumento del precio del pan, debido a las malas cosechas de 1791, que provoca el asalto de panaderías y convoyes de trigo. Además los campesinos están descontentos porque todavía se les sigue obligando a pagar los derechos señoriales abolidos por la Constitución. Además de esto, los sans-culottes siguen presionando por una mayor igualdad. 
  • La guerra exterior: Las amenazas de Pillnitz, la acción de los emigrados en Coblenza y Worms y la manifestación del duque de Brunswick de destruir París si se ejerciera violencia sobre el rey provocan una sublevación popular. El 20 de abril de 1792, Luis XVI fue a la Asamblea para proponer la declaración de guerra a Austria. Los primeros meses de la guerra fueron desastrosos para Francia por tener un reducido ejército regular (unos 150.000 soldados), mandado por generales y oficiales adictos al rey, y por la indisciplina y la deserción de tropas y oficiales. Ante estos hechos se tuvo que recurrir al alistamiento de voluntarios. Estos van a ser principalmente "sans-culottes", quienes desde este momento participarán activamente en la aceleración del proceso revolucionario. Ante tales hechos la Asamblea se ve impotente y vota la suspensión del rey y la convocatoria de una nueva Asamblea Constituyente, la Convención. 

3. Fase exaltada. 

Como en 1789, durante los meses de julio y agosto (1792) van a producirse los principales acontecimientos revolucionarios. Para conmemorar el aniversario de la Toma de la Bastilla (14 de julio), acudieron a París federados de toda Francia y formaron, por iniciativa de Robespierre, un directorio secreto. El 10 de agosto se produce una segunda gran revolución protagonizada por la comuna popular de París y los soldados federados que se enfrentaron a las tropas reales suizas en las Tullerías. La Comuna destituye al rey, quien tiene que refugiarse en la Asamblea. Ésta, ante la gravedad de los sucesos decidió convocar una Convención, elegida por sufragio universal, dando el visto bueno a las acciones populares (sans-culottes) y al destronamiento del rey.

La revolución tiene tres poderes: la Comuna (que controla a los otros), la Asamblea y el Gobierno de formación girondina (con el jacobino Danton) que actúa de mediador entre la Comuna y la Asamblea, es decir, entre el sector progresista y el moderado.

La Comuna impone sus criterios de corte igualitarios, con una política de terror ante el peligro contrarrevolucionario. Ante el avance de las tropas extranjeras, la Comuna organizó la defensa, convocando a los ciudadanos, que llegaron a formar un ejército popular revolucionario, un ejército de desharrapados que se enfrentó al ejército europeo en Valmy, el 20 de septiembre de 1792, y poniéndose los revolucionarios pletóricos de moral.

Persiguieron a los contrarrevolucionarios más allá de sus fronteras y, en pocas semanas, ocuparon toda Bélgica. Así la revolución comenzó a exportarse.

Estabilizada la situación militar y consecuentemente el orden interior tras la victoria francesa de Valmy frente a Prusia (20 de septiembre de 1792), La Asamblea Legislativa cede en efecto el poder a la Convención. 

3.1. La Convención girondina

Comprende desde el 21 de septiembre de 1792 al 2 de junio de 1793. Después de las elecciones por sufragio universal, la composición de los 749 diputados de la Asamblea era la siguiente: 
  • A la derecha los girondinos (160), burgueses moderados, defensores de la legalidad constitucional y de la libertad política, que antes eran la izquierda y ahora, asustados por las jornadas de violencia, desean parar la revolución, tratan de salvar al rey y practican una política económica liberal frente a las peticiones de control y tasas de precios solicitadas por campesinos, comunas y sans-culottes. 
  • A la izquierda los montañeses o jacobinos (140), también burgueses, que la revolución ha enriquecido con los bienes nacionales y el suministro de armas, y que se sienten por ello muy ligados a las convicciones revolucionarias y están dispuestos a unirse a los sans-culottes para hacer triunfar definitivamente los principios de la revolución. Son minoría en esta etapa, pero están apoyados en la calle por el pueblo de París. 
  • El Centro o Llanura o Pantano, que se inclina de momento al lado de los girondinos.

Por otra parte girondinos y montañeses se enfrentan por sus criterios de política económica, de ideología y de estructuración del Estado: los montañeses son dirigistas, rousseaunianos y centralistas; los girondinos, partidarios de la libertad de comercio e industria, volterianos y federalistas. No se trata por lo demás de partidos, sino de grupos de individuos afines.

Uno de los primeros actos de la Convención fue proclamar la abolición de la Monarquía y el establecimiento de la República. Durante esta fase tienen lugar tres acontecimientos destacados: la muerte del rey, la guerra exterior y la crisis de 1793.

Se celebró el proceso a Luis XVI, que fue condenado a muerte en enero, por 387/344 votos. Este fue un hecho que conmocionó a Europa.

La guerra exterior: la nueva política adoptada por la Convención de extensión de la revolución y de anexiones territoriales hasta las fronteras naturales, es ahora cuando no sólo se esgrime ya el principio de la autodeterminación -soberanía nacional-, sino también el de las fronteras naturales, que se justifican en la facilidad de la defensa (territorios de la izquierda del Rhin), unida a la exasperación por la muerte del rey, organizó la Primera Coalición (Inglaterra, Austria, Prusia, Cerdeña y España) contra Francia, que es vencida en Neerwinden, Mayenza y Rosellón.

Crisis de 1793, producida por el levantamiento de La Vendée junto con el malestar de los curas refractarios y el movimiento popular de París a causa de los altos precios: el pueblo pasa hambre y los sans-culottes culpan a los acaparadores de grano y a los contrarrevolucionarios, y exigen medidas de excepción, como la creación del Comité de Salud Pública, que resta poderes al gobierno. En el enfrentamiento girondinos-montañeses, éstos, con la ayuda de los sans-culottes y con un programa confuso y sugestivo: soberanía popular como único presupuesto político, reparto de la propiedad y articulación de un sistema de previsión social, procesan a veintidós girondinos y se hacen con la mayoría de la Cámara.

3.2. La Convención montañesa

Comprende desde el 2 de junio de 1793 al 27 de julio de 1794.

Constitución del año I: los montañeses elaboran una Constitución más democrática: el poder reside en una Asamblea, elegida por sufragio universal, y en un Consejo, el poder ejecutivo elegido por la Asamblea entre los candidatos de los departamentos; el Estado deberá promover el bien común, emprender reformas sociales y consultar al pueblo soberano frecuentemente por referéndum, establece los derechos de trabajo, de asistencia, de instrucción y de insurrección. Pero esta Constitución no entró en vigor, porqué la Convención aprobó un decreto proclamando que el gobierno provisional de Francia es revolucionario hasta que consiga la paz.

El gobierno revolucionario: es un régimen de guerra, caracterizado por una gran centralización y la suspensión de todas las libertades; cuenta con un gobierno de asambleas y comités nombrados por la Convención. El poder está distribuido de la siguiente manera:
  • Comité de Salud Pública: de nueve miembros, entre ellos Danton, Robespièrre y Saint-Just, es el órgano supremo del ejecutivo; dirige la guerra, la diplomacia y la economía.
  • Comité de Seguridad General: dirige la policía política; es el encargado de aplicar las medidas contra los sospechosos.
  • Tribunal revolucionario: juzgaba los atentados contra la libertad, la igualdad, la unidad y la indisolubilidad de la República.

3.2.1. El Terror

El temor a que las manifestaciones de los sans-culottes por la falta de pan degeneraran en nuevas jornadas de acoso a la Convención fue el problema real que impulsó a la implantación del terror. Era preferible encauzar el terror haciéndolo legal que sucumbir a las presiones de la calle. En consonancia con este principio se toman las siguientes medidas: Ley de sospechosos, legislación de excepción que alcanzó a los nobles, a los eclesiásticos y a los extranjeros, y abarcó también a los girondinos, sucediéndose los encarcelamientos, procesos y ejecuciones; Ley del máximo general de precios y salarios: que bloquea sobre todo los precios y supone un intervencionismo en la economía, obligando por la fuerza a los campesinos a abastecer a los mercados al precio fijado, otras medidas económicas fueron: la creación de manufacturas estatales, provisión de materias primas para los fabricantes y a la imposición de tasas al comercio; Política de descristianización: se procedió al establecimiento de la libertad de cultos, ejecución de curas refractarios, representaciones antirreligiosas y, por fin, sustitución del cristianismo por una religión de la razón, con su calendario y fiestas revolucionarias.

El Terror llega al máximo con Robespièrre, que quiere implantar una democracia autoritaria. Sin embargo, la acentuación del terror soliviantó a los franceses, y los sans-culottes, irritados por la disminución del máximo de sus salarios, dejan de apoyarlo, lo que supone la caída de Robespièrre el 27 de julio de 1794 (9 de Thermidor del año II).

3.3. La Convención Thermidoriana

La caída de Robespierre supuso el triunfo de la burguesía moderada entre julio de 1794 y octubre de 1795, procedente de la Llanura, dirigió la Convención y volvió a los principios de la primera fase de la revolución, y de sus principios liberales y, aunque se mantuvo el gobierno revolucionario, éste fue muy atenuado y sólo hasta la redacción de la nueva Constitución, la del año III (septiembre de 1795).

La Constitución del año III establece una República burguesa basada en la división de poderes, pero en la que el poder legislativo reside en dos Cámaras: el Consejo de Quinientos y el Consejo de los Ancianos. El ejecutivo es un Directorio de cinco miembros, con el fin de tratar de impedir la concentración de poder en una sola persona, y se vuelve a la distinción entre ciudadanos activos y pasivos. La administración se descentraliza otra vez, aunque con la figura del comisario nacional en los departamentos para hacer cumplir las leyes del poder central.

La Convención thermidoriana tiene todavía que hacer frente a sublevaciones internas: la de los sans-culottes, que por la aplicación de una política económica liberal han quedado arruinados, y la de los realistas, que marchan sobre las Tullerías. Pero las dos son sofocadas por el ejército, que por primera vez desde 1789 dispara contra el pueblo sublevado, lo que prueba hasta qué punto había evolucionado.

3.5. El Directorio

Comprende desde octubre de 1795 a noviembre de 1799.

El nuevo régimen intentó ser una República de orden apoyado en una base social reducida: la burguesía propietaria y notable, que se oponía tanto al realismo y a la aristocracia como a la democracia popular y al jacobinismo. Pero los problemas económicos y financieros se mantenían, y la oposición política venía tanto de los jacobinos y de la Conjura de los Iguales de Babeuf, como de los realistas y de la rebelión resurgida en la Vendée, todas dominadas con la intervención del ejército.

El golpe de Estado del 18 de Brumario del año VIII (9-10 de noviembre de 1799) puso fin al Directorio y dio paso al Consulado, que dejaba en manos de Napoleón Bonaparte las riendas del poder.