UD 1- EL ANTIGUO RÉGIMEN.



EL ANTIGUO RÉGIMEN 

Desde los siglos medievales se conservaban en Europa casi las mismas formas de entender la economía y la sociedad. Frente a estas ideas (la división de la sociedad en estamentos) que representan una concepción tremendamente injusta, se alza la burguesía, único grupo con iniciativas económicas (capitalismo) y con dinero fruto de su trabajo, que aspirará a crear un mundo que le favorezca. En lo político aspirará a conseguir el poder político, en lo económico que las leyes le favorezcan a la hora de desarrollar sus proyectos. 

Caricatura satírica sobre la sociedad del Antiguo Régimen

El término Antiguo Régimen se utiliza para designar las formas específicas de sociedad, de economía y de instituciones políticas que caracterizan a la historia europea desde mediados del siglo XV a finales del siglo XVIII. A esta etapa, llamada también Edad Moderna, se le pone fin a través de las revoluciones burguesas o liberales, proceso que se inicia en Europa con la revolución francesa de 1789, fecha y acontecimiento que marcan el inicio de la Edad Contemporánea. A ella le prestaremos nuestra atención en otro tema. Ahora debemos conocer las bases sobre las que se asentaba el Antiguo Régimen y como se produjo el cambio del Antiguo Régimen a la sociedad burguesa. 

1. La economía durante el Antiguo Régimen. 

La economía de estos siglos está prácticamente anclada en la Edad Media, aunque se ha producido algún avance técnico las condiciones no son muy distintas de la época medieval: agricultura extensiva, rotación de cultivos, organización gremial...

Pieter Brueghel el Viejo,  Los segadores, en el verano, se confían a los ritmos anuales que repiten procesos de larga duración. La vida humana se somete a ellos con la misma fatalidad que al pago de los impuestos.

Frente a eso empiezan a aparecer nuevas formas de producción que iban evolucionando hacia un nuevo sistema económico, el capitalismo, que terminará implantándose con la Revolución Industrial, acontecimiento que corre paralelo a la revolución liberal o burguesa.

La economía del Antiguo Régimen no conseguía hacer crecer de forma sostenida la producción, por delante del aumento de la población, y todo ello era debido a la baja productividad del trabajo que traía consigo que la producción y el consumo por habitante fueran pequeños.

Las principales características de la economía del Antiguo Régimen eran las siguientes: 

a) El predominio absoluto de la agricultura. 

Era el sector económico predominante. La mayor parte de la población (entre el80 y el 90%) trabajaba en ella. La persistencia de los métodos de cultivos tradicionales (rotación bienal o trienal con barbecho) aportaba unas tasas muy bajas de productividad. En consecuencia, la producción era escasa y cuando venía una serie de malas cosechas se producían hambrunas que traían consigo la caída de la población.


Jean-François Millet – “Las espigadoras” (1857, óleo sobre lienzo, 83 x 110, Museo d’Orsay, París)

Buena parte de las tierras estaban bajo la propiedad de la nobleza y el clero. En general, ni uno ni otro explotaban directamente sus propiedades; las cedían en forma de censos o arrendamientos a cambio de una renta. Además, en muchas zonas de Europa la nobleza disfrutaba de un poder jurisdiccional sobre los habitantes de un pueblo o localidad (es decir, cobrar impuestos, hacer justicia, aprobar ordenanzas…). 

b) La escasa importancia de la industria. 

Los niveles de productividad eran bajos por la ausencia de mecanización, por el uso de fuentes de energía tradicionales y por el escaso desarrollo de la división del trabajo. Su dependencia frente a la agricultura era clara: una crisis agrícola se traducía en una crisis de subsistencias y en una caída de la demanda de productos industriales.

Las formas principales de organización industrial eran tres: la industria artesanal, la industria domestica rural y la manufactura.

En las ciudades seguía presente una industria artesanal, con técnicas tradicionales, rígidamente reglamentada por los gremios que impedían toda forma de competencia (idea capitalista).


Sistema doméstico o a domicilio

La industria doméstica o “sistema a domicilio” fue la utilizada por los comerciantes para atender a la demanda de los mercados exteriores. En el campo, lejos del control gremial, un comerciante facilitaba materias primas (lana o algodón) a los campesinos para que elaboraran un determinado producto que era pagado a tanto la pieza por el comerciante.



El otro modelo de producción fue la manufactura. Se trataba de grandes talleres donde trabajaban obreros asalariados, pero la maquinaria seguía siendo la tradicional, con predominio del trabajo manual. Muchas manufacturas fueron financiadas por el Estado, inicialmente daban beneficios para posteriormente acabar con pérdidas, que terminaban siendo sufragadas por el Estado. 

c) La inexistencia de un mercado de ámbito nacional. 

Para ello era necesario que aparecieran nuevos medios de transporte. Ya era importante el transporte marítimo, en crecimiento por las relaciones comerciales con las colonias; sin embargo, la lentitud y carestía de los transportes terrestres y la persistencia de aduanas interiores determinaban un escaso grado de integración económica entre los diferentes territorios de un país. 


d) El estancamiento económico. 

Era lo que, en definitiva, caracterizaba a la economía del Antiguo Régimen.

Una serie de buenas cosechas elevaban el nivel de vida y el ritmo de crecimiento demográfico, se aumentaba la demanda de productos industriales y el comercio se beneficiaba también de la expansión agraria. Por el contrario, una época de malas cosechas traía consigo una crisis de subsistencias, una caída en la demanda de productos industriales, extendiéndose la crisis al resto de los sectores de la economía.

Romper con este círculo vicioso era necesario para conseguir un crecimiento sostenido de la producción. Se trataba, en definitiva, de poner en marcha un nuevo régimen económico que será un hecho con la Revolución Industrial. 

2. La estructura de la sociedad estamental. 

La sociedad del Antiguo Régimen continuó siendo estamental; se mantenía la división de origen medieval en estamentos: nobleza, clero y tercer estado o estamento popular. Para cumplir las misiones encomendadas al clero (rezar para la salvación de la comunidad) y a la nobleza (vigilar por su defensa) estos estamentos gozaban de privilegios, concedidos por ley, de tipo económico, social y político. Todos ellos consolidados, a lo largo de la Edad Media, se mantendrán durante la Edad Moderna.


La nobleza y el clero constituían el estamento privilegiado. El primer estamento lo formaba el clero. En su interior había importantes diferencias lo que daba lugar a un claro escalonamiento: arzobispos, abades, curas rurales y religiosos. La Iglesia poseía grandes propiedades de las que obtenía rentas, no pagaba impuestos y mantenía una fuerte influencia en los comportamientos sociales (matrimonio, paternidad, enseñanza…).


La aristocracia en teoría constituía el segundo estamento. Su condición de privilegiado se justificaba por su misión (la defensa militar de la comunidad y la de aconsejar a los monarcas); sin embargo, al pasar a la Edad Moderna el Estado se fortalece, la monarquía se hace absoluta y la nobleza ve reducir su peso político, militar o administrativo. En cambio, mantiene sus privilegios jurídicos (no paga impuestos y goza de leyes propias) y vive de las rentas de sus tierras. También, una parte de ellos, los más poderosos, los que ocupan la parte alta de la nobleza o aristocracia, disfrutan de poderes jurisdiccionales, como el cobro de impuestos, el nombramiento de jueces o la redacción de ordenanzas para las poblaciones de su señorío.


Por último, el estamento de los no privilegiados, también conocido como tercer estado incluía a todos los que no eran ni nobles ni clérigos. Un grupo social donde se incluían los jornaleros del campo o los que habitaban en las ciudades, los artesanos, los comerciantes y los profesionales liberales. Entre ellos había fuertes diferencias económicas, pero a todos les unía la obligación de pagar impuestos, la necesidad de trabajar, y la carencia de privilegios.


Bajo un proceso lento, desde el siglo XIII se venía consolidando un grupo social dentro de lo que luego pasaría a llamarse tercer estado. Este nuevo grupo, cada vez más influyente y rico, era la burguesía que nació como consecuencia del desarrollo del comercio, del crecimiento de las ciudades, de los descubrimientos geográficos y de la consiguiente apertura de los mercados exteriores.


Esta burguesía, a lo largo del siglo XVIII, fue poco a poco adquiriendo conciencia de su fuerza y de su marginación. Apartada del poder político, acabó rechazando el absolutismo monárquico y la desigualdad ante la ley. Estamos, por tanto, ante la clase social que, alzada en revolución, acabará con las bases del Antiguo Régimen y pondrá los cimientos de las del mundo contemporáneo. 

3. La Ilustración. El Despotismo Ilustrado y la crisis del Antiguo Régimen. 

Desde mediados del siglo XVIII un grupo de pensadores, en su mayoría franceses, desarrollaron una corriente de pensamiento nuevo, a la que se dio en llamar Ilustración, que terminó siendo un arma formidable para destruir las bases del Antiguo Régimen. Partían del supuesto de que el hombre había nacido para ser feliz y de que la razón humana, única fuente de conocimiento, era capaz de alcanzar por sí sola la verdad. Advertían que si los hombres habían sido creados para alcanzar la felicidad, las relaciones entre ellos tenían que estar basadas en la tolerancia y en la igualdad ante la ley (con la consiguiente desaparición de los privilegios estamentales). Defendían, a su vez, una nueva forma de Estado basado en los ideales de igualdad, libertad y tolerancia.

Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu

Entre estos filósofos, que prepararon el fin del Antiguo Régimen, destacaron Montesquieu, Voltaire y Rousseau. Montesquieu advertía que para evitar que el Estado cayera en la tiranía y el despotismo debía organizarse sobre la separación de poderes: legislativo (en manos del Parlamento), ejecutivo (en las del rey y sus ministros) y judicial (ejercido por los tribunales legalmente constituidos). Voltaire era un ferviente defensor de la libertad de pensamiento y de la tolerancia religiosa. Rousseau expuso el principio de la soberanía nacional: el poder reside y emana del pueblo. Pero la realidad era otra: el rey era el soberano absoluto, Dios le había entregado todo el poder y, en consecuencia, el monarca sólo era responsable de sus actos ante la divinidad.

François-Marie Arouet (París, 21 de noviembre de 1694 – ibid., 30 de mayo de 1778), más conocido como Voltaire

Las ideas de los ilustrados se difundieron, primero, por Francia y, después, por todos los países europeos e, incluso, por las colonias americanas. La burguesía las acogió con entusiasmo, ya que respondían a sus intereses e ideales. Sin embargo, también tuvieron mucha aceptación entre un sector de la nobleza y entre algunos de los monarcas absolutos, como José II de Austria, Federico II de Prusia, Catalina II de Rusia y Carlos III de España. Sus medidas de gobierno han dado lugar al llamado Despotismo Ilustrado, consistente en llevar a cabo reformas, pero sin pretender una coparticipación popular, siguiendo el principio de “todo para el pueblo pero sin el pueblo”.

Jean-Jacques Rousseau (Ginebra, 28 de junio de 1712-Ermenonville, 2 de julio de 1778)

Ahora bien, el Despotismo Ilustrado venía a ser, también, una estrategia de los mismos monarcas para enfrenarse a la crisis del Antiguo Régimen, sistema sociopolítico que venía teniendo una larga vida y que, en la segunda mitad del siglo XVIII entró en crisis por diversos factores: Por las transformaciones económicas, que exigían una libertad de producción, por las aspiraciones de la burguesía, dispuesta a poner fin a la sociedad estamental y al absolutismo monárquico, y por las críticas de los ilustrados, que mostraban al Antiguo Régimen como un sistema injusto, irracional y poco adecuado para lograr la felicidad del hombre y el progreso de la sociedad.

La revolución francesa será la encargada de materializar el cambio, de acabar con el Antiguo Régimen; por su trascendencia la fecha de su inicio, 1789, sirve para poner fin a la Edad Moderna y para marcar el comienzo de otra nueva Edad, la Contemporánea. Del sistema sociopolítico del Antiguo Régimen se va a pasar a otro nuevo: al sistema liberal, donde la burguesía organiza un nuevo Estado basado en el reconocimiento de las libertades, en la división de poderes y en el principio de la soberanía nacional.