UD 8- LA HEGEMONÍA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVI.

LA HEGEMONÍA ESPAÑOLA EN EL SIGLO XVI  
 
Carlos I a caballo en Mühlberg. (Tiziano, 1548). Museo del Prado, Madrid

1.    La Edad Moderna.

La Edad Moderna se inicia en el año 1453 (o 1492) con la toma de Constantinopla por parte de los turcos (o llegada de los europeos a América) y finaliza en el año 1789 con el inicio de la Revolución Francesa.

Este periodo de la historia europea está marcado por tres grandes hitos: los grandes descubrimientos y la expansión por el mundo, la reforma y contrarreforma religiosa y el Humanismo- Renacimiento. Estos acontecimientos condicionaran profundamente todo el sistema político, económico, social y cultural de Europa y por extensión, al resto del mundo.


El sistema político predominante en la Edad Moderna será el absolutismo. Los monarcas europeos acabaran por imponer su autoridad en solitario frente a la nobleza e Iglesia, con los que llevan compitiendo por el mismo desde la Edad Media, pondrán fin al sistema feudal y sentarán las bases para un nuevo orden político-económico: el auge de las ciudades, el afianzamiento de los burgueses y el triunfo del capitalismo.

El rey, en el absolutismo, es la encarnación de todos los poderes del Estado: dicta las leyes (poder legislativo), ordena su ejecución (poder ejecutivo) y juzga según las leyes que el mismo ha elaborado (poder judicial). Todas las personas que viven en su reino se convierten en sus súbditos y están sometidos a su autoridad real, mandato que procedía directamente de Dios (se consideraba que la monarquía tenía un origen divino). El monarca no se sometía a ningún control y no compartía su poder con nadie.

1.1.    La Monarquía autoritaria.

La monarquía autoritaria como modelo político de transición entre la monarquía feudal y la monarquía absolutista, fue el cambio político esencial con el que se finaliza la Edad Media y comienza la Edad Moderna, y que hay que incluir entre los cambios introducidos en este tiempo. Los reyes, cuyo poder había estado limitado por la nobleza durante la Edad Media, habían luchado por reunir en sus manos el máximo poder posible y para finales del siglo XV o comienzos del XVI algunas monarquías consiguieron reunir mucho poder, son las que se denominan autoritarias.

Isabel I de Castilla, "la Católica".

La monarquía autoritaria podría definirse como aquella en la que el rey detenta el poder político, aunque tiene que mantener los privilegios de algunos grupos, no de la nobleza pero sí de la burguesía, enriquecida por el comercio y base del poder económico de los reyes. El fortalecimiento del poder lo consiguieron a través de cambios en la política interior como la creación de ejércitos permanentes, de mercenarios a sueldo, y la utilización de la artillería, una organización administrativa burocrática y una hacienda para controlar ingresos y gastos del reino; las medidas de política exterior se centraron en el establecimiento de relaciones diplomáticas beneficiosas para los países aliados, que les permitían hacerse fuertes y enfrentarse de manera conjunta a los enemigos.

Buenos ejemplos de monarquías autoritarias son las de Isabel y Fernando, los Reyes Católicos en Castilla y Aragón, Luis XI en Francia y Enrique VIII en Inglaterra.

La monarquía autoritaria evolucionará hacia la monarquía absoluta.

Fernando II de Aragón "el Católico".


2.    La sociedad en la Edad Moderna

En la Edad Moderna, la sociedad continuo estructurada en estamentos como en la Edad Media. Continuo el predominio de la aristocracia feudal, pero empezó a adquirir mayor peso la burguesía, sector vinculado al comercio. Desde la Edad Media la sociedad estaba organizada en tres órdenes o estamentos donde casi no existía la movilidad social y los hijos heredaban la condición y hasta el trabajo de sus padres. Cada estamento tenía una función social, un estatuto jurídico particular y unas características propias. La división se basaba en la función que cumplía cada estamento dentro de la sociedad: los  privilegiados (por debajo del Rey) eran el clero (oraban para la salvación de las almas) y la nobleza (luchaban para defender a la sociedad), y en el tercer estamento se encontraba el resto de la sociedad (campesinos libres y siervos), cuya función era trabajar para producir el alimento, siendo el orden no privilegiado y sobrecargado de impuestos.


La sociedad europea no era de ningún modo igualitaria. Así, encontramos a los nobles que basaban su prestigio en un título de nobleza y eran los dueños de grandes extensiones de tierra. Eran muy cercanos a los reyes gobernantes, y solían casarse dentro del mismo grupo para conservar la riqueza y los títulos. Los nobles eran dueños de las tierras pero no las trabajaban, sino que lo hacían los campesinos. Había campesinos pequeños propietarios de tierras, otros, la gran mayoría trabajaba para los nobles y aún quedaban siervos; es decir, campesinos que eran considerados semi libres ya que no podían abandonar la tierra de su señor.

Otro grupo importante era el clero, formado por miembros de la iglesia. Mientras que el Papa, cardenales y obispos eran ricos, poderosos y dueños de tierras al igual que los nobles, los sacerdotes y curas de parroquias eran muy pobres al igual que los campesinos.

Cuando comienzan a renacer las ciudades a fines de la Edad Media, aparece un nuevo grupo social: los burgueses. Debido a su origen humilde fue considerado dentro del tercer estamento, aunque en realidad su mentalidad y forma de vida no coincidía con los valores de la sociedad de ese momento. Dentro de la burguesía, que inicialmente trabajaba para vivir, había médicos, maestros, pequeños comerciantes, artesanos, prestamistas y hasta grandes comerciantes que habían logrado enriquecerse y vivir de sus rentas.

El cambista y su mujer (burgueses). Quentin Massys (1514)

En la Edad Moderna seguía existiendo esclavos. Los más numerosos eran los que procedían de África y su destino habitual era América. En Europa también había esclavos (la mayoría de raza negra) porque los nobles a los que pertenecían los consideraban bienes exóticos. Por ejemplo, el pintor Diego Velázquez tenía a su servicio un esclavo llamado Juan de Pareja, a quien enseñó pintura y se convirtió en un gran artista. 

Retrato de Juan de Pareja, esclavo de Diego Velázquez (1650).

Europa tenía hacia 1500 una población aproximada de 80 millones de personas.  El país más poblado era Francia con 16 millones de habitantes.  Para 1600 la población había aumentado a 100 millones de personas.  La mayoría de la población seguía viviendo en el medio rural. En muchas zonas como Rusia, los Estados alemanes y la Península Ibérica, la población de las ciudades solo era alrededor del 5% del total. Por el contrario, en los Estados Italianos y los Países Bajos la población urbana alcanzaba aproximadamente el 30%. Allí estaban las ciudades más pobladas y los burgueses más ricos. 

3.    La economía.

En la Edad Moderna, se pueden establecer dos etapas claras en la economía: la primera, hasta el siglo XVI, y representa un periodo de recuperación y una segunda, en el siglo XVIII, o una fase de crisis.

Las características fundamentales de la economía de la Edad Moderna son las siguientes: 
  • Agricultura: La producción era muy baja, ya que las técnicas que siguen utilizándose son las mismas que en la Edad Media. Continúan usando el barbecho, herramientas poco eficaces y pocos animales de tiro. Los productos más importantes que se cultivan son los cereales (trigo, cebada y avena), la vid y el olivo. En Inglaterra y Países Bajos se introducirán importantes novedades técnicas como la rotación trienal, el uso de abonos y la selección de semillas. Esto permitirá un cierto incremento de la producción. 
  • Ganadería: La cabaña ovina será muy importante en los reinos de Castilla e Inglaterra, mientras que la bovina será la dominante en los países del centro de Europa. En la corona de Castilla el Honrado Concejo de la Mesta de Pastores fue creado en 1273 por Alfonso X el Sabio, reuniendo a todos los pastores de León y de Castilla en una asociación nacional y otorgándoles importantes prerrogativas y privilegios tales como eximirlos del servicio militar y de testificar en los juicios, derechos de paso y pastoreo, etc. 
  • Comercio: Experimento un gran desarrollo porque se intensificaron las rutas comerciales que previamente se habían establecido y además se abrieron otras nuevas. En el siglo XVI el Mediterráneo y el Báltico eran los ejes fundamentales de las rutas comerciales, pero a partir del siglo XVII, serán los océanos Atlántico e Índico los que alcanzaran una relevancia fundamental en la actividad comercial. Surgirán importantes sociedades comerciales, como la Compañía Británica de las Indias Orientales y la Compañía Holandesas de las Indias Orientales, que comerciaban con la India e Indonesia.
  • Artesanía y productos manufacturados: Tendrán un gran auge y desarrollo la producción siderúrgica (Inglaterra, Francia y Bélgica), el textil (lana, lino y cáñamo) y los artículos suntuarios o de lujo (sedas, tapices, brocados, perfumes, muebles y armas). 
  • Finanzas: En este momento la banca tendrá un gran desarrollo, será la encargada de aportar los capitales para financiar los viajes y la producción de las manufacturas. Se pondrán las bases del capitalismo comercial, que ha tanta importancia tendrá en los siglos posteriores. La teoría económica dominante en la Edad Moderna fue el mercantilismo, que defendía que la riqueza de un Estado dependía de los metales preciosos que tuvieran en su poder. Por eso fue tan importante la explotación y comercio de oro, plata y piedras preciosas.
4.    El humanismo y la nueva ciencia. 

La Edad Moderna se inicia con el movimiento cultural del Humanismo que defiende una nueva concepción del mundo en la que el hombre ocupa un lugar preeminente, sin que en ningún momento se llegue a negar la existencia y la supremacía de Dios, que sigue siendo el creador del universo para las gentes de esa época. 

La actividad intelectual y artística tendrá un desarrollo muy importante en Europa. La reforma en el pensamiento será la clave para acabar con el periodo anterior y esta renovación intelectual, será lo que se conozca con el nombre de humanismo.

Hombre de Vitruvio. Dibujo de Leonardo da Vinci (1487).

Las principales características del Humanismo son:
  • El rechazo a la mentalidad medieval centrada en la idea de Dios y la exaltación del ser humano al que consideraron como el único dotado de razón y libertad para cambiar su situación. Se conoce por antropocentrismo a esta concepción filosófica en el que los seres humanos ocupa en centro y medida de todas las cosas y el fin absoluto de la creación.
  • La inspiración en la cultura grecolatina. El interés por la lengua griega permitió la traducción de los grandes autores clásicos sobre todo Platón y Aristóteles mientras que los artistas imitaron y mejoraron las grandes obras escultóricas y arquitectónicas griegas y romanas.
  • El interés por la ciencia y el progreso técnico que motivó la aparición de un nuevo espíritu científico basado en la observación, la experimentación y el análisis crítico
  • El uso de las lenguas vernáculas (castellano, francés, italiano) como vehículo de transmisión cultural en sustitución del latín y el griego. El paso decisivo fue la traducción de la Biblia a esas lenguas o la publicación de obras como La Divina Comedia de Dante en italiano.
  • El mecenazgo de burgueses enriquecidos (como los Médici en Florencia) que acogían a artistas y pensadores y patrocinaban económicamente sus obras contribuyendo a la difusión del Humanismo y del nuevo arte renacentista.
Este nuevo movimiento cultural se inicia en Italia hacia el año y desde allí se difundió por toda Europa a lo largo del siglo XVI. La difusión del humanismo se vio favorecida por los siguientes mecanismos:
  • La imprenta de tipos móviles (inventada por los chinos en el siglo XI), reinventada en Europa por Gutenberg hacia el año 1450, permitió la difusión de los libros. Hasta ese momento, los libros eran un bien de lujo y de acceso a muy pocas personas. Con la impresión de los libros, éstos se abarataran, llegaran a más lectores y favorecerán la difusión de las ideas. 
  • La aparición de las academias, en el que los eruditos y hombres de ciencia podrán discutir e intercambiar ideas, hablaran de filosofía, arte o literatura y todo bajo el patrocinio de los mecenas. La Academia de los Mécidis en Florencia será la más importante en este momento. 
  • La apertura al público de las grandes bibliotecas, como la Biblioteca Vaticana (la más grande e importante de su tiempo), permitirá poner al alcance de todo el mundo los conocimientos de la Antigüedad, que hasta el momento sólo eran accesibles a unos pocos. 
  • La creación y desarrollo de la universidades, que servirán para difundir las nuevas ideas y para explorar nuevos campos del conocimiento. La primera universidad que se fundó en España fue el Estudio General de Palencia en el siglo XIII y tras ella, la de Universidad de Salamanca.
En el siglo XVII surgirá la ciencia moderna. Se desarrollará el razonamiento basado en la experiencia: se plantean hipótesis, se experimenta para corroborarlas y finalmente, se obtienen deducciones (método empírico). Esta fue la forma de trabajar de los grandes científicos y pensadores de la época como Galileo Galilei, Johannes Kepler, Nicolás Copérnico, Miguel Servet, René Descartes o Isaac Newton.

Miguel Servet, científico y teólogo.

5.    Reforma y Contrarreforma 

La reforma: 

La Iglesia de comienzos de la Edad Moderna tiende a hacerse señorial, a acumular riquezas, y a la ostentación de ellas. El papa tiene ambiciones políticas: se venden bulas para conseguir dinero y ventajas políticas, y la Iglesia se instala en la corrupción para conseguir dinero, por más que se condene la simonía, o venta de sacramentos. Se crea una teocracia imperial, que disputa el poder temporal al emperador. Además, la recaudación del diezmo implica un ingreso de dinero desde todos los reinos cristianos.

En contra de esta tendencia de ostentación y lujo está el Humanismo, que aboga por una religión interior y personal, en oposición a la religión pública de los grandes actos. Esta idea hará que algunos miembros de la Iglesia adopten posturas en contra de la actitud de Roma, e intenten reformar la vida eclesiástica, para hacer de ella un modelo moral, más acorde con la predicación y el mensaje de la Biblia, ante la sociedad. 

Martín Lutero (1483-1546) es el gran impulsor de la reforma de la Iglesia. Es un fraile agustino que considera que la ostentación y el lujo de la Iglesia y del papado está en contra del mensaje evangélico.

Retrato de Martín Lutero.

Su conflicto con el papado se concreta en la crisis de las indulgencias. En 1514 León X, quiere recaudar dinero para la construcción del Vaticano y la basílica de San Pedro. Para ello vende bulas e indulgencias. Ante esta actitud de la Iglesia, Lutero comienza a predicar en contra de la ostentación del lujo. Esto le vale muchos enfrentamientos con la jerarquía y el Vaticano, que culminan en 1517, año en que publica sus 95 tesis; que pone en la puerta de su parroquia en Wittenberg. En ellas condena el proceso de enriquecimiento de la Iglesia, formula un nuevo concepto del pecado y de la penitencia, y considera que el jefe de la Iglesia debe ser el príncipe y no el papa. Lutero considera que la Salvación sólo se consigue a través de la Fe. No importan los actos que se hagan, ya que todo en el mundo es pecado. Sólo la Fe salva al hombre.

El papa León X. Obra de Rafael Sanzio.

La actitud intransigente de Lutero y del papa termina con la excomunión de Lutero en 1520. Pero Lutero encuentra el apoyo de los príncipes alemanes, ya que les da poder sobre la Iglesia, y continúa sus predicaciones ganado príncipes y consolidando nuevas iglesias nacionales. Sus tesis se difunden por Alemania, junto con otros escritos. Traduce la Biblia al Alemán, puesto que considera que todos los cristianos deben leer la Biblia, e interpretarla según su entender. Utiliza la lengua alemana (o la lengua vernácula) en sus ritos, puesto que piensa que el pueblo debe entenderlos. Exalta la nobleza cristiana de la nación alemana, e invita a los príncipes a convocar un concilio de iglesias nacionales. Publica De la cautividad babilónica de la Iglesia, que es un ataque directo al papado y donde afirma que la única verdad está en la Biblia, y De la libertad interior del cristiano donde defiende la Salvación por la Fe. Niega la doctrina de la Iglesia y sus sacramentos, defendiendo la fe en Cristo.

En un principio, se opone a la rebelión contra el príncipe, pero luego justifica la sedición contra la autoridad; tras la revuelta de los caballeros renanos, entre 1522 y 1523, la revuelta de los campesinos, entre 1524 y 1525, y la terrible represión que desencadenó por parte de los príncipes católicos y el emperador. 

Juan Calvino (1509-1564) es otro de los reformadores de la Iglesia. Sus tesis están directamente influidas por las de Lutero, pero las ha adaptado a las necesidades de la burguesía urbana suiza.

Retrato de J. Calvino. Obra de Tiziano.

Las diferencias más notables son: su creencia en la predestinación; el hombre no puede hacer nada por salvarse, debe tener fe en Dios y en ser uno de los elegidos, pero tiene que demostrar con sus actos que es digno de tal salvación. Lo que más dignifica al hombre es el trabajo. Es una reforma fundamentalmente para la burguesía, y justifica el enriquecimiento personal.

Calvino funda una iglesia con sus seguidores en la que los fieles eligen a sus ministros.

La Iglesia anglicana no es fruto de una reforma sino de un problema político: la cuestión del divorcio de Enrique VIII. En 1534 Enrique VIII promulga el acta de supremacía, según el cual el rey tiene poder para intervenir en los asuntos de la Iglesia, y no el papa. Las diferencias entre la Iglesia católica y la anglicana se producen con el tiempo, por las decisiones de distintos reyes. 

La Contrarreforma: 

También en el seno de la Iglesia católica se hace un intento por moralizar la vida eclesiástica y tener un espíritu más evangélico. Los jesuitas intentan una conciliación con los protestantes, para lo que elaboran el mito de la Iglesia primitiva, y defienden el estudio del Evangelio. Pero los jesuitas tienen un voto de obediencia al papa que será la esencia de la contrarreforma. Además, los jesuitas negarán la religiosidad íntima, en favor de la de los grandes ritos.

Auto de Fe en la Plaza Mayor de Madrid, 1683, óleo de Francisco Rizi. Museo del Prado, Madrid.

La Contrarreforma toma cuerpo en el Concilio de Trento (1545-1563), que se convoca a petición de todo el mundo, para resolver los litigios planteados. En un principio pretendía reconciliar a la Iglesia católica con los protestantes, pero triunfaron las tesis más intransigentes. El concilio lo convocó Pablo III y lo cerró Pío IV. Tras la discusión se decretaron una serie de normas para los ritos y la organización de la Iglesia, que serían de obligado cumplimiento para todos, y que durarían hasta el siglo XX. Es, ante todo, un concilio normativo en el que se organiza la doctrina y se determinan los dogmas de la Iglesia. Declara que sólo el clero tiene potestad para interpretar la Biblia, y que la fe en Dios es fundamental para la salvación así como las buenas obras. Se estipula el uso del latín en las ceremonias, y se reafirma el poder jerárquico dentro de la Iglesia.

Escudo de la Inquisición en el dintel de una puerta en La Alberca (Salamanca).

La Inquisición se convierte en la guardiana de la doctrina de la Iglesia y la defensora del Concilio. La Inquisición se había creado para perseguir las herejías, no a los infieles. Era la única institución que tenía una legislación común para todos los reinos y todo el territorio, y por encima de la autoridad política, aunque la ejecución de la sentencia dependía del poder civil.

En el Concilio de Trento se crea el Índex, en 1559, con los libros que estaba prohibido leer a los cristianos. Este Índex no dejará de crecer a lo largo del tiempo.

La complicación de la liturgia hace necesario que la gente tenga una cierta cultura, y el Concilio se preocupa mucho por la educación del pueblo. Nacen, así, las órdenes educativas, como los dominicos o los jesuitas, para enseñar la Doctrina.

6.    La formación de los estados autoritarios.

En el siglo XV los reyes forzaron su poder y se asentaron las monarquías autoritarias, esto supuso el primer paso hacia el absolutismo.

6.1.    La Monarquía hispánica.

Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón (Reyes Católicos)

Cuando los Reyes Católicos llegan al poder tienen el fin de aumentar el poder de la Monarquía, para lo que crean el Estado Moderno y realizan un gobierno basado en una Monarquía Autoritaria. La unión de Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón es una unión dinástica pero no territorial, puesto que los reinos de Castilla y Aragón conservan sus leyes e instituciones políticas, moneda, peso, medida...lo que se conoce con el nombre de Monarquía Hispánica; varios reinos gobernados bajo una misma corona, pero independientes entre si. Las diferencias entre reinos no fueron eliminadas, por lo que pervivieron hasta épocas posteriores. Durante su reinado los reyes pretendían realizar una gran reforma, sometiendo a la nobleza y al clero, realizando una unificación religiosa y reforzando el poder real.

Los Reyes Católicos se rodean de una burocracia permanentemente especializada. Son un conjunto de personas que rodeaban al rey, y que impedían que los reyes tuvieran contacto alguno con sus empleados y su pueblo. Así se incrementaba el poder real y el origen divino del poder. Este refuerzo del poder real tiene como fundamento una base económica. Durante este tiempo se produce una alta recaudación fiscal, siendo una de sus bases: la exportación de lana con la alcabala.

Alcázar de Segovia. Sede de la corte de Isabel I de Castilla.

Los Reyes consiguen ser nombrados patrones de las órdenes militares, y a partir de ese momento todas las cabezas de ganado les pertenecen, lo que producía muchos ingresos a la Corona, y ya no a la Iglesia como sucedía antes de ser nombrados patrones. Continuaron con la política expansiva; realizaron conquistas (Reino Nazarí de Granada, Islas Canarias o el reino de Nápoles), controlaron el norte de África, anexionaron Navarra e impulsaron el descubrimiento y colonización de América en 1492 (Cristóbal Colón), lo que puso al alcance de la Corona la importación de oro y plata, y lo que esto supone, beneficios.

Los Reyes prohíben a la nobleza tener ejércitos propios y crean un ejército real pagado con el tesoro de la corona, y que será un ejército especializado: surgen nuevas armas como la artillería por ejemplo. El desarrollo de dicha artillería va a ser fundamental en la época. Se crea un cuerpo de ingenieros que van a parar al ejército real.

Se va a someter a la nobleza y al clero a la autoridad real. A la nobleza le van a aumentar el patrimonio con el mayorazgo, pero al mismo tiempo ésta se va integrando en la administración real, y se integra dentro de la Monarquía Autoritaria. La nobleza se va favoreciendo de los cargos que le ofrece la Corona.

En el caso de la Iglesia va a ser sometida debido a que la Corona se compromete a velar por el catolicismo, es decir, que ser castellano es igual que ser cristiano. Los Reyes van a asumir la facultad de designar las altas jerarquías de la Iglesia en su territorio. Obtienen a cambio del Papa que les reconozca el patronato de las órdenes militares, explotación e importación de lana.

La Hacienda fue reorganizada para incrementar los ingresos de la Corona, realizándose el primer censo aumentaron así sus rentas. Los impuestos recaudados en Castilla eran diferentes en cuantía y especificación de los aragoneses.

Cuadruple ducado de oro con las efigies de Fernando e Isabel (Reyes Católicos)

En cuanto a instituciones de gobierno se refiere, cada reino tenía las suyas, independientes del otro reino, pero el más importante fue Castilla pues las Cortes de los Reyes siempre estuvieron instaladas en territorios castellanos. Aún así contaban con instituciones con capacidad para actuar en ambos reinos. Un cambio importante fue la transformación de las instituciones feudales en unas modernas y autoritarias.

Se creó la Santa Hermandad, inspirada en las hermandades medievales, especie de milicias populares organizadas en algunas ciudades para establecer el orden. Tuvo carácter general en Castilla y era controlada por la Corona. Luchaban contra el bandidaje en el ámbito rural y evitaban las disputas entre los nobles.

En política enviaron corregidores a las villas para vigilar los municipios. En 1500 se limitaron sus funciones: presiden las reuniones de los ayuntamientos y determinan la elección de los procuradores en Cortes. Había dos tipos de corregidores:
  • Corregidores Mayores: actuaban en ciudades con voto a Cortes y grandes extensiones geográficas. 
  • Corregidores menores: encargados militarmente de las fronteras, actuaban sobre ámbitos urbanos sin voto a Cortes.
El Consejo Real se encontraba en Castilla, era el auténtico centro de poder. Tenía como competencias facultades legislativas, ejecutivas y judiciales. Estaba compuesto por un prelado, tres caballeros y ocho o nueve letrados, se reunían diariamente en otoño-invierno y cada siete o diez días en primavera-verano. Actuaba como árbitro entre los demás consejos. Los Secretarios Reales eran intermediarios entre los Reyes y el Consejo. Representaban el desarrollo de la burocracia. Procedentes de la alta y media nobleza se convierten en la cabeza de la máquina del Estado castellano.

Los Reyes, aprovechando que se podía convocar a Cortes a un solo estamento, poco a poco van convocando sólo a representantes urbanos, a los que han ido convirtiendo en una nobleza adicta al sistema. Estas Cortes tienen como atribuciones:
  • Votación de los subsidios. 
  • Juramentación del heredero. 
  • Presentación de peticiones.

Desde Castilla se reformó el Consell del Cent del Reino de Aragón, dando entrada en él a la burguesía y a los trabajadores. También Valencia, en el Consejo General da cabida a la intervención popular.

Salón del Consell de Cent (en castellano Consejo de Ciento). Ayuntamiento de Barcelona.

Trataron de consolidar su autoridad real defendiendo la justicia real. La Chancillería (alto Tribunal del Reino de Castilla) de Valladolid fue reformado varias veces para conseguir una mejor eficiencia. Se crea otra Chancillería en Granada en 1494. También existían las Audiencias en Justicia.

Para mantener control sobre toda la península crearon la Inquisición, con poderes en todos los reinos pero no sobre la Corona, para resolver los problemas religiosos y sociales surgidos en los reinos por las diferentes religiones (católica, judía o musulmana). 


Edicto de Granada o Decreto de la Alhambra en el que los Reyes Católicos promulgaron la expulsión de los judíos de los reinos de Castilla y Aragón. (1492).
En 1492, los Reyes Católicos, decretan la expulsión de la comunidad judía de sus reinos (podían evitar la expulsión convirtiéndose al catolicismo) y en 1609 la expulsión de los moriscos.

7.    El auge del absolutismo: la lucha por el dominio de Europa.

El absolutismo llegará su máximo esplendor entre los siglos XVI y XVIII. Los reyes, una vez logrado imponer su poder y voluntad en el interior de sus reinos, pasaran a enfrentarse con el resto de países por extender sus dominios.


7.1.    La España de los Austrias




La llegada de la Casa de Austria o de Habsburgo se produjo como consecuencia de la política matrimonial de los Reyes Católicos y a ella corresponderá culminar la unificación territorial de la Península (incluido Portugal) y la expansión americana. Además, su llegada significó, debido a sus intereses patrimoniales en Alemania y los Países Bajos, la entrada de España en la política europea como potencia de primer orden. Pero estudiar este periodo es también estudiar la caída de esta potencia, incapaz de mantener su hegemonía europea, hasta llegar a una profunda crisis, rematada por el final de la dinastía. El periodo de expansión política y económica, el siglo XVI, corresponde con los reinados de Carlos I y Felipe II, llamados los Austrias Mayores; mientras que los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II, llamados los Austrias Menores, corresponden al siglo XVII, en el que se produce el declive. 

Carlos I: 1517-1556.

Carlos I, obra de Tiziano

Carlos I de España y V de Alemania nació y se educó en Gante (1500) y murió en Yuste (1558). Era hijo de Felipe I "el Hermoso" y de Juana I "la Loca", y nieto de los Reyes Católicos. Gracias a la política matrimonial de los Reyes Católicos, recibió una amplia herencia:

  • Herencia borgoñona (1515): De su abuela paterna, María de Borgoña, heredó los Países Bajos y el Franco Condado, además de los derechos sobre el ducado de Borgoña, perdido por su bisabuelo Carlos el Temerario.
  •  Herencia castellana (1516): De su abuela materna, Isabel I la Católica, heredó la Corona de Castilla, el reino de Navarra (anexionado por Fernando durante su regencia) y las Indias (América), además de las Canarias y varias plazas norteafricanas. 
  •  Herencia aragonesa (1516): De su abuelo materno, Fernando II el Católico (que estuvo a punto de nombrar heredero a Fernando, hermano de Carlos, nacido y educado en España) heredó la Corona de Aragón con Sicilia, Cerdeña y el reino de Nápoles.
  •  Herencia austríaca (1519): De su abuelo paterno, Maximiliano de Habsburgo, heredó el archiducado de Austria (de ahí el nombre de la dinastía) y demás territorios patrimoniales de los Habsburgo, además del derecho a sucederle en la dignidad imperial alemana, que era electiva. A la muerte de su cuñado Luis II de Hungría a manos de los turcos (1529), heredará también Bohemia, Silesia y Moravia.
En 1504 murió Isabel I de Castilla, la Católica, y en 1506 Felipe I, el Hermoso. Ante la incapacidad de Juana I de Castilla, apodada la Loca, Fernando II ejercerá la regencia en Castilla hasta su muerte, en 1516, siendo sucedido como regente por el cardenal Cisneros. En 1517, Carlos I llega a España sin conocer el castellano ni los asuntos españoles y acompañado de su corte flamenca. En 1518 es jurado por las Cortes reunidas en Valladolid y en 1519, tras la muerte de su abuelo Maximiliano, es elegido emperador de Alemania.

Las largas ausencias del rey en Castilla, la subida de impuestos para sufragar los gastos de la coronación imperial y la concesión de los principales cargos a extranjeros provocaron la Guerra de las Comunidades de Castilla (1520-1521), dirigidos por Juan Padilla, Juan Bravo y Pedro Maldonado, que fueron derrotados en la batalla de Villalar y ajusticiados. Paralela a la revuelta de los comuneros en Castilla, en Aragón se producen las germanías.

Ajusticiamiento de los capitanes comuneros en Villalar el 24 de abril de 1521, obra de Antonio Gisbert.

En cuanto al Nuevo Mundo, recién descubierto, será bajo el reinado de Carlos I cuando se produzcan las conquistas del Imperio Azteca, por Hernán Cortés, y del Imperio Inca, por Francisco Pizarro, en cuyos territorios se establecen, respectivamente, los virreinatos de Nueva España, con capital en México, y Perú, con capital en Lima, gobernados cada uno de ellos por un virrey (representante del rey).
Tres grandes problemas centran la política exterior de Carlos I: las guerras con Francia, el peligro turco y el problema luterano.

Los enfrentamientos con Francia, que tuvieron mucho de rivalidad personal con Francisco I (ambos fueron candidatos al trono imperial), se centraban en tres causas: el reino de Navarra, incorporado por Castilla y reivindicado por Francia, el ducado de Borgoña, ocupado por Francia y reivindicado por Carlos, y la hegemonía sobre Italia. La elección de Carlos como emperador provocó la primera de las seis guerras. En 1521, los franceses invaden Milán, pero Francisco I caerá prisionero en Pavía (1525) y tendrá que ceder Milán y Borgoña. Tras su liberación, Francisco I se aliará con el papa Clemente VII, formando la Liga Clementina, a lo que el emperador responderá saqueando Roma (1527). El punto más bajo de la hegemonía de Carlos V es la ocupación francesa de Metz en 1552 y su imposibilidad de reconquistarla. Tras su abdicación (1556), Felipe II continuará la lucha de su padre contra los franceses, a los que derrotará en la batalla de San Quintín (1557). Tras ella, la Paz de Cateau-Cambresis (1559) confirmará la hegemonía española frente a Francia durante los siguientes cien años.

Por otro lado, estaba el peligro turco. Los turcos habían tomado Constantinopla en 1453. El sultán Solimán el Magnífico arrebató Rodas a los Caballeros de San Juan en 1522 (el emperador les cedió entonces Malta) y en 1526 conquistó Hungría, amenazando las posesiones de los Habsburgo (Viena fue sitiada dos veces). Muerto Luis II de Hungría, Fernando (hermano de Carlos) hereda lo que queda del reino y desde 1545 tiene que pagar tributos a los turcos. Pero el enemigo musulmán era doble, ya que el sultán protege a los corsarios berberiscos del norte de África que, a pesar de la conquista de Túnez por Carlos I (1535) y de las ofensivas del almirante genovés Andrea Doria, mantuvieron su hegemonía naval en el mediterráneo hasta la batalla de Lepanto (1571). 

Finalmente, estaba el problema luterano. En la dieta de Worms (1521), el emperador manifestó su oposición a Lutero y su defensa de la Iglesia Católica, aunque presionó al papa para que celebrara un concilio que acometiera la reforma de la Iglesia. Su estancia en España (1522-1529) le impidió mantener el control y la reforma luterana se extendió rápidamente. Tras la dieta de Spira (1529), los príncipes protestantes presentaron la Confesión de Augsburgo (1530), que no fue aceptada por el emperador, por lo que constituyeron la Liga de Smalkalda (1531). El avance turco impidió a Carlos I ocuparse de ellos. Cuando por fin se convocó el Concilio de Trento, los luteranos ya no participaron en él. El enfrentamiento acabó con la victoria de Carlos I en Mühlberg (1547). Sin embargo, aprovechando la ofensiva francesa de Metz (1552), los protestantes volvieron a levantarse contra el emperador. La Paz de Augsburgo (1555) reconoció finalmente la libertad de culto en cada estado alemán (cuius regius, eius religius) y el emperador abdicó al año siguiente, dividiendo su Imperio.

Su hijo, Felipe II, que se había ocupado del gobierno de España en ausencia de su padre, recibe ésta junto con las Indias, Italia y los Países Bajos, mientras que su hermano Fernando, que se había encargado de los asuntos austriacos, recibe Austria y el derecho a sucederle en el trono imperial. Tras abdicar, Carlos V se retiró al monasterio de Yuste, donde murió en 1558. 

Felipe II: 1556-1598. 

Felipe II, obra de Sofonisba Anguissola, 1565 (Museo del Prado, Madrid, España).

Cuando accede al trono en 1556, contaba ya con una amplia experiencia en el gobierno de España, que ejercía desde 1543 en nombre de su padre. Felipe II gobernó desde Madrid y el Escorial, apoyándose en sus 14 consejos, mientras que los Éboli-Mendoza y los Alba se disputaban el poder. Hasta 1579 el rey se apoyará en su secretario Antonio Pérez, que caerá en desgracia al descubrirse su traición. 

En 1568 estalla la rebelión de los moriscos en las Alpujarras, sofocada por don Juan de Austria (hijo ilegítimo de Carlos V y, por tanto, hermanastro de Felipe II), que en 1570 decreta, por orden del rey, la expulsión de los moriscos del reino de Granada. Ese mismo año, los piratas argelinos ocupan Túnez y los turcos conquistan la isla veneciana de Chipre, por lo que Venecia, España y el Papado forman la Liga Santa, al mando de cuya flota se pone don Juan de Austria, que derrota a los turcos en Lepanto en 1571. La hegemonía turca en el Mediterráneo ha concluido, aunque los ataques de piratas argelinos persistirán. 

En política exterior, destacan también las guerras de Flandes. Y es que las guerras mantenidas durante más de 80 años para conservar la soberanía de la casa de Austria sobre los Países Bajos serán uno de los principales factores de la decadencia militar, política y económica de la España del siglo XVI. Las causas del problema son la resistencia hacia un monarca que pretendía gobernar Flandes desde España y la difusión del calvinismo, que Felipe II no estaba dispuesto a consentir. Tras los gobiernos del duque de Alba (represión), de don Luis de Requessens y de don Juan de Austria, durante el cual unas tropas faltas de paga saquearon Amberes (ciudad leal a España) en 1576, las provincias del norte, protestantes, declaran su independencia en 1581, de la mano del príncipe Guillermo de Orange. Las provincias del sur, católicas, se mantienen leales, bajo el gobierno de Alejandro Farnesio, hasta que, a su muerte, Felipe II deja la soberanía de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia. Al morir ésta sin descendencia, el territorio volverá a la Corona española. 

Otro de los problemas de Felipe II será Inglaterra. El matrimonio de Felipe II con María Tudor (hija de Enrique VIII y de Catalina de Aragón) buscaba la unión con este país, pero la prematura muerte de la reina acabó con el plan. Durante el reinado de Isabel I (hija de Enrique VIII y de Ana Bolena), los corsarios ingleses y holandeses hicieron inviable la ruta España-Flandes, a lo que hay que sumar enfrentamientos en América, por lo que Felipe II decide invadir Inglaterra. Para ello envía la Armada Invencible, al mando del duque de Medina-Sidonia, para ocupar el Canal de La Mancha y trasladar a los tercios de Farnesio desde Flandes. Sin embargo, la Armada fue destruida en 1588 por una tempestad en el Canal de La Mancha, lo que supuso el fin de la hegemonía naval española. 

En cuanto a Francia, tras la victoria de San Quintín (1557), la paz de Cateau-Cambresis (1559) significó la hegemonía española y el final del enfrentamiento. Sin embargo, tras la muerte de Enrique III sin herederos (1589), Felipe II quiso impedir que el protestante Enrique de Borbón accediera al trono, por lo que los tercios de Farnesio entraron en Francia por el norte para hacer valer los derechos de la infanta Isabel Clara Eugenia, hija de Felipe II y de Isabel de Valois (princesa de Francia). Pero la conversión de Enrique IV de Borbón al catolicismo (“París bien vale una misa”) truncó los planes del monarca español. 

En 1578 muere sin herederos el rey de Portugal don Sebastián. Felipe II, hijo de Isabel de Portugal, quiere la corona de forma pacífica, pero ante la existencia de otros dos candidatos, el duque de Alba ocupa el país en 1580. Las Cortes de Tomar (1581) juraron al rey, que prometió respetar la autonomía de Portugal y de su imperio. Así, durante los siguientes 60 años la unidad política de la Península Ibérica será una realidad. 

Felipe III: 1598-1621. 

Felipe III,  obra de Frans Pourbus el Joven.

El reinado de Felipe III constituye para los historiadores una etapa puente entre dos grandes periodos de la Historia de España. Desde el punto de vista económico, se produce el paso de una etapa de expansión a otra de profunda crisis; mientras que desde el punto de vista político, se incluye ya a Felipe III dentro de los Austrias Menores, pues factores como el valimiento o el retroceso de la hegemonía española en Europa lo insertan en una nueva coyuntura histórica. 

El joven Felipe III heredó un enorme imperio con una hacienda en bancarrota y en conflicto con Inglaterra y los Países Bajos, así como unas malas relaciones con Francia. El nuevo rey no era un guerrero como su abuelo, ni un burócrata como su padre, sino un rey cortesano que inauguró la costumbre de dejar la dirección efectiva del Estado a una persona de su absoluta confianza, el valido o privado, que no ostenta título institucional concreto pero que se encarga de todas las tareas de gobierno en nombre del rey. El primero de ellos fue el duque de Lerma, que en 1618 será sustituido por el duque de Uceda. Lerma trasladó la Corte a Valladolid en 1601, aunque en 1606 volvió a Madrid. Pero sin duda el hecho más importante de la política interior fue la expulsión de los moriscos, decretada en 1609. Salieron de España unos 300.000, lo que tuvo repercusiones económicas negativas, sobre todo en el reino de Valencia. Una de las principales razones fue el miedo a que ayudaran a una posible invasión otomana. 

En cuanto a la política exterior, frente al belicismo de los reinados anteriores, el de Felipe III será un periodo pacifista. En primer lugar, tras la muerte de Isabel de Inglaterra, se firma la paz con la nueva dinastía de los Estuardo (1604). En los Países Bajos se firmó, con las provincias rebeldes, la Tregua de los Doce Años (1609). Y en cuanto a Francia, tras la muerte de Enrique IV mejorarán las relaciones, hasta el punto de que los hijos de Felipe III se casarán con los del monarca francés: Ana de Austria se casó con Luis XIII y el futuro Felipe IV, con Isabel de Borbón. Pero en 1618 estalló en Europa la Guerra de los Treinta Años y la alianza dinástica de los reyes de España con los emperadores de la Casa de Austria llevó a Felipe III a entrar en ella, poniendo fin a este periodo de paz. 

Felipe IV: 1621-1665. 

Felipe IV, obra de Diego de Velázquez.

Felipe IV dejó el poder en manos de su valido, el conde-duque de Olivares, que puso en marcha una serie de reformas, entre ellas una reformas fiscal y la creación de un ejército al que tenían que contribuir los distintos reinos (la Unión de Armas), pues hasta ahora el peso militar recaía en Castilla. El aumento de la presión fiscal para mantener la participación española en la Guerra de los Treinta Años y las demás reformas de Olivares provocaron un malestar en los diferentes reinos que desembocó en las revueltas de Portugal y Cataluña en 1640. El duque de Braganza, descendiente ilegítimo de los monarcas portugueses, se proclamó rey de Portugal, rompiendo definitivamente su unión con España. Por su parte, la rebelión catalana, que reconoció a Luis XIII de Francia como conde de Barcelona, fue sofocada. Olivares caerá en 1643 y será sustituido por don Luis Méndez de Haro. 

La entrada de España en la Guerra de los Treinta Años provocó el desgaste de los ejércitos y la imposibilidad de sofocar la revuelta portuguesa o la tardanza en atajar la catalana. La Paz de Westfalia (1648) pone fin a la hegemonía de los Habsburgo en Europa y supone el reconocimiento de la independencia de los Países Bajos (aunque España conserva Bélgica). Pero la guerra entre España y Francia continuó hasta 1659, cuando se firmó la Paz de los Pirineos. Justo cien años después de la paz de Cateau-Cambresis, que confirmó la hegemonía española en 1559, comenzaba ahora la hegemonía francesa. 

Carlos II: 1665-1700. 

Retrato de Carlos II, obra del pintor avilesino Carreño Miranda.

El reinado de Carlos II, monarca enfermizo, llamado el Hechizado, que accede al trono a los 4 años y al que algunos atribuyen la incapacidad para gobernar, comienza con la regencia de su madre, Mariana de Austria, y se desarrollará bajo la influencia de los sucesivos validos del rey: Nithard, Valenzuela, don Juan José de Austria, el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa. 

El problema de la sucesión se plantea al no tener el monarca ningún hijo, a pesar de haberse casado dos veces. Existen tres candidaturas: la francesa, la austriaca y la bávara. El candidato ideal era el hijo del elector de Baviera, pero murió en 1699. Así, cuando el rey muere, en 1700, sólo quedan el archiduque Carlos de Austria, hijo del emperador, y Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV de Francia. 

El testamento de Carlos II prohibirá cualquier reparto de la herencia y dejará el trono a Felipe V, considerando que el francés, al ser el más fuerte, será el único capaz de mantenerla unida. Sin embargo, el archiduque Carlos no acepta la solución y se desencadena la Guerra de Sucesión, que ganará Felipe V. Una nueva dinastía, los Borbones, se sentará en el trono español. 

La administración de la España de los Austrias. 

La unidad castellano-aragonesa que heredó Carlos I es, en un principio, muy relativa y se basaba en una unión personal en la que ambas coronas tenían el mismo rey pero conservaban sus leyes e instituciones. Sin embargo, la política exterior será común a todos los territorios de la Monarquía. 

La Corona de Castilla tenía unas Cortes únicas en las que estaban representadas la mayoría de las ciudades, mientras que la Corona de Aragón no tenía instituciones comunes a los cuatro reinos que la componían, sino que Aragón, Cataluña y Valencia tenían cada una sus Cortes y un virrey que representaba al monarca, mientras que Mallorca no tenía Cortes y tenía un gobernador. En general, los territorios de la Corona de Castilla contribuían en mayor medida a las arcas reales que los de la Corona de Aragón. 

La Monarquía instituyó, además, una serie de Consejos (con sede en la Corte) para asesorar al rey. Unos eran temáticos (Estado, Guerra, Hacienda, Inquisición, Órdenes y Cruzadas) y otros, territoriales (Castilla, Aragón, Indias, Italia, Portugal y Flandes). Como el monarca residía en Castilla, en el resto de territorios de la Corona se nombró un virrey. Hubo virreyes en Aragón, Cataluña, Valencia, Navarra, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Nueva España y Perú. En otros territorios, como Mallorca o los Países Bajos, se nombraron gobernadores. 

Además, para sus tareas de gobierno, los Austrias Mayores se apoyaron en sus secretarios, mientras que los Austrias Menores delegaron en sus validos. Éstos últimos, como hemos visto, no ostentan cargo institucional concreto, pero ejercen la dirección efectiva del gobierno, pues tienen la confianza absoluta del monarca. Por último, en Castilla, para la Administración de Justicia se establecieron las Audiencias y Chancillerías, mientras que para controlar los cabildos municipales se creó la figura del corregidor, nombrado por el rey.

La Monarquía de los Austrias situó a España en el primer plano de la política mundial, que en ese momento era europea, convirtiéndola en la primera potencia del momento (en los dominios de Felipe II no se ponía el Sol). Pero si a ésta dinastía le debemos ese esplendor, también le debemos la posterior decadencia, pues el mantenimiento de esa posición se hace insostenible, sobre todo teniendo en cuenta que casi toda la presión recaía, casi exclusivamente en Castilla, cuyos súbditos tenían que mantener unas tropas dedicadas a unas guerras dinásticas de las que poco sabían. Además, el oro y la plata que llegaban de América y que hubieran enriquecido el país, se destinaban íntegramente a financiar el prestigio internacional de la Monarquía. Curiosamente, el siglo XVII, que coincide con la decadencia política, militar y económica, es el de mayor esplendor de las letras y de las artes. Es el llamado Siglo de Oro, el siglo de escritores como Miguel de Cervantes, Quevedo, Góngora, Lope de Vega o Calderón de la Barca, y de pintores como Velázquez o El Greco.

Retrato de D. Miguel de Cervantes y Saavedra (1547-1616)