UD 10- ESPAÑA DE 1902 A 1939.

ESPAÑA DE 1902 A 1939

INTRODUCCIÓN.
Esta unidad se va a tratar de manera amplia y en tres bloques:
I. La crisis de la  Restauración y la Dictadura de Primo de Rivera (1902 a 1931)
II. La Segunda República Española (1931 a 1936)
III. La Guerra Civil Española (1936 a1939)

I. LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN Y LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA (1902 A 1931) 

El reinado de Alfonso XIII cubre el primer tercio del siglo XX. En él se intentó, por una parte, continuar y renovar la monarquía parlamentaria de la Restauración, pero, por otra parte, se enfrentó a constantes y crecientes problemas (políticos, regional, militar, social…) a los que no logró dar una solución acertada, contribuyendo, con ello, a ir minando poco a poco al propio régimen. La crisis de 1917 pudo haber servido para modernizarlo, en cambio, la solución adoptada consistente en organizar gobiernos de concentración sólo sirvió para alargar su final. El descrédito del sistema sirvió de argumento al general Miguel Primo de Rivera para dar un golpe de Estado en 1923. Recibido con cierta expectación terminó convirtiéndose en otro fracaso. Pero ahora la diferencia es que arrastró también a la Monarquía y el 14 de abril de 1931 se proclamaba la II República. 

El reinado de Alfonso XIII comprende dos periodos claramente diferenciados: la crisis del régimen de la Restauración, que culmina en 1923, y la Dictadura del general Primo de Rivera, que puso fin al sistema parlamentario y acabó arrastrando en su fracaso, en 1931, a la propia Monarquía. 

I. REGENERACIONISMO Y REVISIONISMO POLÍTICO: EVOLUCIÓN POLÍTICA DESDE 1902 A 1914.

1. Los grandes problemas del país. 

Citaremos en primer lugar la paulatina descomposición de los dos partidos dinásticos, provocada por la desaparición de los dirigentes históricos (Cánovas y Sagasta) y las luchas entre sus nuevos líderes por hacerse con el control del partido, tanto entre los conservadores como entre los liberales. Como resultado, las mayorías en las Cortes eran precarias al tener que asignarse diputados a cada una de las facciones en que se dividían ambos partidos. Desde 1917, ningún partido era capaz de formar gobierno por sí solo, lo que llevó a recurrir a gobiernos de concentración donde participaban las facciones de los dos partidos del “turno”.

El siguiente problema fue el aumento de la conflictividad social como se observa en el incremento de las huelgas. El movimiento obrero, en definitiva, va a adquirir una gran fuerza a través de los sindicatos (socialista y anarquista), en los que crece la afiliación.

Otro de los problemas fue la reaparición de la cuestión religiosa. Socialistas, republicanos y un sector del partido liberal estaban a favor de limitar el número de congregaciones. La Iglesia católica había experimentado un fuerte avance dese el inicio de la Restauración. En síntesis, frente al resurgimiento del clericalismo se acentuó el anticlericalismo, que fue extendiéndose entre buena parte de la opinión pública urbana, y, sobre todo, entre las clases populares.

A continuación debe citarse el llamado problema militar. La guerra de 1898 había demostrado la necesidad de introducir reformas en las Fuerzas Armadas, en las que sobraban oficiales y jefes y faltaban recursos materiales. A partir de ahora, hay que contar con un estamento militar herido, que atribuía toda la responsabilidad de la derrota a los políticos y que reivindicaba la vuelta al papel protagonista que el Ejército había desempeñado en el siglo XIX. Contra esta visión se enfrentarán sectores antimilitaristas y una prensa crítica que acusaba a los militares de la derrota.

Otro problema irresuelto fue el regional/nacionalista. Durante el reinado se van afirmando corrientes autonómicas en Cataluña, País Vasco y Galicia, pero es en Cataluña donde el problema regional adquirirá mayor fuerza influyendo intensamente en la política general del país. Para los políticos conservadores y liberales de Madrid y del resto de España, y desde luego para los militares, nacionalismo equivalía a separatismo y a riesgo de disgregación de la Patria.

Por último, hay que mencionar el problema de Marruecos. Tras la derrota del 98, España pudo incorporarse a la etapa final del reparto del continente africano, donde se decidía el futuro colonial de Marruecos. A España se le ofreció la zona norte de Marruecos (el Rif), quedando el resto para Francia. Por fin, en 1912, oficialmente, Francia y España establecieron en Marruecos sus respectivos protectorados.

La actuación colonial en Marruecos fue aplaudida por los militares al permitirles restaurar el prestigio perdido tras la crisis del 98; ahora bien, el Rif era un territorio accidentado, de difícil penetración, donde las cabilas o tribus de bereberes mostraban su hostilidad a ser dominadas, lo que obligaba al envío de tropas. El territorio cedido había que conquistarlo por las armas, pero las derrotas militares, que las hubo, repercutieron en la política interior del país provocando crisis de gobierno. 

2. Evolución política entre 1902 y 1914. La “revolución desde arriba”. 

Hasta 1912, y como una consecuencia más del “desastre del 98”, la tendencia principal de los gobiernos españoles estuvo marcada por los intentos de aplicar reformas regeneracionistas, aunque estos intentos se vieron mermados por las disputas internas entre los partidos y la corta duración de los gobiernos, salvo los presididos por Maura y Canalejas cuyas actuaciones políticas caracterizarán el regeneracionismo conservador y liberal, adoptando medidas reformistas en lo social, en la vida política y en la Administración del Estado. Sin embargo, todo esto no fue suficiente y la realidad del país fue poco a poco minando al sistema político. 

a) Los comienzos del siglo: un turnismo inestable, el problema de los nacionalismos y su choque con el militar: la crisis de 1905-1906. 

Alfonso XIII accedió al trono en 1902 y entre este año y 1905 gobernaron los conservadores, y entre 1905 y 1906 los liberales; no obstante, en estos cinco años hubo cinco gobiernos conservadores y cinco liberales. Este hecho traduce las divisiones internas de ambos partidos, motivadas básicamente por la lucha por el liderazgo. Así, en los comienzos del reinado, debido a esta inestabilidad, se vieron frustradas las tentativas de regeneración de la vida política. Habrá que esperar al gobierno  de Maura, que se puso en marcha en 1907, para que los planteamientos regeneracionistas constituyan la base de la política de los gobiernos. Paralelamente, el catalanismo empezaba a adquirir fuerza política. En 1901, se había fundado la Lliga Regionalista, partido liderado por Prat de la Riba y Francesc Cambó. De ideología conservadora, encontró un fuerte apoyo entre la burguesía catalana. Su crecimiento electoral fue rápido, y en 1905 ganó las elecciones municipales en Barcelona de forma aplastante.

Mientras, las relaciones entre el Ejército y la prensa venían siendo tirantes. Días después de las elecciones municipales se produjo un grave incidente que demostraba la fuerza del poder militar dentro del Estado. En un semanario satírico catalán ¡Cu-cut! se publicó un chiste antimilitarista, considerado ofensivo por muchos militares. Unos trescientos oficiales de la guarnición de Barcelona decidieron vengar lo que consideraban un ataque directo, asaltando y destruyendo las instalaciones del semanario ¡Cu-cut! y el de la Veu de Catalunya, diario cercano a la Lliga Regionalista. Los autores de estos ataques recibieron el apoyo de las guarniciones del resto de España. La protesta fue más allá: el estamento militar exigió al gobierno una ley de jurisdicciones, según la cual los delitos contra el Ejército y la Patria quedarían bajo control de los tribunales militares. El gobierno, entonces liberal, presidido por Segismundo Moret, accedió a ello aprobándose esa ley en 1906. Con ella sufría un retroceso una de las características de la Restauración de Cánovas: la primacía del poder civil sobre el militar. 

b) El regeneracionismo de Maura (1907-1909). 

Entre 1907 y 1912 se van a desarrollar las dos actuaciones del regeneracionismo desde dentro del sistema con la idea de enfrentarse a sus “males”, incorporando reformas políticas y sociales. Dos políticos, el conservador Antonio Maura (1907-1909) y el liberal José Canalejas (1910-1912), fueron los protagonistas de este impulso renovador, que al no verse completado no pudo evitarse el fin del sistema de la Restauración.

En enero de 1907 el rey nombró jefe de gobierno a Antonio Maura,  ya líder del partido  conservador.  Sus  intentos  regeneracionistas  quedarían  expresados  en  la  frase hagamos la revolución desde arriba o nos la harán desde abajo, con ello dejaba claro que era necesaria una reforma en profundidad de la vida pública y la mejora de las condiciones de vida de las clases populares para evitar cualquier levantamiento popular que hiciera peligrar el sistema.

Maura emprendió un ambicioso programa de gobierno con medidas de inversión pública, aprobándose la Ley de Protección de la Industria Nacional. Para atender a las demandas sociales, en 1908 se estableció el Instituto Nacional de Previsión, antecedente de la Seguridad Social. Con anterioridad se había regulado el descanso dominical y la jornada laboral de mujeres y niños.

En el terreno político, Maura quiso acabar con el caciquismo. En esa dirección se aprobó la ley electoral de 1907; no obstante, la ley no pudo “descuajar” el caciquismo, algo tan arraigado en el sistema, pero también se opina que tuvo el efecto positivo de permitir una progresiva independización del electorado.

Pero la más ambiciosa reforma de Maura era la nueva Ley de Administración Local, que daba autonomía a los municipios, y por la que se creaban las mancomunidades provinciales, asociaciones regionales de las Diputaciones, un primer paso para un autogobierno regional. Sin embargo, la Ley no terminaba de encajar suficientemente entre los mismos conservadores y liberales. Y seguía sin aprobarse cuando la inesperada Semana Trágica de Barcelona de 1909 va a hacer caer al gobierno Maura. 

c) La Semana Trágica de Barcelona (1909). 

En los   primeros  años  del  siglo,  en   Barcelona  venía  desarrollándose  el regionalismo/nacionalismo, el crecimiento de las movilizaciones obreras y el republicanismo entre sectores de la pequeña burguesía y de la clase trabajadora. Entre las fuerzas republicanas destacaba el recién creado Partido Republicano Radical, dirigido por Alejandro Lerroux. Su programa, con fuerte apoyo electoral en Cataluña, era populista, anticlerical y “españolista”, es decir, anticatalanista.

Precisamente, en una ciudad donde se respiraba un clima anticlerical y antimilitar, la movilización de los reservistas catalanes provocó la indignación popular. En efecto, la situación de Marruecos y los errores del gobierno van a provocar la crisis, un estallido de violencia, la llamada Semana Trágica de Barcelona. En julio de 1909, los miembros de algunas cabilas próximas a Melilla atacaron a los trabajadores españoles de una de las compañías mineras.

El gobierno Maura decidió enviar al Ejército y aprovechar la ocasión para ensayar el plan de movilización de los reservistas. Ordenó la incorporación de éstos en Madrid y Barcelona. En ambas ciudades se produjeron fuertes protestas y manifestaciones protagonizadas por mujeres y madres de los alistados. En el puerto de Barcelona, durante el embarque, la multitud reunida para despedir a las tropas protestaban con gritos de “tirad los fusiles” y “que vayan los ricos a la guerra”.

El 26 de julio se iniciaba una huelga general en Barcelona, convocada por Solidaridad Obrera, integrada por sociedades obreras anarquistas, y que degeneró en una violenta insurrección revolucionaria, con más de 200 barricadas, paralización de la vida urbana, incendio de más de 50 conventos e iglesias. El paro fue total. El gobierno declaró el estado de guerra, mientras la huelga se extendía a las ciudades industriales vecinas. Entre el 26 de julio y el 1 de agosto se sucedieron asaltos y quemas de conventos, luchas callejeras, incendios y enfrentamientos entre huelguistas y miembros de la policía y el Ejército. Barcelona quedó aislada del exterior.

El balance fue de más de un centenar de muertos, numerosos heridos y edificios destruidos. Luego llegaron las detenciones en masa y los juicios. El más grave fue el procesamiento irregular, condena y ejecución del pedagogo y anarquista Francisco Ferrer y Guardia, fundador de la Escuela Moderna. Hoy parece demostrado que no participó en los hechos. Su ejecución se produjo en medio de una oleada de protestas internacionales.

Las consecuencias de la Semana Trágica fueron importantes. Provocó la caída de Maura, muy desprestigiado, que perdió el respaldo del rey, dando el gobierno a los liberales. Propició la Conjunción republicano-socialista, una alianza electoral que en 1910 consiguió un gran éxito y otorgó el primer escaño en las Cortes a Pablo Iglesias. También trajo consigo la desaparición de Solidaridad Obrera, pero a cambio se constituirá, en 1910-1911, el sindicato anarquista Confederación Nacional del Trabajo, llamado a tener una gran fuerza en nuestro país. 

d) El gobierno Canalejas, último intento regeneracionista (1910-1912). 

Entre 1910 y 1912 dirigió el gobierno José Canalejas, líder del partido liberal. Durante su mandato se suprimieron los impopulares consumos, siendo sustituidos por un impuesto progresivo sobre las rentas urbanas; se estableció el servicio militar obligatorio, eliminándose la redención a metálico, no obstante, se introdujo la posibilidad de reducción del servicio militar a cinco o diez meses previo pago, para cada caso, de 2.000 o 1.500 ptas.

En el plano laboral, se reguló el trabajo nocturno femenino. Las Cortes aprobaron también la “ley del candado”, por la que se prohibía durante dos años la instalación de nuevas comunidades religiosas. Se pretendía negociar en ese plazo un acuerdo con el Vaticano, pero nunca llegaría a ultimarse.

Sobre la cuestión marroquí pudo darse el paso decisivo hacia el establecimiento del protectorado. Canalejas, en 1911, dio los pasos para la ocupación militar de la zona norte (el Rif), asignada a España para establecer su protectorado. Los límites quedaron definitivamente establecidos en 1912 con la firma con Francia, que correspondió a Romanones al ser asesinado Canalejas, del Tratado que delimitaba las zonas de protectorado franco-español en Marruecos.

En 1912 Canalejas obtenía también otro gran éxito cuando el Congreso aprobó la Ley de Mancomunidades, que permitía un inicio de autogobierno y que satisfacía a una parte de los catalanistas. Pero el jefe de gobierno no llegó a ver aprobada la ley en el Senado: el 12 de noviembre caía asesinado en Madrid por los disparos de un radical anarquista.

Con la muerte de Canalejas desaparecería el intento de renovación del país desde la óptica del regeneracionismo, al tiempo que volvía la división al seno del partido liberal (García Prieto o Romanones).

Tras un corto gobierno de Romanones, el rey decidió aplicar el “turno”. Llama, en efecto, a los conservadores y tras la negativa de Maura a formar gobierno lo hará otro líder de los conservadores: Eduardo Dato (1913). Con él se aprobaba la Ley de Mancomunidades, a la que se acogió Cataluña (1914). Con ella se permitía establecer un órgano de coordinación de las cuatro Diputaciones provinciales. Su labor fue importante contribuyendo al fomento material y cultural de Cataluña. 

3. La evolución de los movimientos sociales: la expansión del sindicalismo. La fundación de la CNT. 

Paralelamente a la coyuntura política, se produce una evolución lenta pero profunda de la economía y de la estructura social, que transforma el modo de vida de las gentes y que va haciendo de España un país muy distinto del que había al iniciarse el siglo. Ahora bien, las diferencias sociales seguían siendo muy llamativas y las condiciones de trabajo mejoraban con lentitud.

Los trabajadores tuvieron en el sindicalismo una vía de defensa y de movilización para mejorar sus condiciones de vida. El mundo obrero, siguiendo la línea marcada en la etapa anterior, la Restauración, se fue desarrollando en una doble vertiente. Una, la socialista, por medio de la UGT, con mayor desarrollo en Madrid y en el norte de España (Asturias y Vizcaya). La otra, la anarquista, se reorganizó, a principios del siglo XX, dando lugar al anarcosindicalismo, siendo Cataluña el lugar donde más se extendió.

En 1910 los anarcosindicalistas decidieron convocar en Barcelona un Congreso Nacional donde se acordó fundar la Confederación Nacional del Trabajo (CNT), que celebró su primer congreso en Barcelona en 1911. La CNT se declaraba apolítica y renegaba del Estado y de los partidos políticos. Recurría a la acción directa, es decir, entenderse directamente con los patronos al margen del marco legal vigente, sin aceptar la mediación estatal. Propugnaba la huelga como método de acción obrera; la UGT, en cambio, prefería agotar las vías de negociación antes que ir a la huelga. Teniendo en cuenta que los ugetistas y los cenetistas diferían en métodos y en medios de acción revolucionaria, su actividad marchó en forma paralela y sólo ocasionalmente, como ahora veremos, en forma conjunta (1917-1920). 

II. LA CRISIS DEL PARLAMENTARISMO: EVOLUCIÓN POLÍTICA DESDE 1914 A 1923.

1. El impacto de la Primera Guerra Mundial. 

El estallido de la Primera Guerra Mundial, en agosto de 1914, fue seguido de una declaración de neutralidad del gobierno español, encabezado por Eduardo Dato, que obtuvo un respaldo prácticamente generalizado. La neutralidad, sin embargo, no impidió que la opinión pública se dividiera entre “aliadófilos” y “germanófilos”, ni que el tema se debatiera apasionadamente en las Cortes, la prensa y la calle. Las consecuencias económicas de la Guerra fueron muy importantes. Tras unos meses de recesión, a partir de 1915 se produjo un auténtico boom económico al convertirse España en suministradora de los países en guerra (alimentos, materias primas y productos industriales).

La producción industrial, por tanto, creció gracias al aumento de la demanda exterior y a la necesidad de sustituir importaciones con producción propia. La doble tendencia (expansión de las exportaciones con la disminución de las importaciones) provocó un cambio en la balanza comercial, con superávit entre 1915 y 1919.

En definitiva, se crean o amplían empresas, se obtienen elevados beneficios empresariales, pero la expansión también produjo tensiones sociales. La Guerra, en efecto, con el incremento de las exportaciones y por los problemas para importar productos deficitarios, provocó un desabastecimiento del mercado interior con el consiguiente aumento de los precios, muy fuerte durante 1916, 1917 y 1918. La conflictividad social, en consecuencia, se acentuó facilitando el auge del movimiento obrero, reivindicando alzas salariales y la mejora de las condiciones de vida. 

2. La crisis de 1917. 

La llamada crisis del verano de 1917 puso de golpe sobre la mesa tres graves problemas, que dieron origen a una profunda crisis que amenazó a la misma supervivencia del sistema político de la Restauración. De forma consecutiva, entre los meses de junio y de agosto, sin conexión entre ellas, la primera protesta fue presentada por los militares (actuación de las Juntas de Defensa), siguió con la protesta de la oposición política (reunión de la Asamblea de Parlamentarios) y acabó con la movilización obrera (convocatoria de huelga general). 

a) Las Juntas de Defensa. 

A comienzos de 1917 se constituían Juntas de Defensa en buena parte de las guarniciones del país integradas por oficiales de infantería. Se quejaban de cómo los militares con destino en Marruecos ascendían fácilmente; se mostraban en contra del ascenso por méritos de guerra, y a favor de la “escala cerrada” (ascenso por antigüedad); también defendían una subida de los salarios en un momento en que la inflación provocada por la Guerra venía erosionando los sueldos de los funcionarios.

El 1 de junio, la Junta de Infantería de Barcelona lanzaba un Manifiesto dirigido a otras guarniciones y que era un ultimátum al gobierno, para que aceptara sus reivindicaciones profesionales y económicas. El gobierno, presidido por el liberal García Prieto, terminó dimitiendo, y el rey decidió recurrir al cambio de “turno” llamando a los conservadores con Dato. El nuevo gabinete reconoce a las Juntas como órganos representativos del Ejército y negocia con ellas sus reivindicaciones. 

b) La Asamblea de Parlamentarios. 

El segundo acto de la crisis de 1917 fue la Asamblea de Parlamentarios. Básicamente, resultó un intento por parte de los políticos de la oposición para cambiar el régimen político.

Desde  febrero  de  1917  las  Cortes  estaban cerradas por miedo a que se planteara el debate sobre los graves problemas por los que atravesaba el país. Cambó, jefe de la Lliga, decidió intervenir pidiendo al gobierno la apertura  de las Cortes; en caso de recibir  respuesta  negativa  del  gobierno  de  Dato, había  que  proceder  a  convocar  una  asamblea  de parlamentarios.  El  gobierno  no  hizo  caso  a  esa petición y el 19 de julio, en Barcelona, se reunía una Asamblea de Parlamentarios de toda España que fue un fracaso. En efecto, de los 760 convocados solo  asistieron  71,  en  su  mayoría  catalanistas, reformistas,  republicanos  y  el  socialista  Pablo Iglesias. Sus acuerdos estaban en formar un gobierno provisional y la celebración de Cortes constituyentes. Pero las diferencias eran muchas. No contaban con el apoyo de las fuerzas tradicionales (conservadores  y  liberales),  entre  los  grupos  de izquierda y los catalanistas también había diferencias y  las  Juntas  de  Defensa  tampoco  admitían  estas iniciativas. La Guardia Civil, siguiendo las instrucciones del gobierno, disolvió la Asamblea.

Pero, sin duda, el miedo a la tercera protesta, la revolución social intentada con la huelga general de agosto, contribuyó a aparcar para otro momento las propuestas rupturistas de la Asamblea de Parlamentarios. Así, la Lliga Regionalista terminó pactando con el gobierno por temor al triunfo de una revolución obrera. 

c) La huelga general. 

En 1916 la UGT y la CNT acordaron trabajar juntos para obligar al gobierno a adoptar medidas contra el alza del coste de la vida y concluyeron que la huelga general era el mejor instrumento para presionar sobre ello. Al año siguiente la huelga se convierte en un proyecto revolucionario: en marzo de 1917, en una reunión conjunta de UGT-CNT se acuerda convocar una huelga general indefinida, en el plazo de tres meses, como estrategia para acabar con el régimen. En junio, tras las Juntas de Defensa, valoradas positivamente por las organizaciones obreras, la huelga general se veía como el instrumento para constituir un  gobierno  provisional,  entre  republicanos  y  socialistas,  que  convocara  Cortes constituyentes.

Finalmente, se formó el comité de huelga, encargado de fijar su fecha (desde las 0 horas del 13 de agosto) y lanzar un Manifiesto al país, que fue redactado por Julián Besteiro. La huelga, sin embargo, fracasó. El temor a la revolución obrera hizo sus efectos. La Lliga desactivó la Asamblea de Parlamentarios y criticó la huelga. La ilusión de apoyo del Ejército se esfumó cuando los oficiales, al lado del gobierno y de la monarquía, lanzaban sus tropas contra los huelguistas. Madrid, Barcelona, Bilbao, Oviedo, Gijón y otras capitales quedaron paralizadas. El 18 de agosto la huelga estaba sofocada. El gobierno actuó con dureza, con un Ejército que se puso a su servicio. Hubo más de 70 muertos y más de 2.000 detenidos.

Los sucesos de 1917 enseñaban que los sectores renovadores del país estaban de acuerdo en ir en contra del sistema, pero diferían respecto al contenido de la reforma. Es evidente que el Ejército, los parlamentarios y los obreros carecían de objetivos comunes. El gobierno Dato había triunfado, pero las Juntas de Defensa seguían sin ver satisfechas sus aspiraciones. Por su presión cae el gobierno Dato y nacen, por primera vez, los gobiernos de concentración. 

3. El hundimiento del régimen de la Restauración (1918-1923). 

Tras la crisis de 1917 culminó la descomposición de los partidos dinásticos. El fraccionamiento de ambos partidos dificultó el turno característico del sistema de la Restauración. Paralelamente, las reivindicaciones autonomistas se hicieron cada vez más fuertes mientras la conflictividad social se radicalizó a lo que contribuyó la crisis económica que sacudió a Europa tras la I Guerra Mundial. En este marco, el triunfo de la revolución bolchevique de octubre de 1917 en Rusia se convertía en otro proyecto ilusionante para los grupos revolucionarios, que, a su vez, atemorizaba a las clases medias y adineradas del país. A continuación vino, para cerrar el círculo, el “desastre” de Annual en la guerra de Marruecos, donde más de 13.000 soldados españoles eran masacrados por el líder rifeño Abd-el-Krim. 

a)  La inestabilidad política. 

Desde 1918 se inician los gobiernos de concentración que caracterizan el periodo final del régimen, con la presencia de líderes de las distintas facciones en que iban dividiéndose los partidos conservador y liberal. Eran gobiernos inestables; en cinco años se sucedieron 12 gobiernos; de ellos, tres fueron presididos por García Prieto y otros tres por Maura, en los que, la Lliga catalana llegó a entrar en tres de ellos. En concreto, Cambó fue ministro en dos de los gobiernos de Maura. La Lliga abandonaba, pues, claramente, las posturas de izquierda y decidía colaborar en los gobiernos de Alfonso XIII: tras la huelga de 1917, y la permanente agitación social, estaba atemorizada y prefería la tranquilidad.

Pero la Lliga, al formar parte de los gobiernos de concentración, provocó, a su vez, una escisión en el nacionalismo catalán, apareciendo grupos a su izquierda. Así, en 1922, nacionalistas más radicales fundaban Acció Catalana. También, en ese año, Francesc Maciá fundaba Estat Català, a favor de la independencia de Cataluña. 

b)  La conflictividad social. 

La crisis social, agudizada, como hemos visto, por la recesión económica y el influjo de la revolución rusa de 1917, favoreció el crecimiento de los sindicatos. La UGT aumentó su afiliación y la CNT todavía más, siendo Cataluña la zona de mayor presencia del anarcosindicalismo, con su secretario general Salvador Seguí (“el noi del sucre”). En Vizcaya, Asturias y Madrid se producían huelgas, pero era Barcelona la que más destacaba en conflictividad social. Todo comenzó con la huelga, en febrero de 1919, de la empresa eléctrica “La Canadiense”, en donde tuvo un papel destacado Salvador Seguí. La huelga duró cuarenta y cuatro días y paralizó al 70% de la industria barcelonesa. El gobierno, presidido por Romanones, forzó la negociación. Aprobó, además, la jornada máxima legal de trabajo en ocho horas diarias (48 horas semanales).

Sin embargo, el conflicto derivó en una auténtica “guerra social” entre patronos y obreros. La patronal, en efecto, decidió responder con el cierre de empresas (lock-out), creó un cuerpo armado para defenderse (el Somatén o guardias cívicas armadas formadas por ciudadanos voluntarios, dispuestos a frenar el avance de los grupos obreros y sindicalistas de izquierdas) y buscó la colaboración de los sindicatos libres (contrarios a la CNT).

Los actos terroristas y la violencia callejera, fruto del enfrentamiento entre pistoleros de uno y otro signo, sumieron a Barcelona en una espiral de violencia. Entre 1919 y 1921 el pistolerismo provocó en Barcelona numerosas muertes. La aplicación de la “ley de fugas” (provocar la evasión de un detenido para eliminarlo) agudizó también la tensión social. Como represalia cinco anarquistas ponían fin a la vida del presidente del gobierno, Eduardo Dato, ametrallando su coche oficial en Madrid en la Plaza de la Independencia (8 de marzo de 1921). 

c) El “desastre” de Annual. Hacia la Dictadura. 

El panorama se agravó aún más con los sucesos de Marruecos, en el Rif, donde la guerra seguía abierta. El general Fernández Silvestre, comandante general de Melilla, decidió adentrarse hacia la parte central del Rif, feudo del líder guerrillero Abd-el-Krim. Alejado de los centros de aprovisionamiento el avance fue un grave error. Abd-el-Krim logró cercar a las tropas españolas en Annual (julio de 1921). Silvestre dio la orden de retirada y, en medio del caos, el Ejército perdía 13.000 soldados, incluido el general Silvestre.

El “desastre” de Annual tuvo graves consecuencias políticas y acabó siendo una de las causas del fin del régimen parlamentario. Desde los partidos de la oposición se pidieron responsabilidades al Ejército, al gobierno y a la propia monarquía. Por decisión del gobierno, el general Picasso elaboró un expediente para averiguar lo ocurrido en Annual. Pero todo quedará frenado cuando el general Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, decidió dar un golpe de Estado contra el gobierno y lanzaba su manifiesto (Al país y al Ejército españoles, publicado el día 13). El monarca, consciente del descrédito de los partidos políticos, no opuso resistencia. Entre los aplausos de la Lliga y del Somatén, Primo de Rivera dejaba Barcelona y llegaba a Madrid el día 15, fecha en la que era nombrado por el rey presidente de un Directorio Militar, “encargado de la gobernación del Estado”. 

III. LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA Y LA CAÍDA DE LA MONARQUÍA (1923-1931).

1. El Directorio Militar (1923-1925). 

En general el pronunciamiento militar fue recibido con entusiasmo por la opinión pública. Primo de Rivera presentó la Dictadura como un régimen transitorio cuyo objetivo era acabar con los males de la Restauración, es decir, eliminar el caciquismo, liberar al país de la “vieja política” que venían desplegando los partidos del turno (conservadores y liberales), poner fin al desgobierno, al desorden social y a la amenaza del separatismo catalán.

El Directorio Militar suspendió la Constitución de 1876, disolvió las Cortes y estableció la censura de prensa. Los Ayuntamientos y las Diputaciones provinciales fueron disueltos y sus miembros fueron sustituidos por gente adicta al nuevo régimen. Por ello, en 1924, se creó un partido propio, la Unión Patriótica, donde se daba cita la burguesía de comerciantes, industriales, terratenientes y antiguos caciques. El partido duró lo que la Dictadura, y cumplió el papel de aportar el personal político que necesitó la Dictadura.

Sobre el problema regional, Primo de Rivera se mostró muy duro con el catalanismo. Se prohibió el uso del himno y de la bandera catalana y la utilización del catalán en los actos oficiales. En definitiva, Primo de Rivera, que al haber restablecido el orden público contaba con la simpatía de la burguesía catalana y con el catalanismo moderado de la Lliga de Cambó, consiguió con todo ello crearse enemigos en Cataluña.

La pacificación de Marruecos fue el logro más indiscutible de la dictadura. El problema marroquí pudo por fin resolverse. El líder de los rifeños, Abd-el-Krim, facilitó las cosas. En 1924 atacaba a las tropas españolas, causando bajas y heridos, y después decidía avanzar en el Marruecos francés. Ante esta situación, Francia y España acordaron una ofensiva conjunta por mar y tierra. España protagonizó el desembarco de Alhucemas, en septiembre de 1925, que fue un éxito; Abd-el- Krim, derrotado, se entregó a los franceses (1926). En 1927 Marruecos dejó de ser un problema para España. 

2. El Directorio Civil (1925-1930). La oposición a la Dictadura y la caída de Primo de Rivera. 

Tras el éxito en Marruecos, muy bien valorado por la opinión pública, Primo de Rivera decidió transformar el Directorio Militar en un gobierno en el que incluía hombres civiles, el llamado Directorio Civil del que formó parte, entre otros, Calvo Sotelo, ministro de Hacienda, y el conde de Guadalhorce, ministro de Fomento. El objetivo ahora era institucionalizar el régimen, la Dictadura, y para ello hacía falta una norma que hiciera las veces de marco constitucional. Con ese objetivo final se convocó, en 1927, una Asamblea Nacional Consultiva, compuesta por representantes del Estado, de la Unión Patriótica y de las distintas provincias. Inició sus trabajos en 1928 y terminó siendo un fiasco sin llegar a cumplir sus objetivos.

En cuanto a la política económica, la Dictadura se benefició de la oleada de prosperidad mundial de estos años (los “felices años veinte”). La economía española creció. Se extendió la electrificación y aumentó la producción de hierro, acero, hulla… Se impulsó las obras públicas (construcción de embalses, carreteras, ferrocarriles, puertos). También se crearon las Confederaciones Hidrográficas para el aprovechamiento de los ríos, tanto para el regadío como para la producción de energía eléctrica.

En política social, el Estado también se mostró muy activo. Construyó “viviendas baratas”, también Institutos, escuelas y servicios sanitarios. Para la solución de los conflictos laborales se instituyeron “comités paritarios”, formados por representantes de patronos y obreros, a quienes se sumaba un delegado gubernamental. En ellos se fijaban salarios, condiciones de trabajo y se hacían labores de mediación y arbitraje en caso de conflictos laborales. En los “comités paritarios” participaron los socialistas al considerar que era positivo para el mantenimiento del partido y del sindicato (la UGT).

A partir de 1928, la oposición a la Dictadura fue ganando cada vez más apoyo. Nacida con voluntad de ser un paréntesis, la Dictadura iba dirigiéndose hacia un callejón sin salida. La Unión Patriótica que debía apoyar al gobierno, carecía de popularidad. Los intelectuales (Valle–Inclán, Unamuno, Ortega y Gasset…) criticaban la falta de libertades políticas; en las Universidades los estudiantes promovían campañas antidictatoriales; entre las fuerzas militares reinaba la desunión y ello era muy grave pues el apoyo del Ejército era fundamental para el sostenimiento del régimen.

Finalmente, cansado, desilusionado, con un monarca que también empezaba a marcar sus distancias, Primo de Rivera, el 30 de enero de 1930, decidió presentar su renuncia al rey y marchó a París, donde falleció dos meses más tarde. 

3. El fin de la monarquía (enero de 1930-abril de 1931). 

El rey encargó al general Dámaso Berenguer la formación de un nuevo gobierno (enero de 1930-febrero de 1931) con el fin de retornar a la normalidad constitucional. Se puso en vigor la Constitución de 1876, sin embargo, el intento de Alfonso XIII de volver al régimen anterior fracasó. La mayoría de los antiguos políticos se negaban ahora a colaborar y los efectos de la crisis económica mundial vinieron a reforzar el ambiente general de descontento. El gobierno de Berenguer era débil, no tenía apoyos ni daba soluciones.

La campaña antimonárquica de los republicanos, a la que se unieron los partidos obreros y los autonomistas catalanes y gallegos, iba en aumento. En agosto de 1930 tuvo lugar el conocido Pacto de San Sebastián para lograr la proclamación de la República, que reconocería la autonomía de Cataluña. Se organizó un “Comité ejecutivo”, encabezado por Alcalá-Zamora, encargado de preparar una insurrección militar para acabar con la monarquía (diciembre de 1930). La guarnición de Jaca (Huesca) dio los primeros pasos, sin embargo, fracasó y sus jefes, los capitanes Fermín Galán y Ángel García Hernández, fueron fusilados. También, los miembros del “Comité ejecutivo” eran detenidos.

El gobierno Berenguer también entró en crisis y cayó. El nuevo gobierno, presidido por el almirante Juan Bautista Aznar, decidió convocar elecciones municipales para el día 12 de abril de 1931. El resultado de estas elecciones precipitó todo. Aunque en el conjunto del Estado las candidaturas monárquicas ganaron, el triunfo de las candidaturas republicano-socialistas en la casi totalidad de las capitales de provincia y en las grandes ciudades, donde el voto era más auténtico, menos influido por el caciquismo, este resultado se consideró una desautorización de la monarquía. El propio rey lo comprendió así. Todo avanzó muy deprisa mientras por las calles se extendía la ebullición republicana. El 14 de abril, el mismo día en que se proclamaba la República, el rey Alfonso XIII abandonaba España, partiendo hacia el exilio. El 14 de abril de 1931 se cerraba un ciclo en nuestra Historia y una nueva etapa se abría en España.

II. LA SEGUNDA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1931-1936).  

Cartel de "La Niña Bonita", alegoría a la Segunda República Española (1931)
1. INTRODUCCIÓN. 

"La República la trajeron los monárquicos y la perdieron los republicanos." 

En el conjunto de la evolución contemporánea española, la Segunda República significó inicialmente un intento de profunda renovación política, social, y económica. En esta tentativa estuvieron unidos durante una primera etapa diversos grupos políticos y sociales representativos de la clase media y de la clase obrera. En una primera apreciación, se puede decir que ésta tentativa reformista se vio rebasada y contrarrestada en un doble plano: por las corrientes revolucionarias de base proletaria, de un lado, y por determinadas fuerzas sociales conservadoras que se oponían a éste proyecto de reestructuración, de otro.

En un esquema general de las causas que provocaron el advenimiento de la República, nos vemos en la necesidad de analizar el contexto histórico de la etapa anterior. La Dictadura del general Primo de Rivera se caracterizó por una concentración de la riqueza, por el poder de la Iglesia y del ejército, y por un fuerte centralismo. Intentó crear una estructura análoga al fascismo italiano basada en:  
  • Partido único. 
  • Asamblea corporativa. 
  • Intervención en la economía a través de las altas finanzas y de los monopolios.
La Dictadura fracasó por varias razones. Lejos de exterminar a la oposición, como en Italia, se comportó de forma liberal. En los últimos años se produjo un cansancio y división dentro de los militares en su apoyo al dictador y al rey, los primeros síntomas de la gran crisis de 1929, una fuerte represión del anarcosindicalismo, y la indiferencia al problema agrario y a las aspiraciones regionalistas, sobre todo de Cataluña. Las presiones de una facción de militares y del rey llevaron al general Primo de Rivera a su renuncia el 28 de Enero de 1930.

La pretensión del rey Alfonso XIII de volver al régimen constitucional anterior a la dictadura se enfrentó con graves dificultades que únicamente hubiera podido resolver un buen político. La monarquía había quedado implicada con la dictadura, lo que convirtió en republicanos a muchos liberales y nacionalistas, a gran parte de intelectuales (Marañón, Unamuno, Ortega y Gasset), e incluso a antiguos monárquicos (Niceto Alcalá Zamora). El rey encargó la formación de gobierno al general Berenguer, quien trata de reinstaurar la constitución de 1876 e inicia ciertas reformas. Mientras tanto, representantes de todas las fuerzas de oposición se pusieron de acuerdo en el llamado Pacto de San Sebastián (agosto de 1930). Se adopta la forma del pronunciamiento como única salida y se acuerda la fecha del 15 de Diciembre, pero la descoordinación en éste plan hace que tres días antes se subleven en Jaca los capitanes Galán y García Hernández. El pronunciamiento fracasa y son detenidos, juzgados, y ejecutados. Todo el comité revolucionario es igualmente detenido. La crisis surgida hace que caiga el gobierno.

El Gabinete del almirante Aznar (18-02-31) se basa en un gobierno de concentración monárquica y lleva a cabo la convocatoria de elecciones municipales para el 12 de Abril. La unión de los republicanos se plasma en el hecho de considerar dichas elecciones como un plebiscito sobre la monarquía, se propugna la adhesión a la República, reformas en lo social y económico, lucha contra las instituciones clásicas (Ejército e Iglesia), y desarrollo de las autonomías. Tras las elecciones se produce el triunfo de la oposición, se proclama la República (14-04-31), y el rey abandona España por Cartagena. 

2. LAS FUERZAS POLÍTICAS Y SOCIALES. 
Creemos necesario plantear una visión global de los distintos grupos políticos y organizaciones obreras para una mejor comprensión de este periodo. Sus actitudes y acciones, así como la de sus dirigentes, marcaron en gran medida el curso de los hechos que se sucedieron desde la proclamación de la República hasta la rebelión golpista de carácter totalitario de 1.936, e incluso hasta el final de la guerra. 

2.1. PARTIDOS DE DERECHAS O CONSERVADORES:

A.   Republicanos:
a.   Partido Radical: Liderado por Alejandro Lerroux. Anticlericales y masones.
b.   Derecha Liberal Republicana: Conservadores. Liderado por Niceto Alcalá Zamora (latifundista) y Miguel Maura (aristocracia liberal).
c.    Partido Agrario: Clasista, enemigos acérrimos de la reforma agraria.
d.   C.E.D.A. (Confederación Española de Derechas Autónomas): su fundador fue Ángel Herrera Oria, aunque su figura más destacada fue José María Gil Robles. Eran terratenientes, empresarios y comerciantes. Su base social era la doctrina de la Iglesia. Sus matices antirrepublicanos se pueden constatar en dos hechos significativos de su líder:
                     i.    presencia en el congreso nazi de Nuremberg (Sept. 1.933)
                   ii.    entrevista con el rey Alfonso XIII en París (Junio de 1.933).
                 iii.    Se le puede imputar como fallo el hecho de que aglutinó a un conjunto de fuerzas en el que dominó la facción ultraderechista.

B.   Autonomistas:
a.   Lliga regionalista de Catalunya (Francisco Cambó): burguesía conservadora.

C.   Monárquicos:
a.   Renovación Española: creada por Antonio Goicoechea en Enero de 1.933. De carácter alfonsino. Su principal figura fue José Calvo Sotelo, ministro de Hacienda en la dictadura. A su vuelta a España en 1.934, tras la aprobación de la amnistía, intentó incorporarse a Falange, pero la oposición de José Antonio Primo de Rivera hizo que entrara en Renovación Española. En su exilio de Francia se impregnó de las teorías propicias a una monarquía autoritaria de corte fascista (contraria al sufragio y al Parlamento).
b.   Comunión Tradicionalista: carlistas, antagonistas de los alfonsinos.

D.   Autoritarios:
a.   J.O.N.S. (Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas): parte del núcleo formado por Ledesma Ramos con una ideología basada en la articulación comarcal de España, la sindicación de las fuerzas económicas y supresión de la lucha de clases. Onésimo Redondo se da a conocer en Valladolid por la creación de las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica, de ideología análoga a Ledesma, pero con fuerte enraizamiento católico y una mayor exaltación de los valores hispánicos. Ambas fuerzas se fusionaron en Octubre de 1.931.
b.   Falange Española: fundado por José Antonio Primo de Rivera en unión de Julio Ruiz de Alda. Su idea corporativa de "Familia, Municipio, Sindicato", proviene del pasaje "Nadie ha nacido nunca miembro de un partido político, en cambio nacemos todos miembros de una familia; somos todos vecinos de un municipio; nos afanamos todos en el ejercicio de un trabajo". Desde su creación en 1933 entró    de lleno en un enfrentamiento con el PSOE que se traduciría en una fuerte competencia en dos niveles: en la Universidad, SEU en contraposición con la FUE (socialista); y en el mundo sindical, CONS (Central Obrera Nacional Sindicalista) frente a UGT. Hemos de señalar el contraste que supone su ideología y planteamientos claramente autoritarios y de tipo fascista, con ciertos rasgos de carácter progresista en sus postulados políticos, tales como la nacionalización de la banca, y la no interferencia de la Iglesia en asuntos de Estado. Se fusionó con las JONS en 1.934.

2.2. PARTIDOS MODERADOS, PROGRESISTAS, REVOLUCIONARIOS Y OTRAS FUERZAS DE IZQUIERDAS:

A.   Republicanos:
a.   Acción Republicana: partido creado por Manuel Azaña, quien desde un principio colabora con la facción moderada del PSOE (Indalecio Prieto). Es el clásico partido de clases medias, que tras la derrota de 1.933 se transformará en Izquierda Republicana. Entre sus objetivos destacan: desmontar el ejército tradicional, suprimir el poder de la Iglesia, emprender la reforma agraria, y desarrollar las autonomías regionales.
b.   Partido Radical Socialista: creado por Marcelino Domingo y que presenta aspiraciones análogas con el partido de Azaña, aunque vinculadas a la Institución Libre de Enseñanza, la Masonería, y en parte al autonomismo catalán.

B.   Autonomistas:
a.   Esquerra Republicana: el impulsor de esta formación política fue Francesc Maciá. Son antagonistas al conservadurismo de la Lliga. Sus planteamientos son federalistas y entraron en claro enfrentamiento con el centralismo de las Cortes y con la CNT catalana. A la muerte de Maciá en 1.933, le sustituyó su más inmediato colaborador, Luis Companys, quien aportó a Esquerra su máximo contenido social.
b.   O.R.G.A. (Organización Regional Gallega Autónoma): el partido de Santiago Casares Quiroga, quien no logró materializar la autonomía gallega.
c.    P.N.V. (Partido Nacionalista Vasco): su fundador fue José Antonio Aguirre, quien tras unos comienzos derechistas y confesionales (colaboración con los carlistas) paso a unas posiciones más izquierdistas, sobre todo por sus contactos con los catalanes de Esquerra, con quienes se sentías unidos en las aspiraciones autonómicas.

C.   Partidos de clase, revolucionarios y organizaciones obreristas:
a.   P.S.O.E. (Partido Socialista Obrero Español) - U.G.T. (Unión General de Trabajadores): ambos fueron fundados por Pablo Iglesias (1879 y 1888 respectivamente). Dada su antigüedad, estaban bien organizados ya al proclamarse la República. Colaboraron con partidos republicanos de corte burgués. Tal vez se les pueda imputar como fallo   la lucha interna de sus tres líderes más significativos: el extremista Francisco Largo Caballero (de quien se llegó a decir que era el "Lenin Español), el intelectual y anticomunista Julian Besteiro, y el moderado Indalecio Prieto.
b.   P.C.E. (Partido Comunista de España): su primer secretario general fue José Díaz, y desde un comienzo empezó a destacar como activa dirigente Dolores Ibarruri "la Pasionaria". Su escasa fuerza al proclamarse la República se vio contrarrestada con el beneficio que obtuvo al entrar en el Frente Popular, y por la ayuda que pronto recibió de la Unión Soviética y   del comunismo internacional, lo que le proporcionó un gran auge y un fuerte poder.
c.    P.O.U.M. (Partido Obrero de Unificación Marxista): sus máximos dirigentes fueron Andrés Nin, y Joaquín Maurín. Vinculados en un principio a la CNT, pronto salen de esta formación. Maurín entra en el PCE, pero lo abandona para crear el B.O.C. (Bloc Obrer y Camperol). Por su parte, Nin crea Esquerra Comunista. Ambas formaciones se fusionaron en 1.935 bajo unos principios troskistas, y tratando de crear un nacional comunismo frente al PCE y su versión catalana, el PSUC. (Partido Socialista Unificado de Cataluña). Se destacaron por ciertas actuaciones terroristas.
d.   Partido Sindicalista: creación de Ángel Pestaña. Perteneciente a CNT, trata de hacer una revisión de la doctrina cenetista. Su posición fue abiertamente contraria a la FAI (Federación Anarquista Ibérica).
e.   C.N.T. (Confederación Nacional del Trabajo): tuvo su mayor incidencia en Cataluña, Aragón, Levante y el campo andaluz. Su planteamiento fundamental fue la huelga revolucionaria. Dentro de ella, destacó la FAI, ala radical que se caracterizó por sus atracos y asesinatos como arma de acción directa propugnada por sus líderes Durruti y Ascaso.

3. LA DINÁMICA HISTÓRICA.
3.1. - PRIMER GOBIERNO PROVISIONAL Y LA CONSTITUCIÓN DE 1.931. 

El primer gobierno nace del comité revolucionario consecuencia del Pacto de San Sebastián y lo integran, por parte de la derechas: Lerroux y Martínez Barrio (Partido Radical) y Alcalá Zamora y Maura (Derecha Liberal); por las izquierdas, que son mayoritarias, intervienen: Largo Caballero, Prieto y Fernando de los Ríos por el PSOE, Marcelino Domingo y Álvaro de Albornoz por los radicales socialistas, Casares Quiroga por la ORGA, Nicolau D'Olwer por el Partido Catalanista Republicano, y Azaña por Acción Republicana.

Los objetivos iniciales son: 

A.   Actualización del censo, bajándose la edad de voto de 25 a 23 años. Se pospone el derecho a voto de la mujer a su inclusión en la Constitución.
B.   Nuevo sistema de circunscripciones, por el que cada provincia tendrá una circunscripción, estableciéndose un diputado por cada 50.000 habitantes, con la         excepción de Madrid, Barcelona, y capitales de provincia con más de 100.000 habitantes.
C.   Convocatoria de elecciones a Cortes para el 28 de Junio de 1.931.
                  
El resultado de dichas elecciones arrojó un triunfo del centro-izquierda, que obtuvo 399 diputados frente a los 85 de la derecha. Se produjo un fuerte abstencionismo (35%), que lejos de poder achacarlo a la CNT, se debió a la derecha, probablemente por su desorganización.

Para la elaboración del texto constitucional, se creó una Comisión Jurídica Asesora para que redactara el anteproyecto. Una vez elaborado, el Gobierno, sin ejercer su derecho a revisarla, la entregó a las Cortes el 14 de Julio. Una vez debatida en la Cámara, se somete a votación el 9 de Diciembre, siendo aprobada por 368 votos a favor y 89 votos ausentes, que fueron los diputados católicos que se opusieron al artículo 26 (relaciones Iglesia-Estado).

La Constitución recibió influencias de las existentes en Alemania, Austria, Méjico, Uruguay y Checoslovaquia, las más modernas, al tener menos de 10 años, y progresistas.

En cuanto a sus rasgos esenciales podemos destacar:
a.   Estado unitario con cabida a las autonomías regionales.
b.   Respeto a los derechos individuales de libertad y justicia, y establecimiento del sufragio universal a los 23 años sin discriminación de sexos.
c.    Potestad legislativa, que recae en las Cortes, elegidas cada cuatro años y con posibilidad de voto de censura al gobierno o a un ministro.
d.   Poder judicial independiente, creándose la figura del jurado y el Tribunal de Garantías Constitucionales.
e.   Poder ejecutivo bicéfalo, con un presidente de la República y un presidente de Gobierno.
f.    Soberanía nacional, neutralidad y laicismo. 

3.2. BIENIO TRANSFORMADOR O SOCIAL-AZAÑISTA (14.04.31 - 19.11.33) 

Desde la proclamación de la República se tuvieron que afrontar una serie de problemas que podríamos resumir en los siguientes: 

I.  Orden público: las primeras alteraciones graves se producen los días 10 y 11 de Mayo con la quema de conventos. Maura, ministro de Gobernación, trató de imponerlo, pero el gabinete era reacio, ya que trataba de evitar una evocación a las actuaciones de los últimos años de la monarquía en este aspecto. Desde una perspectiva general, y analizando épocas anteriores, los incidentes producidos durante la República no fueron tan graves, excepción hecha de la revolución de Asturias en 1.934, como la Semana Trágica, la huelga revolucionaria de 1.917, o la lucha sindicalista en Barcelona durante 1.921 y 1.922. En este sentido, cabría reseñar que la derecha tradicional, contraria a la República desde el comienzo, actuó como caja de resonancia a través de la prensa afín y de sus parlamentarios en una labor de desprestigio del nuevo régimen. 

II. Actitud de la Iglesia católica: claramente en oposición al cambio producido. Se pueden constatar dos hechos significativos: la pastoral del cardenal Segura (7 de Mayo), a la que nos referiremos más adelante cuando analicemos el problema religioso, y la negativa del Vaticano a dar el placet al embajador enviado por el gobierno republicano. 

III. Reforma del ejército, que básicamente se planteó en una reducción de sus efectivos. 

IV. Aspiraciones regionalistas por parte de Cataluña, País Vasco y Galicia. Se produjo una reacción negativa de las clases medias del resto de España y de casi todo el Ejército, por el recelo de una política estimada como separatista (es curioso como el 90% de los críticos del Estatuto Catalán no lo habían leído). 

V.        Reforma agraria: se trata de acometer de una forma moderada, pero choca desde un principio con la oposición de la clase terrateniente y sobre todo con la aristocracia. 

VI.        Paro y subida de salarios: ante la ausencia de una política de pleno empleo se produjo un distanciamiento del proletariado. La CNT contribuyó en gran medida a este problema con la no adhesión a la política del Gobierno. Igualmente hay que tener en cuenta el contexto general de la situación de crisis a nivel internacional que se venía arrastrando desde 1.929. 

VII.        Amenaza latente de autoritarismo, plasmada en el nacimiento de la CEDA, JONS, y Falange.
Gran parte de estos problemas serán objeto más adelante de un estudio más profundo y pormenorizado que nos darán una visión más completa de la política seguida durante este periodo. 

3.3. BIENIO DERECHISTA O "BIENIO NEGRO" (19.11.33 - 18.02.36). 

Las elecciones del 19 de Noviembre y el consiguiente triunfo de la derecha vienen dadas por distintas causas. El presidente de la República, Alcalá Zamora, propugnaba un giro hacia posiciones de centro. Por su parte, Lerroux, gira hacia la derecha por recelo a Azaña. La derecha se había reorganizado, y este hecho contrasta con la falta de unidad en la izquierda, plasmada en la división interna de los socialistas, sobre todo PSOE, y con el abstencionismo preconizado desde las filas de la CNT.

El primer gobierno lo forma Lerroux, que ve así cumplidas sus aspiraciones de poder, y tanto éste como los sucesivos fueron avanzando hacia posiciones cada vez más conservadoras. Las alteraciones del orden público no se refrenaron sustancialmente, de hecho los movimientos huelguísticos se siguieron produciendo. Las relaciones Iglesia-Estado mejoraron. La reforma del Ejército fue drásticamente detenida, prueba de ello es que los nombramientos de generales se personificaron en los militares antirrepublicanos ("africanistas"), que fueron el germen del alzamiento de 1.936. Las tensiones regionalistas se acentuaron, se suspendió el Estatuto Catalán en 1.934, y se paralizó el proceso autonómico en el País Vasco y Galicia.

La política agraria dio un vuelco radical frente a lo que se había legislado hasta entonces y motivó focos de tensión en el campesinado extremeño y andaluz.

El peligro de autoritarismo pasó a ser una realidad próxima, basta decir que José Antonio Primo de Rivera obtuvo acta de diputado, y que rápidamente se promulgó la Ley de Amnistía (Marzo de 1.934) que suponía la vuelta de Calvo Sotelo y de los golpistas de 1.932 (general Sanjurjo).

En otro contexto, hay que destacar que esta derecha gobernante pudo sacar partido y haberse consolidado aún más tras el "éxito" en la represión de la revolución de Asturias. Lejos de ello, le desacreditó y abrió una crisis que se vio potenciada por un nuevo elemento, la corrupción administrativa en el seno del Partido Radical que se pone de manifiesto en dos casos concretos: 1º) el caso Straperlo (fraude en el juego promovido en Santander y San Sebastián por el aventurero austriaco Strauss), en el que se vieron implicados elementos del partido de Lerroux, y 2º) el caso Tayá-Nombela (indemnizaciones infundadas concedidas al naviero Tayá por una ruptura de un contrato con el Estado para la navegación con África). 

3.4. ELECCIONES DE 1.936. EL FRENTE POPULAR. 

Alcalá Zamora había disuelto las Cortes en Diciembre de 1.935 ante un clima general de crispación por la política llevada a cabo en los dos años anteriores y por los escándalos del gobierno de Lerroux. La convocatoria a elecciones se establece para Febrero del año siguiente.

El 15 de Enero de 1.936 se llevó a cabo un pacto entre republicanos de izquierda y partidos obreros que representó una norma de gobierno si llegaban a ganar las elecciones. El triunfo del Frente Popular, en función de los votos emitidos, fue muy ajustado (34,3 % frente al 33,2 % de la derecha). Pero el sistema electoral mayoritario y la discusión en las Cortes de las actas impugnadas establecieron mayores diferencias a favor de las izquierdas. Independientemente de la unión de éstas últimas, otras causas fueron la desunión de las derechas, el hundimiento de los radicales de Lerroux, que orientó el voto centrista hacia la izquierda, y la participación de los anarcosindicalistas, movidos por el deseo de lograr la liberación de los detenidos como consecuencia de los sucesos de 1.934.

Las Cortes destituyen a Alcalá Zamora y se elige a Azaña como presidente de la República. Las medidas del nuevo gobierno de Casares Quiroga consistieron en: 

I.  Puesta en libertad de 30.000 presos políticos 
II. Aceleración de la reforma agraria, cuyo primer paso fue la suspensión del pago de las rentas por los arrendatarios de Andalucía y Extremadura. 
III. Devolución de sus facultades a la Generalitat catalana. 
IV.  Reajustes en el seno del Ejército, distanciando a los militares antirrepublicanos. Franco fue destinado a Canarias y Goded a Baleares. 
V. En lo referente al orden público se mantuvo el decreto de 17 de Febrero, en el que se declaraba el estado de alarma.
Estas medidas se vieron demoradas por las complicaciones postelectorales derivadas de la destitución de Alcalá Zamora y la reunión de las Cortes para el 4 de Abril.

El primer y gran problema con el que hubo de enfrentarse el gobierno fue el orden público, ya que se produjeron frecuentes alteraciones desde la celebración del triunfo del Frente Popular. Contribuyó a esto el discurso de Calvo Sotelo en las Cortes, en donde acusó al gobierno de ser avasallado por los extremistas de izquierdas. Se había producido un enardecimiento revolucionario del PSOE, la UGT, y sobre todo la CNT. Largo Caballero se radicalizó propugnado la unión de la izquierda proletaria (PSOE-PCE y UGT-CNT), que se plasmó en la creación del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña) y en la huelga en Madrid de los trabajadores de la construcción y de los electricistas. La consecuencia derivada de este problema fue que el gobierno no se ocupó de la conspiración de los militares.

Por otro lado, había una serie de síntomas alentadores, tales como la declaración de republicanismo de una parte de los parlamentarios del grupo de la CEDA, y la promesa de apoyo a las reformas de Azaña. La política eclesiástica fue menos agresiva, el episcopado español y el Vaticano moderaron su postura.

Azaña creía que todo volvería a su cauce, pero no contaba con la decisión tomada por los antirrepublicanos consistente en derrocar la República por la vía del pronunciamiento. Tenían un líder político agresivo personificado en la figura de Calvo Sotelo; una fuerza de choque (Falange) financiada por Renovación Española y hostigada por la prensa reaccionaria; la fuerte base popular en Navarra de los tradicionalistas; el grueso del Ejército estaba resentido, oponiéndose abiertamente a la creación de un ejército popular y a la desmilitarización de Marruecos, así pues no es de extrañar que la UME (Unión Militar Española) ya tuviera fijado el plazo del alzamiento, del 10 al 20 de Julio, y a su director, el general Mola. 

4. CUESTIONES MÁS REPRESENTATIVAS.

4.1. LA IGLESIA CATÓLICA. 

Tras la proclamación de la República se produjeron las primeras manifestaciones de animadversión y recelo frente al nuevo régimen, concretadas en la Pastoral del cardenal Segura, quien desde el Boletín del Arzobispado de Toledo, el 7 de Mayo de 1.936 alertó a los católicos en contra de la República. Poco después, el día 11, se produce la quema de conventos, existiendo dudas sobre su autoría (anarquistas, masones, agitadores, monárquicos, e incluso la propia Iglesia).

Se expulsa al cardenal Segura y poco después se detiene a monseñor Echeguren camino de Francia con documentos comprometedores redactados por Segura en los que se daban una serie de normas a los obispos para vender los bienes de la Iglesia y colocar su valor en el extranjero.

Aunque los sentimientos anticlericales de los republicanos de izquierda y socialistas eran fuertes, fueron los masones quienes plantearon un programa contra la Iglesia: 

a.   Separación Iglesia-Estado, propugnado la ruptura con el Vaticano. 
b.   Absoluta libertad religiosa. 
c.    Incapacitación de los eclesiásticos para la enseñanza. 
d.   Expulsión de las comunidades religiosas extranjeras, nacionalizando sus bienes. 
e.   Inventario de los bienes del clero para prevenir su posible mal uso. 
f.    Eliminación de la subvención estatal. 
g.    Secularización de los cementerios. 
h.   Leyes de matrimonio civil y divorcio. 
i.     Declaración de igualdad ante la ley de todos los hijos.

Las primeras medidas adoptadas fueron: la disolución y confiscación de los bienes de la Compañía de Jesús (Enero de 1.932). En realidad tal medida no supuso la expulsión de los jesuitas, del mismo modo que los bienes realmente confiscados fueron pocos.

Una segunda medida fue la ley sobre congregaciones religiosas de Junio de 1.933 por la que se adopta el cese en la actividad docente de la Iglesia, estableciéndose como plazo el 1 de Octubre del mismo año. El aspecto negativo de esta ley fue la incapacidad para sustituir con rapidez las escuelas religiosas por las públicas proyectadas así como el personal docente.

Por último cabe señalar las leyes de matrimonio civil y divorcio, y la secularización de los cementerios (Enero de 1.932) que no produjo oposición fuerte en las Cortes.

Al contrario de lo que sucedió con la reforma agraria (lentitud en su aplicación) la República operó en estos apartados rápidamente y con precipitación. El error político radicó en el hecho de que aun cuando existía un claro anticlericalismo, la Iglesia era un "enemigo" demasiado fuerte como para destruirlo con leyes y decretos. El abandono de gran parte de estas medidas se produjo con la llegada de la derecha al poder. 

4.2. EL EJÉRCITO. 

Después de los desastres de Cuba y Filipinas no tuvo una actividad significativa. Tras la Conferencia de Algeciras (1906) entra de nuevo en liza tras concederse a España los derechos de Protectorado sobre Marruecos. Con posterioridad podemos ver tres momentos de intervencionismo: 

a.   Semana Trágica de Barcelona (1909), con la negativa de los reclutas catalanes a embarcarse para África. 
b.   Crisis de 1.917: movimientos huelguísticos por el alza en el coste de la vida, y efervescencia de los reclutas. 
c.    Crisis de 1.923, con la llegada de la Dictadura, que se puede considerar como efecto de los últimos desastres de Marruecos.

En los últimos tiempos de la monarquía el Ejército no había sido un bloque monolítico. Prueba de ello es la conspiración de 1.930, en la que participaron algunos grupos de militares, como los capitanes Galán y García Hernández (pronunciamiento de Jaca), e incluso Ramón Franco en Madrid. También se puede constatar la actividad de la "Asociación Militar Republicana", dirigida por Queipo de Llano. Igualmente resalta la fuerte diferencia entre el ejército metropolitano, con una organización y armamento deficientes, y el de Marruecos, menos numeroso pero mucho más fuerte. En general, el Ejército estaba, en cierta medida, fatigado por soportar el peso de un régimen caduco, de ahí que no se opusiera al cambio.
Según el Anuario Militar de 1.930, existían 566 generales y 21.966 oficiales para un ejército de poco más de 100.000 hombres, de donde saldría una proporción de 4,5 soldados por cada mando, aproximadamente.

La República abordó el proyecto de transformar el tradicional panorama del Ejército. La figura clave en dicho proyecto era Azaña. Se fijaron unas medidas a corto plazo, por vía de decretos, cuyo planteamiento era: 
  • Posibilidad de retiro (2ª reserva) con el sueldo casi íntegro. Se dio un plazo de 30 días. 
  • Se procede a la reestructuración del Ministerio de la Guerra, llevándose a cabo una centralización de servicios, se reorganiza el Estado Mayor Central, y se suprime el Consejo Superior de Justicia Militar, traspasando sus facultades al Tribunal Supremo. 
  • Marruecos, semillero de la oficialidad más dura, los llamados "africanistas", comenzó a ser desmilitarizado y sustituida su administración militar por una civil. 
En cuanto a otra serie de medidas, más a largo plazo, estuvieron orientadas a tratar de republicanizar el Ejército: 
  • Posibilidad de ascenso de suboficial a oficial de complemento. 
  • Cierre de la Academia General Militar de Zaragoza, al considerarla como un centro de signo claramente antirrepublicano. 
  • Se estableció como condición para ingresar en las academias militares el haber prestado 6 meses de servicio militar como soldado y tener un año de estudios universitarios antes de la graduación. 
  • Se reformó el régimen de reclutamiento, por el cual, los universitarios y bachilleres sólo prestarían un servicio militar de 4 semanas, mientras que el resto de reclutas lo realizarían durante un año, con la posibilidad de licenciarse a los ocho meses si se demostraba el aprovechamiento necesario, o a los seis si se pagaba una determinada cantidad. Esta última medida pudo suponer cierta discriminación hacia las clases menos favorecidas, pero lo cierto es que el propósito de Azaña era aligerar la carga económica del ejército. 
  • Potenciación de la oficialidad de complemento. 
La exigencia de responsabilidades a algunos militares por su actuación en los últimos años de la monarquía, la amenaza de no reconocimiento de los méritos obtenidos durante la Dictadura, así como la postergación a puestos secundarios de los militares más sospechosos produjeron un clima de efervescencia en el estamento militar. 

De igual manera, la no utilización del ejército como instrumento de orden público, la creación de la Guardia de Asalto para asumir esa función, y la milicia de complemento significaron en el seno de los militares una preocupación profesional por la competencia que de ello se derivaba. 

Durante la vida de la República tuvieron lugar varias tentativas de sublevación. La primera y más importante fue la de Sanjurjo en Agosto de 1.932. Los motivos esenciales se centraron en el clima creado por la discusión del Estatuto de Cataluña, y por las frecuentes alteraciones del orden público no reprimidas por el gobierno. El intento fracasó y su instigador hubo de exiliarse. De la misma manera fracasó poco después, Diciembre del mismo año, la del teniente coronel Galarza. 

Tras la llegada al poder de la derecha en 1.933 se produce una moderación e incluso colaboración con el gobierno de Lerroux, que les dio su confianza como se puede desprender de los nombramientos que se llevaron a cabo: Franco, jefe del Estado Mayor Central; Mola, comandante militar de Marruecos; y Goded, inspector del Ejército. Las medidas de Azaña entraron en un proceso de revisión y la conspiración militar cedió en su presión. 

Con el triunfo del Frente Popular resurgió todo el clima de animadversión anterior y acto seguido comenzaron los planes de la sublevación que se habría de producir en Julio de 1.936. 

4.3. CUESTIÓN AGRARIA. 

Características de la agricultura en 1.931: 

 a.   La distribución de la propiedad de la tierra no había variado desde la desamortización. 
b.   Fuerte concentración de grandes fincas en Andalucía Occidental, Extremadura y la Mancha. 
c.    En el resto de España había una gran fragmentación de las explotaciones pequeñas y medias. 
d.   La recesión económica conllevaba una disminución de la actividad. 
e.   Presión demográfica sobre la agricultura, ya que no sólo no hubo éxodo rural como antes, sino que se acentuó con la vuelta de obreros industriales al campo. 
f.    El medio rural estaba muy "trabajado" por las organizaciones sindicales de izquierda, en especial por la F.N.T.T. (Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra) ligada a UGT, y por los anarcosindicalistas de la CNT. 

Ante este panorama el tema explosivo radicaba en la desesperación del campesinado por el abandono al que había estado secularmente sometido, junto con el ansia de que la República permitiera un cambio sustancial. 

Los decretos agrarios promulgados en 1.931 tuvieron un carácter de provisionalidad hasta la aprobación de leyes específicas. Así, se prorrogaron los contratos de arrendamiento, se favoreció las agrupaciones de obreros, la jornada laboral se fijó en 8 horas. Para restringir las facultades de contratación de los grandes propietarios se promulgó el decreto de "términos municipales", por el que se establecía la prioridad de la fuerza de trabajo local frente a la foránea, y de igual modo se completó esta disposición con el llamado "turno riguroso" de obreros inscritos en los registros de las oficinas de colocación. Con objeto de que los propietarios no abandonasen la explotación de la tierra se decretó el laboreo forzoso. 

Tras esta serie de medidas iniciales, se acometió el estudio de una ley que recogiera el conjunto de los cambios que se querían llevar a cabo. Después de su compleja elaboración y debate en las Cortes, la Ley Agraria fue aprobada el 9 de Septiembre de 1.932. 

La ley tenía 23 bases que perseguían la redistribución de tierras y el asentamiento en ellas de los campesinos. Se crea el I.R.A. (Instituto para la Reforma Agraria) para ejecutar la ley. Se realizó un inventario de tierras expropiables. Las indemnizaciones por la expropiación se abonarían parte en metálico y el resto en títulos de deuda especial. Estas tierras pasaban al IRA, de aquí a las Juntas Provinciales, y finalmente a las comunidades de campesinos. Las previsiones eran asentar a 60.000 campesinos cada año, pero en dos años no llegaron ni a 12.500. 

Las causas del fracaso habría que buscarlas en el hecho de que la ley era compleja, con demasiados trámites. La ejecución fue lenta por una mala organización del IRA. Por otro lado, al año de su aprobación se produjo el triunfo de la derecha, con la consiguiente paralización. 

A partir de Noviembre de 1.933 fue notorio el cambio de signo en la política agraria del gobierno de Lerroux. De la moderación inicial de Gutiérrez Fernández se pasó a la contrarreforma con la ley de Agosto de 1.935, encaminada a la revisión de la anterior. Se acordaron fuertes excepciones a las tierras expropiables, anulando y suprimiendo el inventario creado a tal fin. Si hubo algo positivo fue el que se mantuvo la expropiación forzosa pero sólo en caso de "utilidad social". La lentitud en la realización de la reforma equivalía a desistir de ella. 

En 1.936, con la llegada al poder del Frente Popular, se da un fuerte impulso a la reforma. Se deroga la ley de 1.935 y se restablece la de 1.932. Se aceleran las expropiaciones del mismo modo que los asentamientos, en cinco meses (de Febrero a Junio) se ocupan más de 200.000 hectáreas y se establecen más de 70.000 colonos. Todo ello favorecido por la simplificación de los trámites burocráticos y la reorganización del IRA. 

Otros aspectos de la política agraria fueron los relativos al regadío. En Abril de1.932 se promulga la Ley de Obras de Puesta en Riego (OPER), que preveía la construcción de pantanos y embalses, así como toda una serie de obras secundarias de riego (canales, acequias, etc.) y otras orientadas a la creación de caminos, viviendas y pueblos. Dentro de este contexto, en 1.933 se proyecta el plan de obras hidráulicas, cuyo teórico fue Lorenzo Pardo, y que se asienta esencialmente en el trasvase de aguas de los ríos de la vertiente atlántica a la mediterránea, después de los estudios realizados sobre el caudal de las distintas cuencas y su incidencia en la agricultura. Estas medidas, tras el paréntesis de la guerra y el olvido de la época posterior, saldrían nuevamente a la luz al cabo de un par de décadas, aunque bajo auspicios bien distintos. 

4.4. LOS ESTATUTOS REGIONALES. 

A.- CATALÁN. 

Garantizaba a Cataluña muchas de sus aspiraciones. La Generalitat se configuraba como órgano de gobierno con facultades legislativas y ejecutivas en hacienda, economía, educación, e incluso orden público. 

El trasvase de competencias fue rápido hasta 1.933. A raíz del triunfo de la derecha se producen las primeras fricciones fuertes entre el Estado y la Generalitat. Este hecho resulta claramente comprensible si se tiene en cuenta que las elecciones al parlamento catalán habían arrojado un clara victoria de la izquierda. La acusación de separatismo fue infundada, ya que eran planteamientos autonómicos burgueses y nacionalistas. Como ya antes habíamos mencionado, el Estatuto Catalán no fue ni tan siquiera leído por el 90 % de sus detractores, y en realidad suponía un recelo de las clases medias del resto de España y de casi todo el estamento militar. 

B. VASCO. 

El movimiento autonomista en el País Vasco y Navarra era tan intenso como en Cataluña, pero tendía a la preservación y ampliación de lo que quedaba de sus antiguos privilegios forales. El motor de la autonomía sería la cuestión religiosa. El anticlericalismo centralista chocaba con los nacionalistas vascos y los carlistas navarros, de una filosofía social y religiosa profundamente católica. 

Las elecciones de 1.933 habían supuesto, a nivel nacional, el triunfo de la derecha, de la misma manera que el PNV había salido claramente victorioso en el País Vasco. De esta forma se despertaba la confianza en que el estatuto saldría adelante, pero los radicales de Lerroux y la CEDA dieron carpetazo a la autonomía tachándola de separatista. Ante la frustración, se creó un fuerte espíritu nacionalista y oposición abierta a Madrid, solidarizándose con los problemas catalanes y los rabassaires. 

Los sindicatos se lanzan a la huelga en 1.934 coincidiendo con los sucesos de Cataluña y Asturias. Los nacionalistas vascos adoptaron una postura ambigua, optando por la abstención ante estos hechos. La represión de la revolución aminoró las actividades nacionalistas, pero a finales de 1.935 se habían convencido de que no podían esperar nada de la derecha. Es por lo que, pese a sus convicciones, se unieron al Frente Popular. Tras el triunfo en Febrero de 1.936 se puso en marcha el estatuto de una forma más profunda. 

4.5. REVOLUCIÓN Y REPRESIÓN EN 1.934. 

A partir de Noviembre de 1.933, y durante un tiempo, los radicales gobernaron solos, pero tenían que contar con el apoyo de la CEDA que pedía: 
  • Desaceleración de la reforma agraria. 
  • Detener el proceso de laización de la enseñanza. 
  • Restablecimiento de los haberes al clero. 
  • Amnistía a los responsables de la sublevación de Sanjurjo. 
El giro, cada vez más fuerte, hacia la derecha provocó la efervescencia de la izquierda. A primeros de Octubre de 1.934 la CEDA provoca la caída del gobierno. La nueva formación radical-cedista, con tres ministros de CEDA, fueron el detonante. 

El 5 de Octubre la UGT declara la huelga general, siendo la respuesta de Lerroux la proclamación del estado de guerra. En general la huelga fracasó salvo: 

1) El País Vasco: actividad sindical y abstencionismo del PNV, (Vid. en 4.3). 
2) Cataluña: la ley de cultivos había sido vetada, se había demorado la transferencia de poderes derivados del estatuto, divorcio entre derechismo centralista de Madrid y el izquierdismo autonomista de Barcelona. Batet, siguiendo instrucciones de Madrid, reprime la subversión de forma poco cruenta. El gobierno autónomo es detenido. 
3) Asturias: existía un ambiente propicio para la huelga revolucionaria. La concentración de la CEDA en Covadonga, en Septiembre, se consideró como una provocación a la izquierda. Se llevó a cabo la alianza proletaria CNT-UGT bajo las siglas U.H.P. (Unión de Hermanos Proletarios), agrupando también a troskistas y comunistas. Se ocupa toda la cuenca minera. 

El 8 de Octubre se produce el desembarco de efectivos de la Legión y Regulares enviados desde Marruecos y dirigidos desde Madrid por Franco. 

Las secuelas fueron dramáticas: además de los muertos, se llenaron las cárceles y hubo que habilitar campos de reclusión para 30.000 presos políticos.       Supuso el presidio para Largo Caballero, el exilio para Indalecio Prieto, y una feroz persecución política contra Azaña. 

5. CONCLUSIONES SOBRE LA II REPUBLICA ESPAÑOLA. 

Los liberales, cuyas protestas consiguieron la expulsión del Dictador en 1.930 y del Rey en 1.931 fueron incapaces de crear unos hábitos democráticos. La República falló porque no fue aceptada por grupos poderosos tanto de la izquierda como de la derecha. 

Durante 5 años se fueron formando dos bandos lo bastante poderosos como para impedir la victoria inmediata de uno de ellos en caso de conflicto armado. Desde 1.808 había en España tres focos de tensión y conflicto: 
  • Iglesia - Liberales. 
  • Terratenientes y burguesía - Clase obrera.
  •  Centralismo - Reclamación de derechos regionales. 
La República fracasó a pesar de su legislación tan prometedora y de tantos buenos proyectos que luego se llevarían a la práctica bajo auspicios políticos bien diferentes, como el Plan Badajoz y el Trasvase Tajo-Segura. 

La historiografía liberal culpa a los individuos: Azaña por su orgullo, Gil Robles por sus vacilaciones y su retórica, Largo Caballero y Calvo Sotelo por sus discursos incendiarios, Lerroux por corrupto. Culpar a los políticos es olvidar que son la expresión de los sueños colectivos de las masas. 

La República cayó por los mismos motivos que habían hundido a la Dictadura y a la Monarquía:

 a.   Incapacidad de los políticos para resolver los problemas dentro de un marco aceptable. 
b.   La voluntad de algunos de someter las cuestiones a la prueba de la fuerza. 
c.    No había hábitos de organización ni de compromiso. 
d.   Existía una arraigada tradición de violentas disputas que fueron adquiriendo características religiosas, regionales y de lucha de clases. 

III. LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA (1931-1936) 


INTRODUCCIÓN. 

El 18 de julio de 1936 se extiende por la Península un golpe de Estado militar contra el gobierno légitimo del Frente Popular. La activa participación del pueblo y la lealtad de casi la mitad del Ejército hacia la República hacen que esta sublevación sólo triunfe en la mitad del país y desemboque, por tanto, en una guerra civil de tres años de duración. Surgen así dos zonas: una republicana y otra nacional con sus respectivos ejércitos, gobiernos e instituciones. 

El rápido apoyo de la Italia de Mussolini y de la Alemania de Hitler al bando sublevado y la no intervención de Francia y Gran Bretaña a favor de la República que sólo contó con el efectivo apoyo ruso, hace que el enfrentamiento armado se prolongue durante casi tres años.

Era el enfrentamiento entre dos concepciones distintas de España. El bando golpista representaba los valores más tradicionales y conservadores que habían sido debilitados durante la República y luchaban contra todas las reformas que consideraban habían ido demasiado lejos. El bando legal pretendía la modernización del país y la profundización en las reformas, aunque había sectores que querían ir mucho más allá de los límites de un régimen parlamentario.

La mayor unidad, la eficacia militar y los importantes apoyos militares dieron el triunfo a la España nacional representada por el general Franco y consolidó un régimen político autoritario y conservador que se mantendría en España durante más de treinta años bajo una ferrea dictadura. Además de ser importante para España, la guerra tuvo una gran resonancia internacional y se convirtió en el primer episodio de la II Guerra Mundial que se veía como inminente.

1. LOS INICIOS DE LA GUERRA Y LA INTERNACIONALIZACIÓN DEL CONFLICTO.
Evolución cronológica del periodo en las dos zonas, hechos militares y contexto internacional.

1.1 LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y SU FRACASO: LA DIVISIÓN DE ESPAÑA EN DOS ZONAS. 

1.1.1. LA CHISPA DEL CONFLICTO. 

Al clima de radicalización, violencia callejera y bipolarización de la vida política española, desde las elecciones de febrero de 1936, se unen dos asesinatos: el día 12 de julio es asesinado el teniente de la Guardia de Asalto, socialista, José del Castillo por la extrema derecha, probablemente la Falange; en respuesta, el 13 de julio fue asesinado Calvo Sotelo, uno de los líderes monárquicos. Este segundo asesinato fue un regalo político para los militares que desde las elecciones de febrero estaban tramando una conspiración para acabar con la República. El acontecimiento adelantó los planes y el 17 de julio de 1936 se sublevó la guarnición de Melilla, extendiéndose la rebelión al resto del Marruecos español y a la Península al día siguiente.

Cadáver atribuido a José Calvo Sotelo, Ministro de Hacienda (Santos Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid)

El golpe militar fue un fracaso, ya que no consiguió triunfar en las principales ciudades (Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao…) y que buena parte del Ejército y las fuerzas del orden (Guardia Civil y Guardia de Asalto) permanecieron fieles a la República. En Madrid, el general Joaquín Fanjul Goñi, jefe de los sublevados, se encontró cercado en el Cuartel de la Montaña por milicianos de organizaciones sindicales y partidos de izquierda a los que el gobierno, impotente para controlar la situación, había entregado armas. En Barcelona, el general Manuel Goded Llopis y sus seguidores fueron dominados por la activa participación de los milicianos en la lucha y por la fidelidad a la República de la Guardia Civil y de la Guardia de Asalto. En Valencia y otras ciudades importantes ocurrió lo mismo, pues la sublevación, mal planificada, no contaba con la inesperada reacción de los milicianos.

Pero la sublevación triunfó en amplias zonas de la España rural: Galicia, Castilla y León, Navarra y en algunas ciudades importantes como Sevilla, Córdoba, Granada y Zaragoza. Toda la franja cantábrica (Asturias, Cantabria y parte del País Vasco) quedó aislada por los rebeldes, al permanecer leal a la República. 

1.1.2. DOS INTERPRETACIONES DIFERENTES SOBRE LA GUERRA CIVIL. 

Surgieron en aquel julio de 1936 dos Españas que defendían principios contrapuestos e irreconciliables.

Para unos el “Glorioso Alzamiento Nacional” se había hecho necesario para salvar a España de la anarquía, para restablecer el orden y acabar, mediante una “Cruzada de Liberación”, con los enemigos del país: anarquistas, comunistas, socialistas, separatistas y masones. Calificados todos ellos de “rojos”.


Para la otra España, la que permaneció fiel al gobierno legal de la República, había que luchar para defender los logros de una República democrática y para terminar con el fascismo que se estaba extendiendo por toda Europa.


Para muchísimos españoles el unirse a uno u otro bando se debió no a una ideología clara sino a una cuestión geográfica: que en la zona en que ellos vivían hubiese triunfado o no la rebelión. 

1.2. BALANCE DE LOS DOS BANDOS ENFRENTADOS. 

1.2.1. LAS FUERZAS MILITARES DE LOS DOS BANDOS. 

Del lado de la República quedó la mayor parte de las zonas mineras e industriales, con mayor población que alimentar. En la España rebelde o autodenominada "nacional" la población y la industria eran menores, pero los recursos agrícolas mayores.

Los recursos financieros quedaron en manos de la República: el oro depositado en el Banco de España en Madrid servirá para financiar la compra de armamento, especialmente de la URSS.

En cuanto a las tropas no hay cifras exactas. De los 18 generales con mando de división sólo cuatro se sublevaron (Cabanellas, Goded, Queipo de Llano y Franco).

Francisco Franco con oficiales y jefes de las guarniciones de Canarias, en un almuerzo celebrado en el Monte de la Esperanza, tras unas maniobras. (Adalberto Benítez)

Aproximadamente quedaron con la República el 66% de la aviación, un 65% de los efectivos de la marina, el 47% del ejército de tierra, el 51% de la Guardia Civil y el 70% de la Guardia de Asalto. Para la República fue un grave problema la falta de grados intermedios, en efecto, el 80% de los oficiales se mantuvieron con la España sublevada.

Fieles a la República quedarían unos 116.501 hombres y del lado rebelde 140.604, de los que 47.127 pertenecían al disciplinado y profesional ejército de Marruecos Legión y Regulares), mandados por Franco. En el lado republicano, ante la ausencia de oficiales hubo que improvisar y nombrar nuevos oficiales; surgirán también jefes de milicias que, sin demasiada experiencia militar, serán nombrados generales (Enrique Líster, Juan Modesto) y mandarán miles de hombres (Buenaventura Durruti, Cipriano Mera).

La República, por tanto, tuvo que improvisar un nuevo Ejército para incluir en él a las milicias populares, es decir, a voluntarios procedentes de sindicatos y partidos políticos que eran encuadrados en batallones militares en los primeros momentos de la guerra.

Una miliciana, en la primera línea de la sierra de Guadarrama, en Madrid, el 25 de julio de 1936, poco después de iniciada la Guerra Civil. (Albero y Segovia)

La efectividad de un ejército así era muy dudosa si lo comparamos con la gran disciplina del ejército rebelde, que también contó con sus milicias integradas por falangistas y por carlistas (los requetés), ambos militarizados por Franco. 

1.2.2. POBLACIÓN CIVIL Y DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LOS DOS BANDOS. 

En cuanto a la población civil de cada zona puede decirse, sin generalizar, que las clases altas (aristocracia terrateniente, banqueros, alta burguesía) y el campesinado medio apoyaron el levantamiento; las clases trabajadoras del campo y la ciudad fueron el soporte y la defensa de la República. Una buena mayoría silenciosa y apolítica de la población tuvo que ocultar su ideología, si en su pueblo o ciudad había triunfado el bando rival. La lealtad geográfica se impuso por todas partes. 

España al inicio de la Guerra, julio de 1936


1.3. LA INTERNACIONALIZACIÓN Y PROLONGACIÓN DEL CONFLICTO.

1.3.1. EL FALLIDO COMITÉ DE NO INTERVENCIÓN. 

Todas las opiniones coinciden en que sin la masiva ayuda extranjera, la guerra de España no hubiese durado más de medio año por la escasez de material militar y de repuestos en los dos bandos. Francia y Gran Bretaña, Estados democráticos, crearon un Comité de No Intervención (agosto de 1936) del que formaban parte 30 países que se comprometían, en teoría, a no ayudar a ninguno de los dos bandos. Las marinas británica, francesa, alemana e italiana controlarían una zona marítima cada una para que no entrase material de guerra en España. Francia y Portugal cerrarían sus fronteras terrestres. Todo fue mera teoría y papel mojado. 

Ayuda extranjera o internacional a los bandos contendientes

1.3.2. LA AYUDA EXTRANJERA A LA ESPAÑA REPUBLICANA. 

La República recibió inmediata ayuda de material militar de la URSS y en menor cantidad de Francia y México. Por este apoyo soviético, la España republicana quedaba vinculada al comunismo según la opinión pública internacional, y se le empezó a tachar de "República roja y marxista".

La ayuda soviética tuvo que ser pagada con el oro del Banco de España, el llamado “oro de Moscú” (510 toneladas con un valor de 530 millones de dólares).

La ayuda humana le llegó a través de las Brigadas Internacionales: unos 60.000 voluntarios de 30 países, sin demasiada experiencia militar, pero disciplinados que vinieron bajo el lema: “España será la tumba del fascismo”. Canalizados por los partidos comunistas europeos, estos jóvenes eran de ideología comunista (80%), socialista o liberal; obreros, periodistas, intelectuales, funcionarios, parados o aventureros. Vinieron a España para luchar contra la propagación del totalitarismo en el continente europeo y para salvar la democracia republicana en España. Veían la guerra española como una grave cuestión de la política internacional.

Su base de entrenamiento fue Albacete. Fueron distribuidos en seis Brigadas que estaban formadas por batallones que solían agrupar a los soldados de cada país (Telemann a los alemanes, Lincoln a los norteamericanos, Garibaldi a los italianos…). Su intervención ayudó a detener al ejército franquista en las puertas de Madrid en el otoño de 1936. Fueron retirados de España a finales de 1938 y unos 18.000 de ellos quedaron enterrados aquí. 

1.3.3. LA AYUDA EXTRANJERA A LA ESPAÑA REBELDE. 

El bando sublevado recibió ayuda de Italia y Alemania de forma masiva y pagadera en materias primas, especialmente en minerales, que eran muy necesarios para la industria de guerra alemana. Alemania envió fuerzas de aviación organizadas en la llamada Legión Cóndor, también asesores militares y tanquistas. Italia a sus 40.000 soldados del Corpo di Truppe Volontarie (CTV). Portugal, con un régimen de dictadura, apoyó a los rebeldes proporcionando unos millares de combatientes (los Viriatos); igual hizo Irlanda con la llamada Legión de San Patricio. 

2. EL DESARROLLO BÉLICO.

2.1 DE LOS INICIOS A LA PRIMAVERA DE 1937 (18 DE JULIO DE 1936 A MARZO DE 1937).

2.1.1. LA GUERRA DE COLUMNAS (18 DE JULIO DE 1936-7 DE NOVIEMBRE DE 1936). 

Podría hablarse primero de una fase de guerra de columnas—al estilo colonial— grupos de tropas formados con pequeñas unidades de diversas armas, de escaso volumen y mucha movilidad. Esta es la base de la guerra hasta noviembre de 1936. 

La República declara disuelto el Ejército y a primeros de agosto intenta crear otro sobre batallones de voluntarios. Es la época de las milicias, reclutadas entre las organizaciones políticas y sindicales. Se dan los primeros pasos para la creación de un Ejército Popular Regular sobre la base de las Brigadas Mixtas: unidades militares compuestas por milicianos y tropas del ejército regular.

En los primeros meses, la guerra es claramente desfavorable para la República. Navarra y Sevilla son los dos grandes centros difusores de columnas rebeldes, centros que forman, respectivamente, el ámbito de mando de Mola y Franco.

El objetivo esencial para los dos generales citados era Madrid. Para alcanzarlo se formaron tres columnas que partieron de Valladolid, Burgos y Pamplona, pero fueron contenidas por milicias obreras, que se habían creado en la capital, a lo largo de la sierra madrileña (Somosierra, Navacerrada y Guadarrama), donde se combate entre el 24 de julio y el 15 de agosto.

Paralelamente, en la zona sur, el éxito de un ejército tan entrenado como el de África, con la Legión y las unidades de marroquíes, es mucho más fulminante y también aquí se contará con efectivos de milicias falangistas. Con centro en Sevilla, los sublevados, dirigidos por Queipo de Llano, amplían y consolidan su dominio de la Andalucía del Guadalquivir y establecen conexión con los sublevados de Granada.

Pero lo absolutamente decisivo para la marcha de la guerra es el paso del Ejército de África a la Península por el estrecho de Gibraltar, gracias a la primera ayuda exterior a uno de los combatientes, en este caso la de Alemania e Italia. Es el “puente aéreo”, que se inicia el 5 de agosto; dos días después Franco estaba en Sevilla.

Sus tropas fueron avanzando con el objetivo final de conquistar Madrid. Siguiendo el plan, columnas mandadas por Yagüe avanzan hacia el norte por Extremadura. El 11 de agosto ocupan Mérida; el 14, Badajoz. Se conseguía a su vez enlazar las dos zonas sublevadas. Penetran después en la provincia de Toledo. El 3 de septiembre ocupan Talavera, nudo estratégico de gran valor, pero entonces Franco decide desviar el avance y acudir en socorro de los sitiados en el Alcázar de Toledo, donde el coronel Moscardó aguanta el asedio republicano. Liberado el Alcázar, el 28 de septiembre, otro éxito para Franco, se daban las condiciones y se imponía la designación de un mando único en las fuerzas rebeldes.

El elegido fue Franco: El 1 de octubre, en efecto, Franco se convierte en “Jefe del Gobierno del Estado español” y “Generalísimo” de los ejércitos.

Paralelamente, en otros frentes, desde Navarra se efectúa el ataque a Guipúzcoa, donde cae Irún el 5 de septiembre y San Sebastián el 13. 

2.1.2. LA BATALLA DE MADRID (7 DE NOVIEMBRE DE 1936/MARZO DE 1937). 

La batalla de Madrid fue un conjunto de acciones durante cinco meses de combate, ciclo al que pertenecen las batallas del Jarama y Guadalajara. La lucha en torno a Madrid comporta el primer gran revés para los planes de guerra de los sublevados y condiciona decisivamente la prolongación del conflicto. La ayuda extranjera jugaba ya su papel –Legión Cóndor alemana, batallones y aviación italiana, asesores, aviones y tanques rusos, Brigadas Internacionales- y la República mostraría una capacidad de resistencia insospechada poco antes. El ataque frontal de las fuerzas de Franco se produciría entre el noroeste y sureste de la capital. La batalla por Madrid comenzó el 7 de noviembre.

Los atacantes llegaron a cruzar el Manzanares y ocupar parte de la Ciudad Universitaria, pero ahí fueron detenidos. Se emprendió entonces por Franco la alternativa de las maniobras envolventes para el aislamiento de la capital. Por el Jarama para cortar la carretera de Valencia, a partir del 6 de febrero.

Fracasado este objetivo, se monta la operación desde la zona de Guadalajara, desde donde parte la ofensiva el 8 de marzo con un fulminante avance del cuerpo expedicionario italiano. Detenido éste, los republicanos lanzan una contraofensiva que hace fracasar la operación, aunque el frente no es repuesto en su posición original.

El descalabro italiano era una victoria moral. En otros frentes, sin embargo, el éxito no fue parejo. El 8 de febrero se había perdido Málaga. 

2.2. LA ETAPA CENTRAL Y DECISIVA DE LA GUERRA (ABRIL-MAYO DE 1937 A NOVIEMBRE DE 1938). 

Tras la batalla de Guadalajara, el objetivo estratégico de Franco cambia por completo: se renuncia a la conquista de Madrid. El objetivo ahora es conquistar el Norte. Se partía de un relativo equilibrio de fuerzas. Pero durante veinte meses de guerra el equilibrio se fue deshaciendo progresivamente en favor de los insurgentes. 

2.2.1. LA CAÍDA DE LA FRANJA CANTÁBRICA (ABRIL-OCTUBRE DE 1937). 

El primer gran revés republicano es la conquista por Franco de toda la cornisa cantábrica, Vizcaya, Santander y Asturias, lo que se consuma entre abril y octubre de 1937. Al mando del general Mola, que fallecería en junio en un accidente de aviación, al final de marzo empieza el ataque a Vizcaya con un ejército en el que juegan gran papel los requetés carlistas, artillería y aviación alemana y las tropas italianas.

El 26 de abril sucede el célebre hecho de la destrucción de Guernica por la aviación de la Legión Cóndor. El 19 de junio es tomada Bilbao. Después, los batallones nacionalistas vascos capitulan su rendición a los italianos en Santoña. Santander es ocupada en agosto y Asturias, tras duros combates, en octubre.

Para contribuir a la disminución de la presión franquista en el Norte, la República emprende ofensivas en otros frentes. Este sentido tiene la operación sobre Brunete, en julio de 1937, y en Aragón, en agosto, donde los republicanos desencadenaron un fuerte ataque a la altura de Belchite, donde se formaliza una gran batalla sin que introduzca variaciones esenciales. Perdido el Norte para la República, la guerra se reanuda en diciembre de 1937. 

2.2.2. LA GUERRA EN LA PRIMERA MITAD DE 1938: DE TERUEL AL MEDITERRÁNEO. 

Durante un año crucial, 1938, uno y otro bando se esfuerzan en conseguir la iniciativa. El Estado Mayor del Ejército republicano tiene ahora a su frente a un gran estratega, el general Vicente Rojo.

La nueva etapa comienza con la lucha en torno a Teruel, a iniciativa republicana. La batalla de Teruel comienza el 15 de diciembre con iniciales éxitos republicanos, que toman la ciudad el 7 de enero de 1938. Franco, un mes después, ordenaba la contraofensiva y el 22 de febrero reconquista Teruel.

Tras la toma de Teruel, el plan de Franco consistió en penetrar por el valle del Ebro con el objetivo de alcanzar las costas del Mediterráneo y dividir en dos el territorio republicano. Así, el 14 de abril se llegaba al Mediterráneo por Vinaroz.

El territorio republicano quedaba de nuevo partido, dejando a Cataluña aislada. Entonces, Franco orienta su ofensiva en la región levantina hacia el Sur, con la intención de llegar hasta Valencia. El 14 de junio se ocupa Castellón. Se sigue hacia Valencia, pero la República responde con una gran ofensiva. Es la batalla del Ebro, desarrollada entre julio y noviembre de 1938. 

2.2.3. LA BATALLA DEL EBRO (25 DE JULIO DE 1938-15 DE NOVIEMBRE DE 1938). 

La última batalla de la guerra comienza el 25 de julio con el paso del río Ebro por Mequinenza. El avance republicano sigue hasta el día 30, pero entonces se detiene con resultados mediocres. Las batallas más duras se producen en septiembre. La lenta recuperación del territorio continúa en octubre y la definitiva contraofensiva comienza el día 28 de octubre, en mismo en que las Brigadas Internacionales se despedían de España en Barcelona. El día 15 de noviembre, las últimas fuerzas republicanas repasan el Ebro.

Concluía la batalla más encarnizada de la guerra (30.000 bajas franquistas y el doble republicanas), un ejemplo de batalla de desgaste que terminó con buena parte de las reservas republicanas. 

2.3. LA ÚLTIMA ETAPA DE LA GUERRA (15 DE NOVIEMBRE DE 1938-28 DE MARZO DE 1939). 

Se entraba, pues, en el último ciclo de la guerra, breve y de escasa acti bélica, que culminaría con la descomposición política interna de la República, hasta concluir con el golpe de Estado del coronel Casado en Madrid, a primeros de marzo, rebelándose contra el gobierno de Negrín

El 23 de diciembre de 1938 inició Franco su ofensiva final en Cataluña. Ocupada ya Lérida (antes de la batalla del Ebro), Tarragona cae el 15 de enero y Barcelona, sin luchar, el día 26. Después, el 4 de febrero caía Gerona. Al día siguiente, Azaña y Negrín cruzaban la frontera, sin embargo, Negrín decidió regresar para ponerse al frente de la zona republicana (Centro-Este-Sureste). Pero febrero fue un mes dramático, por la sorda lucha entre los partidarios de continuar la guerra a todo trance, como defendía Negrín, con apoyo de los comunistas, con la esperanza de contar con un conflicto generalizado en Europa que se preveía inminente, y los que querían pactar con Franco una paz humanitaria al menos. Pero éste promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas, a comienzos de febrero de 1939, que no daba pie a la esperanza precisamente.

En la región Centro, por tanto, ya no se combatió. El coronel Casado, jefe del Ejército del Centro, el 5 de marzo, creaba un Consejo de Defensa (frente al gobierno de Negrín, quien, junto con su gobierno, abandonaba España el día 6), compuesto de socialistas, anarquistas y algún republicano.

El enfrentamiento con los comunistas era una de las causas. Pero estos hombres cometían la ingenuidad de pensar que Franco podía pactar con ellos. No sucedió así, y las tropas de Franco entraron en Madrid el 28 de marzo. Terminando oficialmente la guerra el 1 de abril de 1939. 

3. EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LAS DOS ZONAS Y CONSECUENCIAS DEL CONFLICTO.

3.1. LA EVOLUCIÓN POLÍTICA.

3.1.1. EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LA ESPAÑA REPUBLICANA. 

La sublevación había provocado la inmediata dimisión del gobierno, dirigido por Santiago Casares Quiroga, y el encargo del presidente Manuel Azaña a Diego Martínez Barrio para formar nuevo gobierno. El fracaso de éste en sus gestiones paraparalizar el movimiento insurgente y sus recelos de entregar armas al pueblo lo llevaron también a dimitir el mismo 19 de julio. De este modo, buscando un nuevo consenso político, Azaña confió a José Giral la formación de un nuevo gobierno, integrado por republicanos, y comenzó la entrega de armas a las milicias de las organizaciones obreras. 

EL GOBIERNO DE LARGO CABALLERO. 

El día 5 de septiembre de 1936, el presidente Azaña encargó formar gobierno a Francisco Largo Caballero, líder de la izquierda del PSOE, quien formó un primer gabinete de amplísima coalición que integraba a nacionalistas vascos y catalanes, a los partidos republicanos, al PSOE y al Partido Comunista. Días después, el 4 de noviembre, Largo Caballero remodeló el gobierno y tuvo lugar un hecho excepcional en la historia del movimiento anarquista: la participación en ese gobierno de cuatro ministros de esa ideología. Coincidía todo ello con la ofensiva de los sublevados sobre Madrid. En esos días, a principios de noviembre, el gobierno abandonó Madrid, gravemente amenazada por las columnas del sur, trasladándose a Valencia.

El gobierno de Largo Caballero acometió las principales reformas políticas y militares en los meses siguientes. El Partido Comunista de España, que apoyaba con firmeza al gobierno, vio aumentar su protagonismo por diversas causas: la disciplina interna, el control de los suministros rusos y la división entre las demás fuerzas republicanas. El gobierno continuó con la reforma agraria y la expropiación de fincas, nacionalizó industrias básicas, como la CAMPSA y las compañías ferroviarias, y se estableció el control estatal sobre los bancos y las instituciones financieras. 

GUERRA O REVOLUCIÓN. 

El PCE había logrado unir en Cataluña a todos los partidos socialistas y comunistas en un nuevo partido, el Partido Socialista Unificado de Cataluña. Asimismo, la política del PCE, que era compartida por el PSOE y la UGT, consistía en mostrar una imagen moderada, no revolucionaria, buscando el apoyo de los sectores de la burguesía media, pequeños empresarios y campesinos bajo el lema "primero ganar la guerra"; mientras, otras fuerzas, los anarquistas y los miembros del POUM, entendían que había que tomar medidas revolucionarias y colectivizadoras para poder contar con el apoyo popular que llevase a la victoria.

Los enfrentamientos llegaron a su culminación en mayo de 1937, con combates en Barcelona entre partidarios de ambos grupos. En esa lucha fue detenido y asesinado el líder más prestigioso del POUM, Andreu Nin. Como consecuencia de los sucesos deBarcelona cayó el gobierno de Largo Caballero formándose uno nuevo dirigido por el socialista Juan Negrín (mayo de 1937). 

EL GOBIERNO DE NEGRÍN. 

A partir de la crisis de mayo de 1937, como se ha visto, el gobierno republicano pasó a estar dirigido por el doctor Juan Negrín, del PSOE, partidario de la máxima unidad de las fuerzas republicanas y apoyado en los comunistas, que trasladó la sede del gobierno de Valencia a Barcelona (31 de octubre de 1937), buscando el control de las industrias bélicas catalanas.

En un intento de lograr un acuerdo con los nacionales y pactar una paz negociada, el gobierno aprobó un documento, que se hizo público el 1 de mayo de 1938, conocido por “Los trece puntos de Negrín”. Eran una oferta de paz para parar la guerra, pero fueron rechazados de manera categórica por Franco. 

3.1.2. EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LA ESPAÑA SUBLEVADA. LA MILITARIZACIÓN DE LA SOCIEDAD. 

Signo muy distinto tuvo la evolución política en el bando rebelde. La muerte del general Sanjurjo en accidente de aviación, el día 20 de julio de 1936, cuando se dirigía a Burgos para encabezar la rebelión, puso en primer plano la figura de Franco, a quien solamente podían hacer sombra figuras como Mola, quien también fallecería en junio de 1937.

La Junta de Defensa Nacional, creada por los rebeldes en Burgos, en julio de 1936, funcionó como embrión de un nuevo gobierno opuesto al régimen republicano. Al morir el general Sanjurjo, los militares sublevados comprendieron que necesitaban establecer un mando único; a finales de septiembre, desaparecía la Junta de Defensa Nacional y Franco era elegido “Jefe del Gobierno del Estado español” y “Generalísimo”, es decir, jefe supremo de todos los ejércitos sublevados. Franco reunía la jefatura política y militar del nuevo Estado, la España “nacional”. Su proclamación tuvo lugar en Burgos el 1 de octubre.

La inexistencia de una dirección clara en la Falange -preso en Alicante su líder, José Antonio Primo de Rivera-, que sería juzgado y fusilado en noviembre, le permitió a Franco ponerse a la cabeza de la Falange, objetivo conseguido a través del Decreto de Unificación. 

LA UNIFICACIÓN POLÍTICA Y EL NUEVO ESTADO TOTALITARIO. 

El paso siguiente, en efecto, fue el Decreto de Unificación, obra de Serrano Súñer, de abril de 1937, por el que Franco se constituyó en jefe nacional del partido único que, con el nombre de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, fusión de falangistas y carlistas, bajo la jefatura de Franco, surgía para agrupar políticamente a toda la España rebelde a la República. En pocos meses, Franco reunía en su persona todo el poder: el ejército, el gobierno del Estado y el partido único.

En enero de 1938 se constituyó el primer gobierno del nuevo Estado. A partir de ese momento, el poder en todos sus aspectos radicaría en el Dictador que concentraba la jefatura del Estado y la presidencia del gobierno.

El primer gobierno de Franco constituía un agregado de las fuerzas conservadoras, compuestas por tradicionalistas, falangistas y, sobre todo, militares. Como remate del proceso de legitimación de la guerra, el episcopado español se dirigía en julio de 1937 a los católicos del mundo con una carta colectiva, escrita por el cardenal Gomá, en la que explicaba la naturaleza religiosa de la guerra. 

3.2. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA. 

Los que vencieron excluyeron y persiguieron a quienes no se habían sumado de manera entusiasta a su bando. El dolor de la mayoría y el rencor de muchos era el denominador común de la España de los años posteriores a la contienda.

En los últimos meses de la guerra, millares de combatientes republicanos y de familias enteras que habían defendido públicamente al gobierno legal tuvieron que abandonar España. Es el exilio republicano, los emigrados políticos. La frontera catalana con Francia era un río de personas que tuvieron que sufrir las penalidades del exilio, muchos jamás regresaron.

Casi medio millón de muertos, de los que una buena parte corresponde a los asesinatos en las retaguardias o en las cárceles de uno u otro signo. Son los efectos de la represión sangrienta, donde se desarrolló el “terror rojo” y el “terror blanco”. Sobre los prisioneros de guerra, al acabar el conflicto, más de 250.000 personas ingresaron en prisiones o en campos de trabajo forzado. 

Quedó destruido todo el esfuerzo de regeneración cultural y educativa de la Edad de Plata de la cultura española (1898-1936). El gobierno de Franco también introdujo la depuración entre sectores de la Administración o del funcionariado: burocracia, ejército, policía, profesores y maestros y entre los jueces.

Las consecuencias en el terreno económico fueron desastrosas para el país: la pérdida de reservas, la disminución de la población activa, la destrucción de infraestructuras viarias y fabriles, así como de viviendas -todo lo cual provocó una disminución de la producción- y la caída del nivel de renta.

Las consecuencias políticas fueron el final de la experiencia modernizadora y democratizadora que España había decidido iniciar en 1931 y el inicio de un larguísimo período de represión, de falta de libertades políticas y la supresión de derechos fundamentales de las personas.