UD 15- EL ARTE COMO FENÓMENO DE MASAS

EL ARTE COMO FENÓMENO DE MASAS

Kulu Be Ba Kan, Miquel Barceló (1991), técnica mixta sobre tela. Colección particular. Inglaterra

El arte actual del siglo XXI se ha convertido potencialmente en un acto de extraversión emocional que busca siempre estímulos nuevos. El artista actual se sirve de todo tipo de materia, de imagen, técnica, ciencia, electrónica o de reproducción mecánica; fusionando estilos, preceptos y reglas para crear todo tipo de arte. Pero la pregunta surge cuando se pronuncia la palabra “ARTE”, ¿es arte todo lo que se expone?… La respuesta es muy delicada para muchos artistas...

Desde mi punto de vista artístico, rotundamente SI; todo lo que se expone es arte, aunque no sea bello. La discusión surge cuando lo “no bello” es considerado arte, o el arte es siempre bello. Sigo diciendo que SI, que TODO ES ARTE. Cualquiera de las formas que tienen por objeto expresar la belleza, la fealdad, la comunicación o la existencia de un sentimiento; que tengan por objeto expresar la percepción de la persona o del individuo, que imite o exprese lo material o lo inmaterial; creando, copiando o fantaseando de la realidad… ¿pero siempre debemos considerarlo arte cuando las personas  intenten expresarse mediante nuevos caminos, indagando nuevas formas de expresión?

Deberíamos ser completamente libres para poder responder que toda creación contemporánea debería ser considerado arte; deberíamos estar todos de acuerdo que el arte es nuestra lengua universal y que el arte evoluciona junto al individuo ubicuamente; estando presente en toda su existencia e inquietud natural, viviéndolo en continuo movimiento.

La cuestión, sin embargo, se encuentra en como interpretamos la comprensión del mismo arte de nuestro tiempo. El siglo XXI, caracterizado por aquilatar todo tipo de expresión artística, se debate entre la herencia de su valor cultural y la comunicación de sus individuos entre nuevos caminos sumergidos en un estilo vanguardista, críptico y, a veces, hasta incomprensible o discordante con los conceptos y preceptos del arte que hemos heredado.

Todos estamos conformes que el arte abstracto tiene su mayor exponente en la pintura, pero se ramifica en diferentes artes con un cierto aire exponencial que abarca la literatura, arquitectura, escultura, danza, música y diferentes espectáculos del entretenimiento. Se puede entender posiblemente que se ha convertido en la característica preliminar del siglo XXI. Pero el arte abstracto presenta un desconcertante cripticismo para ser interpretado en toda su amplitud. Las exposiciones presentadas buscan impactar al espectador, golpeando principalmente la vista y desconcertando los sentidos de las emociones. El artista se transforma en un manipulador de la modernidad, un vanguardista a ultranza de lo novedoso, un revolucionario de la cultura y un exponente progresista en las artes expresivas.

Lo cierto es que no deberíamos ser nosotros quienes pongamos en juicio las sospechas y acusaciones del arte del segundo milenio, pero somos testigos de que el entorno artístico de nuestra época presenta grietas en sus cimientos. Las últimas reformas realizadas por la comunidad artística tiende a entrar en crisis en sus comienzos, presagiando un empobrecimiento en su genialidad. Es arriesgado pensar que el arte abstracto pudiera estar creando los morfemas de un nuevo estilo de expresión que unificara todas las artes. ¿Será el tiempo nuestra respuesta? El futuro presentará nuestro tiempo como un mero tránsito a una globalización del arte. De momento, somos nosotros artífices de este momento y no debemos ser nosotros nuestros jueces.

La realidad muestra una situación de transformación, tanto en el plano teórico como en el práctico, desde todos los aspectos de la sociedad y nos sumerge en un criterio ambiguo difuminado entre las vanidades y la espontaneidad del individuo que irrumpe en las artes para exhibir sus habilidades o su punto de vista. Así se justifican ciertos críticos cuando hablan de nuestro tiempo: “Parece que todo vale con tal de impactar o conectar con el público. Frecuentemente el artista abandona toda reflexión intelectual en favor de la originalidad y la creatividad. La pintura actual no escapa a esta situación. La distinción entre abstracción y objetividad es ya algo anacrónico. Todo vale, desde la pintura estrictamente conceptual y radical, hasta la “pintura por la pintura” más elemental y las configuraciones eclécticas. No ha cristalizado ninguna tentativa innovadora y de momento este tradicional medio artístico parece que está agotado y es algo que raya con lo absurdo.” (M. López).

El arte es arte siempre. Nosotros debemos de apostar por el arte y considerar que todo es arte, hasta lo que no parece. Otra cosa es que guste; posiblemente no gustará lo que se está haciendo, pero sigue siendo arte. El artista no sólo expresa sus sentimientos, tiene que seducir y persuadir al observador que lo que se expone, es fascinante, es una obra que merezca ser examinada atentamente; cautivar el ánimo del que presencia su creación y atraer la atención para generar estímulos que inciten o produzca una reacción cuando se mira su obra. Creo que las nuevas tendencias del siglo XXI dirigen su camino con este fin.

Desde que apareció el Hard-Edge Painting (pintura de borde duro) que se caracteriza por el rechazo de todo ilusionismo y por el empleo de colores puros y de formas rigurosamente geométricas, influenciado por el Ready-made del Dadá; la pintura ha tendido una veladura sobre los criterios a exponer.( “Parece que el objeto manufacturado se presenta como obra artística para redescubrir la auténtica atribución de un nuevo valor de objetos descontextualizados” ): el color y la forma se ahoga entre texturas e intenciones intuitivas. El artista expresa por expresar y el observador que mira este arte se comporta como espectador de un espectáculo que sólo quiere atraer la atención y causar escándalo o gran extrañeza.

El arte es el lenguaje universal del individuo; las personas se expresan como quieren; el arte es libre por naturaleza; por lo tanto, todo es arte. El futuro demostrará que esta época de transición será un generador de grandes obras; pero el presente nos esclaviza dentro de una niebla espesa que no nos deja ver nuestro entorno artístico claramente. Existe tanto de todo que todo se esparce sin una dirección concreta. Las Transvanguardias italianas y alemanas, como el Vidimus-art o el Neoexpresionismo español, el Onirismo-art, el Abstracto romántico, el Neomitoismo “Myth art” o el “Bad Art“ y “Thrift Shops Arts” son consecuencia de una sociedad expuesta a los medios de comunicación y del consumo. La herencia artística del siglo XX discute sobre las posibilidades del nuevo siglo XXI. Disponemos de un excedente de obras de arte y sufrimos un déficit de museos y galerías que ubiquen dichas exposiciones. Son muchos los artistas que intentan implantar un nuevo estilo, pero no les permiten entrar en los circuitos oficiales que están reservados para unos pocos; se hacen grandes exposiciones colectivas de nuevos pintores en las ferias de ciudades cosmopolitas, pero no permiten que el ciudadano sea el juez que determine el rumbo del arte. (“Pero el arte es caro y la demanda mucha, de manera que frecuentemente en estos nuevos espacios de arte y cultura es difícil encontrar ofertas de interés y suficiente nivel.“). Literalmente, la viña está dispuesta para cosechar, pero no disponemos de recolectores suficientes para recoger. Parece que la comunidad artística sufre el síndrome de Elpenor o el de Ganser.

El arte está en disposición de multiplicarse exponencialmente, pero carece de nombre propio. Entre tanto arte no existe un paladín que dirija esta revolución artística. Muchos pintores pero sin una tendencia clara- La economía global infecta el sentido del arte con exorbitantes precios, excediendo el orden lógico y término regular del valor de las obras. El arte parece “estar en un mar agitado, con inmensas olas que rompen frente los espectadores sin avisar“.

La globalización nos sumerge en nuevas expresiones culturales (arte Asiático, Africano, Americano…); nuevos lenguajes con nuevas fusiones. Simbiosis entre tecnología y arte. Mercados repletos de obras, pero sin ordenación en genialidad.

Seguro que este siglo XXI será el más productivo que ha vivido el hombre. Habrá tantas obras de arte que lo difícil será encontrar algo que no lo sea. Se difundirá tanto arte por todos los medios de comunicación que producirá adiciones nuevas. Será tan común que no existirá lugar donde no exista. En la primera década del 2000, se ha declarado la masificación artística global. No obstante, ¿habrá genios en este segundo milenio que logren generar revoluciones en el arte? En España es indiscutible la genialidad de Antoni Tàpies, (Barcelona, 1923); Miquel Barceló, (Felanitx, 1957); Antonio López García, (Tomelloso, 1936) y otros; pero son descendientes del siglo pasado XX. ¿existen genios entre los pintores emergentes del nuevo siglo XXI.?. Nuestra respuesta es claramente “SI”. No obstante, ¿qué genios de la pintura o de las artes surgirá de esta masificación descontrolada?.

Después de todo lo dicho, será interesante recordar el “Discours sur les sciences etles arts” de Jean-Jacques Rousseau, (Ginebra, 1712-Ermenonville, 1778), cuestionando la utópica exaltación de la naturaleza y del sentimiento artístico del hombre, la sensibilidad romántica de la sociedad y la depuración de las costumbres humanas.


1.- TENDENCIAS ARTÍSTICAS DEL SIGLO XXI

Las corrientes o movimientos artísticos más relevantes del siglo XXI son los siguientes (teniendo en cuenta la pervivencia de otros heredados del XX y vistos en la unidad anterior):


 ARTE ALGORÍTMICO

La definición de Arte Algorítmico admite muchas aproximaciones, y varios artistas digitales, sobre todo muchos de los pioneros de finales del siglo XX, han sido ubicados en esa tendencia. Durante los años 1960, 1970 y 1980 se desarrollaron las primeras expresiones artísticas que tenían como base el uso de ordenadores. Y varias de estas manifestaciones correspondían a la utilización de programas para crear dibujos y figuras sobre la base de algoritmos.

Siendo un algoritmo un conjunto de operaciones que permiten resolver un problema, parece curioso que se aplique al arte, pero en el caso de la computación lo que sucede es que el artista crea un programa que al emplearse se convierte en una representación gráfica original. Los primeros en utilizar esta técnica fueron aquellos que lograron conectar una impresora de tipo "Plotter" a la computadora, y obtuvieron impresiones de sus algoritmos. Uno de ellos es Jean-Pierre Hébert, diseñador, artista, ingeniero y programador estadounidense que durante los años 1970 logró imprimir una serie de gráficos que representaban superficies y formas con una textura muy especial. Es un gran antecedente a lo que se lograría una década más tarde con los programas de ilustración digital. Y aún se continúan haciendo.

Slide #28, Jean-Pierre Hébert, tinta sobre papel (2000), Digital Art Museum, Berlin (Alemania)

Roman Verostko y Jean-Pierre Hébert, son los miembros más destacados de un grupo llamado "Los Algoristas", que siguen trabajando en su arte algorítmico, y aunque ahora las técnicas son diferentes, la idea de una imagen que se logra mediante una programación previa, se sigue aplicando. El sitio web de Jean-Pierre Hébert es http://jeanpierrehebert.com/index.html  y de Roman Verostko http://www.verostko.com/


ALTERMODERNISMO 

En el año 2009 se inaugura la Trienal de la Tate Britain de Londres bajo el título de “Altermodern” y bajo ese término pretenden englobar las tendencias emergentes de la modernidad (no sólo en lo que se refiere al arte, sino entendiendo la modernidad en todas sus facetas: económicas, políticas y culturales). Comisariada por Nicolas Bourriaud (crítico de arte) proclama el fin del Postmodernismo y la llegada del Altemodernismo.

Bajo este nuevo concepto, acuñado por él mismo,  Bourriaud describe las nuevas reacciones e implicaciones de los artistas, avanzadillas del resto de la sociedad, ante los profundos e irreversibles cambios que se han producido en los últimos años en nuestro contexto global.

Según él, la corriente postmoderna, que ha definido nuestras sociedades durante los últimos treinta años y que tan rápidamente fue asimilada por el establishment, ya ha dado paso a un nuevo escenario (definitorio del siglo XXI) marcado por el fenómeno, inédito por sus nuevas implicaciones, de la migración.

Las nuevas formas de comunicación (que han revolucionado la sociedad de forma imprevisible y a una velocidad sin precedentes), el aumento desproporcionado de los viajes y desplazamientos físicos, y las vertiginosas migraciones culturales, son los tres ejes que han permitido el nacimiento de un nuevo estilo de vida, aún sin describir ni identificar por el sistema.

De ahí que la propuesta de Bourriaud para esta Trienal  sea considerada como una de las más ambiciosas de los últimos años, pues pretende inaugurar una nueva etapa en la historia de las artes visuales, que serviría como espejo de los cambios por venir en el resto de la sociedad: un nuevo estado de las cosas, desprovisto de un único centro y en el que el tiempo mismo ha dejado de ser lineal para convertirse en una serie de multiplicidades.

La exposición del Tate incluyó una serie de debates, conferencias y performances con el fin de definir los elementos esenciales del Altermodernismo y que básicamente se pueden resumir en cuatro:

  • Final de la posmodernidad
  • Hibridación cultural
  • Viajar como una nueva forma de producir formas
  • Gran expansión de los formatos artísticos

Giantbum 2008, Nathaniel Mellors, esculturas animatrónicas. (Vista de la instalación en Altermodern, Taate Britain) Galería de Matt, Londres

Hay quien apunta que los artistas altermodernos trabajan con las ideas o temas de los hipermodernos o supermodernos.

En la muestra se incluyen obras de Nathaniel Mellors, Katie Paterson, Olivia Plender, Seth Price, Marcus Coates, Subodh Gupta, Franz Ackermann, Tacita Dean, Mike Nelson o Bob y Roberta Smith, entre otros. 

ARTE AMBIENTAL 

Bajo este término se engloban creaciones artísticas que abarcan dos sentidos o intenciones diferentes. De un lado, obras cuya temática trata de la ecología y el medio ambiente desde un punto de vista político, comprometido con su salvaguarda y conservación. Busca despertar la conciencia sobre la fragilidad de la naturaleza, describir el mundo natural de una manera científica, usando exclusivamente materiales obtenidos directamente de la naturaleza (hojas, piedras, tierras, plumas, etc.) o reciclando materiales recuperados de zonas degradadas. Y el otro sentido es aquel en el que la obra de arte suele ser de gran formato y utiliza en medio natural para integrarse en él de manera respetuosa (por lo general) o no.

Cubos de la Memoria, Agustín Ibarrola (2001-2003), Puerto de LLanes, Asturias

Los medios y las formas de expresión de los artistas del arte ambiental son muy variados, incluye la pintura, la fotografía, performance, activismo político, experimentos con la luz y sonido, la escultura, eco-feminismo, movimientos de tierra, reciclaje, instalaciones arquitectónicas, inventos científicos, etc.

El arte ambiental no es algo nuevo, en realidad es heredero de un arte que puede remontarse a la prehistoria y a las primeras manifestaciones artísticas de los seres humanos, aunque como “movimiento” es algo más reciente. A partir de la década de los años 60 ó 70 del siglo XX, se comienza a relacionar esta tendencia artística con la escultura  y sobre todo con el Arte Site-Specific, Land Art y Arte Povera, habiendo crecido como una forma de crítica hacia las formas escultóricas y prácticas tradicionales que eran vistas de forma progresiva como desfasadas y potencialmente en desacuerdo con el medio ambiente natural. La categoría, actualmente, abarca muchos medios artísticos.
 
El Arte ambiental también crea consciencia de la importancia de reciclar materiales.

No todas las obras de Arte Ambiental logran ser respetuosas con el entorno natural. Robert Smithson con su obra Spiral Jetty (1969) causó un daño permanente y considerable al paisaje en el que trabajó. El paisaje se convirtió en una forma de campo de residuos, y Smithson usó un bulldozer para raspar y cortar el paisaje, afectando al lago. El arte se convertía entonces en otra forma de contaminación del medio ambiente.

Otro artista cuestionado ha sido Christo, cuando envolvió temporalmente la costa de Little Bay, al sur de Sydney, Australia, en 1969. Los ecologistas locales protestaron argumentando que la obra era ecológicamente irresponsable y afectaba al medio ambiente local de manera negativa, especialmente a los pájaros que tenían nidos en los acantilados envueltos. Las quejas subieron de tono cuando varios pingüinos y una foca quedaron atrapados bajo la tela y tuvo que cortarse. Los comentarios de los ecologistas atrajeron la atención internacional hacia los círculos medioambientales, y llevó a que los artistas contemporáneos de la región se replantearan las inclinaciones del Land art y el arte para un lugar específico.

El proyecto the Rhythms of Life, del artista australiano Andrew Rogers es la más grande empresa de land art contemporáneo del mundo, formando una cadena de esculturas de piedra, o geoglifos, alrededor del planeta. Geoglifos monumentales se han construido en siete países hasta ahora: Israel, Chile, Bolivia, Sri Lanka, Australia, Islandia y China. En el futuro se instalarán en otros países hasta llegar a implicar a más de 5.000 personas de los seis continentes.

Lo sagrado de la naturaleza y del medio ambiente natural es a menudo evidente en la obra de los artistas ambientales. Chris Drury creó una obra titulada Medicine Wheel (La rueda de la medicina) que era el fruto de un paseo meditativo diario a lo largo de un año. El resultado era un mandala en forma de mosaico con objetos encontrados: el arte de la naturaleza como un arte de proceso, más que un arte de resultado.

Un ejemplo de artista land art comprometido con el entorno, a diferencia de Smithson o Christo, sería el británico Richard Long quien durante varias décadas hizo obra escultórica contemporánea en exteriores, reorganizando materiales naturales que encontraba en el lugar, como rocas, lodo o ramas, y que por lo tanto no tendrían ningún efecto perjudicial permanente.

Hay otros artistas ambientales como el escultor holandés Herman de Vries, el escultor australiano John Davis y el escultor británico Andy Goldsworthy que de manera similar dejan el paisaje en el que han actuado sin daño alguno, y en algunos casos han hecho, en el proceso artístico, vuelto a cubrir de vegetación con flora autóctona adecuada tierras que habían resultado dañadas por el uso humano. De esta forma, la obra de arte suscita una sensibilidad hacia el hábitat.

Alan Sonfist, con su primera histórica escultura Time Landscape, propuesta a la ciudad de Nueva York en 1965, visible hasta hoy en la esquina de Houston y La Guardia en el Greenwich Village, presentó la idea ecologista clave de hacer regresar la naturaleza al medio ambiente urbano. Sonfist ha propuesto una red de semejantes lugares por toda el área metropolitana, como una forma de concienciar sobre el papel clave que debe desempeñar la naturaleza en los desafíos del siglo XXI.

Probablemente el ejemplo más famoso de arte ambiental a finales del siglo XX fue 7000 Oaks (7.000 robles), una protesta ecologista que se representó en Documenta en 1982 por Joseph Beuys, en la que el artista y sus ayudantes subrayaron la condición del medio ambiente local intentando reforestar áreas contaminadas y dañadas con 7.000 robles. Otras obras medioambientales son las de Rosalie Gascoigne, que realizó sus serenas esculturas con basura y desperdicios descartados en áreas rurales; Patrice Stellest, quien creó grandes instalaciones con basura, pero también los objetos correspondientes recogidos alrededor del mundo y mecanismos de energía solar; y John Wolseley, quien camina por regiones remotas, reuniendo datos visuales y científicos, incorporando después información visual o de otro tipo en complejas obras sobre papel. El arte ambiental o arte verde realizado por Erwin Timmers, escultor de vidrio con base en Washington, DC incorpora algunos de los materiales de construcción menos reciclados: cristal de ventanas.

La relación entre arte y naturaleza ha tenido en España relativamente pocos cultivadores. En el año 1976 Wolf Vostell declara el paisaje de Los Barruecos en Malpartida de Cáceres como obra de arte de la naturaleza y funda el Museo Vostell Malpartida. El arte y la naturaleza están unidos en la obra VOAEX (Viajes de (h)ormigón por la alta Extremadura). Arte y naturaleza siempre han sido un emblema del Museo Vostell Malpartida. Como precedesores cabe citar a Ángel Ferrant, Alberto Sánchez y a Moisés Villèlia que, en las décadas centrales del siglo XX trabajan con materiales naturales encontrados, orgánicos e inorgánicos. Pionero de la intervención en el paisaje, César Manrique tuvo sus mayores logros en un tratamiento de carácter arquitectónico y conservacionista del territorio, en la isla de Lanzarote. En los años 70 algunos artistas conceptuales realizaron acciones en escenarios naturales: unos, como Nacho Criado, propusieron su propio cuerpo como elemento en interacción con el medio; otros, como Josefina Miralles o Àngels Ribé, dejaron huellas más o menos perdurables en el paisaje. En los años 80, Agustín Ibarrola inicia su actividad interviniendo en la naturaleza en sus Bosques, decoraciones pictóricas en los árboles y en la primera década del siglo XXI con sus Cubos de la Memoria en el puerto asturiano de LLanes. Pero entre esa década y la siguiente predominó el enfoque escultórico, siendo varios los artistas que emplearon materiales como la piedra, la madera, el barro o la cera, apenas tratados para preservar sus valores expresivos originarios: Fernando Casás, Eva Lootz, Mitsuo Miura y, sobre todo, Adolfo Schlosser. En los últimos años, los artistas con más peso, coherencia y constancia en este ámbito han sido Perejaume, que reflexiona sobre el lugar y su representación desde puntos de vista múltiple (históricoartístico, pictórico, lingüístico), incluyendo la intervención en el paisaje, y Miguel Ángel Blanco, cuya Biblioteca del Bosque, conjunto de más de mil "libros-caja", es uno de los más ambiciosos proyectos de relación vital y artística con el medio natural.

Otro de los ejemplos españoles se llama Petrolart, corriente y técnica en la que se utiliza petróleo reciclado que el artista Jimmy Pons (Menorca 1965) recoge de las costas. Esta corriente artística utiliza el arte para sensibilizar a la sociedad sobre el uso responsable del petróleo, una de sus exposiciones fue llevada a cabo en una gasolinera en Segovia, con los objetivos de llevar a la calle y a lugares poco normales su arte y a la vez concienciar a la sociedad directamente donde se consume el petróleo. Petrolart utiliza el arte para concienciar sobre el ecodriving o conducción responsable y la utilización del transporte sostenible. El petróleo es recogido en galletas sólidas y una vez reciclado se utiliza como material principal para sus creaciones.


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